Comunicación y lenguaje

Entre ver y pensar

 

 

 

7. Sentencias


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7.1. Introducción 

 

 

Una secuencia de palabras, es una estructura que produce sentido, un enunciado de una sola o varias oraciones. La frase o sentencia, es algo esencial, se forma de todos tamaños y formas, las hay de gran precisión, especificidad, dramatismo, de sonido intenso y hasta las hay que con gran audacia intentan dirigir el pensamiento del lector. Las  maneras en las que una sentencia revela pensamiento, se logra con el oficio del escritor, en los que el diseño lógico de ImagLec7, la claridad y la cohesión entre muchos otros aspectos a considerar estarán presentes. Sugerimos mirar a la sentencia como pensamiento en oraciones individuales, en lugar de verle como un ladrillo hecho de palabras de un flujo de código ortográfico para un discurso. 


La oración, responde a una unidad de pensamiento, por ello debemos empezar a leer desde este punto de vista, si queremos entender por qué algunos textos nos cautivan y otros los encontramos en principio de una complejidad inabordable. Para ser mejores lectores, debemos ver como se escriben las mejores oraciones. Estamos convencidos de que todo buen lector, para serlo, tuvo que aprender  a escribir oraciones complejas. 


Una sentencia compleja, suele ser en principio creada como una de longitud grande, digamos de dos o más líneas. Vale la pena estudiar estas sentencias largas, porque contienen la información más útil, más específica y una explicación más detallada, lo que las hace más comprensibles, más densas y ricas en su significado. 

 


7.2. ¿Qué son las sentencias?

 


Preguntándonos en el ámbito del código ortográfico, la sentencia es una estructura de palabras identificada con reglas gramaticales, que forman enunciados capaces de proporcionar placer e información crucial. A veces, la información que se transmite es el placer, que es sintetizado por la experiencia de los sentidos, de manera que provoca epifanía poética,  prueba de vida y satisface un discurso audaz. A veces la forma de las sentencias, es el significado más importante que ofrece. Sabemos que las sentencias pueden sonar como exclamación, imperativo, declaración o interrogación. Cuando las secuencia de las palabras siguen un flujo terso entre sentencias, decimos que la prosa, será un placer en la lectura.


Los enunciados son secuencias de palabras, pero para formar secuencias no es posible hacerlo simplemente añadiendo palabras y creando dicha sentencia. “Ordenador para noviembre que”, es una secuencia de palabras, pero no es una sentencia como tal porque carece de un sujeto y un predicado y, por tanto, no expresa una frase. “Yo estoy en una escuela”, es una secuencia de palabras y es una sentencia porque posee un sujeto, “yo”, y un predicado, “estoy en una escuela”, y de este modo crea un significado. El sujeto o  tema, es de lo que se habla o habló, y el predicado es lo que se dice del tema. El sujeto de la oración será generalmente un sustantivo, frase sustantiva o pronombre y el predicado contiene alguna forma de verbo. 


Una proposición, que se expresa generalmente en forma de un enunciado, es una sentencia que declara acerca de la realidad que puede ser aceptada o rechazada dentro de un contexto en el que está escrita. La relación entre proposiciones y sentencias es un poco difícil de precisar, ya que una sentencia es un avance progresivo o expresa una o más propuestas y estará en forma de oraciones encadenadas. Una proposición es una unidad de referencia a una realidad objetiva.  La clave aquí es pensar en una sentencia como un pedazo visible de escritura de un discurso escrito. Mientras la proposición la podemos ver como avance en los sustentos de un discurso. La forma más fácil de pensar esta relación es que la sentencia está basada o combinada con una serie de sentencias subyacentes, de otro modo, un texto que solo contiene proposiciones es un argumento, y un texto que combina sentencias y proposiciones es un discurso que debate algún tema. 


Podemos pensar  la sentencia escrita como la superficie del texto, mientras a las proposiciones como subyacentes que dan objetividad al texto, son átomos de lo que está construido el flujo de las sentencias, dándole a este flujo estructura de discurso. Así, mientras que a muchos de nosotros nos han enseñado que una frase es una secuencia de palabras que contienen un sujeto y un predicado que expresa una idea, de la misma manera una serie de frases expresan o implican a muchas ideas. Solo que estas frases son significados de unidad de un pensamiento, cuando se encadenan con operadores o partículas discursivas que producen razones, argumentos y discursos, que son ideas más complejas de la aplicación de la razón. 


Todos sabemos que las sentencias de oraciones pueden transmitir un sin fin de significados previstos o no deseados, así como la manera de transmitir un significado, además, pude definir a lo largo de un continuo, impactos emocionales en la manera de adoptar un estilo para atrapar a los lectores. 


Las palabras en una secuencia pueden producir placer y expresar una razón para que el flujo sea literario. Estamos considerando la sentencia como la unidad básica de la escritura y la lectura, no a la palabra en lo individual, es decir, la belleza de un discurso está construido de sentencias y proposiciones juntas en combinación. Hacer explícito el sustantivo, es determinar el estilo en que se combinan sentencias y proposiciones, desde las que presentan o refieren al sustantivo; para que de este modo creen información y presenten más eficazmente las ideas . 

Cada frase que escribimos refleja varias opciones: ¿por qué escribir en lugar de hablar? ¿Sobre qué debemos escribir, y lo que queremos lograr al escribir sobre un tema?¿Que palabras consideramos usar?¿En qué orden debemos poner esas palabras? ¿En qué orden debemos poner las oraciones?. Contestar esto, es ganar precisión en las opciones de nuestro vocabulario, pero sobre todo, resolver la cuestión del cómo el orden de la sintaxis  produce un discurso  creado a partir del acto fino de pensar.


El oficio de escritor conlleva que en todo momento nuestras oraciones y orden de impacto emocional sobre el lector estén completamente bajo su control. Aprender opciones sobre la sintaxis de oraciones y enunciados nos pueden ayudar a aumentar la precisión de la escritura, dirigir el placer y aumentar el rigor de su objetividad. Se suele preferir opciones paradigmáticas en la elección de las palabras y opciones sintagmáticas en el orden de las palabras. Podemos imaginar que cada frase que escribimos es el resultado de decisiones paradigmáticas a lo largo del eje de opción vertical de la oración, como esas alternativas del vocabulario hechas para cada frase.  Así, cada frase que pensamos es el resultado de sesiones sintagmáticas que tomamos en el orden de formar un discurso, en este eje horizontal decidimos dónde modificar las frases, pero al decidir cómo presentar la información, coordinando y subordinando piezas de información vamos variando para destacar lo importante, lo relevante y lo pertinente. Los términos paradigmático y sintagmático no son importantes tenerlos en mente, pero el considerar que leer y escribir son dos planos uno vertical y otro horizontal, nos ayudará a comprender estas dos variables en el diseño de la escritura: orden de palabras y orden de frases. El orden vertical es un orden de secuencia de palabras, mientras, el orden horizontal es una cadena de oraciones. Estamos frente a una serie de palabras y grupo de cadenas. Y es en las cadenas de enunciados donde descansa el placer, dejando de lado la secuencia rítmica de palabra a palabra.


En el orden vertical, cualquier palabra elegida se toma de nuestro lexicón. Cuando escribo “Caminé hacia mi auto”, por ejemplo, podríamos emplear otras abstracciones de caminar, como serian transporte, viaje:

Me transporte en mi auto.

Viajé en mi auto.


O podríamos cambiar auto por coche, vehículo, Mazda. Esto es resultado de imaginar verticalmente para escoger palabras. Este eje es semántico y referido a una escala de opciones de abstracción, y nos recuerda que una de esas variables del oficio del escritor es el grado de precisión referido desde el entorno de elección vertical. 


La otra opción importante que hacemos cuando escribimos una frase es el orden en el que organizamos las palabras que elegimos para ello. Podríamos pensar el orden en que aparecen las palabras en una oración, como decisiones a los largo del eje horizontal: es decir, el discurso o llamado también eje sintagmático (sintaxis del discurso).


Diremos que la forma es el contenido y estilo es lo que significa. Aquí identificamos tres factores en el acto de escribir con estilo y eficacia, estos son: contenido proposicional, opciones de palabras y sintaxis discursiva. Es claro en principio que las mismas palabras en distinto orden tienen significados distintos, o dicho de otra manera, el estilo del orden es contenido. A la mayoría de nosotros nos enseñaron a pensar desde el estilo y significado, o que forma y contenido, son dos cosas distintas y, de hecho, es casi imposible referirnos a lenguaje sin tener que recurrir a esta opción binaria. Pensemos ahora al contenido como las ideas o la escritura que transmite información y al estilo como la manera en que presentamos estas ideas. Muchos aforismos y metáforas se han utilizado a través de los años para describir el estilo, por ejemplo “el estilo es el hombre mismo”, “el estilo es el vestido del pensamiento”. Para no confundirnos pensemos en una cebolla de varias capas, cada vez que quitamos una, su contenido sigue siendo cebolla, pero, se nos presenta distinta, cada nueva presentación es una construcción estilística que juega con el mismo estilo. De la misma forma, cuando escribimos una sentencia, la forma que elegimos para ordenar su contenido proposicional, sutilmente afecta ese contenido para que el significado  cambie muy poco, es decir, la hipótesis mental del significado no cambia, pero sí su forma, utilizamos el parafraseo o el recurso literario llamado paráfrasis. 


Las palabras encadenadas deben transmitir algo más que información, la lengua en sí misma es una experiencia estética más allá de su poder de referencia. Se trata de una cadena de palabras, de un flujo y hemos de reconocer como lectores, en el texto escrito dónde está el placer, esa epifanía o ensoñaciones propias de la literatura. Cada diseño de una sentencia es en cierto modo un golpe al lector, cada oración original es un golpeteo original. Cuando componemos sentencias estamos haciendo algo más que informar, asumimos un estilo para desplegar en el tiempo razones, sonidos y estética. La información puede transportarse en las oraciones como significado, puesto que enfrentan al lector a un desafío cognitivo de crear una estructura de información compleja llena de conocimiento; que puede ser tan importante como crear significado en la sentencia. 


En síntesis, la forma en que decimos algo es tan importante o más que lo que decimos, pero con frecuencia degradamos la importancia del estilo cuando escribimos. Esta inseparabilidad entre forma y contenido nos dice que un texto además de significar, debe elevarse a nivel literario. Es por eso que debemos estudiar oraciones como algo en movimiento que debe alcanzar a crear el fotograma más fiel de lo imaginado y lo sentido.

 

 


7.3. Escritura eficaz


Por lo anterior se nos revela lo imprescindible de la escritura eficaz, esta es determinada por que también son llevados cabo esfuerzos del escritor por responder a la situación que ha ocasionado el propósito del texto. La mayoría de nosotros puede estar de acuerdo en que podemos discrepar sobre la escritura eficaz, pero es menester reconocerla como algo impresionante o llamativo. Una frase impresionante es con frecuencia una forma elegante más allá de los requisitos de la ortografía. Lo llamativo, pasa por la elegancia, es un estilo de la prosa en la que se caracteriza por la tendencia a crear por encima de solo significar, es una forma bella de expresar con claridad. Demos un ejemplo de esa elegancia:


Bello. Eso es bello. Así empezó. Eso es. Continúa. Se mueve. Más allá. Nace. Deviene bello y es bello en su tono. Sigue más allá del tono. Deviene a otra cosa. Cambia otra cosa con más y sigue dividiendo otra cosa y en más. Sigue más allá del tono. Algo nuevo. Algo incesantemente más nuevo. En el tiempo deviene más próximo. Pasea por el borde de lo clásico. Toca lo original. Aumenta la emoción de existir. Con más velocidad fuera del reloj, recoge, absorbe, gana peso, adquiere personalidad, carga su poder. Bello es, de letras es. Tan diferente a todo lo anterior, y hecho de todo lo anterior. Tan transformado porque ya nos es más lo que fue. El tiempo es testigo. El espacio es el terreno de denuncia, de sabio consejo, de compañía no elegida y más tarde de fortuna extrañada. Bello por extender el espacio, por limitar sus lágrimas, por levitar sobre el tedio. Ya es por dentro lo suficiente. Promesa exterior y ahogo interior. Gana luz en la oscuridad, pierde fama en la juventud. Es sometido a las feroces criticas que fortalecen sus nuevas existencias. Sí tú, ese mismo que desnudas al hombre frente al hombre. Sí tú, que te llaman poema. Bello eres poema que inspiras musas.


Explicar la elegancia no es cosa fácil, dado que todos los días en el discurso de la escritura nos parece que ya sabemos todo, que además lo ortográfico ya nos asiste en el procesador de texto y que todo esta dicho, que son montones de palabras de escritura cotidiana, que su misma familiaridad es lo que les permite funcionar. Sin embargo, el ejemplo anterior, en su funcionamiento, pone al pensamiento muy por detrás de lo elegante, contra la voz, fue escrito claramente con la fuerza y la gracia de lo no automático. En el siguiente ejemplo desde el principio se revela de quiene se habla.


En cada nuevo enunciado alguna nueva cosa puede funcionar. En cada significado hay variaciones desenmascarando el catalizador de nuevas ideas. Los que han encontrado un equilibrio lógico y estético en sus letras, han perdido la inocencia del borrador, se ha convertido en energía nueva. Obliga a partir a nuevos enfoques. Exige que suceda lo original. Exige ser foráneo por un instante de nuestra condición cotidiana. Llegar a ninguna parte es la vía muerta de todo intento posible de hacer una frase bella. Sin valor por lo original. Sin rumbo nuevo. Sin impulso virtuoso. Sin erratas no hay posibilidad de lo nuevo. La errata es símbolo de lo original. La errata es lo más parecido a la vida original. Cada enunciado solo se puede medir desde él mismo. Cautiva solo cuando retuerce lo común. Gira y retuerce, en un juego los enunciados aparentes. Convergen en momentos y divergen casi siempre. Quieren ser otra cosa. Parecen buscar alguna forma. Después de mucho atasajo son irreconocibles. Como si la escritura fueran giros y giros obligados en la libertad de explorar nuevos significados.  


Sospechamos que el poder de la elegancia es una de las razones que hace del texto académico un potente avatar, con pocas excepciones, el trabajo académico y sus prisas, no se dan el tiempo de producir texto elegante, se basan únicamente en describir e instruir, olvidando la interioridad en el pensamiento. Típicamente, los académicos se han centrado en señalar razones, que sin duda pretenden aclarar preguntas valiosas. Pero, el enfoque introspectivo de la elegancia toma en cuenta las formas en que se relacionan las metáforas para que junto a otras creen sistemas o figuras no examinadas desde la cotidianidad, éstas se aplican a la escritura en  la luz de un corpus de texto y de un conocimiento de conexiones conceptuales, que en lo retórico permite vislumbrar la sensibilidad humana.


Para comprender el sistema de metáforas debemos examinar más ampliamente lo que nosotros llamamos escritura figurativa. Las metáforas se enredan en una constelación de relaciones que ilustran de forma radical lo que las personas en lo común son capaces de hacer conciencia. Debemos tener en cuenta que las figuras del lenguaje cotidiano se relacionan con el conocimiento vulgar, metonimias cotidianas que no renuevan la escritura. Quizá esto explique porque un sistema de metáforas es más coordinado, más complejo y más discutible dentro de las formas de sentencias que hemos reconocido hasta ahora. Debemos intentar explicar qué formas y cómo encajan en los sistema de metáforas. 


Esas figuras. Teñido de tropos. De intensidad de fuego. Eternas por el tiempo en que un sol muere. Herencia de tiempos místicos y mundos que median la muerte. La equivalencia una vez. Intervalos de emocionales. Cuando el camino se descubre, el significado es revelado. Cuando el conocimiento se agote, su propia luz excedente mantiene la ficción en marcha. El día se ha ido, la metáfora lo ilumina todo. Provisionalmente es el mar de plata para nuevos textos. Su ausencia recuerda a un hombre después del después. Mientras dura en la distancia comunica lo humano, como relámpago a otras generaciones. Este armónico literario, formula conocimientos a la deriva cambiando de color al dialogar con otros textos. Se busca una forma y siempre se las ingenia para terminar siendo otra. Un juego de dados con ecuaciones sólidas. Un nuevo espacio real para lo virtual. Verdad cuando decir incertidumbre en alud de luz. Metáfora, cambio en las formas de explicar, conocimiento encajado en la propia contradicción, en lo propio falseable.


Las ideas presentadas aquí esperemos sean de interés para los creativos en la escritura. Al estudiar a las metáforas, reconocemos un interés pedagógico en el paradigma avatar, son formas de comprensión en base a figuras más fuertes que sugieren nuevas emociones y pensamientos. Las metáforas son en un texto, zonas de contacto emocional, estético y retórico. Pueden tener implicaciones concretas como vehículos emocionales del aprendizaje y es una práctica de escritura que a sus escribas conduce a la reflexión de la condición humana. El sistemas de tropos no ignora las ideas que a veces en el aula,  a menudo, son censuradas por ser consideradas un riesgo de confusión sobre los objetivos de la propia pedagogía. En otras palabras, se argumenta que los cuerpos de metáforas pueden confundir sobre lo que se esta intentando enseñar. El discurso general en el aula informa y explica, pero poco hace por desarrollar la inteligencia emocional, tan propia de los sistemas de metáforas. 


La escritura de tropos incluyen las historias, metonimias y explicaciones que ante la fuerte complejidad se intenta expresar en simplicidad. Formadas por escritura que ofrece por un lado lenguaje figurado y por el otro las contradicciones de los puntos de vista, cuando se miran desde diferentes juegos de conceptos. Las metáforas conceptuales no solo asignan cuestiones emotivas, también señalan toda la experiencia interpretada en el contexto de una cultura en particular. Hacer metáforas es revelar cómo nuestro ser piensa y siente la realidad. Estas construcciones figuradas son el resultado de estar informados, de sostener alguna tesis para los hábitos y valores de un determinado tiempo y lugar.  


Los dos aspectos de las metáforas conceptuales son encarnación de la información y afianzamiento cultural, con ambos aspectos podemos proporcionar una base de análisis  figurativo de patrones de todo tipo de variedades de pensamiento figurativo. Las figuras conceptuales están profundamente entrelazadas con la forma en que se expresan en palabras: el tiempo como ritmo y la forma como su expresión, esa misma que revela las intenciones particulares que la razón pretendió crear. Cada vez que un sistema de metáforas entra en juego, se trata de un toma y daca retórico en los que sus enunciados necesariamente son una conversación de debate[1]. La metáfora es una guerra persistente como un epíteto. 


Un sistema de metáforas obligadas a estar junto a sentencias, amplía lo que decimos sobre el mundo y su funcionamiento. Nuestras metáforas se alinean con nuestras historias en el cómo funciona el mundo. Examinando la composición de las metáforas en los estudiantes, se obtiene valiosa información, no solo sobre cómo los estudiantes luchan entre sí para crear un texto, sino también cómo intentan liberarse del ego inquisidor del profesor, sobre temas de poder y autoridad en la percepción del mundo. Hacer metáforas nos cambia la comprensión general del contexto social en que los textos escritos tienen función comunicativa, debido a que ellas nos invitan a reflexionar nuestro yo en el mundo. 



[1] Eubanks, P. (2000). A war of words in the discourse of trade: The rhetorical constitution of metaphor. SIU Press.