Comunicación y lenguaje

Entre ver y pensar

 

 

 

4. La mente y el texto



Imagen

¡Las palabras son tu imagen social!






4.1. Introducción 


Somos seres con mente e inteligencia, creamos representaciones del mundo y de nuestras ensoñaciones, pero somos diferentes de otros animales, tenemos lenguaje, sí, ese medio en el que se construye pensamiento y se comparte lo pensado. En este sentido, podemos referirnos a un texto como producto del acto de pensar y al objeto simbólico, como el contenido o medio de comunicación. Pero no es tan sencillo esto, hay algo oculto, debemos encontrar el elixir para lograr que la comunicación tensa significado.  


El significado se nos revela de muy variadas formas. El silencio, como acto creativo del escritor; la luz verde del semáforo, como una señal de siga; un corazón como señal amor, son ejemplos entre muchos otros, del texto y sus significados. Sin embargo, el lenguaje, eleva las posibilidades de construir significados, en este momento usted lee marcas en un papel digital o de celulosa, mientras usted está percibiendo la luz del semáforo, o viendo el icono del corazón, esas marcas le están representando ideas complejas. Para nosotros, animales con lenguaje escrito, parece que surge de las marcas ortográficas el significado, este espacio de semántica permanece en la lectura como algo privado, no es hasta que se le escribe y se hace público que nuestra mente participa en sociedad.


La mente puede usarse para reconstruir ideas de nuestro pasado, contar nuestra experiencia en algún deporte, interrogar alguna realidad de un modo poético o científico. Puede usarse para incitar a pensar a otros sobre ideas trascendentes que ellos no han considerado. Pero, sin importar el caso, la mente tiene que lograr concentrarse en lo que la voluntad orienta a la conciencia dentro de un avispero de significados. La mente no solo actúa sobre la realidad material, sino además tiene el poder de imaginar otros mundos coherentes desde diferentes tipos de marcos, como lo son el teórico, lógico, estético o ético. El significado de acuerdo con los biólogos parece estar enmascarado en forma de palabras inadvertidas cuando se está pensando[1]. Es decir, el significado en la mente parece surgir como conexión cerebral en los 300 milisegundos después de que la imagen de la palabra ortográfica fue procesada en el cerebro, pero también implica que el cerebro emplee más tiempo en encadenar lo que el flujo del texto tiene intención de comunicar. Ese leer eficazmente requiere reflexión, nos exige pausas necesarias entre enunciados, como el punto y seguido que es una invitación para ello; el punto y aparte que nos advierte que la siguiente idea es parte de la protesta narrativa y retórica de una historia, o el punto final que concluye la tesis, ensayo o cuento, que se desarrolla en términos de una estructura textual global.


El uso de la lengua para comunicarnos no está limitado a la información sonora, intervienen señales faciales y corporales. El texto escrito emplea la palabra con maestría para hacer de un conjunto de enunciados piezas de un discurso, en el que se empaquetan intenciones morales, estéticas y racionales que compiten con las señales de la comunicación cara a cara. Y para ello, el lector deberá aprender a desempaquetar de su esencia simbólica toda la esencia que comunica. Una misma palabra puede revelar visiones intuitivas muy distintas dependiendo de su uso. Así que, ¿qué podemos hacer ante estas variaciones en los significados en el uso de las palabras? En el plano del lenguaje, no es un asunto de todo o nada o de escoger entre posibilidades equivalentes. Esto va en contra de la hipótesis trivial que sentencia que las palabras son signos discretos y acotados y que de alguna manera solo con la experiencia en la lectura revelamos el proceso de comprensión del lenguaje, entendemos que el significado de las palabras inherentes al contexto desde donde se habla son elementos importantes a tomar en cuenta para comprender el texto.  


Pero la variación en el significado de las palabras desde el contexto viene como un desafío complejo. La naturaleza del desafío exige conocimiento disciplinar especializado, requiere un corpus especializado o tesauro; ese instrumento que posee el consenso profesional del lenguaje. Hay palabras que se usan en forma de empaquetamiento de teorías, hechos, conceptos, razones y argumentos y un mal empleo puede arruinar el significado del discurso. Y esto comienza a llegar al corazón de la lectura eficaz. Conocer la ortografía y la sintaxis de sentencias es apenas la punta del iceberg en la composición o lectura de significados en la relación palabra versus discurso. 


La escritura es una impresionante hazaña tecnológica que algunos científicos señalan como el elemento fundamental  que forzó a evolucionar al cerebro humano a un esplendor cognitivo inigualable. Sin duda la variación del significado depende de un espacio de conceptos conectados por su colindancia en significado. Por otro lado, las 6.000 lenguas habladas por humanos en diferentes sociedades, en diferentes entornos en todo el mundo, son muy en el fondo una misma gramática universal de base biológica[2]. El problema de variación del significado de las palabras (estructuras conceptuales expresadas) implica tanto a la cultura, la disciplina profesional, como al medioambiente social. El significado lingüístico es una construcción abstracta que necesita ser inferido indirectamente a partir de observaciones, y por lo tanto es extremadamente difícil de medir en procesos de lectura de textos[3]. Sin embargo, esta distancia semántica si se puede determinar matemáticamente dentro de textos, a modo de poligamia; de hecho, recientemente, los científicos encontraron un patrón geométrico dentro de las obras clásicas de la literatura[4], estos Científicos de la Universidad de Oxford analizando 81 idiomas, mediante el examen de las palabras polisémicas –que tienen múltiples significados– crearon mapas de redes semánticas, empleado el sistema en línea Visuwords™ online graphical dictionary http://www.visuwords.com/?word=literature construyeron el siguiente mapa polisémico para el término en inglés “literatura”. El mapa está expresado en las vías semánticas entre sus colindantes y el resto del espacio conceptual, que son vías muertas para los significados asociados. 


Imagen

Fig. 1. Espacio de significados para la palabra “literatura”.


En el lenguaje natural, el empleo de frases cortas se considera eficaz para la comunicación. Sin embargo, nuevos reportes de investigación científica, consideran que un texto compuesto exclusivamente por tales frases se lee aburrido. Un texto compuesto por enunciados largos, por otro lado, exige mucho más esfuerzo para la comprensión. El estudio de las características de la variabilidad de la longitud de la oración, en un gran corpus de textos literarios de fama mundial, muestra que una óptima estética atractiva, es un punto intermedio y auto-implica la alternancia de frases cortas y largas y, en cascada de varias longitudes de frases. Leer es vivir un flujo de la conciencia en la lectura de literatura, al parecer hay un patrón matemático fractal que controla el flujo de conciencia en las obras maestras de la literatura. Una obra maestra de la literatura en promedio está formada por cinco mil frases largas (medida en número de palabras, frase larga es considerada una longitud de entre 20 y 50 o más palabras) y frases cortas que se expresan en longitudes menores entre 1 y 19 palabras[5]. 


4.2. Llamar a leer


No sé a donde voy, pero estoy en el camino. Voltaire


Llamar a leer, es una invitación a conectarse con otras mentes, lugares, culturas y periodos de la historia. Fascinados en la lectura se exploran mundos exóticos, vemos en la literatura un medio de transporte y escape a la imaginación. Pero la persona que lee, le provoca una metamorfosis reflejada en la incertidumbre entre el yo previo, y el yo posterior a la lectura. En este sentido, la lectura se asemeja a un modo de explorar los límites de lo que puede ser dicho, conocido o comunicado; es entrar en campos de significado experimental donde el ausente se hace presente. Estamos en medio de un siglo donde el libro está presente en las tecnologías de la comunicación. El bolígrafo, el estante de libros y la máquina de  escribir dieron paso al procesador de texto, gestor bibliográfico, hipervínculo, librerías y bibliotecas digitales. Los libros son publicados en línea y leídos en teléfonos inteligentes o tabletas. Algunos citan estos eventos como catastróficos para la literatura, lo cierto es que detrás de este apocalíptico mensaje se esconde un viejo problema heredado a un nuevo siglo: la crisis de lectores, esos ciudadanos que no advierten en la lectura una forma de trabajar y vivir, de la lectura aprendemos de la vida, a expresarnos con la eficacia de trasformar nuestro mundo y hacer de los hallazgos resultados para mejorar nuestra capacidad creativa y de placer ético de colaborar en sociedad.


Nuestra sociedad sin duda está sobrecargada de información, y es la literatura un medio para aprender a librarnos del ruido, ganando capacidad de concentración sobre lo virtuoso en la ciencia, la técnica, la poesía, la matemática,…


Correos electrónicos, redes sociales, páginas Web, bases de datos distribuidas, nos mantienen en contacto con personas en un contexto de orden global. Desde nuestras ideas más banales, hasta nuestras propuestas más complejas, pueden ser sin excepción publicadas de manera horizontal en toda la Internet. Horizontal significa sin intermediarios jerárquicos entre los ciudadanos del mundo. Traductores automáticos y aplicaciones que leen el texto en voz alta (aún con tono robotizado). Pero tal vez nuestra fascinación por la tecnología digital, es la responsable de cegarnos a la continuidad de lo viejo. Hay una larga tradición de conceptos que evolucionan y no desaparecen como el cine, el libro, el comercio, la revista; el choque de lo nuevo nos lleva a confundir los medios con los fines. Damos por sentado que la tecnología de comunicación realmente determina el carácter de lo que se comunica. El medio no es el mensaje. Incluso, las brechas entre autores de textos y lectores se han reducido hasta el punto de diluirse. Los nuevos inventos fundamentalmente alteran nuestras vidas, haciendo que viejos conceptos se expresen ahora en nuevas formas de crear, comunicar y reducir la intimidad. 


Sin duda la vida de un lector consolidado en el texto literario, es muy diferente a la vida de alguien que solo escucha el discurso oral. Nuestro argumento es que el texto escrito como cualquier otra tecnología, nos exige aprenderla por la necesidad de pertenecer a modos más virtuosos de sentir la vida, el lector del texto escrito puede actuar sobre el mundo en lugar de simplemente sufrir sus acciones, la literatura tendrá como efecto superior el hacer eco en nuestras experiencias de cómo sentimos el mundo, y el cómo intervenimos en él. 







[1] DEHAENE S., NACCACHE L., COHEN L., BIHAN D.L., MANGIN J.F., POLINE J.B. & RIVIÈRE D. 2001. Cerebral mechanisms of word masking and unconscious repetition priming. Nat Neurosci 4: 752-758.

[2] Evans, N., & Levinson, S. C. (2009). The myth of language universals: Language diversity and its importance for cognitive science. Behavioral and brain sciences, 32(05), 429-448. Retrieved from http://pubman.mpdl.mpg.de/pubman/item/escidoc:468682/component/escidoc:468681/FinalMyth.pdf

[3] Evans, N., & Levinson, S. C. (2009). The myth of language universals: Language diversity and its importance for cognitive science. Behavioral and brain sciences, 32(05), 429-448. Retrieved from http://pubman.mpdl.mpg.de/pubman/item/escidoc:468682/component/escidoc:468681/FinalMyth.pdf

[4] Youn, H., Sutton, L., Smith, E., Moore, C., Wilkins, J. F., Maddieson, I., . . . Bhattacharya, T. (2015). On the universal structure of human lexical semantics. arXiv preprint arXiv:1504.07843. Retrieved from http://arxiv.org/pdf/1504.07843

[5] Dro d, S. A., O wi cimka, P., Kulig, A., Kwapie, J. A., Bazarnik, K., Grabska-Gradzi ska, I., . . . Stanuszek, M. (2016). Quantifying origin and character of long-range correlations in narrative texts. Information Sciences, 331, 32-44. Retrieved from http://arxiv.org/pdf/1412.8319