Texto académico

Deslizándose por las letras

 

 

 

 

 

Imagen



9. Habitantes de la literatura


La literatura es como un alimento, una fábrica encima y a través de las palabras que uno utiliza para hablar, de esta manera los escritores pueden comenzar a tomar la forma del mundo como tal, convirtiéndose en una especie de mito o creando ensoñaciones profundas para que el mundo continúe alimentándose de lo soñado. Los escritores al intentar legar algo al mundo se convirtieron en uno, tales como Shakespeare, Beckett y Paz. La relación con el mundo de cualquier escritor es la invención de un nuevo mundo para nuestra existencia. 


En cristal sin sueño, camino no con mis pies, con mi alma me acerco, parecen siglos los que te estaban esperando con tus ideas. A estas horas, aquí, uno no llora aunque quisiera, invisible el silencio, con los ojos abiertos ya el velo de la noche llegó, reflejo de luz en un instante, ¡sí!, es la luna ya vino a mi rescate.


Si uno siente las formas de las oraciones, entonces uno está en buena compañía para aprender a escribir, leyendo se consigue limpiar la memoria antes de comenzar a escribir, pero esta no queda vacía, queda con el aroma de algunos estilos de escritores explorados en sus obras. El aroma de las oraciones nos insinúa ritmos que han funcionado en las difíciles empresas de relacionarse con el mundo profundo, y hostil muchas veces. Siempre nos es más fácil escribir tratando de enterrarnos en la literatura, soportando caídas y después levantarnos reanudando la escritura, parece que proscribir es un modo efectivo de reanudar cada jornada de escritura. Parece que el camino más largo es el más corto, cuando se trata de creatividad. El viaje al interior de la literatura cambiará nuestra manera de ver por fuera y por dentro al mundo. 


Cuando comenzamos a pensar más detenidamente sobre la escritura, parecía una cosa anómala y siempre volátil para atrapar sus secretos, después de algún tiempo, queda claro que lo único constante es el esfuerzo incansable de escritores por reinventar las formas de expresión literarias. Y aún así, en su extraña y obsesiva introversión, la dificultad no es generalizar sus innovaciones, sino dotar de singularidad los modos que cada escritor crea, sin orden y autoridad. La obra literaria es contingencia ilimitada. Escribir es diferente a la verbalización cotidiana, según la formulación expuesta aquí, la literatura en un esfuerzo por crear un oficio seguro para el orden de nuestra escritura, debajo de esta tarea está una nueva visión plausible del acto humano de conocer el mundo. Las diferentes formas del mundo, son también las diferentes formas de escritura y modelos epistémicos adoptados, tales como artículo, tesis, ensayo, patente, semblanza, resumen, reseña, síntesis, poema, revisión, reporte, novela, cuento,… 


Hay un poder en las frases cuando están bien escritas, el de producir fisuras de apertura a nuestra sensibilidad y la apertura necesaria para curiosear desde la incertidumbre el propio corazón del acto de escribir. El número de frases que podemos escribir es infinito, esta fuerza es usada por el hombre para buscar la verdad, mejores argumentos, y nunca el último, aquel que reduce la entropía a información absoluta, además, pretendiendo reducir la incertidumbre a cero. Esta exhaustividad del escritor, la libido de una mente que hace erupción a través de sus múltiples lecturas, lo aproxima en cada acto de creación como una nueva realidad. El escritor al encontrar el léxico de las formas teóricas que han intentado expresar una realidad, intuye la finitud radical, esto le implica el reconocimiento que lo lleva a una declaración de la naturaleza del ser, que puede ser añadida o intercambiada con el poder ir más a fondo en la realidad estudiada.


¿Qué clase de imaginación es esta que está tan llena de razonamientos? Su naturaleza es pesar la finitud, esos atributos del ser finito, cuya existencia es manifestada por su condición o estado. La imaginación del escritor está llena de imágenes que a menudo son casi mecánicas; por ello, debe estar atento en su trabajo extenuante, que lo espontáneo no limite extender su conocimiento, para tal fin, debe innovar en formar nuevas cadenas de razonamiento (proposiciones y partículas discursivas), ayudando a explicar nuevos juicios que planteen para la imaginación fatigada y torpe, una elevación incisiva sobre lo ya imaginado por otros. El escritor es alguien que está en alerta siempre, contra su propia tendencia a levitar o a refinarse a sí mismo fuera de la existencia. El escritor es un pensador con la imaginación que realiza la obligación de llevarnos más allá de lo meramente dado o presentado por otros. 


El objetivo de pensar, es la intención de la imaginación del escritor con esfuerzo atlético, lentitud en sus deliberaciones, y velocidad dentro de los aparatos de verbalización del estado más íntimo de la gramática en su producción de código. Subraya su compromiso con un tipo de ser en el mundo que sin embargo, debe abstenerse de ese mundo simple de sucesos tendenciosos en la moda de noticias. Es la actitud de una deconstrucción y disposición al abandono de lo que parecía determinado en el pasado. El esfuerzo por la finitud, es explicitación del proceso de traer a la conciencia deliberada todo lo que anteriormente podría haber estado en la literatura como parte de la existencia justificada, este principio implica que la información proviene de la libertad de investigación y también, de la ansiedad de la responsabilidad de lo que depende de nosotros para un mejor mundo. 


La escritura ha salido por el mundo y se ha reunido al otro lado con la imaginación de la finitud; el escritor está llamado a tomar licencia del mundo, regresar a nosotros y así mismo a él una nueva manera de reducir la incertidumbre. Un novel escritor, en sus lecturas está aprendiendo a habitar la paradójica finitud, el cual está obligado en una especie de necesidad de ensayar ejercicios que reduzcan lo limitado de su dominio, no solo sobre el mundo exterior, sino también, sobre sí mismo. Nuestra finitud no viene solamente de nuestra impotencia, sino del coraje de desear a nuestro poder de imaginación un plan de extensión de su capacidad de explorar con razones y argumentos en una nueva realidad. 


El escritor combate todo aquello que anima a su escritura a ver lo mundano con nuevos ojos. Así, objetos, hábitos, cuerpos, obsesiones, rarezas y obstáculos, desde lo que nos hace ciegamente estar en la superficie de una tierra desolada y triste, el escritor con su vocación fiel está en sintonía con su libertad. De este modo finitud significa la mezcla peculiar y dolorosa de la libertad y coacción en aceptar que no tenemos elección sobre nuestra libertad, nuestra libertad será el límite de nuestra imaginación que nos deja libres sobre cualquier límite. Si bien no podemos hacer lo que nos plazca en el mundo, solo podemos ser libres en la finitud de nuestra imaginación. Cuando escribir es estar de pie frente a los otros, en un solo plano consistente, produce y potencia logros cognitivos continuos y discontinuos, siendo la finitud el límite de nuestra libertad y el potencial incalculable de ella misma. Al escribir somos libres de liberarnos de nosotros mismos, ganando un grado mayor de libertad por medio de innovaciones en los modos de razonamiento. El razonamiento representa pues, la libertad humana para reinventarnos nuevamente, usando el conocimiento del mundo como algo coextendido a nuestra vocación de escritor. 


¿Qué es la palabra para el escritor? Texto desde donde se habla, se articula una tesis de un sentido intenso, uno que se sufre para decir su sustancia desde una filosofía, es decir, desde una posición en la que en su interior es compartida por el escritor. La palabra es conservar, prolongar, inventar, persuadir, pensar, razonar, sintetizar, es acción a favor de alguna causa y por el bien de la sociedad la palabra no debe tener más límites que la creatividad. Los escritores modernos a lo largo de su vida en la palabra escrita, conocen lo escurridiza que es, el poder que suele ser en su combinación en verso, en cadenas de razones y en prosa, para ello necesitan un mapa, ese mapa suele ser llamado ciencia, filosofía, literatura, y la propia experiencia de la existencia: la vida.