Texto académico

Deslizándose por las letras

 

 

 

 

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8. Decadencia mental y la escritura


Las compañías de cómputo expresan en su “verdad publicitaria”, que sus productos digitales son para los jóvenes horizontes abiertos al éxito. Ocultan reportes de investigación, que señalan que su empleo intenso daña al cerebro humano, reduce el lenguaje complejo necesario para la socialización, disminuye la retención de nuestra memoria, y agrega el doctor Manfred Spitzer; propicia estrés y mayores índices de violencia como parte de esta demencia digital[1]. En este contexto, el escritor moderno con el testimonio de la vida cotidiana, descubre que la imaginación humana no está de moda en Facebook, debido a la ausencia de lectores de libros, muchos están distraídos en redes sociales que los “comunican” con gran velocidad, solo que eso ocurre en una forma de demencia. Ante este escenario, crear una nueva realidad a otra persona y hacer sentir sus existenciales lejos de la superficie de las cosas, se vuelve un desafío literario y de recomposición del tejido social. 


Estos no lectores del texto clásico discurren en la conversación de un modo absurdo, sin objetivos civilizatorios para aprovechar la libertad de la comunicación horizontal, no estando conscientes en Facebook de los mensajes de los que podrían librarse, hacemos referencias a todos aquellos mensajes que hablan con la última verdad en pequeñas anáforas, palabras huecas, adulaciones fáciles, convenencieros criterios y pestíferos intereses en la carne o el poder. En resumen, lo que ocurre en Facebook es un parámetro de lo que está dialogando la sociedad y la complejidad de sus respuestas a problemas; como solución a esta decadencia vislumbramos un programa de escritura creativa que esté comprometido con la realidad social.


Es ineludible que la intuición de nuestro propio tiempo cuando leemos, coloca todos los recursos literarios en un orden, para que no encontremos evasión posible en la búsqueda de dignidad y la libertad. Cada palabra es trampa de arena sensitiva, juntas forman nubes de tinta de páginas de revelaciones que retiran la neblina, esa misma que entorpece y que prefiere conclusiones en vez de un camino mental que excluya todo lo que hasta entonces fundamenta intelectualmente la realidad. Construir nidos de nubes de tinta para la pasión, puede sacar de la soledad a muchos e invitar a existir plenamente más allá del intento de extraer sentido, se crean páginas que comprometen así mismo con la libertad del hombre en el mundo.


Si Kafka estuviera aquí, diría que somos un escarabajo nuevo en cada libro para la vida, la lectura es el tatuaje en nuestros cuerpos, dando significado al mundo, el mismo que reconfigura con exactitud la sensación de contacto con él, alegrando que somos nuevos inquilinos del mundo con cada nuevo libro leído. Al mismo tiempo somos lo que logramos escribir como responsabilidad para el papel consciente de nuestra situación en el mundo. El lector descubre en relación a sí mismo, que en su corazón no habita alguien que existe por necesidad, sino por pasión virtuosa de deseos singulares. Leer es elegir excluyendo, es como amar a una persona dejando fuera al resto de los millones de ellas, la literatura nos ayuda inevitablemente a sentir que estamos hechos para un destino elegido en nidos de tinta. 


Entre textos aprendemos de lo que fue ausencia y después fue presencia, que antes de cada lectura nos damos cuenta que estábamos más extraviados en el mundo. Tal vez hay un consuelo para no continuar viviendo en la simple y superflua comunicación espectáculo de las redes sociales electrónicas, esas que con algoritmos inducen lo social y crean una paradoja para la libertad real, es decir, aquella que resulta virtuosa para el hombre. En contextos de moda, las personas con muchos amigos en redes sociales se les toma como exitosas, este criterio esconde en el fondo, la ignorancia de su arbitrariedad, terrible prisión de una existencia inspirada en sin crear, donde su reloj trabaja para acelerar nuestro escape de la existencia real; estas personas se imaginan que han elegido una forma real de vida, cuando en realidad, erróneamente ellas son inducidas a elegir, son esclavos y no sus arquitectos; la red social digital es insistente en negar lo literario como la auténtica conversación de la existencia con sí mismo y los otros.


Cuando un hombre dice que la literatura es historia, nuestras condolencias, ya es víctima de su impotencia. 






[1] Spintzer, Manfred (2013). Demencia digital. Barcelona: Ediciones B.