Texto académico

Deslizándose por las letras

 

 

 

Imagen

16. Razón literaria



Así, un realismo hipotético nos plantea la imposibilidad de ingresar absolutamente sobre lo que es pensado, no como correlación comparada con patrones de referencia, sino como un recurso racional del conocedor, que solo en su determinismo axiomático biológico encuentra su condición limitada sobre lo que en realidad puede ser desde una red de estructuras de información ontológicas. Si hay un universo más allá de la conciencia humana, es porque esta más allá de la base axiomática con que razonamos, significa a nuestro entender que ningún humano podrá revelar sus ecuaciones o por contrario lograremos revelar el diseño completo de nuestro universo.


La intuición es fundamental en la escritura, es desarrollada en la lectura personal de amplia experiencia. De este modo, las formas específicas de discurso y pensamiento dentro de los textos el lector las deconstruye, de una manera que no puede evitar volver al texto estructuras analíticas de proposiciones, analogías, operadores y conectores narrativos. Aprender a escribir desde la imitación de un corpus, es ensayar con las estructuras de textos de escritores consolidados; son ejemplos textuales que se utilizan para ilustrar los puntos finos del texto altamente estructurado y estilizado para presentar el discurso. Categorizar sistémicamente el tipo de enunciados, conectores y operadores de los extractos textuales del corpus, nos revindica con la claridad y precisión que nos ayuda a aislar y llegar a una idea analítica de cómo esta estructurado el texto. Este análisis explicito del corpus permite hacer juicios del modo discursivo de la escritura, además, del pensamiento dentro de las cadenas de razonamientos.


La escritura se da en un movimiento indeterminado; entre el escritor y su escritura no hay nada previo que anticipe por dónde fluirá su texto, así que la verdadera literatura legítima es creatividad y no simple verbalización; no el medio en el que se comunica, es más un reproche, ruptura, crítica, margen de acción y ficción. El escritor es un inconfesable del por qué escribe, dado que cada nuevo texto es resultado de una nueva conciencia en él, que justifica, autocensura y en analítica argumenta sin excusa sobre nuevos caminos intelectuales.


El intelectual de la escritura académica, ahora su papel es en los momentos de una sociedad egoísta y tierra fértil para la canallada y la corrupción, debe aceptar el compromiso de no justificar lo injustificable, poniéndose él mismo en cuestión frente a las virtudes humanas y a su necesaria e incansable sed de libertad y dignidad. El intelectual crea nuevos caminos para el aprendizaje, de este modo denuncia el dogma, la mediocridad y la voz única oficial de las dictaduras de la conciencia. No escribe panfletos o divulgación de ideas, por contrario, expande las posibilidades del ser creando nuevos significados y conceptos que contribuyan a favorecer  con la palabra la verdad científica, la libertad y la solidaridad gratuita con la sociedad.  El intelectual sale al paso a la supuesta inevitabilidad del rechazo al pensamiento complejo, inspirando la fortaleza  mental y conciliando ideas radicales sin confundir la verdad de una acción con su finalidad. El intelectual escritor está comprometido con el mundo y sus cambios, transformando con sus obras el imaginario social, creando vías para una nueva realidad.


La literatura es generador del espacio humano, producto de una dinámica de ruptura conceptual que reconstruye referencias en la libertad de conciencia, donde transductores más allá la psicología y vivencias, reconstruyen  el flujo lógico de las razones dentro de un saber conceptual. El profesor escritor es un transductor, alguien que interpreta para la otredad desde la intertextualidad de la razón literaria. El lector es quien da vida al texto para sí. Estos dos actores rodean a los materiales literarios que permiten identificar los modos de conocimiento, como algo que en principio no es viable cerrar con la imposible construcción de una explicación absoluta del mundo. Literatura es una forma de mantener la coherencia en todo avance civilizatorio, en el fondo la base axiomática biológica de nuestra lógica dada a nuestra especie es lo formal, pero no limitativa a la hora de crear un nuevo consenso sobre la realidad compartida. Respetar la base es formar lo que provoca la ruptura de los limites para nuevos consensos sobre lo ontológico o la ficción. Es precisamente el rol de la literatura, ella misma ser actitud rebelde dentro de lo decible. La intensidad de vivir está en el qué tan intensos somos habitando la literatura.   


La razón literaria es la inventiva de estructuras de razón en el código escrito, innovaciones que permitirán soportar el espacio científico, psicológico, estético y ético de lo humano. Cuando no hay razón literaria no se alcanza a crear un texto, será a lo sumo una ocurrencia, un código escrito que no ha alcanzado a ser prosa, verso o cuerpo de proposición sintético (matemáticas). Verdad literaria es en cuanto a coherencia lógica y ética lo humano. 



¿Qué es texto literario desde la perspectiva del arte de su mensaje?


La pregunta que a nuestro juicio mejor gestiona lo que constituye un texto literario, fue pronunciada por Roman Jakobson en 1960: ¿Qué hace que un mensaje verbal sea una obra de arte?, al tipo de mensaje aludido por la pregunta, es un código de texto literario[1]. Un primer problema es delimitar aquellos mensajes no literarios, para lo cual, hemos de llamarlos lenguaje de utilidad estandarizado de intercambio humano, fácil de reconocer en los discursos de publicidad, instruccional, científico, técnico y político. Construir una definición de texto literario, es delimitar dentro de su finalidad de comunicación su función poética presente en este tipo de texto, aparece en forma estética de expresar el conocimiento de lo humano. La finalidad de comunicación literaria, para algunos como Sartre, es la de un compromiso de libertad para la sociedad entre la memoria y la historia[2]; para otros, es el arte de crear desde el lenguaje nuevas realidades que sirven para flanquear las debilidades humanas que conduce al abyecto, al totalitarismo, al fascismo, al capitalismo depredador, al fundamentalismo, a la dictadura, la violencia y la injusticia. 


La literatura sin duda tiene efectos virtuosos en la sociedad, Mario Vargas Llosa lo llama efecto subversivo, mientras Javier Cercas Mena se aleja de la literatura comprometida planteada por Jean-Paul Sartre, para definirla como algo distinto de hacer propaganda ideológica, para este último, es un efecto estético capaz de sacar de todo hombre la mejor versión de su persona en sociedad[3]. Mientras el texto científico es intercambiable por parafraseo, el texto literario es una construcción lingüística orgánica, donde cada pieza de código establece una dependencia vital, tanto estética y poética, muy frágil, al grado que mutilar una sola pieza, puede desmembrar el cuerpo literario entero. Para este texto estético, sus palabras están más allá de solo expresar una razón, para ser literario deberá crear en la memoria del lector una voz que habla y virtualmente hace del silencio de la lectura una experiencia que supere el silencio mecánico de decodificar letras y acopiar información.  


La comunicación utilitaria estandarizada u ordinaria, refiere a una rentabilidad explicativa, de difusión, de enajenación, así como para fines económicos y políticos de sus resultados sociales. Además, su mecánica lingüística de verbalización está dirigida a una supuesta realidad objetiva, de totalidad racional y bajo la tesis que el lenguaje natural claro y sencillo puede presentar y representar todo aquello que está en esta realidad material. Nosotros aquí, desde una perspectiva más allá de la pura razón, advertimos que hay un mundo virtuoso creado por la imaginación dentro de la condición humana, es un espacio posracionalista de mente narrativa, con un estilo de habla apoyado en el desvío divergente de significados. Este espacio, es literario, lo podemos reconocer por epítetos, el hipérbaton, el polisíndeton, el asíndeton, con especial importancia para la polisemia y la connotación, destacando la primera como presencia de figuras metafóricas. El elector puede darse cuenta de esto, al sentir las señales frente un texto literario, esas que surgen de lectura de la función poética, seguramente lo forzó a salirse de un proceso automático ordinario, es decir, la lectura del texto literario es desautomatizada. 


Factores metafóricos y desautomatizados reconocibles en la lectura del texto literario no son las únicas señales que nos advierten de su presencia, de acuerdo con el formalismo ruso es la polisemia el estructurador de la mecánica de organización del texto literario. Este mecanismo de aproximación categorial de Imaglec16 conceptuales, desde un punto de vista perceptivo, junto a la metonimia y la metáfora, resultan ser el conjunto de figuras literarias, como unidades cognitivas inteligentes y sensibles a la actividad crítica que expresa explicaciones basadas en criterios de innovación originales. De este modo, el texto literario es un objeto material autónomo con el potencial de producir abstracción y psicologismo.  El canal de comunicación literario que transporta los mensajes literarios, son modos de conocimiento semánticamente reconocibles, tales como: novela, cuento, ensayo, reseña, síntesis, poema…


Para identificar más allá de las unidades de la superestructura del texto literario, tales como introducción, atmosfera, nudo y desenlace; se hace necesario un análisis a nivel del discurso literario. El psicologismo y la estética, manifiestan ser formas claras de abordar el potencial del discurso en el ámbito literario. La sintaxis de metáforas, la intensión descriptiva del texto poético y su racionalidad sobre el conocimiento de lo humano, recrean la expresividad del acto literario, como una forma de comunicación no estandarizada y fuera de una intención comunicativa que busca lo asertivo como fin último. El escritor literario basa su código bajo el supuesto que escribe a otros que comparten la misma noción intuitiva del conocimiento del mundo. De esta manera, la obra literaria implica al mundo compartido como vehículo para escarbar profundamente desde dentro del lenguaje, con el fin de crear virtuosas propuestas de ficción que comunican actos literarios interpretables desde códigos superficiales, hasta conocimientos profundos de lo humano. Decodificar el texto literario (leer literatura), es buscar dentro de nuestra experiencia en el mundo interpretaciones superficiales, necesarias como convenciones de interpretación iniciales, así, dejarnos guiar por la voz interior del texto narrativo, para que este avatar exprese a la memoria una propuesta que provocará inferencias únicas para cada lector, significados en la integridad intima dé cada lector, que variaran y serán intransitivos en cada reporte de lectura. Destacamos que el efecto del texto literario en el elector, es una reconfiguración mental de la estética, lo emocional y lo ético capaz de sacar de cada cual su mejor versión al mundo social.


El silencio en la escritura del código literario, encierra una experiencia intertextual (lectura entre distintas obras literarias) creada en la diversidad de lecturas del escritor. Escribir texto literario es romper el silencio en el texto ordinario, dotándolo de un avatar de narración, de efectos psicológicos y emocionales desde figuras literarias para la memoria narrativa y, a base de metáforas dentro de funciones poéticas, expresadas en polisemia y connotación, es crear sin precedentemente nuevas realidades por dentro del lenguaje, a manera de conocimiento en la ficción. En resumen, la escritura es pues, una tecnología que data de 5 mil años de antigüedad[4], con el poder de una voz literaria que supera en complejidad y posibilidad ética y estética a la oralidad verbal de la comunicación humana ordinaria. Este potencial de la escritura literaria, hace de la acción de escribir y leer literatura, el hecho de resistir a las debilidades humanas inundándonos de deseos virtuosos.  Este potencial o disuasivo literario, es un recurso intelectual que crea en la memoria posibilidades racionales de interpretación únicas, que nos provoca habitar la existencia con mayor intensidad, cambiando nuestra forma de ser en el mundo, desde una mejor condición, deseos virtuosos en el contexto de lo social. 


Para construir texto literario, en primer lugar, debemos hacer un texto autónomo en su capacidad racional de alcanzar coherencia en sus significados. La irracionalidad no encuentra espacio en la producción del código escrito, porque esta en principio, debe ser capaz de ser inteligible a un lector, luego, sobre esta estructura se montan elementos “irracionales” de enorme poder psicológico y emocional, que desde un enfoque ético y estético expresan conocimiento de lo humano: contradictorio, divergente, inestable y de enorme tenacidad por alcanzar una experiencia estética. 


Aunado a la escritura del texto literario, la parte material del producto de la escritura, u obra literaria, emerge de aspectos surgidos con la invención de la imprenta, aspectos en la disposición del texto en la página u hoja de papel, elementos gráficos, páginas de datos de autoría, referencias, notas, títulos y portadas. El número de caracteres para títulos y subtítulos, estilos de citas y referencias, adecuación de estilo discursivo, pulido de erratas en el código, adecuación de políticas editoriales, diseño de impresión. Distribuir el texto en páginas materiales, es crear el libro como espacio de un corpus de texto escrito en forma de propuesta individual de funciones poéticas, argumentales, narrativas y en general literarias. 


La sintaxis material del texto en las páginas, sigue la disposición material de la política editorial que salvaguarda la figura de los derechos de autor, las condiciones legales de uso de la obra material e intelectual, así como la responsabilidad de autoría de hace merecer la gloria o el infierno, como resultado de arrojar el texto literario a un experimento social de interpretación histórica.


La retorica expresada como prosa o redacción, es la estructuración de pensamiento del poder real de nuestra cultura y educación, cuyo objeto es expresar demostración, testimonio, denuncia, provocar emociones, sin desvincular la estreches poética de los motivos de producir el texto. La retorica, es la facultad de anclar inteligentemente las criaturas de la mente por medios poéticos, racionales y argumentales, de modo que, constituyan personajes literarios, atmosferas, nudos, historias, psicologismos que permitan comprender y producir perplejidad y epifanía. El recurso literario de la retorica, es para el escritor el instrumento de encadenamiento coherente de figuras literarias, segmentación de ideas y flujo coherente del discurso narrativo.


El ritmo del flujo del texto literario, constituye un pilar necesario para orquestar la composición de un efecto métrico y de frecuencia que experimentará el lector en forma de verso y prosa. Los efectos del sonido en la mente plantean al texto literario un desafío psicológico y estético,  como vehículo emocional de comprensión. El ritmo es el tono de la voz literaria dentro de todo texto, capaz de dar identidad propia al autor del texto.


Los nombres propios dentro del texto literario, personajes, narradores, lugares y objetos dentro de las atmosferas literarias, son singulares de relevancia mayúscula en la identificación de la carga sustantiva de agentes retóricos que le predican y adjetivan. Pero además, el léxico del escritor juega un rol capital, al modo de creación semántica. El léxico refiere a las palabras desde donde habla el escritor, la frecuencia de su empleo y aparición en sus obras y fundamentos contextuales de palabras que ayudaran a la comprensión del texto. La combinación del léxico es en originalidad un arte, una visión única que da al texto la categoría de ser llamado literario.  


Las frases son las estructuras que constituyen la unidad de análisis literario, en ella el léxico juega un rol de piezas de arquitectura fina en su elección. Con las frases, el arquitecto del texto juega en términos de pragmática o mejor dicho uso cultural literario de los mensajes, para crear arte, cuyo conocimiento es expresado como innovación en su expresión. La pragmática es la que aporta la dimensión literaria de la comunicación, como una propuesta nueva, que no se mueve fuera de los limites de coherencia de un conjunto de cohesión de texto. Esta pragmática se da por métodos de imitación clásicos o nuevos enfoques narrativos de producir sentido.


Producir texto literario, es pues, también, imitar con maestría metodológicamente recursos pragmáticos de obras de clásicos de la literatura. Leer a los clásicos es una pedagogía necesaria para el aprendizaje metodológico de modelos de adecuación del discurso literario.  La comunicación literaria, es pues, un conjunto de formas de decir algo con medios poéticos y retóricos, siempre abierta a la posibilidad necesaria de la innovación. La metáfora y la metonimia resultarían ser mecanismos básicos de enriquecimiento literario del texto ordinario, y de este último texto, surge la base del primer borrador de una obra literaria. Podemos concluir parcialmente, que el texto literario es un especial modo de comunicar lo humano con especial relevancia estética y moral, por canales literarios plenamente consolidados como el ensayo, el poema, la novela, entre muchos otros. Desde esta perspectiva, el funcionamiento textual de lo literario, se distingue del científico o académico, por emplear la metáfora y a la metonimia con el arte de alcanzar objetivos de nuevas experiencias de aprendizaje, sobre objetivos temáticos y movimientos morales de reforma del hombre; todo ello desde un humor que el autor crea como color emocional del discurso, ese vehículo emocional de retención del lector entre párrafo y párrafo[5].  Aprender los modos de emplear el léxico y las frases dentro de parágrafos literarios presentes en obras clásicas, quizás es el mejor comienzo para aprender a escribir dentro de este mágico mundo de la musas, epifanías e influencias psíquicas. 



Actos de discurso


Habitar de una nueva forma la herencia,

soy de profesión carpintero de letras

quiero marcar una ruptura de sentidos,

la escritura persigue la pregunta genuina,

aspiración de lograr claridad retirando

de uno mismo la contradicción interna.


Solitarios espacios de esgrima de letras

heroico Husserl texto radical

la escritura es retiro a otra realidad,

tal soledad meditación

escribir es existir viviendo habitado

no privado del texto heredado.


Reconocer la obra de otro en proximidad 

inmediatez de sus conceptos

presencias en otros puntos de vista,

darle contacto con nuestra vida.  


Ciegos mis dedos de ciego

página a página acto infinito

desplomarme dentro de ti,

sentir el latido de tu prosa

y cada nuevo beso nunca frío

más en la noche de tus letras.


Promesas y recuerdos de labios 

dibujando miradas hundidas

cuando te miro sueño,

quédate en ellos

sintiendo al mundo entero.


La literatura es creatividad humana arrojada a una empresa dialéctica de confrontación por mayor libertad, hace del sistema de signos lingüísticos una propuesta estética del conocimiento de lo humano, en un espacio de ficción escrita, es un diálogo que comunica retórica filosófica, política, científica, poética e histórica, cuyos elementos fundamentales son el autor, la obra, el lector y el transductor. La literatura es razón humana en libertad de conciencia, su interpretación es un pulso psicológico y es a la vez contenido con referencialidad lógica, no contradictorio de su materialismo formal en la sintaxis del lenguaje natural en la que fue escrita. Siendo el lector el que interpreta para si, empleando su saber y experiencia del mundo para decodificar el código escrito en la norma sintáctica de un lenguaje natural, pudiendo alcanzar psicológicamente en este proceso, vivir una epifanía, la inmersión en el espacio virtual literario e identificar consigo mismo la identidad del hombre. El transductor es el profesor, el critico literario,  y todo aquel que trabaja con la literatura de otros, para otros, conceptualizando redes de ideas categoriales, y creando experiencias de aprendizaje desde su propio acto de consciencia.  


Un texto frente a los lectores, es polisemia, no se decodifica sino se identifican sus ideas y razones como discurso en un contexto. Da cuenta de alguna realidad a modo de intensidad de presencia. El pensamiento es expresado como estructura de inferencias de oposición, relatividad, simetría, paralelismo, paradoja, convergencia, divergencia,…, haciendo que entendamos por escritura, intención intelectual. El lector desmantela al texto desde sus propias contradicciones internas, siendo texto cualquier cosa que significa y puede ser interpretado, fuera de este esta la nada. El elector reconoce una idea en el discurso solo hasta que está en oposición a otras ideas, así que, entender una oración, es agotar para esta el cómo podría el contexto global dotarla dentro de él de sentido textual. En fin, sin contexto, las oraciones son dispersión de sentido. 


En este orden de ideas, leer desde la mirada de Jaques Derrida es algo así:

 

 

El texto bajo la piel entreteje nuestros deseos de existencia, cuando los ojos caen en las palabras escritas, confiamos en la posibilidad de leer sin censura, sin advertir, creemos ver, pero esta lectura esta condicionada por la inercia de significados, envueltos en las maneras en que la gente a nuestro alrededor les da sentido, nos enajena al modo denunciado por George Orwell. Derrida sugiere, no asumas la eternidad de los significados que das a las palabras, confía en el reino vigilante  de la lengua, abanderado por la literatura comprometida con la libertad y el torrente de voz abierta al sueño de musas y al canto de las sirenas.  






Imagen




[1] Jakobson, Roman (1981) Linguistics and Poetics. Poetry of Grammar and Grammar of Poetry. Vol. 3 of Selected Writings. 7 Vols. The Hague: Mouton.

[2]Sartre Jean-Paul (2013). El ser y la nada. Buenos Aires: LOSADA.

[3] Conversación sobre el “El oficio de escribir”: Mario Vargas Llosa vs Javier Cercas Mena, Recuperado de http://www.conalepmich.com/innova.html

[4] Manguel Alberto (2012). Una historia de la lectura. Madrid: Alianza.

[5] Clavería Gloria & Poch Dolors (2010). El otro lado del espejo. Barcelona: Ariel.