Texto universitario

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Módulo 2 Proceso de civilización  


 

2.1 Introducción 

La violencia de estos tiempos, ahora es considerada como responsabilidad única de la crisis de las familias. ¿El Estado se está lavando las manos después de darle la espalda a las soluciones que la ciencia aporta? 

¿Es posible hacer declinar los índices de violencia en nuestro entorno social? En la vanguardia de la ciencia de nuestras mentes, las señales obvias de violencia son los actos de crimen y terror, los disturbios civiles y los conflictos internacionales. Pero podemos aprender a dar pasos atrás, a desenredar los contornos del fondo que generan tales actos de pérdida de control. Necesitamos percibir a la violencia en sus sustentos que la controlan para luchar y promover la tolerancia. El axioma de nuestra postura, la violencia es subjetiva dado que es la parte más visible de dos problemas. Un problema es la violencia simbólica encarnada en el lenguaje y sus formas, lo que Heidegger llamaría “nuestra casa del ser”; es un cierto deterioro de las capacidades lingüísticas que sirven como mecanismos de autocontrol racional que favorecen el consenso en toda disputa retórica. Fundamentalmente esta violencia es un deterioro intelectual producto de una educación que desdeña que las personas aprendan a pensar el estilo científico de disertación y consenso. Las comunidades científicas en su éxito, han demostrado que más allá de sus culturas diversas, razas, género… se pueden poner de acuerdo como producto virtuoso. 

En segundo lugar, está lo que llamamos violencia sistémica, es consecuencia a menudo de catástrofes de justicia, economía y estrategias de dividir a la sociedad como formas de liderazgo político.

La trampa es que la violencia subjetiva y objetiva no pueden percibirse desde el mismo punto de vista. La violencia subjetiva se experimenta como tal, en el contexto de un nivel de cero violencia objetiva. Es vista como perturbación del estado normal pacífico de la conversación social. Sin embargo, la violencia objetiva, es invisible, ya que se sostiene en el acto de los hechos criminales y oculta el por qué las mentes pierden el control, que es la parte invisible. Puede ser invisible, pero hay que tener en cuenta si se quiere explorar todo lo irracional que hay en ella, que la violencia subjetiva es la manifestación de un termómetro y el crimen son las víctimas de la crisis humanitaria. La crisis se manifiesta en una falla simbólica, cuando una mujer de los pueblos originarios es asesinada y la opinión pública no reacciona; pero si una mujer blanca y del mundo de los privilegios es asesinada, el trato de comunicación es distinto. 

Los hechos de una violencia fuera de control, hablan de una crisis humanitaria (educativa, económica o de imposición de justicia), para poder mirar que los efectos tienen una naturaleza de explicación científica distinta a la de las causas, debemos mirar con una perspectiva diferente. En lugar de enfrentar la violencia con más y más fuerza policiaca o repartir culpas a lo deteriorado del núcleo familiar; no debemos confrontar a la violencia con una fuerza disuasiva de la misma medida, los actos violentos y la empatía de las víctimas funcionan inexorablemente como apariencia de lo que en el fondo es una debilidad racional que impide el autocontrol de las personas. 

Por dónde comenzar. Thomas Hobbes y Charles Darwin nos regalaron ideas profundas sobre el conocimiento de la violencia, más útiles y, en última instancia, conocimiento de lo humano en este fenómeno. La lógica de la violencia, los motivos que impulsan esta conducta, requieren un marco ético de explicación y perseguimos como objetivo científico, generar un conocimiento coherente del mundo biológico social del hombre. La violencia es causada primordialmente por tres aspectos: debilidad lingüística, pérdida de autocontrol y desde la teoría de juegos una debilidad en el diálogo social. ¿Por qué algunas especies evolucionaron para dañar a otras? En el mundo natural la vida no necesita mayor explicación que ver a los animales como máquinas de supervivencia. Pero, qué decir de los individuos que dañan a su misma especie. El canibalismo, el infanticidio, la violación y los combates por el control del territorio. 

En las relaciones parentales, la tendencia a hacerse daño es menor, como un resultado lógico de que la genética protege a las copias de sí misma. Para Darwin, los organismos son motivados a usar la violencia sólo en circunstancias en las que los beneficios esperados superan los costos. Para Hobbes, la lógica de una especie inteligente que ejerce violencia sobre sus propios miembros (Leviathan), es para disuadir a los competidores por los recursos disponibles, por ejemplo, respecto de las “hembras disponibles” y, lograr multiplicar la inversión en mayor descendencia, asegurando una vida con mayor comodidad basada en la explotación de los más desfavorecidos[1]. 

Los hombres no son robots controlados por el gen egoísta, Richard Dawkins fue una influencia en la instauración de un punto de vista sobre la razón de la evolución que nos llevó a la violencia[2]. Esto nos lleva a la segunda causa de la violencia: la respuesta a las amenazas, una forma preventiva de eliminar la competición y la tentación, una estrategia para garantizar la seguridad. Thomas Schelling refiere a la violencia moderada como una forma de disuasión, donde la paz es un equilibrio de mostrar cuánto daño los adversarios pueden causarse[3]. 

De acuerdo con el historiador William Eckhardt, en las sociedades sin la presencia del Estado, se propician soberbias carnicerías humanas, se exhibe agresividad como política de control territorial ante la falta de gobierno[4]. 

2.2 Proceso de civilización 

Es imposible pasar por alto hasta qué punto la civilización se construye sobre la renuncia al instinto y la instauración de la lucha en el espacio del lenguaje más riguroso de la razón científica (Sigmund Freud). Es decir, una sociedad que deja de lado las buenas razones y en su lugar instaura el nepotismo, la imposición o leyes a modo de sometimiento, incitan a la violencia. Norbert Elias, con la historia del homicidio intenta explicar el descenso de este fenómeno: como textura de la vida cotidiana[5]. Es decir, la pérdida de autocontrol es la variable en función de la peligrosidad de personas con caminos racionales cerrados para resolver sus vidas, este aspecto está estrechamente vinculado con la teoría de juegos dentro de la cooperación y las emociones sociales que sustentan la confianza, la gratitud y la capacidad de comunicar que el juego mismo está dentro de la alternativa de la ley como el más atractivo. 

Muchos criminólogos creen que el origen del efecto pacificador del estado radica no en la fuerza, sino en la confianza que inspira entre la población la certeza de que el crimen no quedará impune. En pocas palabras, el vacío de poder del estado, deja fuera la lucha en tribunales y hace pensar a la violencia como una forma de autogobierno eficaz basado en pandillas que administran su reputación de terror.

2.3 La luz que destruye el cáncer de la violencia, es la literatura

Con el disparo de publicaciones de libros en el siglo XVIII, la creciente alfabetización y el desarrollo de la escritura, en la mente de las personas se acumuló humanitarismo en sus emociones y creencias. La lectura es una tecnología eficaz para adoptar nuevas perspectivas a las ventajas de cooperación, compartiendo actitudes y reacciones. Es introducir al lector en un mundo en el que puede observarse siendo extranjero, explorando hábitos mentales donde el lector puede desde un mundo hipotético observar sus propias insensateces, actos crueles y la conveniencia de cambiar la sensibilidad fuera de un esquema de sermones.

Fueron los filósofos de la Ilustración, quienes ensalzaron el modo en el que las novelas conseguían la empatía de un lector mostrando una preocupación compasiva por los demás[6]. Lynn Hunt señaló que leer novelas ejercita la capacidad para ponerse en el lugar del otro, por lo que la crueldad y abusos a los derechos humanos son procesados como autocontrol dado por la compasión. La literatura es un factor de empatía social, un invernadero de nuevas ideas de progreso ético y una propuesta de un orden social más justo.

Así como la luz del sol es un buen desinfectante, la literatura expone la mente a la mirada autocrítica que devuelve la empatía necesaria para el autocontrol de la violencia. Esto nos conduce a asegurar que una debilidad lingüística es un factor detonante de la violencia. Así que el humanismo ilustrado hace de su bandera la paz, la era de la razón como Descartes lo expresó, hace de la certeza objetiva experiencia de la conciencia para llegar a consensos y preservar la paz. Personas capaces de realizar intercambios de razonamientos, perfeccionan su cooperación y empatía social. 

La generosidad mutua es sin duda, el rasgo de intercambio de los esfuerzos más exitosos de la comunidad científica, sin importar el origen cultural o racial. Permite a las personas prosperar cuando cuentan con el poder lingüístico para construir acuerdos basados en argumentos, evidencias y demostraciones de máxima verosimilitud. Locke y Kant considerarían que el conocimiento fáctico podría ser un pilar moral en el que las personas anteponen sus intereses egoístas. 

El autocontrol dado por el poder discursivo objetivo en las personas, proporciona un gobierno invisible que permite prosperar a partir de la cooperación de justificar las ideas. Este razonamiento puede llamarse humanismo, porque el valor del carácter intelectual del ciudadano, es un autogobierno para la paz; que claramente es mejor solución que un estado policiaco y leyes de cero tolerancia que hacen de las ciudades prisiones preventivas; lo que Thomas Sowell denomina “visión trágica de la condición humana”.

Edmun Bruker, merece nuestra atención por su razonamiento de explicar la disminución de la violencia dentro de un proceso de civilización por efecto pacificador, desde una educación de ciudadanos hábiles en el discurso científico de los consensos sobre lo verdadero. 

Los que no leen literatura fantasean con copular con cuerpos, los que habitan la literatura fantasean con hacer el amor con personas. Catherine Salmon

Un factor importante de la violencia contra las mujeres, es que está motivada por el fenómeno de controlar su libertad, en especial la sexual y, por la indiferencia de gobiernos en atender la violencia doméstica como un asunto de política pública, donde se mantenga la prosperidad de las mujeres. Organización Mundial de la Salud (OMS).

Identificamos las diferentes fuerzas que hacen disminuir la violencia:

2.4 Efecto literario

Los esquemas en la literatura, afectan la forma en que se comporta el lector en sus propios esquemas de conducta; los dispositivos retóricos y formas narrativas del sistema literario actúan a nivel cognitivo y afectivo. Tienen el potencial de alterar nuestras percepciones e imaginarios sociales con los que interpretamos el mundo social. La lectura cercana interpreta temas, estructuras, simbolismos en disputas socioculturales, es una exploración sostenida sobre el conocimiento de lo humano y  una forma de meditación extendida de los valores como identidad social. Rosario Castellanos dice, es la otra forma de ser humanos y libres, esto es lo que constituye el imperativo social de la literatura.

El modelo dominante para comprender el comportamiento criminal, tuvo lugar durante el siglo XX, uno construido casi exclusivamente sobre modelos sociales y sociológicos. Es hora de mirar la biología del cerebro, es de vital importancia aprender el sesgo cognitivo que corrompe la razón para tratar la epidemia de la violencia y los crímenes que afligen a nuestra sociedad. La genética molecular conductual a su vez afecta nuestro comportamiento y es cuerpo de conocimiento para comprender el origen del comportamiento antisocial. En nuestro enfoque del poder del efecto literario, consideramos que la literatura mejora nuestra capacidad para prevenir la miseria de causar violencia, está fundamentado en la psicolingüística de reconfiguración mental dada por literatura, esta influye en la moral, la personalidad y las decisiones que tomamos. 

Dadas las innumerables maneras en que la violencia nos atormenta, es demasiado grave ignorar la evidencia científica convincente del poder de la empatía, la compasión y reducción de la violencia en las raíces del consumo literario de una sociedad. Steven Pinker considera este factor de debilidad lingüística, como una predisposición de una persona débil en su resistencia a violentar a sus semejantes. 

Cualquier persona con una mente curiosa sobre el efecto literario, revelaría que una educación mediada por literatura es la forma de crear una vacuna sobre las causas profundas del crimen. La educación como conversación abierta y honesta en el espacio literario, asegura un potencial discursivo para el diálogo crucial necesario para la paz. 

Una base que justifica la violencia originada por un cerebro, es una debilidad lingüística hasta el retroceso evolutivo en que la razón se repliega al instinto criminal. Nuestra perspectiva es que un niño, joven o adulto que es nutrido de una fortaleza discursiva para el diálogo y la sensibilidad por el otro, será menos susceptible a ejercer la violencia para obtener sus intereses; el crimen, después de todo, es una forma de ausencia de una política pública fundamentada en una educación humanista científica que fortalezca la cooperación, el consenso, el deseo de progreso ético y la discusión de  las ideas como medios para la paz. La lógica de que el declive de la violencia es exclusivamente policiaco y de leyes más duras, imponiéndola como un sistema educativo no mediado por la literatura y ajeno como solución, es una estrategia que no solo no reduce el comportamiento antisocial, sino que frustra a la sociedad en su prosperidad y justicia social. 


Referencias


[1] Gauthier, D. (2000). The Logic of Levithan: The Moral and Political Theory of Thomas Hobbes (Leviathan’?n Mant???: Thomas Hobbes’ un Ahlak ve Siyaset Kuram?). Oxford, New York: Oxford University

[2] Dawkins, R. (1976) The selfish gene. New York: Oxford university press

[3] Schelling, T. C. (2015). The Strategy Of Conflict. Pickle Partners Publishing.

[4] Forgas, J. P., Kruglanski, A. W., & Williams, K. D. (2011). The Psychology of Social Conflict and Aggression. Psychology Press.

[5] Landini, T. S., & Dépelteau, F. (Eds.). (2017). Norbert Elias and Violence. doi:10.1057/978-1-137-56118-3

[6] Richardson y Diderot

 

 

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Autores:

Ochoa Hernández, Eduardo
Mendoza Hernández, Rosalia
Juárez Cisneros Gladys
Zamudio Hernández, Nicolás
Villegas Moreno Héctor Javier Anselmo
Fernández Gómez, Daniela
Ochoa Barragán, Rogelio
Borjas García, Salomon Eduardo
Cortez Rangel Juan Alejandro
Villalon Magallan, Lizbeth Guadalupe
Alemán Méndez, Marco Antonio
Muñoz Ruiz, Nestor Alejandro
Rangel García, Neftali
Zamudio Durán, Nicolás Abraham
Cruz Cendejas, Fatima Ariana
Rodríguez Caratachea, Miriam
Sánchez López, José Fabián
Pérez Díaz, Mitzi Arismel
Estrada López, Brittanny Dayan
Gallegos Facio, Pedro
Sánchez Fernández, Gerardo
Juárez Cisneros Roció