Texto universitario


 

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LOS RECTORES  

RAÚL ARREOLA CORTÉS
1985-1986
José Napoleón Guzmán Ávila
Instituto de Investigaciones Históricas

FORMACIÓN Y TRAYECTORIA ACADÉMICAS


Raúl Arreola Cortés nació en un vagón de ferrocarril en Parral Chihuahua, en noviembre de 1917; "fue un accidente", me dijo en cierta ocasión. Sus padres eran michoacanos: Simón Arreola Barajas, de Pátzcuaro, y Guadalupe Cortés, de Ecuandureo, aunque él siempre se reconoció como patzcuarense, pues había llegado a esa población en brazos de su madre.


Los primeros años los vivió en Pátzcuaro y después emigró con su familia a Morelia, donde completó sus estudios primarios. Posteriormente ingresó en calidad de interno a la Escuela Técnica Industrial Álvaro Obregón, y aprendió el oficio de impresor. Llegó a convertirse en jefe de los talleres tipográficos de esa institución, y al cabo de un tiempo adquirió una imprenta para la edición de sus libros y revistas. Ello ocurrió entre 1952 y 1962.


A la edad de 21 años decidió estudiar en la Escuela Normal de Morelia, entonces dependiente de la Universidad Michoacana, acreditando secundaria y profesional (1938-1943). Luego fue alumno del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás, plantel donde cursó el bachillerato en Ciencias Sociales, en 1948.


Entre 1950 y 1952 estuvo en la Escuela Normal Superior de México y una década después se había convertido en profesor universitario de nivel medio en Historia.

La creación de la Facultad de Altos Estudios Me1chor Ocampo le abrió la posibilidad de especializarse en Historia. Esta dependencia universitaria, creada por el rector Elí de Gortari en la década de los sesenta del siglo pasado, ofrecía las carreras de Historia, Filosofía, Biología y Ciencias Fisicomatemáticas. Permaneció en ella de 1962 a 1965 y tuvo oportunidad de tomar clases con reconocidos académicos como Juan Brom, José Luis Barcárcel, Jaime Labastida, Teresa Rodhe y Jaime Díaz Rosotto, entre otros.


También fue testigo de los conflictos universitarios que derivaron en la renuncia del rector y la entrada del ejército en el Colegio de San Nicolás en 1966, durante la gubernatura de Agustín Arriaga Rivera.1


Arreola Cortés concluyó la licenciatura en Historia en 1965, obteniendo su grado con la tesis La obra científica y literaria de don Melchor Ocampo. Recién egresado, recibió la invitación de parte de sus compañeros para hacerse cargo de diversas materias en la Facultad: Fundamentos de la Historia, Geografía Histórica, Historia de México, Historia de los Países Coloniales y Dependientes y Seminario de Investigación.


En una entrevista que me concedió hace algunos años, recordó aquellos momentos: "Tenía en verdad una carga equivalente a maestro de tiempo completo, tenía siete materias en la Facultad que impartía desde muy temprano para no desatender mis actividades en la Escuela Normal, como no las desatendí. De tal manera que todas las tardes las dedicaba a mis clases de la Normal, y muy temprano... daba mis clases en la Facultad".2


Su formación la complementó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde realizó la maestría y el doctorado en Historia, entre los años 1967 y 1969. Durante ese tiempo logró cimentar una sólida formación, que se tradujo en un buen número de libros, entre los que destacan: Hidalgo. Biografía sintética (1955), El Padre de la Patria (1958); Historia del Colegio de San Nicolás (1982), Historia de la Universidad Michoacana (1984); Epitacio Huerta. Soldado y Estadista Liberal (1979); Melchor Ocampo. Textos Políticos (1975) y Obras Completas de don Melchor Ocampo (1985-1986).

Editores y colaboradores de "Pliego". José G. Baeza Campos, Carlos Arenas Garcia, Tomás Rico Cano, Enrique González Vázquez, Raúl Arreola Cortés, Francisco Ornelas Ibáñez, Epigmeo Avilés y Avilés, Isaac Reyes Hurtado, y Ezequiel Calderón Gómez, (AFIIH-UM).

También escribió una gran cantidad de artículos especializados y de divulgación. En relación con sus inquietudes literarias, éstas aparecen en periódicos, revistas, poemarios y cuadernos varios. Además, fue un estudioso de la obra de César 1. Bonequi, José Rubén Rorne-ro, Miguel N. Lira, Alfredo Maillefert, Federico García Lorca y Pablo Neruda, así como coeditorde la revista Pliego, director de Cuadernos de Literatura Michoacana, de la revista Cantera y de las editoriales Mar y Torito.


Si bien es cierto que cumplió diversos encargos administrativos en el sector educativo nacional -subdirector general técnico de Internados de Enseñanza Primaria y Escuelas Asístenciales y de Internados de Primaria y Educación Indígena de la Secretaría de Educación Pública- fue más académico que funcionario, ello se demostraría más adelante durante su desempeño como rector de la Casa de Hidalgo.


RECTOR INTERINO DE LA UNIVERSIDAD MICHOACANA


El 5 de diciembre de 1985 el médico Cuauhtémoc Olmedo Ortiz renunció al cargo de rector de la Universidad Michoacana, luego de una serie de conflictos con varios sectores universitarios y la Junta de Gobierno. Concluía así una etapa que había generado grandes expectativas, sobre todo a raíz de que éste impulsara una Ley Orgánica que pretendía, entre otros aspectos, que el Consejo Universitario se convirtiera en la máxima autoridad de la Universidad Michoacana.


Entregado el proyecto de Ley Orgánica al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en ese entonces gobernador de Michoacán, el documento no fue turnado en un plazo razonable al Congreso como debía hacerse, por el contrario, se conformó una comisión para su revisión que modificó la iniciativa original, provocando malestar y críticas por parte de los universitarios.
No fue esta la única problemática que enfrentó Olmedo Ortiz, deben mencionarse también los desacuerdos y fricciones originados por la injerencia de las autoridades de gobierno en asuntos universitarios, los conflictos con la Junta de Gobierno, la demanda por peculado interpuesta por el Sindicato de Profesores de la Universidad Michoacana (SPUM) y los enfrentamientos con la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL). En ese contexto, el rector se vio forzado a renunciar.3


Ante estas circunstancias, la Junta de Gobierno decidió que la designación del nuevo rector debía ser una atribución exclusiva de ese órgano colegiado, no del gobierno del Estado. Las presiones del secretario de Gobierno, licenciado Leonel Godoy Rangel, no prosperaron. Así, el 9 de diciembre, Raúl Arreola Cortés se convirtió en rector interino. Las condiciones en que hizo su aparición en el escenario universitario no fueron las mejores, llegó en el momento en que Cárdenas Solórzano y colaboradores cercanos habían entrado en contradicción con el gobierno federal y se anticipaba su salida, como la de otros reconocidos militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI).


La confrontación entre los gobiernos federal y estatal, agudizada por el relevo institucional de Cárdenas Solórzano, colocó en una posición incómoda a la Universidad Michoacana, sujeta a las veleidades de la política.


La propuesta de Arreola Cortés era encabezar una administración que tuviera como prioridad el desarrollo académico de la institución; estaba consciente de que debía impulsarse una serie de reformas, sobre todo de carácter administrativo y financiero, a tono con los lineamientos trazados por la federación.


Sobre este punto, consideraba necesaria la participación de la Universidad en organismos como el Sistema Nacional de Planeación Permanente de la Educación Superior, Comisión Estatal de Planeación de la Educación Superior (COEPES) y Consejo Regional de Planeación de la Educación Superior (CORPES). También asumía el compromiso de elaborar un Diagnóstico Institucional y un Plan de Desarrollo que guiara el quehacer universitario.


Asimismo, sabía que era necesario un equilibrio de fuerzas universitarias y procurar medidas conciliatorias que ayudaran a preservar la estabilidad de la Casa de Estudios, por ello nombró al médico Hiram Ballesteros Olivares como secretario general de la Universidad, lo que obligó a éste a renunciar al puesto de subsecretario de gobernación. Algunos universitarios sostuvieron en aquel entonces que el pasado normalista del rector le impedía conocer a fondo la problemática universitaria.


Cuando se leen con detenimiento algunos escritos de Arreola Cortés, sobre
todo los que referentes al Colegio de San Nicolás y la Universidad Michoacana,
se advierte que tenía mucha claridad sobre los retos que enfrentaría.


Un primer aspecto que le preocupaba estaba relacionado con la temática de la autonomía. Sabía que el financiamiento de la institución dependía de los recursos públicos que pudiera recibir. En palabras del historiador, el desarrollo material de la Universidad estaba sujeto a decisiones de carácter político, "con mengua de su pretendida autonomía".


La idea primigenia del ingeniero Pascual Ortiz Rubio de que la Casa de Estudios fuera autofinanciable y pudiera sostenerse por sí misma no se había logrado, y de ello se lamentaba el académico universitario. "Los temores que expresaban los fundadores de la Universidad Michoacana en 1917, estaban justificados. Los diputados preguntaban de qué iba a vivir la institución, y decían: si va a depender del presupuesto público no será autónoma y estará sujeta a los vaivenes de la política estatal".4


Las suspensiones de labores, motivadas por demandas sindicales pero la mayoría de las veces por movilizaciones de Casas del Estudiante, ocupaban su atención. Aceptaba que los albergues cumplían con una función social y de apoyo a los estudiantes de escasos recursos, pero estaba consciente del crecimiento y de las irregularidades que no podían negarse. La percepción que tenía de ellos no dejaba lugar a dudas: "En los últimos años se han acogido en las Casas numerosas personas que no pertenecen a la comunidad universitaria, aunque muy respetables por sus actividades en la lucha revolucionaria en demanda de tierras, habitación, transporte, educación y seguridad social. A estas Casas o Comunas -como suele llamarse a algunas- se les otorgan cantidades fuertes en efectivo y en forma global, sin que los dirigentes estén obligados a justificar la erogación con la lista de alumnos becados y las calificaciones que los hagan merecedores del auxilio de la Universidad. Esto ha creado conflictos de intereses entre los mismos dirigentes, amparados con siglas de partidos políticos o grupos de presión, que también participan en la contienda. Los efectos de estas luchas, tanto las que emprenden contra las autoridades universitarias como las que libran internamente, han repercutido en la sociedad, sobre todo en Morelia y Uruapan, que se han visto asediadas y paralizadas...". 5


Sobre la necesidad o no de modificar la Ley Orgánica, Arreola Cortés tenía bien identificados a los grupos estudiantiles, de profesores y empleados administrativos que pretendían una normatividad distinta; consideraba que el problema no era la orientación filosófica que contenían las propuestas, sino el interés de quienes las impulsaban de erigirse en protagonistas del proceso.


En ese mismo tenor, contradecía la visión negativa que prevalecía en relación con la Junta de Gobierno. "Casi todos los proyectos suprimen la institución de la Junta de Gobierno y proponen al Consejo Universitario como órgano supremo de gobierno... La Junta de Gobierno ha cumplido veinte años como la máxima representación de nuestra Universidad; y en la UNAM lleva cuarenta, sin que en ese tiempo hayan surgido problemas graves a causa de sus decisiones".6 Esta afirmación realizada en 1984, ratificada ya como rector, provocó el malestar de quienes pugnaban por la democratización de la Universidad, de ahí que el rector fuera calificado como reaccionario.


En ese contexto fue que el Ejecutivo estatal remitió la Ley Orgánica al Congreso de Michoacán, para su análisis y aprobación en su caso. El proceso estuvo acompañado de demandas en el sentido de una democratización de la vida universitaria, la no injerencia de elementos ajenos a la institución y el reconocimiento de las Casas del Estudiante.
Los grupos políticos universitarios desplegaron una intensa actividad, sobre todo aquellos que tenían que ver con el Sindicato de Profesores de la Universidad Michoacana (SPUM) y la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL).

 

 

En su biblioteca, (AFIIH-UM).


Finalmente, la Ley Orgánica fue aprobada por el Legislativo en febrero de 1986, consignándose en el documento que en lo sucesivo el Consejo Universitario sería la máxima autoridad y éste nombraría al rector, previa auscultación a la comunidad universitaria y siempre y cuando se lograran dos terceras partes de los votos emitidos. De manera paralela, desaparecía la Junta de Gobierno, estructura que había sido severamente cuestionada por diversos sectores universitarios, sustituyéndosele por la Comisión de Rectoría.


La elección de los consejeros universitarios, primera medida que se tomó a raíz de la aplicación de la ley recién aprobada, transcurrió en relativa calma. Sin embargo, la conformación de las comisiones permanentes del Consejo Universitario se convirtió en un reto para el rector Raúl Arreola. Fue en ese espacio en que se manifestó la correlación de fuerzas existente al interior de la Universidad Michoacana.


La Corriente Sindical Nicolaita (CSN), la Corriente Nueva Universidad (CNU) y la CUL, establecieron una alianza con el propósito de obtener el control del órgano de gobierno universitario y decidieron llamarla Alianza Nicolaita para la Superación Académica (ANSA).


Un punto a destacar es que, detrás de estas agrupaciones, se hallaba el gobierno del Estado de Michoacán, tal como lo señala el historiador José Manuel Tovar Herrera: "Con el paso de los días, tras la integración del nuevo Consejo Universitario, se evidenció el apoyo externo que éstos recibían. La alianza se comenzó a transformar en una especie de pacto para la instalación de una nueva forma de gobierno y administración de la Universidad. Durante el transcurso del conflicto universitario de 1986, y tiempo después, fue evidente el apoyo que la Coordinadora recibió por parte del Gobierno del Estado, también que (su) proyecto... tenía orígenes en el mismo aparato político estatal...".7


La integración de las comisiones favoreció a la ANSA, pero el interés de ésta no se reducía al Consejo Universitario: deseaba tener el dominio de la Universidad Michoacana y un rector afín. Arreola Cortés supo entonces que en las semanas que estaban por venir enfrentaría otras movilizaciones, auspiciadas por personas ajenas a la institución que, desde luego, perseguían intereses estrictamente políticos.

EL PROCESO PARA ELEGIR RECTOR DEFINITIVO

Integrado el Consejo Universitario y elegidas las comisiones, el siguiente paso consistía en convocar a un proceso de auscultación a la comunidad universitaria y, cumplidos los requisitos establecidos en la normatividad universitaria, proceder a la designación de un rector definitivo. Emitida la convocatoria correspondiente, misma que fue redactada por la Comisión de Rectoría y avalada por el Consejo Universitario, se procedió el registro de los candidatos: Raúl Arreola Cortés, Ariosto Aguilar Mandujano, Moisés García López, Carlos Ávila Figueroa, Bismack Rodríguez García, Alejandro Ambriz Hernández y Sergio Alain Molina. El proceso también contempló la publicación de los curriculum vitae y los planes de trabajo.


De los candidatos mencionados, quedó claro que quienes tenían mayores posibilidades de alzarse con el triunfo eran Arreola Cortés, rector interino, y Aguilar Mandujano, respaldado por la Alianza Nicolaita para la Superación Académica, identificada con el gobierno del Estado de Michoacán. Las Casas del Estudiante decidieron inclinarse por alguno de los contendientes: las Espartaco, adheridas a la Federación Nacional de Organizaciones Bo1cheviques (FNOB), apoyaron al primero; en tanto que las agrupadas en la CUL, se pronunciaron por el segundo. Otro participante que recibió el respaldo de ciertos sectores universitarios fue García López.


De los tres, el que presentó un plan de trabajo más consistente, sobre
todo por lo que hace a las políticas y estrategias a desarrollar para el
cumplimiento de las tareas sustantivas, fue Raúl Arreola Cortés.


En el documento titulado Plan de Desarrollo Integral para la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, éste destacaba las raíces históricas de la institución, la importancia de ésta en el desarrollo de Michoacán, pero también reconocía que con el paso de los años: "ha bajado la calidad académica de los egresados, por lo que se hace necesaria una pronta acción para reencauzar los destinos de nuestra Casa de Estudios, acción que debe realizarse en el contexto de sus funciones sustantivas». Del mismo modo, externaba su preocupación por la desvinculación de la docencia con la investigación; ambas parecían caminar de manera separada y alejadas de una realidad social. En cuanto a la difusión de la cultura, aunque ésta se realizaba de manera adecuada al interior de la Universidad Michoacana, se olvidaba de la sociedad en su conjunto.


En relación con la docencia, proponía: actualización de planes de estudio, descentralización de carreras profesionales, incorporación de modelos educativos modernos, profesionalización de la enseñanza y evaluación de prácticas docentes. En suma, cumplir con niveles de excelencia. Respecto a la investigación científica, consideraba indispensable contar con personal calificado y publicar los resultados de los proyectos de investigación, "de modo que se materialice la acción de servicio de la Universidad y que se recojan los problemas y hechos sociales como objetos de estudio susceptibles de ser transformados e incorporados a su marco social".


En ese sentido, los conocimientos científicos y tecnológicos debían orientarse a la solución de problemas que aquejaran a la sociedad, "y a las necesidades presentes y futuras del Estado y del país". De manera visionaria, recomendaba la fundación de varios institutos: el de Investigaciones Históricas y Literarias, Investigaciones Pedagógicas, Investigaciones y Estudios de la Cultura Purépecha, Ciencias del Mar, Investigaciones en Ciencias Agropecuarias, Investigaciones en Ciencias de la Salud y la Especialidad de Ingeniería en Ecología. Cabe mencionar que varias de estas proposiciones fueron retornadas por administraciones posteriores, sin darle el crédito correspondiente al distinguido historiador nicolaita.

 

Una parte importante del documento estaba dedicada a un conjunto de propuestas para cada uno de los niveles educativos ofrecidos por la Universidad Michoacana. Para el medio superior, destacaba la creación del Sistema del Bachillerato Universitario, recomendándose que la instalación de escuelas preparatorias no se concentrara en la ciudad de Morelia, sino tomara en consideración otros puntos de la geografía michoacana. Del mismo modo, se proponía reformar al bachillerato con el fin de facilitar el tránsito del estudiante a la educación superior.

En el nivel superior, ya en aquel entonces Arreola Cortés hablaba de planificar y acreditar formas educativas, modernas e innovadoras; elevar la calidad académica y eficiencia terminal y, sobre todo, impulsar estudios de posgrado, "como factor de desarrollo en la formación de investigadores". Apoyaba el crecimiento de la matrícula, siempre y cuando hubiera "la capacidad real de la institución y con la convicción de aprovechar al máximo la capacidad instalada y los recursos disponibles". Han pasado tres décadas desde que se presentó este plan de trabajo y algunos de sus planteamientos forman aún parte del discurso de las autoridades universitarias actuales.

En lo relativo a la difusión de la cultura, se hacía énfasis en la extensión universitaria, en la necesidad de difundir actividades académicas, científicas, artísticas y culturales más allá del ámbito universitario, es decir, en el extrauniversitario, lo mismo que aprovechar al máximo los recursos propios disponibles, como Radio Nicolaita, los talleres de impresión y la librería universitaria. Sugería, además, la creación de la Sinfónica Universitaria, el Archivo Histórico y la apertura de museos.

No es el propósito detallar cada una de las propuestas contenidas en el texto, sin embargo hay un punto que tiene vigencia, se refiere a la crisis económica y la pertinencia de impulsar proyectos autofinanciables. "Ante la crisis económica que actualmente afronta el país y, por ende, la Universidad -expresaba-, es indispensable optimizar el aprovechamiento de los recursos de la institución, fomentando la elaboración y el establecimiento de proyectos que sean autofinanciables, que por una parte generen ingresos a la universidad y, por la otra, realicen una acción de servicio a la comunidad". Sugerencias había varias: crear un laboratorio de análisis clínicos, un centro fotográfico, un centro de medicina del deporte, un hospital universitario y elaborar documentales universitarios que pudieran comercializarse.


Este tipo de planteamientos coincidía con las directrices trazadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP) en ese momento (1986), y siguen siendo parte medular del programa educativo hoy en día.

Por último, el candidato a rector definitivo no rehuyó el tema de las Casas del Estudiante, denominadas en el texto como albergues estudiantiles. Acusado por la CUL de que perseguía la desaparición de éstos, proponía: "Estudiar la factibilidad de que previa investigación del problema en torno a los albergues estudiantiles, se puedan planificar y organizar de tal manera que además de cubrir el objetivo tan importante para el que fueron creados, brinden un ambiente propicio, de comodidad, higiene y funcionalidad al morador, para que éste cumpla con los requerimientos que la institución espera de él; bajo un marco de responsabilidad, organización y control de los propios estudiantes que habitan estos espacios".8


Realizado el proceso de auscultación entre los tres sectores que componen la comunidad universitaria -profesores, estudiantes y trabajadores-, la Comisión de Rectoría integró la terna de la cual saldría el nuevo rector. De acuerdo con lo establecido en la Ley Orgánica, el Consejo Universitario como máxima autoridad debía tomar la decisión. La terna estuvo conformada por Raúl Arreola Cortés, Ariosto Aguilar Mandujano y Moisés García López. Los tres eran destacados universitarios, con méritos académicos y profesionales; tenían conocimiento de la problemática universitaria y, no obstante las diferencias políticas e ideológicas, mostraban coincidencias en sus planes de trabajo, sobre todo los dos primeros. Al segundo se le reconocía como el creador e impulsor de la planeación universitaria, tema sobre el cual había trabajado durante la gestión del rector Genovevo Figueroa Zamudio, en tanto que García López había sido regente del Colegio de San Nicolás y director de la Facultad de Medicina, dos dependencias emblemáticas de la Casa de Estudios.


La auscultación -no votación, como algunos universitarios quisieron interpretarla- mostró preferencia por los dos primeros. Quienes apoyaban a Ariosto Aguilar iniciaron una campaña de desprestigio contra Raúl Arreola, al que calificaban de conservador y reaccionario, término este último muy utilizado en aquel entonces. Se recordaba una serie de declaraciones en favor de la Junta de Gobierno, de la que por cierto había sido miembro en la década de los sesenta.


También se decía que no era universitario sino normalista, que durante mucho tiempo había estado alejado del medio universitario, dado que radicaba en la Ciudad de México y que quería cerrar las Casas del Estudiante. Es indudable que estos y otros argumentos eran alentados por funcionarios de gobierno, deseosos de imponer a un rector que respondiera al proyecto político bosquejado en Palacio de Gobierno.


La sesión de Consejo Universitario para elegir rector se efectuó el 20 de mayo de 1986. La votación arrojó los siguientes resultados: Arreola Cortés, 47 votos; Aguilar Mandujano, 41; y García López, 6. El porcentaje previsto por la Ley Orgánica no se alcanzó, por lo mismo se inició una larga discusión al interior del órgano colegiado para encontrar una salida jurídica a la problemática, desafortunadamente no existía algún resquicio legal que permitiera destrabar el asunto. "Lo que quedó demostrado fue la rigidez de la Ley Orgánica que no daba opciones... para desempantanar el proceso al interior del Consejo Universitario. Agréguese además la presencia de grupos extrauniversitarios, empeñados en romper los esquemas de diálogo que se comenzaban a dar; no había ninguna alternativa para sacar adelante la votación".9 Comenzaba así un conflicto universitario que habría de prolongarse durante varios meses.

 

Marcha de universitarios y normalistas por la Avenida Madero, (AFIIH-UM)


LA VIOLACIÓN A LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA


La situación se tornó delicada, impedido como estaba el Consejo Universitario de encontrar una solución, el grupo que respaldaba a Aguílar Mandujano decidió movilizarse y exigir la destitución del rector interino.


Mientras que la Comisión de Organización y Métodos buscaba alguna alternativa, Arreola Cortés recibió en junio una fe de erratas de la Ley Orgánica, que tenía la pretensión de legitimar su salida y posibilitar la designación de un rector provisional. Como se comprobó más adelante, este recurso fue un ardid diseñado en la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Gobierno para sustituir a quien legítimamente conducía a la institución de educación superior. Ante esto, el rector interino decidió entablar una negociación con los otros dos integrantes de la terna, ofreciéndoles sumarse a su administración: Ariosto Aguilar como secretario general y García López en calidad de secretario académico.


El ofrecimiento fue rechazado por ambos: el primero propuso en cambio la renuncia de los tres para que pudiera re iniciarse el proceso, y el segundo exigió que se le reconociera a él como rector.


Las movilizaciones fueron en aumento, las tomas de edificios universitarios se sucedieron, las presiones contra Raúl Arreola fueron una constante. En aquellos momentos difíciles, la entereza del rector, la convicción de que obraba en favor de los genuinos intereses de la institución y el respaldo brindado por importantes sectores universitarios, impulsó a cumplir la encomienda que le había sido conferida y defender a la Universidad Michoacana de las intromisiones y agresiones externas.


Unos días antes de concluir el mes de junio, el Congreso de Michoacán aprobó varias reformas a la Ley Orgánica para resolver lo concerniente a la designación del rector definitivo. La iniciativa remitida por el Ejecutivo para su aprobación, fue elaborada sin consultar a los universitarios; preveía un plazo perentorio para que el Consejo Universitario diera cumplimiento al acto, de no ser así, autorizaba a la Comisión de Rectoría tomar la decisión que creyera conveniente.


No obstante que el procedimiento no había sido el más adecuado, Arreola Cortés convocó al órgano colegiado a una sesión en el Museo Regional Michoacano. La posibilidad de que los universitarios pudieran llegar a un acuerdo, sobre todo a partir de que el rector interino y Ariosto Aguilar parecía habían encontrado una salida, llevó al gobierno de Michoacán a boicotear la reunión, utilizando a moradores de Casas del Estudiante que formaban parte de la CUL. La única opción que le quedó al responsable de conducir los destinos universitarios, fue interponer un amparo contra el gobernador y los funcionarios involucrados en las reformas a la Ley Orgánica.

 

Sobre este episodio, Raúl Arreola escribió, seis años después: "El 23 de junio el gobierno asestó el segundo golpe. Después de una serie de actos públicos en que las fuerzas de choque manejadas por los mismos funcionarios alteraron la vida universitaria, las autoridades máximas del Estado enviaron una iniciativa al Congreso; ese mismo día se dictaminó y aprobó, y simultáneamente se promulgó y publicó en el Periódico Oficial. Todo en un mismo día, con una celeridad increíble. El decreto ultra-rápido concedía el término de cinco días naturales para que se reuniera el Consejo Universitario y, por mayoría simple, designara rector definitivo, de no llegarse a este acuerdo, la Comisión de Rectoría podía actuar. Un día antes, las mismas fuerzas de choque, habían 'tomado' las oficinas de la rectoría y el salón de sesiones del Consejo. Buscamos locales alternos, y en cuanta ocasión trató de reunirse la máxima autoridad universitaria, lo impidieron con varillas de hierro y palos. La maniobra consistía en impedir que el Consejo se reuniera, porque sabían que la mayoría simple me favorecía. Entonces recurrí al amparo de la justicia federal, por considerar que el decreto del 23 de junio constituía un atentado a la autonomía universitaria".10


Al amparo siguió una escalada de movilizaciones, desplegados periodísticos y enfrentamientos entre los universitarios. La imposibilidad de celebrar la reunión de Consejo Universitario y resolver lo relativo al nombramiento del rector, dio lugar a que la Comisión de Rectoría de manera unilateral -salvo el ingeniero Cayetano Tavera Montiel- designara a Moisés García López como rector provisional el 28 de junio, contraviniendo la opinión expresada por los universitarios.

Así dio inicio un periodo particularmente difícil en el que hubo un rector interino -Arreola Cortés- y un rector provisional -García López-. El primero fue apoyado por el gobierno federal, que incluso le depositó el subsidio que le correspondía; y el segundo contó con el respaldo del gobierno del Estado de Michoacán y la participación a la que éste estaba obligado. Hay que decir que, en estricto sentido, las autoridades estatales incurrían en una ilegalidad confiriéndole a una persona un estatus jurídico que no tenía. A lo anterior se sumó la designación de funcionarios por parte de quien se ostentaba rector provisional, lo que dio lugar a una dualidad de funcionarios.


Las manifestaciones en favor de uno u otro fueron la constante de aquellos días. Sin embargo, la que tuvo mayor repercusión fue la Marcha Mitin en Defensa de la Universidad Michoacana, encabezada por Raúl Arreola Cortés y sus colaboradores, en la que participaron numerosos contingentes de profesores, estudiantes y trabajadores universitarios que le brindaron su apoyo. No obstante las descalificaciones del grupo opositor y de ciertos periodistas que minimizaron los alcances de la manifestación. Es innegable que este acto alcanzó proporciones insospechadas y fue un reconocimiento al rector interino y una crítica severa a la actitud asumida por los funcionarios estatales, incluido el gobernador.


Aquella jornada mostró que lo más importante era la defensa de la autonomía universitaria y el respeto a la dignidad de los universitarios, actitud que pocas veces hemos hecho pública los universitarios. Al respecto, se decía: "Estos actos irresponsables... que lesionan a nuestra institución, han hecho que autoridades, profesores, empleados y estudiantes digamos ¡basta de abusos!; y como un acto de protesta y coraje convocamos a una marcha-mitin en defensa de los derechos de la Universidad. Dijimos en la invitación que la defensa de la autonomía universitaria es necesaria, pues los tiempos que vivimos así lo reclaman, y para que quede constancia que un amplio sector universitario pugna porque la Universidad Michoacana esté, verdaderamente, al servicio del pueblo y no al servicio de politiqueros oportunistas".11


En documentos y testimonios de la época pueden verse los nombres de quienes respaldaron la administración universitaria de Arreola Cortés. Entre muchos otros universitarios, destacó la participación de los ingenieros Cayetano y Fernando Tavera Montiel, Teresa Alanís Ugarte y Fernando Ojeda Torres; los abogados Daniel Trujillo Mesina, Ricardo Color Romero e Isidro Romero Silva; los historiadores Ángel Gutiérrez Martínez, Gerardo Sánchez Díaz y José Napoleón Guzmán Ávila; los médicos veterinarios zootecnistas Orlando Vallejo Figueroa y Salvador Galván Infante; la odontóloga Lourdes Mendoza Herrejón, quien además hacía las veces de representante del Sindicato de Profesores de la Universidad Michoacana (SPUM) ante el Consejo Universitario. Por lo que hace a los colaboradores del rector, pueden mencionarse a Nicolás Zamudio Hernández, Raúl Mejía Alfaro, Félix Cerda Ramírez, Miguel Ángel Calderón Sánchez, Francisco Javier del Toro Valencia y Ángel Baltazar Barajas.



                                  
                                                           En el despacho de rectoría, (AFIIH-UM)

El desenlace del conflicto universitario se dio en septiembre de 1986. Ocurrió en el marco de la sucesión por la gubernatura de Michoacán, que dio por resultado el arribo del ingeniero Luis Martínez Villicaña como titular del Ejecutivo. Contrario a la postura política de Cárdenas Solórzano y enterado de la problemática que aquejaba a la Casa de Estudios, se entrevistó con Arreola Cortés y acordó con él que se desistiera del amparo en aras de normalizar la vida universitaria. El rector accedió a la petición, aunque sugirió se diera continuidad a una serie de medidas administrativas y financieras que durante su administración se habían venido realizando con la Secretaría de Educación Pública.


La modificación de la Comisión de Rectoría, ahora conformada mayoritariamente por ex rectores gracias a las modificaciones realizadas por el Congreso a sugerencia del gobernador, posibilitó la designación del ingeniero Leonel Muñoz Muñoz como nuevo rector de la Universidad Michoacana.


La decisión de nombrar a un tercero fue, sin duda, una salida política. El mandatario estatal consideró, influido por algunos de sus colaboradores de extracción universitaria, que en los hechos había dos rectores y no había otra opción que modificar la Ley Orgánica, reestructurar la Comisión de Rectoría y favorecer la llegada de un universitario que tuviera la capacidad de conciliar intereses y posturas encontradas, restableciendo la vida institucional.
Consciente de que le asistía la razón, pero sin posibilidad alguna de continuar al frente de su querida Alma Máter, Arreola Cortés decidió retirarse del cargo.

 

Sus remembranzas sobre esta última etapa quedaron impresas en un texto que se publicó pos- teriormente, donde deja ver su desencanto por la decisión adoptada por el gobierno de Michoacán. Advierte que el gobernador sería el encargado de elegir al nuevo rector y consigna al final un suceso que trastocó su vida: el accidente automovilístico que lo tuvo al borde de la muerte y lo alejó de sus actividades académicas durante varios años: "el gobernador Martínez (Villicaña)... decidió que la solución estaba en la designación de un tercero, que no perteneciera a ninguno de los dos 'bandos'. Conversó con el doctor Arreola y antes de que se lo planteara éste le ofreció desistirse del amparo para que él libremente modificara la Ley y nombrara a quien quisiera en el cargo. Al día siguiente, el rector firmó el desistimiento y se reformó la Ley Orgánica en el sentido de que se formaría la Comisión de Rectoría fuera del Consejo Universitario... Esta Comisión de Rectoría designó el 19 de septiembre al ingeniero Leonel Muñoz Muñoz como rector... quien tomó posesión enseguida, con apoyo de la comunidad universitaria y, desde luego, del gobierno. Al doctor Arreola se le concedió un 'año sabático', que empezaba a disfrutar cuando el 15 de octubre de 1986 sufrió un 'accidente' automovilístico que lo tuvo tres años fuera de sus tareas de investigador".12


Después de tan difícil trance, el doctor en Historia volvió a las actividades académicas, a las labores editoriales que tanto le apasionaban, a los variados proyectos de investigación que desarrollaba.

 

 

Raúl Arreola Cortés y Jesús Romero Flores. (AFIIH-UM).


El Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana lo acogió y dio cobijo a sus iniciativas. Como responsable del Centro de Estudios sobre la Cultura Nicolaita, que años atrás dirigiera su amigo y ameritado filósofo Juan Hernández Luna, se dio a la tarea de preparar dos volúmenes sobre el ideólogo de la Reforma: Melchor acampo. Su obra científica (1988) y Melchor Ocampo. Vida y Obra (1990). También redactó semblanzas de destacados nicolaitas: Infancia y juventud de Ignacio Chávez (1997), Samuel Ramos. La pasión por la cultura (1997), Salvador Franco López. Rector nicolaita (1998) y Gabino Fraga Magaña, abogado nicolaita (1999). Desplegó una intensa actividad y como justo reconocimiento a su labor académica ingresó al Sistema Nacional de Investigadores, como nivel III, el primero en hacerlo en nuestra Universidad.
 

 

 

Guardia en el monumento a Melchor Ocampo durante la administración de Daniel Trujillo Mesina,(FOTO DE MARCO ANTONIO ARÉVALO).


Otro aspecto digno de mención fue la comisión conferida por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para visitar y evaluar a las instituciones de educación superior (lES).


El legado de Arreola Cortés está presente en sus libros, en sus innumerables artículos especializados y de divulgación, en los periódicos y revistas que auspició e imprimió. Hoy, gracias a las gestiones realizadas por Gerardo Sánchez Díaz, la biblioteca y el archivo del historiador y ex rector nicolaita se hallan a disposición de investigadores e interesados en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana.


PALABRAS FINALES


Raúl Arreola Cortés fue un académico que, como pocos, supo respetar y querer a la Universidad Michoacana. Convencido estuvo de la necesidad de restituirle a la Casa de Hidalgo su presencia académica y social.


Su administración, por desgracia, se vio empañada por la política y quedó atrapada en las contradicciones internas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la incipiente conformación de la llamada Corriente Democrática.


No fue ni ha sido la primera ocasión en que la máxima Casa de Estudios de Michoacán ve vulnerada su autonomía, sujeta a decisiones externas, limitada en cuanto al desarrollo de sus funciones sustantivas. No obstante que Arreola Cortés presentó a la comunidad universitaria un bien estructurado plan de trabajo, que demostraba el conocimiento que tenía de la institución y del sistema educativo nacional, los problemas que enfrentó no le permitieron llevar a buen término buena parte de sus propuestas, mismas que se concretaron años después. La gestión que él encabezó, además, coincidió con la puesta en marcha de nuevas directrices por parte de la Secretaría de Educación Pública, sobre todo en el nivel de educación superior. En el marco del centenario de la Universidad Michoacana, es justo recordar a un ilustre historiador y humanista que cumpliría en 2017, cien años de vida.

 

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1 Archivo Histórico documental del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana. Fondo: Dr. Raúl Arreola Cortés, Curriculum Vitae. Dr. Raúl Arreola Cortés, 15 pp.
2 Véase José Napoleón Guzmán Ávila, "Raúl Arreola Cortés: escritor e historiador de raigambre liberal", Crecer sobre las raíces: historiadores de Michoacán en el siglo xx (Gerardo Sánchez Díaz y Ricardo León Alanís, Coord.), Morelia, Universidad Michoacana, 2002, pp. 494-511.
3 José Manuel Tovar Herrera, La rectoría de Raúl Arreola Cortés, entre la crisis y los límites de la autonomía universitaria 1985-1986. El texto se encuentra en proceso de publicación, aparecerá este año bajo el sello editorial de la Universidad Michoacana, en el marco del centenario de su fundación. El capítulo 11 está dedicado a la administración de Cuauhtémoc Olmedo Ortiz y describe de manera pormenorizada los conflictos que enfrentó el rector.

4 Raúl Arreola Cortés, Historia de la Universidad Michoacana, Morelia, Universidad Michoacana, 1984, p. 231.
5 Raúl Arreola Cortés, Historia de la Universidad Michoacana..., p.234.

6 Raúl Arreola Cortés, Historia de la Universidad Michoacana..., p.235.
7 José Manuel Tovar Herrera, La rectoría de Raúl Arreola Cortés, entre la crisis y los límites de la autonomía universitaria 1985·1986..., p. 161.
8 Archivo Histórico Documental del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana. Fondo: Dr. Raúl Arreola Cortés, Plan de Desarrollo Integral para la Universidad Michoacana.
9 José Manuel Tovar Herrera, La rectoría de Raúl Arreola Cortés..., p. 142.
10 Raúl Arreola Cortés, "Historia de un artículo inconcluso y disparatado", Universidad Michoacana. Revista trimestral de Ciencia, Arte y Cultura, Núm. 6, Morelia, octubre-diciembre de 1992, p. 151.

11 La Marcha Mitin en Defensa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, agosto de 1986, p. 6.

12La Educación Superior en el proceso histórico en México (David Piñera Ramírez, Coord.), Semblanzas Institucionales, México, Universidad Autónoma de Baja California-Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUlES), 2002, Tomo IV, P. 102.