Texto universitario


 

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LOS RECTORES   

ADOLFO CANO SAAVEDRA
1943
Sergio García Ávila
Instituto de Investigaciones Históricas
VIDA FAMILIAR Y FORMACIÓN ACADÉMICA

Nacio en Tlazaza1ca, Michoacán, pueblo localizado en las cercanías de Zamora, el 5 de abril de 1876. Fue hijo de Juan Nepomuceno Cano, dedicado a las actividades del campo, y de María Saavedra, dedicada a la atención del hogar y de sus hijos. Sus abuelos paternos fueron Antonio Cano Luna y Rosa Valdés. Tradicionalmente toda su familia se dedicó la agricultura y al cuidado de algunas cabezas de ganado mayor y menor, que les permitieron vivir con cierto desahogo.


Sus primeras letras las aprendió en su lugar de origen, en la escuela oficial; combinó el estudio con las actividades del campo y las diversiones que le permitían su corta edad. No obstante ese gran arraigo hacia su pequeña patria y las labores rústicas, desde pequeño surgió el interés por prepararse académicamente y abrazar alguna profesión que le permitiera ganarse la vida de manera distinta. En virtud de que para esos años, en muchos lugares de la geografía michoacana, la instrucción sólo se limitaba a la escuela primaria, los padres de Adolfo optaron por enviarlo a Morelia, donde continuó con su preparación. En la capital del Estado residía su tío Francisco Cano, quien se desempeñaba como notario, y él lo inspiró para prepararse dentro de la abogacía y luego como escribano.


Al arribar a la ciudad de Morelia contó con una beca de la Mitra para ingresar al Seminario, donde se impartían clases de Derecho Canónico y Civil. En ese recinto permaneció solamente un año, ya que estaba convencido de que no tenía vocación para dedicarse a la carrera eclesiástica. Fue así como se matriculó en el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás, donde cumplió con su instrucción de bachiller, para luego dedicarse a los estudios de Derecho.1


Durante su estancia en este centro educativo, el joven Adolfo desplegó una gran actividad como opositor al estado de cosas que las autoridades gubernamentales instituidas mantenían en Michoacán y el país. Principalmente fue un crítico de las jugosas concesiones otorgadas a las compañías extranjeras, que lesionaban la economía de las sociedades nacionales y de los mexicanos en particular. Llamó la atención respecto a los postulados liberales, por considerar que habían caído en la postergación. Para él era inadecuada la reelección continua del general Porfirio Díaz y su complicidad con la autoridad eclesiástica, ya que durante mucho tiempo había mantenido en la ignorancia al pueblo, pues era la que controlaba la educación.

 

El joven abogado Adolfo Cano Saavedra, (AHPEM).

 

Debido a estas expresiones contrarias al régimen establecido, el entonces gobernador de Michoacán, Aristeo Mercado, quien encarnaba a nivel estatal los postulados del dictador Díaz, ordenó la clausura de los estudios de Derecho y del Colegio de San Nicolás, de donde se presumía salían aquellas voces de descontento. El atentado contra la Casa de Hidalgo trató de ser evitado por el ilustre licenciado Miguel Mesa, quien promovió en 1901 la separación de aquellos estudios del Colegio, para dar lugar a la Escuela de Jurisprudencia, de la cual fue su primer director.

A los pocos meses de estar funcionando ese establecimiento de manera independiente, Adolfo concluyó sus créditos de licenciatura, y ya para el 24 de abril de 1901 lo encontramos en la escribanía del señor Agustín Martínez Anaya, con quien hizo sus prácticas, ya que dentro del programa de los estudios de abogacía se les exigía a los egresados laborar en el despacho de algún escribano durante tres meses. En la constancia otorgada, Martínez Anaya destacó las virtudes y eficiencia con que se desempeñó el joven Cano.

Vale la pena comentar que en su hoja de calificaciones siempre lo encontramos con evaluaciones de Supremo, lo que indica su gran dedicación al estudio. Durante otros seis meses también hizo ejercicios en el despacho del notario moreliano José Rodríguez Gil, quien refrendaba la conducta intachable del futuro abogado. Amén de estas prácticas notariales, los muchachos también estaban obligados a cumplir tareas forenses, mismas que realizó durante seis meses, asistiendo tres horas diarias con el juez de primera instancia Nicolás Méndez.

Antes de consagrarse como abogado, fue cultivando la amistad de los colegas más prestigiados de Morelia. Conoció muy de cerca al licenciado Andrés Iturbide, con quien practicó la abogacía durante seis meses. Al término de ese plazo, se acostumbraba someter a un examen a los pasantes, presentándoles algunos problemas para que los resolvieran.

Las respuestas de Adolfo Cano fueron tan brillantes, que se ganó la admiración del señor Iturbide, con quien entabló una gran amistad. Igual ocurrió con el licenciado Salvador Rubio, que era uno de los notarios a donde más acudía la gente para arreglar sus negocios. Esta etapa de practicante la culminó el 26 de mayo de 1902, con el procurador de justicia del Estado José Baltazar, quien hizo constar la gran capacidad del joven abogado.

Al haber cumplido con todos los requisitos de la ley, en el mes de agosto de este último año puso su atención en los trámites para presentar su examen recepcional, el cual sustentó e14 de septiembre de 1902, defendiendo la tesis La intervención del Estado en la conducta individual. Los miembros de su mesa sinodal fueron Miguel Mesa, Antonio Ramírez González, Luis B. Valdés, José Cruz Rodríguez, José Baltazar, Vicente García y Alfredo González. Recibió la aprobación por unanimidad. Varios miembros del jurado habían sido sus maestros, quienes le inspiraron para llevar una carrera impecable. No es ocioso recordar que la carrera de abogacía se hacía en seis cursos, con una duración de un año cada uno, además los derechos que se cubrían eran de $50.00.

De acuerdo con la reglamentación de aquellos años, los egresados debían hacer un primer examen denominado de jurisprudencia, que fue el realizado el 4 de septiembre, pero posteriormente se presentaban ante los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia, que era la instancia que finalmente les concedía el título. Fue así como nueve días después, el 13 de septiembre, Adolfo Cano acudió ante los magistrados y el procurador del Estado: Francisco Pérez Gil, Antonio Mora, José María Ojeda, Vicente García Leyva, Ponciano Saavedra, Mariano Canedo y José Baltazar. Se le puso de prueba un juicio ordinario de entrega de terrenos, de Ramón Ramírez contra Epigmenio Carrillo. La resolución fue exitosa y lo aprobaron por unanimidad.

 

El rector Adolfo Cano y el Lic. Vicente Lombardo Toledano en el Colegio de San Nicolás. 1943. (AH-UM).

No obstante tener ya la licenciatura para abogar, su sueño más anhelado aún no se cumplía. De ahí que continuó haciendo los estudios necesarios para desempeñarse como escribano. En tres años cumplió con los créditos establecidos y el 23 de junio de 1905 acudió al salón principal de Palacio de Gobierno para presentar su examen de grado. En esa ocasión la mesa sinodal se constituyó por los licenciados: Miguel Mesa, director de la Escuela de Jurisprudencia; Luis B. Valdés, profesor de Economía Política y
funcionario del gobierno de Aristeo Mercado; Ponciano Saavedra, que impartía la cátedra de Procedimientos Judiciales; José María Campuzano, profesor de Economía Política; José Cruz Rodríguez, de Procedimientos Judiciales; Enrique Domenzain, de Derecho Romano; y Salvador Cortés Rubio, de Derecho Civil. Todos ellos, además, se dedicaban a la escribanía en Morelia.


El trabajo presentado a réplica no pudo ser mejor, ya que lo denominó Las funciones del escribano2. Con la obtención de ese título, el licenciado Cano podía ejercer como escribano en cualquier Estado de la República, sin embargo decidió permanecer en su querida Morelia. Ya para ese entonces había contraído matrimonio con María Díaz Santibáñez, originaria de Huetamo, y de cuyo enlace nacieron Eustaquio Alberto, quien desempeñó varios cargos públicos, y Adolfo Cano, que por algún tiempo laboró en el Departamento Agrario, del cual era titular otro destacado abogado, Gabino Vázquez. Muchos años después, al quedar viudo, a los 65 años de edad contrajo segundas nupcias con María Inés Tovar Alcaraz, de 34 años, originaria de Quiroga. De esa unión nació Juan Cano Tovar, quien actualmente es el responsable de la notaría 7, que atendía su padre.

 

VIDA POLÍTICA Y PROFESIONAL


Aun siendo pasante, en el año de 1902 incursionó en la judicatura estatal, desempeñándose como juez de primera instancia en el distrito de Uruapan. Dos años después regresó a la capital del Estado para ocupar la secretaría del Supremo Tribunal de Justicia. Al margen de las prácticas que realizó en los diferentes despachos de los escribanos morelianos, acudía diariamente con su tío para ayudarle en los negocios de su notaría.


Estas dos experiencias le permitieron alcanzar mucha habilidad, de tal suerte que ya para 1905 estaba autorizado para atender la notaría de su tío Francisco.3 Después de obtener el grado de abogado, Adolfo Cano realizó, en la misma Facultad de Jurisprudencia, los estudios necesarios para desempeñarse como notario público, para ello vemos que a principios de julio de ese año presentó examen recepcional.


Los siguientes cuatro años transcurrieron dentro de la normalidad, sin embargo para 1910 se dejaron sentir las muestras de inconformidad. El joven abogado tuvo noticias del movimiento encabezado por Francisco 1. Madero en el Norte del país, meses después el ex subprefecto de Pátzcuaro, Salvador Escalante, se levantaba en armas proclamando la revolución. Esta insurrección pronto fue secundada por el ingeniero Pascual Ortiz Rubio, Martín Castrejón, Alberto Madrigal y otros. Adolfo Cano se vio atraído y se incorporó al Partido Silvista, donde se dejaron notar sus oficios como buen abogado y su futuro como jurista.


A principios de 1912, poco antes de incorporarse plenamente a la política, empezó a dar clases en el Colegio de San Nicolás, donde impartió la cátedra de Filosofía. Sin embargo, en el mes de septiembre de 1912, el doctor Miguel Silva, al tomar posesión como gobernador, designó a Adolfo Cano como secretario de gobierno, para lo cual tuvo que pedir permiso como notario. Durante el poco tiempo que duró ese gobierno, se dictaron una serie de leyes, normas y reglamentos a favor de los sectores más desprotegidos de la sociedad, donde tuvo injerencia el licenciado Adolfo Cano Saavedra. Entre otras cosas, se pueden mencionar: la creación del Departamento del Trabajo; el decreto para prohibir la coacción en el cobro de los rezagos fiscales y la amnistía a los grupos orozquistas.


En febrero de 1913 ocurrió el cuartelazo de Victoriano Huerta en la Ciudad de México. Los efectos se dejaron sentir inmediatamente en Michoacán con la detención del coronel Martín Castrejón y otras personas que apoyaban al doctor Miguel Silva. Éste, al sentir amenazada la soberanía del Estado, se trasladó personalmente a la capital del país para alcanzar un acuerdo con el usurpador. Durante ese tiempo se que- dó al frente del Ejecutivo Estatal el licenciado Adolfo Cano. De manera paralela se le dio el nombramiento de asesor de guerra de la partida militar destacada en la ciudad de Morelia. Ante las circunstancias adversas, el gobernador electo finalmente se vio orillado a dejar el cargo, encaminándose hacia el Norte para ofrecer sus servicios a Venustiano Carranza. Allí se le comisionó para indagar sobre un homicidio atribuido a Francisco Villa. En dicha empresa lo acompañó el licenciado Cano, quien sintió simpatía por el Centauro del Norte.


Luego de esta aventura militar, el joven abogado tomó la decisión de retornar a Morelia. Para abril de 1915 ya se desempeñaba como administrador principal del timbre en la capital michoacana. Se volvió a hacer cargo de la notaría y reinició sus clases en el Colegio de San Nicolás, ahora en la asignatura de Lógica. Años más tarde se hizo cargo de las clases de Psicología y Moral. Posteriormente, uno de sus más destacados alumnos se haría cargo de varias de sus asignaturas: Gabino Vázquez Oseguera.


A la par con las clases del Colegio, empezó a desempeñar el mismo quehacer en la Facultad de Derecho. Primeramente fue adjunto del licenciado Salvador Cortés Rubio en la clase de Sociología. Al fundarse la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en 1917, el licenciado Cano fungió como director de la Escuela de Jurisprudencia, cargo que volvió a desempeñar en otras ocasiones.

Para entonces era titular de las clases de Derecho Civil, Derecho Penal, Economía Política y Sociología. Una de las cualidades que siempre lo distinguió fue la puntualidad, su intachable honradez y honorabilidad. Cuando cumplía alguna responsabilidad pública, solicitaba permiso en las asignaturas que no podía impartir por falta de tiempo. No hacerlo de esa manera, lo consideraba una falta de honestidad personal y una irresponsabilidad para con sus estudiantes. Fue por ello que en más de una ocasión prefirió retirarse antes que incumplir en su obligación de maestro. Y precisamente el 10 de enero de 1928 dirigió un oficio al regente del Colegio de San Nicolás, en el cual presentó su renuncia a las materias de Lógica y Sociología, argumentando que sus actividades como notario no le permitían asistir a cabalidad. Por otro lado, se comprometió a seguir atendiendo las de Psicología y Ética. Hubo ocasiones en que los estudiantes de la Facultad de Jurisprudencia le solicitaron impartirles alguna asignatura. El licenciado Cano, muy respetuosamente, declinaba la invitación señalando que sería una falta aceptar y al mismo tiempo no poder impartir la materia como era debido: decía que la Universidad no se merecía eso.

 

Manifestaciones de estudiantes universitarios. (AH-UM).


Su participación en los asuntos políticos le permitió relacionarse con algunos personajes que le brindaron apoyo para alcanzar una magistratura dentro del Poder Judicial en Michoacán. El 1 de septiembre de 1920, el gobernador Francisco J. Múgica lo nombró magistrado supernumerario del Supremo Tribunal de Justicia, sin embargo, ante la renuncia del licenciado Celerino Luviano, pasó a ser magistrado propietario. Formó parte del Supremo Tribunal de Justicia, integrado por los abogados Adolfo Cortés, Adolfo Sánchez, Mariano Aguilar y Fidel Silva, que se ha dado en llamar "el Tribunal de los Adolfos", distinguiéndose por las resoluciones acertadas a los asuntos que se les presentaron. En esa época fue propuesto para ocupar por pri- mera vez la rectoría de la Universidad Michoacana, sin embargo, por motivos personales, no se concretó el nombramiento.


Al finalizar la década de los años treinta formó parte de la comisión redactora de los códigos Civil y de Procedimientos Civiles de Michoacán. Su obra jurídica comprendió asimismo su participación para reformar el Código Penal del Estado, la Constitución Política local, la Ley del Notariado y la del Registro Público. Todo ello durante la década de los años cincuenta. Fue miembro fundador de la Barra Michoacana del Colegio de Abogados en 1948, asociación que tenía como fin el fomento del estudio y la difusión de la ciencia jurídica.

UNA ADMINISTRACIÓN UNIVERSITARIA DIFICIL

El año de 1943 fue complicado para la Universidad, como lo había sido cada vez que se presentaban elecciones para presidente de la República, gobernador, diputados, presidentes municipales y por supuesto rectores. Al año siguiente terminaría la gestión del general Félix Ireta, y un nicolaita, el licenciado Gabino Vázquez, se perfilaba como su más seguro sucesor, ya que tenía el apoyo del gobernador, gozaba de la simpatía del general Lázaro Cárdenas, a quien sustituyó de manera interina cuando fue gobernador de Michoacán. Los otros candidatos eran Dámaso Cárdenas y Silvestre Guerrero. Un sector de la clase política tenía puestas sus esperanzas en el rector de la Universidad Michoacana, licenciado Victoria no Anguiano, quien contaba con la simpatía del presidente de la República Manuel Ávila Camacho.


El 18 de enero estalló un movimiento contra el rector Anguiano, a quien acusaban de ser contrario a la educación socialista, que hasta ese momento servía de orientación en la Casa de Hidalgo. Días más tarde, el 5 de febrero, tuvo lugar un baile en el Colegio de San Nicolás con motivo del inicio de cursos. Un grupo de inconformes tomó las instalaciones de manera indefinida, hasta que se destituyera al rector. Al día siguiente, una comisión del Consejo Universitario solicitó al gobernador su apoyo para resolver la problemática. Al principio ofreció sus oficios para hacer desistir a los paristas, pero el 11 de febrero envió un decreto al Congreso del Estado donde destituía al rector Anguiano y desconocía al Consejo Universitario.4 En ese mismo documento nombró al licenciado Adolfo Cano Saavedra como rector interino.


Es muy probable que el licenciado Gabino Vázquez, quien fue su alumno, haya influido para aceptar esta responsabilidad. Una de sus primeras medidas fue nombrar a los directores de los planteles para conformar el nuevo Consejo, mismo que empezó a funcionar el 9 de marzo. A decir de Raúl Arreola, la mayoría de la comunidad respaldó la medida del gobernador, exceptuándose la escuela secundaria que funcionaba en San José.
 



Acto universitario de la Escuela Normal de Morelia, 1943, (AH-UM).


Por su parte, Victoriano Anguiano comenzó a movilizar sus fuerzas y el 7 de marzo un grupo de 250 alumnos salieron de la Universidad para continuar sus estudios en otras instituciones de educación superior del país. Ante esa situación, el presidente Manuel Ávila Camacho ordenó a los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública que el subsidio destinado a la Universidad Michoacana se concediera a los exodistas para su sostenimiento.


En esta difícil circunstancia, el licenciado Cano dio muestras de la honestidad que siempre lo había caracterizado, cumpliendo exclusivamente su función de convocar a un nuevo Consejo Universitario, para integrar la terna de la que el gobernador nombraría al nuevo rector. Fue así como el 9 de marzo, en su primera sesión, se integró la terna, quedando conformada por el profesor Jesús Romero Flores, el licenciado Miguel Arroyo de la Parra y el médico Salvador Franco López. Formaron parte de ese cuerpo colegiado los licenciados Adolfo Sánchez Vázquez, Alfredo Gálvez y J. Adalberto Caballero; el doctor Francisco Arceo; los ingenieros Sadot Ocampo y Porfirio García de León; así como los profesores Serafín Contreras, Vicente Villafuerte, Rafael C. Haro, Melesio Aguilar, Gabriel Bobadilla, Alfonso Nieto, Alfonso Contreras, Francisco López, Salvador Tejeda Cerda, José Ayala Mendoza, Salvador Miranda, Alfonso Espitia, Guillermo Morales y Rafael Suárez.5 Fue hasta los últimos días del mes de marzo cuando el gobernador designó a Jesús Romero Flores como el nuevo rector. Un mes y medio duró la administración del licenciado Adolfo Cano al frente de la rectoría, tiempo durante el cual muy poco o nada pudo hacer por la Universidad.


UNA VIDA LONGEVA

Después de cumplir su función en la rectoría universitaria continuó impartiendo clases en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Directores iban y venían en este establecimiento educativo, y todos le guardaban consideraciones por el respeto que se había ganado entre la comunidad, tanto de académicos como de alumnos y trabajadores administrativos.


En 1961 fue designado rector de la Universidad Michoacana el doctor Elí de Gortari. Sabiendo de su calidad moral, de su experiencia como docente y de su trayectoria profesional, lo nombró miembro de la Comisión Revisora de los nombramientos de profesores de tiempo completo de diversas dependencias universitarias, para el efecto de otorgar las categorías que correspondieran a cada maestro, de acuerdo con la graduación establecida en el reglamento correspondiente.6 Ser integrante de esta comisión era considerado un privilegio, ya que en cada escuela participaban los profesores más distinguidos. Aparte del maestro Cano, la conformaban también los licenciados Ángel Baltazar Barajas y José Chávez Ramírez.


Era mucha la estimación que el rector le tenía a don Adolfo Cano, a tal grado que siempre era invitado especial en actividades importantes de la Universidad Michoacana. En julio de 1962 estaba programada una visita del presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, a la cual fue invitado nuestro biografiado. En esa ocasión, el ejecutivo federal inauguraría el edificio de la Facultad de Ingeniería, el de Enfermería, el Salón de Conciertos Silvestre Revueltas de la Escuela Popular de Bellas Artes, la Sala Melchor Ocampo del Colegio de San Nicolás y el Teatro José Rubén Romero.


En el año de 1966, siendo presidente municipal Alfonso Martínez Serrano, se le concedió al licenciado Cano la presea Generalísimo José María Morelos y Pavón.7 De igual manera fue recipendario de la presea Cuauhtémoc. A muy avanzada edad, acostumbraba, como muchos nicolaitas, visitar por las mañanas el café del Hotel Casino, en el portal Hidalgo, en pleno centro histórico de Morelia. Le gustaba de igual forma disfrutar de la belleza y comodidad de la Plaza de Armas, donde ocupaba una de las bancas de cantera para platicar con amigos y conocidos que diariamente transitaban por ese lugar. Tenía una conversación amena y llena de sabiduría.


Los últimos años de su vida dejó de asistir con la misma frecuencia a la notaría, los malestares que le aquejaban le impedían dedicarse con el ahínco de sus años mozos. Finalmente murió en Morelia, el 1 de abril de 1980.

Acto universitario en al Facultad de Derecho (Ah-UM).

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1 Archivo Histórico de la Universidad Michoacana (AHUM), Fondo: Control escolar, Sección: Estudiantes universitarios, Serie: Expediente de estudios, Caja 743, Exp. 27, 6 de junio de 1902, f. 9.

2 AHUM, Fondo: Control escolar, Sección: Estudiantes universitarios, Serie: Expediente de estudiantes, Caja 743, Exp. 27, 23 de junio de 1905, f.40.

3 Alberto Lozano Vázquez, Adolfo Cano. Jurista Nicolaita, Morelia, Universidad Michoacana, 1983, p. 13.

4 Verónica Oikión Solano, Los hombres del poder en Michoacán, 1924-1962, Morelia, El Colegio de Michoacán-Universidad Michoacana, 2004, p. 303.

5 AHUM, Fondo: Consejo Universitario, Sección: Secretaría, Serie: Actas, Libro 21, 2 de abril de 1943. f. 13.
6 AHUM, Fondo: Secretaría administrativa, Sección: Personal Universitario, Serie: Docentes y administrativos, Caja 59, Exp. 1207,5 de noviembre de 1961, f. 5.
7 Alberto Lozano Vázquez, Adolfo Cano..., p. 67.
Acto universitario en la Facultad de Derecho.