Texto universitario


 

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Presentación  

 

"Un conjunto de factores entre los cuales desempeñan mínima parte mis escasas facultades, depositan hoy, en mis manos, la más alta y noble misión a que pueda aspirar un hombre en nuestro medio social: la de dirigir y unificar la enseñanza superior en esta prolífica tierra michoacana ennoblecida por la enseñanza de barones tan insignes como los Vasco de Quiroga, Alonso de la Veracruz, Miguel Hidalgo, Melchor Ocampo, Luis González Gutiérrez. Tarea es ésta de tal magnitud, de trascendencia tanta, que el ánimo más esforzado desfallece meditando en los obstáculos que habrá de vencer y los escollos que será necesario sostener para llegar a feliz término..."
Discurso del Dr. Alberto Oviedo Mota,
Rector Interino de la Universidad
10 de diciembre de 1918

Ser miembro de la comunidad nicolaita implica un gran compromiso y, a la vez, es motivo de orgullo. En los nicolaitas, de todos los tiempos, se ha depositado el legado humanista de Don Vasco de Quiroga; también somos herederos de los ideales de libertad, justicia e igualdad de Hidalgo y Morelos, los padres fundadores de la nación mexicana. Tenemos, un pasado que nos resguarda, que hemos construido juntos, un presente con una gran fortaleza académica y, con base en el espíritu nicolaita que nos anima y distingue, día a día erigimos un mejor futuro para todos, basado en la educación humanista y liberal de la Casa de Hidalgo, nuestra alma mater.

Como nicolaita, deseo externar que me siento profundamente agradecido de la distinción que me han conferido al designarme rector de la Universidad Michoacana, mi responsabilidad es mayor por tener el honor de ser el rector del Centenario.

 A lo largo de estos cien años hemos sido parte de la historia de nuestra señera Universidad: 45 rectores, todos y cada uno comprometidos en convertir a nuestros alumnos en mejores personas, profesionales competentes que sirvan a su Patria con humildad y sentido humanista, transformadores de la realidad, inspirados por la obra quiroguiana y las gestas, en todos los ámbitos de la vida nacional, de los nicolaitas que han contribuido a posicionar en un lugar de privilegio en la historia del país a nuestra Casa de Estudios. Agradezco y reconozco ampliamente la labor de nuestros rectores, que han contribuido a hacer de nuestra Institución una gran Universidad, muy bien posicionada a nivel nacional por su calidad académica.

 Al triunfo de la Revolución Mexicana se visualizan una serie de acontecimientos políticos, sociales y culturales que coadyuvarían en la construcción del país que ahora conocemos. Uno de los más importantes es la proclamación de la Constitución en 1917 que coloca a la educación pública como una de las necesidades más apremiantes de la nación. Estos acontecimientos favorecieron que en 1917 y después de largas discusiones y oposición, el entonces Gobernador Pascual Ortiz Rubio se diera la tarea, con gran entereza y visión, de crear la Universidad Michoacana como la primera Universidad autónoma de nuestro país y de Latinoamérica.

 Así, en 1917 inicia su andar nuestra Universidad, teniendo como pilar fundamental al Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás, en un contexto plagado de dificultades de todo tipo, que fueron superadas por la férrea voluntad y la entrega de los primeros universitarios.

 Los nicolaitas, a lo largo de la historia de la Universidad, hemos tenido que enfrentar diversos obstáculos, internos y externos. Los hemos sabido superar, no sin sinsabores, dejando constancia de nuestra capacidad, de lo que valemos, de lo que merecemos y, sobre todo, de nuestro compromiso social que nos distingue.
 En la actualidad estamos librando varias batallas. Las que más nos deben ocupar son las que compartimos con la sociedad, porque los retos de la Universidad son los retos de nuestra gente. Seguimos teniendo como enemigos, ya permanentes, lamentablemente, a la inseguridad, la violencia, la corrupción, la impunidad, la terrible desigualdad y otros cánceres. Ante esta situación, la formación de ciudadanos es nuestra principal tarea. Hombres y mujeres bien preparados, en las diversas disciplinas del saber, con una actitud participativa y propositiva en favor del bien común, que tanta falta nos hace. En la realización de esta tarea, los académicos y administrativos nicolaitas tenemos una gran responsabilidad, que estoy seguro honraremos en los hechos.

 Para concluir esta presentación, hago mío parte del discurso de 1918 del rector Oviedo Mota: "No era posible que al término de esta revolución que removió hasta el fondo de las viejas instituciones, olvidara Michoacán su alta alcurnia educativa, su abolengo cultural; sólo es de sentirse que no exista para dirigir esta Institución, nacida en medio de una vida política, el cerebro luminoso de un Hidalgo, la mano vigorosa y firme de un Ocampo o cuando menos las cautivadoras enseñanzas de un González Gutiérrez, sino la incierta y débil dirección de quien trae solamente para esta magna obra: un amor tan grande para la juventud estudiosa, como puede caber en el corazón de quien ha tenido que pasar durante sus estudios por los linderos de la miseria; una resolución inquebrantable de hacer el esfuerzo máximo que las circunstancias le permitan y unido a esto una fe inmensa en el ideal y una firmísima confianza en el porvenir grandioso de la Patria, de lo cual, es Michoacán uno de los más preciados girones."

 El desarrollo de la Universidad está plenamente ligado a las acciones de quienes imprimen su liderazgo al frente de la Máxima Casa de Estudios. Es por esto, que la responsabilidad de un rector va más allá de los muros de la Universidad es un compromiso con la Patria, de dejar un legado de progreso, un sistema de valores que demuestre que ser nicolaita es conjuntar trabajo y esfuerzo para contribuir a la difusión y expansión del conocimiento, a la construcción de una sociedad mejor.

 Finalmente, agradezco a todos y cada uno de quienes dedicaron su tiempo y su talento para la realización de esta obra, especialmente al Dr. Gerardo Sánchez Díaz, coordinador de la misma. Espero que sea del agrado de la comunidad universitaria y sirva como fuente de conocimiento de nuestra centenaria Casa de Estudios.

 

Medardo Serna González