Texto académico

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2. La argumentación   



El profesor que asigna a los estudiantes la tarea de elaborar argumentos sólidos y a la vez, por ejemplo, abordar el tema de encontrar el modo de reducir violencia, este tipo de tarea intelectual anticipa que se trata de una empresa intelectual seria. No se trata de discutir por hablar, sino de razonar, apoyar los alegatos dando razones y persuadir a otros a aceptar esas razones, por estar justificadas y apoyadas en fundamentos, hechos, datos, evidencias, teorías… En el español hay varias maneras de referirnos a tomar esta actitud: argumentar, argumentación y discusión. En la cultura ordinaria y popular, la discusión por error es ampliamente vista como una forma de violencia verbal, pero la esgrima de las ideas no debería evitarse, ella no busca imponer un conjunto de creencias, hábitos y habilidades justificadas para hacer ver más competente al portador. La discusión debemos considerarla como la solidaridad de compartirnos para hacer en sociedad, un espacio más sabio de conocimiento. 


La argumentación es un uso intelectual del lenguaje, una especie de razonamiento en un estilo fino y claro. Esta habilidad se desarrolló junto con la idea de democracia en la antigua Grecia. Los ciudadanos cuyas propiedades habían sido incautadas por el régimen tiránico, querían que se les devolvieran sus tierras, para ello necesitaban convencer a los tribunales recién establecidos por la joven democracia. Esto requiere de ensamblar proposiciones y presentarlas dentro de argumentos coherentes y estructurados en una narrativa discursiva que permita llegar a conclusiones. Esta habilidad discursiva se le llama pensamiento crítico, razonamiento riguroso, análisis, retórico y el término más general: argumentación. Desde entonces, la democracia verdadera es aquella en que los ciudadanos dentro de una educación artística liberal, ganan poder de liberación ante los estados corruptos, gracias a su libertad de conciencia para ganar mejores argumentos en el seno mismo de su tradición intelectual. La educación moderna humanista científica, es aquella que ofrece a la comunidad un espacio mental y literario para su vida profesional y cívica, en la que se enmarcan discusiones y acciones por el consenso riguroso de sus ideas. Este objetivo se intenta rescatar en este texto.


Discutir es un proceso, una actividad en la que las personas participan cuando producen, intercambian y demuestran razonamientos a favor o en contra de las afirmaciones, declaraciones o reclamaciones de justificación. Las unidades del intercambio de las discusiones son los argumentos; productos lingüísticos que tienen la intención de apoyar o rechazar, dando una posición a los interlocutores frente a la necesidad de la verdad. Esta unidad de conocimiento para las discusiones emplea proposiciones, cláusulas, operadores discursivos, lógica epistemológica-doxástica, inferencias, evidencias, hechos y arquitecturas de teorías. Argumentación, a veces también se le considera como un genero creativo discursivo, en el que la narración, la ontología y la metafísica juntas claramente definidas desarrollan el arte de la lógica a la caza de ganar claridad y objetividad. La argumentación es un ingrediente de la democracia avanzada, el grado de civilidad alcanzado por una sociedad, se mide por el arte de su tradición intelectual de discutir, es decir, es la práctica de justificar cláusulas (cadenas de razones) en condiciones de incertidumbre sobre lo verdadero. Es una actividad en la que la gente se involucra, algo que se hace juntos en comunidad para consensuar acuerdos sobre el progreso ético que ellas mismas determinan. La argumentación tiene lugar en la educación de excelencia, en el aprendizaje más profundo y en el arte del razonamiento más fino. El valor moral está en relación a las sociedades que resuelven sus crisis por el diálogo moderado por la argumentación y se alejan de la violencia. Justicia social, ciencia, tecnología y educación son entornos de virtud que descansan en el arte de argumentar[1].


Decir que la argumentación se trata de justificar las afirmaciones de nuestras creencias, significa que se trata de dar razones con fundamentos, evidencias y piezas normativas de conocimiento; creer y actuar están justificados si creemos que tenemos razón en ello. Una buena razón se apoya en el estándar matemático de certeza, pero además justifica su creencia en la ontología y la epistemología cuando está dirigida a lo extra lingüístico (lo real). De este modo, justificar es aumentar la confianza en la verdad de las afirmaciones[2]. 


Preguntarnos si una afirmación está justificada, nos plantea naturalmente cómo se da esta. Dice sobre el mecanismo de discusión que se dirige a defender una afirmación. La persona que da razones para instaurar sus afirmaciones, normalmente plantea el problema y aporta una discusión. Pero es la comunidad seria y honrada en su esfuerzo analítico, quien determina si la afirmación está suficientemente justificada. 


Justificar una afirmación, entonces, es diferente de probarla, en el sentido matemático de no contradicción con su base axiomática. Tampoco es lo mismo que persuadir a otra persona para que esté de acuerdo con la afirmación. Uno es persuadido a aceptar una afirmación si, por cualquier medio, se le induce a aceptar una declaración. Justificar una afirmación implica un medio específico de persuasión a saber: el razonamiento hipotético. Implica persuadir a una persona para que acepte una afirmación ofreciendo lo que sea necesario para considerar un argumento como una buena razón para creerlo. Si una persona acepta las razones, aumentará la probabilidad de que uno acepte sus discusiones, entonces esa persona ha encontrado que la afirmación está justificada solo hasta que ella misma la discute[3].


Una declaración es una cadena de razonamiento en la que se busca el consentimiento de otra persona. Si usted y nosotros estamos comprometidos con un argumento, decimos que su declaración es compartida en la discusión de ambas personas. Esto no afirma que la declaración sea verdadera, sino que los involucrados en su socialización comparten y defienden a través de argumentos la verdad que expresa. Declarar, deja claro que un argumentador que emite tales declaraciones, está haciendo una afirmación sobre la creencia y la acción de otra persona, pidiéndole que encuentre la justificación que le da sustento y, por lo tanto, que acepte también encontrar suficiente sustento.


Todo el proceso de discusión, es un proceso de argumentar o validar argumentos, que se lleva a cabo en condiciones de incertidumbre. Nadie en su sano juicio discute lo que da por seguro, porque no hay razón para ello. Participar en la argumentación, es poder mirar el mapa de evidencias, hechos, teorías y apoyarse en la investigación para verificar si son confiables las premisas que condujeron a conclusiones que más tarde son declaradas como una creencia con posibilidad de ser verdadera. La investigación sugiere que la observación de datos, hechos y teorías en experimentos empíricos, son métodos más eficientes y a menudo más confiables para resolver desacuerdos en el mundo de lo real[4]. 


Las cosas inciertas no pueden ser ciertas a través de la argumentación simple. No importa cuán seguros estemos. No importa cuanto hayamos evaluado y cuidado las razones ofrecidas en la discusión, si están en contradicción con pruebas empíricas, podrían estar equivocadas. La argumentación es siempre un método arriesgado para justificar las afirmaciones, por lo que si hay medios disponibles de experimentación, normalmente son empleados. 


Pero esto no es una exclusión, ya que gran parte de nuestras vidas implican asuntos que son inciertos. Toda cuestión de valor comparativo, implica incertidumbre. También lo hace toda cuestión cuando elige entre alternativas de declaraciones, no podemos estar seguros absolutamente de la conclusión, sin embargo, a menudo no podemos sentarnos al margen o esperar a ver lo que el futuro va a revelar; tenemos que decidir ahora mismo qué creer y hacer. Esto se ilustra claramente en el tema del cambio climático. Las preguntas que guían la discusión se reducen a lo que debemos hacer ante la incertidumbre, debemos actuar ahora o debemos esperar, y si actuamos ahora, ¿qué medidas debemos tomar? La mayoría de las actividades de argumentación intentan reducir la incertidumbre generando conocimiento. Si bien los métodos más confiables no reducen a cero la incertidumbre, no debemos dudar en participar de la argumentación en los muchos ámbitos de nuestra vida en los que las decisiones sobre qué creer o qué hacer, deben tomarse con conocimiento de causa en medio de la incertidumbre.


Hemos visto, entonces, cómo los términos clave se practican; justificar, declarar y lidiar con la incertidumbre mediante la discusión, ayudan a dar forma a nuestra comprensión de lo que es la argumentación. El objetivo que buscamos a través de la argumentación es construir una sociedad con un razonamiento efectivo en la comunicación. Nos referimos al razonamiento que logra el propósito del progreso ético de la sociedad, en esa toma de decisiones acertadas en la práctica diaria, significa que juntos con los demás, justificar las afirmaciones nos permite dar pasos, ofreciendo la razón, como el medio para la justicia social, la paz y la solidaridad; la razón, ese proceso fundamental dado en la argumentación, es el propósito del humanismo científico[5].


La argumentación deriva de tres disciplinas antiguas, cada una de las cuales, como la propia argumentación, a veces se malinterpretan: lógica, dialéctica y retórica. La lógicase refiere a las relaciones entre las proposiciones de un argumento. A veces se equipara solo con el razonamiento estructural matemático, pero no es el único enfoque de la lógica. En los últimos años, ha habido un creciente interés en el razonamiento que depende de proposiciones basadas en contextos específicos de significado y en las que las relaciones entre premisas y conclusiones no están garantizadas solo por su forma, sino que existen en el mundo de lo posible: la probabilidad de lo verdadero. Toda rama de estudio de la lógica informal, es un intento de comprender y avanzar en ese razonamiento en el lenguaje ordinario. Por ahora, podemos decir que la preocupación de la argumentación por la forma (por la estructura de las declaraciones y las inferencias que se vinculan juntas) es un reflejo de la disciplina de la lógica. 


Es la dialéctica, la segunda raíz disciplinaria de la argumentación. Esta se equipara con la amplia gama de fuerzas históricas imaginadas por Karl Marx. Este punto de vista ve a la historia como el avance de una posición (tesis), contrarrestada por la posición contraria (antítesis), y del choque entre ellas resulta una nueva posición (síntesis), que con el tiempo se convierte en una tesis en sí misma, y entonces comienza el proceso de nuevo. En realidad, sin embargo, el término dialéctica tiene un significado más antiguo y más simple. Es el proceso de descubrir y demostrar el conocimiento a través de preguntas y respuestas. El modelo dialéctico está presente en los diálogos de Platón. Si la lógica enfatiza en la forma, la dialéctica enfatiza en las interacciones entre las personas. Es el dar y tomar argumentos tratando de empujar a que se dé alguna conclusión. La dialéctica es en sí misma la discusión moderna. 


La tercera raíz disciplinaria de la argumentación es la retórica. Se refiere al arte del discurso que crea nuestra realidad. No es una actividad mecánica, es un conjunto de habilidades intelectuales para fundamentar, justificar, discutir, explicar, demostrar, categorizar…, la escritura orientada al análisis y la crítica del discurso. Es el estudio de cómo el discurso mediado por símbolos, influye en las personas. La retórica, considera que el objetivo deseado, es obtener la adhesión de la audiencia a una discusión e investigación; es el arte de la disposición de inferencias y cláusulas en las razones que pueden conducir a conclusiones rigurosas y elegantes sobre lo humano o sobre el universo de lo material. 


Aristóteles consideró a la retórica como la facultad de descubrir en el caso dado, los medios disponibles de persuasión. Mientras que la definición moderna se centra en el estudio de la creación del descubrimiento, de averiguar qué enfoques están disponibles para influir en el otro para crear posibilidades de lo verdadero. Promueve la formación de pensadores críticos, de una literatura abierta que desafía el fin de la historia de la ideas. Ensayar mejores argumentos apoyados en la solidez lógica y la elegancia del discurso, todo ello, para persuadir (como efecto literario) en el espacio intelectual. La lógica, la dialéctica y la retórica se encuentran entrelazadas y son irreductibles entre ellas.


En los foros de discusión, los participantes deben tomar cinco actitudes esenciales derivadas de estas tres últimas raíces históricas de la argumentación:


1. Los participantes en un debate deben crear una controversia genuina entre ellos. Sus diferencias entre las ideas deben mantener en todo momento justificaciones y en caso de sólidos argumentos, reconocer y acercarse a un acuerdo sobre las afirmaciones más sólidas.


2. La discusión es real y no trivial entre los participantes. Los alegatos de los desacuerdos deben fundamentarse y justificarse, en ausencia de razones debe asumirse preferencia por los individuos que sí aportan evidencias, referencias, justificaciones y argumentos de explicación, demostración y descripción. De cualquier manera la controversia no vale la pena considerarla una discusión si los participantes no definen con justificaciones sus afirmaciones con claridad en una posición particular.


3. Aceptar una idea no solo es estar de acuerdo con ella, no es simplemente enfrentarnos a una posición con la que estamos a favor, es defenderla con fundamentos y justificaciones, de lo contrario solo se asumirá la posición de tomar parte de algo que no se conoce con profundidad. Al no tener una posición defendible, no se puede participar en el debate de las ideas, simplemente alejándonos con la frase: “lo que sea lo acepto”, porque desde luego importa más lo que logramos pensar que lo que elegimos sin justificación. Discutir es una actitud de progreso de la comunidad intelectual, no realizar el trabajo previo necesario para una discusión, esto delata que no estamos convencidos de que es posible mejorar las ideas con las que damos sentido a la realidad o, quizá, pensamos que las ideas son algo eterno y que una vez creadas son en su verdad inmejorables. 


4. Es necesario dejar de lado intimidaciones, sabotajes emocionales o daño moral cuando se participa en grupos de discusión. Debemos involucrarnos con la energía de nuestras justificaciones y argumentos, debemos ser capaces de ejercer y dejar ejercer el pensamiento crítico y el buen juicio respaldado en la lógica y los contextos. En las circunstancias en las que discutimos y valoramos el acuerdo con las otras personas; solo cuando se da libremente, y no es resultado de la coerción de nadie.


5. En todo momento la argumentación es el medio para resolver los desacuerdos, es mejor aplazar los acuerdos cuando las partes no están listas para exponer sus justificaciones. En la administración de la discusión, es necesario decidir las diferencias y categorías temáticas para que la situación necesariamente pueda desahogarse en sus acuerdos. Si todos los participantes en una discusión están en el acuerdo de la agenda de discusión, es más probable llegar a mejores argumentos. 


En resumen, la discusión es es el medio para gestionar la solución de conflictos y tomar decisiones en comunidad. Nuestra salud mental y nuestra supervivencia social requieren que en muchos asuntos confiemos en los dispositivos de la lógica, el discurso y la ontología. Pero cuando las partes mantienen lo que piensan como posiciones incompatibles, con diferencias reales significativas y no desean resolver la disputa, entonces, es posible que algún tipo de violencia surja ante la debilidad metodológica de  estos grupos. Participar en la argumentación requiere esfuerzo. Cuando las personas discuten, sus posiciones rara vez se expresan como una verdad absoluta, ellas se hacen  presentes la naturaleza de la incertidumbre en todo proceso de justificación. El esfuerzo de argumentar favorece la socialización de cooperación de lo que será una asunción de riegos y progresos.


El razonar con una audiencia, es decirle a la audiencia independientemente de lo que quiere escuchar; la evidencia disponible a favor de alguna idea, que será trabajada en cuerpos de argumentos y expuesta a la audiencia sin ningún recurso intencional de engaño. La manera de evitar este peligro es poniendo a prueba las afirmaciones, buscando el acuerdo de la audiencia al evaluar el proceso crítico de las conclusiones. Para participar en una discusión, es razonable convencer a la audiencia que hemos realizado el fuerzo necesario para justificar nuestras afirmaciones. Una estrategia muy exitosa, es iniciar planteando el problema a nuestra audiencia. Además, exponiendo la precisión variante de los significados y valores presentes en nuestros argumentos que la audiencia hipotética suponemos asume de otro modo. 


La naturaleza de la incertidumbre está presente en todo proceso de razonamiento. Este reconocimiento, justifica por nuestra parte asumir un grado de humildad. Por lo tanto, cuando nos involucramos en la discusión, estamos implícitamente en acuerdo con los otros en que podrían tener razón en sus posturas. La controversia en otras palabras, se refiere a las distancias implícitas de todo conocimiento surgido explícitamente dentro de un mundo con incertidumbre irreducible a cero[6].


Puesto que independientemente de las ideas discutidas y las conclusiones acordadas, la naturaleza de la incertidumbre en la argumentación (podría más tarde demostrarse otra cosa), es de otra manera una verdad en evolución constante, y no podemos decir, con seguridad que una declaración o afirmación es correcta en absoluto en sus saltos inferenciales. Los argumentadores pasan de lo conocido a lo desconocido basados en juicios críticos discutidos. El capital intelectual de los participantes en una discusión, es en el fondo, qué tan sólido logró ser el trabajo previo en el que saltó de lo que sabemos hacia lo que no sabemos, mediante inferencias hipotéticas deductivas o inductivas. 


Lo que hace que las inferencias sean razonables, es el proceso de validación de premisas, cláusulas que integran las justificaciones en su orden lógico de construcción. El orden de construcción de los razonamientos, nos ayuda a tener presente las condiciones que resisten la erosión de nuestras ideas. La justificación tiene grados de fuerza, que van desde lo meramente plausible a lo altamente probable. Y siempre es provisional y está sujeta a cambios a la luz de nueva información o argumentos. Pero cuando una afirmación realmente importa, es cuando es resultado de la resistencia a su discusión pública (consenso de afirmaciones resultado de fuertes discusiones); esto fortalecerá su compromiso con la verdad y la confianza en que sus creencias, con las que da sentido a la realidad, fueron examinadas cuidadosamente.


A pesar de la aparentemente contradicción que nos conduce crear ideas en medio de la incertidumbre, la argumentación es fundamentalmente una empresa cooperativa. Esto puede sonar extraño, porque asumir una posición sugiere que los argumentadores impugnan y asumen un enfoque particular para cuestionar los argumentos de los demás. Pero el intercambio de estos elementos de juicio, son los medios que permiten empujar el escrutinio cuidadoso a nuevas demostraciones y explicaciones sobre lo verdadero.


Podríamos imaginar a la discusión como el mecanismo responsable de la toma de decisiones justificadas por la mejor razón o el juez de cooperación social que produce dentro de una esgrima de ideas, una fuerte posición a modo responsable de tomar juicios sólidamente informados. De hecho, un tipo de argumentación dentro del debate o discusión documental, hace exactamente eso, construir progreso ético en el manejo de las mejores razones disponibles. Discutir es la característica canónica del valor científico de participar en sociedad, en la búsqueda de mejor conocimiento para llegar a una decisión en la que puedan tener el mayor grado de confianza en un escenario de alta incertidumbre. La discusión respaldada por el esfuerzo de la argumentación, es el medio que reduce la violencia, aumenta la cooperación y considera la crítica como el medio de conocimiento en que la lógica aumenta la confianza en el resultado de su consideración.


Para discutir los participantes deben compartir un lenguaje mínimo común y un sistema de significados especializados en el contexto del tema. De lo contrario, la discusión será improductiva porque descubrirán ideas fuera de lugar, y la corrupción del contexto de discusión entorpecerá el flujo del debate. Es el estado de cosas de una discusión, muchas veces el resultado de hablar entre sí con un mismo lenguaje especializado para ganar profundidad en ese marco de incertidumbre. Además, las personas en las discusiones comparten fundamentos, precisiones semánticas de términos y normas de procesos subyacentes en el proceso de elaboración del razonamiento. Se puede estar en desacuerdo con la evidencia, aceptar conclusiones e insistir en observar datos empíricos y no poder llegar a acuerdos por la falta de formación lógica del interlocutor. La cortesía de reconocerse incompetente, con falta de información al respecto y asumir la civilidad de marcar inteligentemente nuestras limitaciones de experiencia intelectual, esto se considera, un valor epistémico poderoso para enriquecer las discusiones, es probable que la argumentación constructiva se logre más que por un recurso discursivo lógico, por una actitud argumentativa humilde frente a la complejidad de lo desconocido.


Los valores como la modestia, el respeto a escuchar y hablar, la voluntad de profundizar y la importancia de dar libertad para explorar nuevas vías de argumentos: son por mucho, valores comunes de los grupos de discusión competitivos para progresar en la búsqueda de nuevas ideas. Pero en la medida en que este marco de valores de cortesía se deteriora, todas las situaciones se tornan en dirección a la violencia o coerción, basadas en poderes distintos a los de la razón.


Hay dos riesgos principales cuando aceptamos argumentar en una discusión. En primer lugar, el riesgo que demostremos que estamos equivocados, y por lo tanto, perder nuestra comodidad y demandarnos más esfuerzo para fortificar nuestras afirmaciones. El otro riesgo, es asumir necedad y descortesía, todo con la falsa ilusión de que nuestra reputación esté en riesgo ante los ojos de otros que nos importan. Tendremos que modificar nuestro sistema de creencias o valores para tener en cuenta el cambio ético de nuestra persona frente al peso de nuestras afirmaciones. Tener que modificar nuestro sistema de creencias, es sin duda el desafío más importante como riesgo de participar en una discusión. No es un asunto trivial, de hecho es una evidencia de madurez y flexibilidad mental de nuestro intelecto alcanzado. 


Cuando está a la mano tomar decisiones sin justificaciones sólidas, alguien preferiría este camino que tomar riegos de tener que rectificar su toma de decisiones, por pereza o por autoritarismo; al final sociedades así buscan más un profeta que una comunidad que democratiza el conocimiento en favor de sí misma. Si una persona supiera con seguridad absoluta (cero incertidumbre) sobre las consecuencias de tomar una decisión, podría no haber ningún incentivo para discutir al respecto. Ella asumiría simplemente mantener su posición y esperar que los otros se comporten o que la realidad esté determinada en lo absoluto en su comportamiento. Esta es la razón por la que creemos que los estudiantes deben discutir todo el tiempo sus afirmaciones hasta consolidar científicamente la evolución de sus justificaciones. ¿Por qué participar en la argumentación y correr riesgos de renovar nuestras afirmaciones? Porque, la mayoría de las veces, deseamos revalorizarnos frente a nuestra ignorancia o adversarios de las ideas. El adversario no solo es una persona con el objetivo de ser persuadida, es también el otro que nos reclama ser mejores seres humanos. Una persona que valora a su adversario, es una que sabe que de él depende en su interacción racional renovar cada día su capacidad de pensamiento y juicio. Valorarnos a nosotros mismos, es esperar que la conciencia de nuestras derrotas en discusiones, sin duda nos harán de mejores conocimientos y una mente más flexible que se adaptará al ritmo de renovación del saber moderno.


La persuasión como mecanismo ético, asume que los seres humanos somos criaturas intrínsecamente sociales. Dependemos para nuestra salud mental, de la interacción con otras personas y sus ideas, es por ello, que el confinamiento solitario es considerado un castigo para los criminales en las prisiones. Cada vez que interactuamos con las ideas de otros, existe la oportunidad influir en ellas y la posibilidad de que nos influyan. Por lo tanto, no puede ser el caso de que todas las formas de influencia sean éticas, para serlo en estas discusiones, los persuasores deben asumir valores epistémicos y emocionales que proporcionen vínculos dignos de cooperación. De hecho, las personas en lo común, tienen fuertes tendencias a no dejarse persuadir, a menudo se niegan a participar por el temor a ser manipulados. Nadie puede persuadir a nadie que no tenga la voluntad de cuestionar sus ideas. Sin embargo, hay otra preocupación que debe tomarse en cuenta, ¿qué hacer si nuestras creencias son susceptibles de no tener nada que las respalde en su objetividad? Significa que cualquier creencia o valor ético es un acto de fe, y se está más vulnerable a la manipulación que en las discusiones francas de la argumentación. No discutir las ideas, es crear una sociedad de generaciones de relativistas amorales, de materialistas de proyectos del tiempo inmediato, de indiferentes al dolor y del sufriendo de la naturaleza y de sus semejantes, y propensos sobre todo a actuar con violencia para conseguir sus fines.


Así como es imposible que un persuasor implante una creencia a otra persona en contra de su voluntad, es igualmente difícil argumentarle a una persona sobre lo que la tiene a menudo en desventaja social sobre su condición de progreso. Nadie ha argumentado que la libertad individual es algo malo; ni nadie ha argumentado que proteger y educar la cultura intelectual de los hablantes plantea un contexto de una educación perversa que corrompe la civilidad. En lugar de conducirnos al relativismo, es más probable que la argumentación produzca una decisión adaptada al contexto particular que una basada en la rigidez ideológica de los dogmas. 


Incluso si las creencias básicas a veces son cuestionadas por un argumento opuesto, eso no necesariamente es algo malo, si motiva a la persona a defender creencias mediante cálculos de argumentos para ello. De hecho, son las creencias que aceptamos sin pensar las que tarde o temprano nos hacen propensos a la manipulación y el hacer del cada día una derrota que no aporta ninguna sabiduría a nuestra vida. Un fuerte desafío a nuestros valores epistémicos y creencias dentro de la educación en las aulas, fortalece nuestra adhesión al humanismo científico que nos conduce a una postura de justicia social.  Un profesor que hace un silencio forzado en sus estudiantes, extingue el valor de la argumentación, hace ver al conocimiento como ideas que no envejecen, y a la razón de justificar, explicar, calcular, demostrar…, lo destierra y en su lugar, solo adoctrina a la juventud. 


En lugar de que un estudiante construya su identidad intelectual, en casos de aulas con silencio forzado, irradian creencias por fe, y venden la imagen carismática del profesor más que el carácter intelectual de su tenacidad por alcanzar un mejor razonamiento. Cuanto esto ocurre, la argumentación está desterrada; problema grave, tanto para el individuo al que se atrofia su habilidad cognitiva, como para la sociedad en la que participa en su progreso ético. De hecho, el conocimiento de un contra-argumento podría desafiar a una persona que comete errores éticos, siendo uno de los incentivos más fuertes en el cambio de comportamiento en primer lugar. Hay una cierta cualidad autorregulante en la práctica de la argumentación que provoca la rectificación humana en sus ideas u acciones. La argumentación es una manera de evolucionar en nuestra persona, una cuyo rasgo más marcado, es una reconfiguración cerebral de nuestras creencias con las que habitamos y actuamos en este mundo. 


Deliberar, es una interacción en las que las personas se unen para tratar conjuntamente de resolver un problema. Durante este proceso de deliberación la razón descubre en la controversia provocada por la incertidumbre, mejores posibilidades éticas de éxito. Los lazos personales entre los participantes en la deliberación de conclusiones, harán a la literatura disponible el mejor juez para resolver la controversia. Básicamente documentar las justificaciones, mantiene la relación personal a salvo de la violencia. En casos extremos, el desacuerdo puede requerir de importar expertos o montar experimentos en relación a derrumbar la parálisis de deliberación[7].


En la deliberación, el aula típica se transforma en seminarios de discusión de pensamiento. A menudo, las declaraciones de los participantes, tienen la oportunidad de mostrar sus cartas de justificación, ello, reconstruye las piezas de un nuevo conocimiento, incomoda y lanza a los participantes a investigar más profundamente los hechos observados. El profesor llevará la responsabilidad de reconstruir y analizar todo lo vertido en las discusiones, así como producir una síntesis deliberativa de las ideas logradas. Así, deliberar, es pasar de los alegatos a ofrecer razones que sinteticen una apostura y abandonen las posturas dogmáticas. Se ofrece apoyo a las personas para que puedan unirse a la discusión, para ello el profesor recurre a crear literatura como plataforma de inicio de toda esgrima de ideas. El objetivo de la deliberación, es construir para los participantes, una forma específica de registrar los progresos colectivos en el conocimiento que se discute. 


Pero, a diferencia de la deliberación con respecto al debate, este último es explícitamente revelar contra-argumentos y defender posturas en las escuelas del pensamiento. El deliberar busca crear un acuerdo de síntesis de las posturas argumentativas. El propósito de ambos, deliberar y debatir, es la toma de decisiones genuinamente prudente y fortalecidas en la razón más sólida disponible. 


2.1 Cómo se observan los argumentos 


¿Cómo sabríamos en una discusión lo que hemos visto? Es una pregunta muy difícil porque en realidad no “vemos a los argumentos”. Estos están dentro de una narrativa, incrustados en el discurso, en la conversación, en los escritos…, son estas interacciones  las que tienen el efecto de influir en las ideas de las personas y justificar las afirmaciones que hacen sobre su creencia o acción. De hecho, son lo que las personas producen durante estas interacciones: las ideas. Son un conjunto de declaraciones en relación lógica con teorías, hechos, evidencias, cálculos, demostraciones…, divididos y combinados e incluso, hechos explícitos en lugar de asumirse como una referencia a su documentación. 


Durante mucho tiempo, el modelo de los argumentos aceptados fue el silogismo categórico, una serie de declaraciones sobre las categorías y sus relaciones entre sí. Supongamos que está en medio de una conversación con un amigo que se ha apasionado en la política. En un momento tu amigo dice:


Todos los políticos deben ser encarcelados.


La conversación continúa, y cuando es tu turno, preguntas:


¿Por qué dices que deben ser encarcelados?


A lo que responde:


Bueno, todos son corruptos, y ahí es a donde pertenecen los corruptos.


A partir de este fragmento de conversación podemos reconstruir el siguiente argumento:

Todos los políticos son corruptos.

Todas las personas corruptas deberían ser encarceladas.

Por lo tanto, todos los políticos deber ser encarcelados.


Así que no solo tenemos un argumento, sino que también es válido. Observe que no podemos decir que el argumento es verdadero. No sabemos que estos políticos son realmente todas personas corruptas, independientemente de las circunstancias, deban ser encarceladas, y eso también es muy improbable. Pero lo que podemos decir es que si todos los políticos son corruptos, y todos los corruptos deben ser encarcelados, entonces todos los políticos deberían estar en la cárcel. ¿Podemos estar completamente seguros de eso? no, porque no hay manera de que las premisas puedan ser correctas y sin embargo la declaración es falsa. Tal argumento sería autocontradictorio.


En este argumento las declaraciones usaron el término Todos. La lógica formal también puede acomodar los términos a ninguno y alguno. Nuestras declaraciones podrían ser sobre Todos, Algunos y Ninguno. El modelo de lógica formal no es muy sensible al contexto del argumento, este solo considera la sintaxis como una vía para su validez. Supongamos que en un texto lee la declaración: “hay un 1% de riesgo de error”. Esta declaración tendrá una fuerza diferente si el contexto es la informática, donde al integridad de los datos está por debajo de este porcentaje, pero, si se trata de medicina el contexto, es razonable el riesgo de presentar efectos adversos al ingerir medicamento. La misma fuerza del modelo formal, pero con un fondo contextual que gobierna el criterio de verdad del argumento. El contexto también debilita o fortalece al argumento, al despojarlo de contexto, sus proposiciones no es posible atribuirles verdad o falsedad.


Es importante darse cuenta que el modelo formal de la lógica formal no tiene ninguna intensión en si sus declaraciones son verdaderas a la luz de la teoría o sistema de conceptos, se centra únicamente en la forma de la relación lógica entre sus sentencias. La fortaleza del modelo formal, es que permite decir en una demostración pura matemática que si sus premisas son verdaderas, con certeza su conclusión lo serán. Pero en los modelos de argumentos modales, los temas que se discuten no implican certeza, sino que se ocupan de los grados de verosimilitud y de probabilidad en medio de un contexto irreducible en su incertidumbre. El argumento modal es desde su contexto probable, significante o fuerte/débil. Estos matices representan la interacción entre premisas y su contexto, y la inferencia entre la conclusión y sus premisas.


El punto clave de la responsabilidad de los participantes en una discusión es en última instancia, que el argumento exitoso, debe ser aceptado en su mayor fuerza, dado que es apoyado en evidencias, hechos y experimentos controlados. Pero, podemos debilitarlo si encontramos contradicciones entre las evidencias que sostienen las declaraciones de las premisas, en las que está apoyada la inferencia de conclusión. El desafiar los enclaves entre premisas, usted está afirmando que existe en su cadena de razonamiento inconsistencias lógicas. 


En el caso del razonamiento formal, como hemos visto, el vínculo entre pruebas y afirmaciones es automático. En otras palabras, las premisas implican su criterio de verdad y la inferencia de las demostraciones es absoluta. Esto no significa que las demostraciones sean verdaderas, sino más bien que en ellas hay una verdad confirmada por la forma de la síntesis que revela la no contradicción. La razón es así, discusión limitada a confirmar lo que ya está implícito en las declaraciones de evidencia (las premisas); no nos dice nada nuevo. Pero cuando nos involucramos en el razonamiento con los otros, por lo general queremos ir más allá de lo que ya sabemos y establecemos algo nuevo en la discusión. Por esta razón, nuestras inferencias no están garantizadas. Al modificar el contexto con cierto grado de complejidad, la probabilidad de las proposiciones anteriores a estos cambios también distorsionan su certeza, su fuerza, su pertinencia. 


A diferencia del razonamiento formal, el razonamiento modal no implica ni garantiza la refutación. Más bien, es como una autorización de verdad en función de dos vías, los locales (premisas) en relación a su verdad respecto al contexto conceptual y el teórico que les da sentido, y la vía de inferencia entre la conclusión y la exigencia de verdad de sus premisas. El orden parece sugerir, que primero evaluemos lo que hay de verdad en las premisas respecto al contexto, segundo, la relación modal entre las premisas (cláusulas) y finalmente la conclusión respecto a las inferencias hipotéticas deductivas o inductivas con sus locales en términos de probabilidad de ser plausible. En el argumento modal, la evidencia y la afirmación son explícitas en las premisas, pero, el vínculo con el criterio de verdad es algo implícito al contexto teórico desde donde se discuten las ideas. El marco teórico es el orden de criterios sobre lo verdadero que contribuye a que las proposiciones contribuyan a avanzar en el argumento[8]. 



Argumentos complejos


Supongamos que al leer un periódico, nos concentramos con la declaración: “La adopción inmediata de un impuesto sobre el carbono es la única manera de frenar los efectos del cambio climático antes de que sea demasiado tarde”. Debe señalarse inmediatamente que, para sostener esta declaración habría que establecer varias declaraciones subsidiarias. Por ejemplo, la afirmación supone que el cambio climático se está produciendo y que es un problema importante. La afirmación también supone que se trata de algo urgente que requiere una acción inmediata. Se supone que ningún otro enfoque para el problema podrá funcionar. Y asume que un impuesto al carbono es factible. Según sea necesario en el camino hacia el establecimiento de la justificación principal, se apuntalarán nuevas proposiciones. 


Podemos ver lo que hace que este argumento sea complejo. No es la dificultad del objeto, sino el hecho de que el establecimiento de la reivindicación principal requiere la creación de un gran número de justificaciones por varias vías. La principal afirmación es la que se espera sea aceptada por una audiencia. El gran número de declaraciones que deben establecerse a lo largo del camino de justificaciones derivadas de la proposición principal, es una ramificación que se diverge. Cada justificación subsidiaria puede considerarse como tesis en apoyo a la idea principal. Pero puede funcionar como prueba solo si se apoya a sí misma como afirmación. Grandes ensayos se construyen de esta manera, generando un argumento complejo elaborado en tesis subsidiarias.


A partir de estas consideraciones podemos decir en abstracto que el que argumenta siempre debe tratar de presentar su argumento (aportación) en forma de múltiples justificaciones subordinadas. La discusión del argumento principal, es tratar de refutar su tesis por sus diferentes vías de justificación, porque eso probará en complejidad de escrutinio de las ideas a quien trate de refutarlo. Pero en la práctica esto está determinado por el contexto y el desarrollo del tema del argumento. La estructura subordinada de argumentos es muy útil para el ponente a pesar de sus dificultades en la abstracto. 


Lo que hace complejo un argumento no es solo que las demostraciones de la discusión principal, esas subordinadas, contengan estructuras de razonamiento difíciles de delimitar. También es el hecho de que el mismo argumento principal puede tener estructuras con conexiones que impliquen diferentes contextos. 


Podemos distinguir entre argumentos simples y complejos, los simples, no se caracterizan por su objeto, sino por el hecho de que presentan una única discusión y proporcionan un único nivel de argumentación justificada. Para estos argumentos seguimos en su apoyo un orden de legitimación, una cadena de razonamiento. En cambio, el argumento complejo se caracteriza por el hecho de que habrá una o más discusiones subordinadas, cada una de las cuales también funcionan como prueba en la discusión principal; este argumento suele involucrar no solo niveles de discusión, sino además, involucra más de un contexto. 


Aunque la argumentación es más central sobre las declaraciones de tesis, la evidencia es el básico que los defensores de los argumentos utilizan para respaldar sus afirmaciones.  Para que el argumento tenga éxito, todas las partes que discuten o debaten, deben aceptar la veracidad de las pruebas. Pueden estar en desacuerdo acerca de por qué importan o lo que significan; pueden cuestionar si realmente son pertinentes y relevantes para apoyar una declaración o no; es por eso que, cuando las partes no aceptan la verdad de las premisas, para ello deben aportar pruebas adicionales, respaldadas y justificar su relevancia. El objetivo de la evidencia después de todo, es aumentar la aceptabilidad de las tesis. 


Hay muchas maneras de categorizar a la evidencia. Para nosotros los tres tipos principales de evidencia son: datos objetivos, consenso de las comunidades de conocimiento y credibilidad de las fuentes. 


Los datos objetivos son declaraciones que pueden verificarse de forma independiente y que están ampliamente en acuerdo. Quiere decir que cualquier persona honrada y seria, utilizando procedimientos o mediciones establecidas, podrá investigar y llegar a conclusiones similares. Esto no significa que todos estén sujetos a la misma conclusión de interpretación de los datos, pero el desacuerdo es sobre el significado de los datos y no sobre su verosimilitud. Una forma clásica de datos objetivos son las estadísticas. Se trata de declaraciones cuantitativas de un número de enumeraciones o mediciones que toman varias formas de interpretación del espacio de información, datos sin procesar, porcentajes, proporciones, números de índice, mediciones de tendencia central, rangos de cambios, declaraciones de probabilidad. 


Para estar seguros, es importante usar el tipo correcto de medida estadística para fines del argumento, y es importante asegurarse de que los cálculos fueron correctos. Pero la pregunta clave es si la exactitud de la declaración estadística será aceptada por todos como base objetiva de un argumento particular.


Otro tipo de datos objetivos consiste en objetos (piezas de evidencia material) y documentos tangibles, las cosas reales que se convierten en una controversia. Los objetos tangibles pueden desempeñar un papel muy importante en los juicios legales, ilustrar la fuerza de una teoría, derrumbar una explicación, apuntalar una hipótesis, producir nuevas preguntas cruciales para el progreso científico o técnico. Por su puesto la pertinencia o relevancia de las pruebas materiales o documentales no dejan de estar en controversia en su reconocimiento común entre las tesis que las involucran.


La observación directa es otro tipo de datos objetivos, son los más empíricos de todos, un investigador observa algo y lo informa. Sin embargo, estas observaciones directas deberán ser independientemente ratificadas por otros en su verosimilitud. Aunque decimos que los datos objetivos son declaraciones que podrían verificarse de forma independiente, también es cierto que son declaraciones que ordenan en extremo los hechos en forma de un consenso social de las comunidades de conocimiento.


Es decir, el consenso implica que las declaraciones pueden verificarse de forma independiente y alcanzar un consenso sobre su verdad no generalizado, sino unánime. Son creencias que están tan extendidas que son tomadas como hechos por la mayoría de las personas y evaluadas en su consecuencia. Al no requerirse más pruebas, estas declaraciones son llamadas, proposiciones normativas de una disciplina. Funcionan como un discurso estandarizado por argumentadores que desean hacer frente a una carga de pruebas.


Un juicio de valor compartido, también puede funcionar como evidencia. Del mismo modo, en la era moderna, este tipo de sentencias tienen un valor aceptado para establecer la fuerza de las ideas basada en el consenso que dispone entre los líderes del conocimiento. Una vez que se ha proporcionado un juicio compartido, puede servir como prueba a otras declaraciones sin el requisito de pruebas adicionales.


Otro tipo de evidencia es el testimonio. Es la declaración de fuentes calificadas que pueden saber directamente y que su credibilidad como observador lo califica como confiable. La credibilidad a menudo es una función de la experiencia en la figura del testigo de los hechos. El interés del propio observador es un factor que afecta la declaración de los testimonios. Y las críticas que se pueden hacer a la evidencia:


1. Accesibilidad. ¿La evidencia está abierta y disponible para su inspección por otros? Si la evidencia se mantiene en secreto, es imposible utilizarla en contexto, las evidencias que no se pueden comprobar deben ser sospechosas en su objetividad.


2. Credibilidad. ¿Es confiable la evidencia? ¿La incertidumbre es aceptable, el sesgo del margen de error hace confiable su aceptabilidad?


3. Consistencia interna. ¿Se contradicen las pruebas? La calidad de la evidencia se debilita cuando su pertenencia se socava respecto a la estructura de la afirmación que intenta justificar. 


4. Consistencia externa. ¿Se contradicen las pruebas disponibles por fuentes independientes? Cuando el comportamiento de los datos se cruzan y estadísticamente son insignificantes.  


5. Recencia. La evidencia ha sido reemplazada por pruebas más precisas.


6. Relevancia. Se debilita o fortalece la evidencia en el sentido de su nivel de importancia sobre la conclusión. Su valor proviene de su capacidad para ayudar a predecir una declaración. Si las evidencias no expresan directamente la cuestión, no son concluyentes para respaldar una conclusión.


7. Adecuación. La evidencia disponible es satisfactoria o no para respaldar la declaración que se presenta. 


8. Precisión. ¿Dice la evidencia lo que se pretende? Todo los datos de apoyo realmente tiene un sesgo aceptable.


9. Contexto. La evidencia desde luego que no existe aislada, esta tiene sentido en su significado por el contexto en el que está incrustada. Si no tenemos cuidado, es probable que al parafrasear la evidencia la saquemos del lugar donde fue respaldada por un marco teórico particular.


10. Adecuación al propósito. Algunos tipos de evidencia son más apropiados que otros para ciertos propósitos. Las pruebas fácticas son más apropiadas a una declaración, como expresión de un juicio enmarcado por un cuerpo teórico y práctico, considerado importante testimonio en la medida de su relevancia para los objetivos de observación.


La relación entre la evidencia y la declaración, junto con la verdad y la calidad de la evidencia son las consideraciones principales que afectan a la fuerza del argumento. La pregunta es, qué permite que las evidencias cuenten como pruebas para la afirmación en particular de una conclusión. Se trata del concepto de validación, que designa un criterio para la calidad del argumento que es independiente del contenido de las evidencias o de la discusión. No pregunta si las evidencias son verdaderas, sino más bien, si las evidencias son verdaderas para lo que se discute. Antes que podamos entender este concepto, necesitamos revisar brevemente sus raíces en la lógica deductiva formal.


Contrariamente a la creencia común, la diferencia entre la deducción y la inducción no es que una haga una inferencia de lo general a lo particular y lo otro en sentido contrario. De hecho, cualquiera de las dos puede inferir en cualquier dirección. Más bien, la diferencia es que en la lógica deductiva formal, la afirmación exige garantías para la evidencia. Otra forma de decir esto, es que las evidencias deben ser verdaderas para que la afirmación sea verdadera. Lo que determina la validez, entonces, es enteramente una cuestión de forma y la validez se entiende, como corrección de la forma.


La deducción formal tiene la característica de implicación (es la garantía de la declaración). La afirmación debe ser absolutamente cierta si la evidencia es verdadera. La mayoría de los lógicos considera que la argumentación lógica deductiva formal debería ser el estándar de todo intento de investigación científica. Esto por reconocer en este tipo de argumento válido, que la consecuencia y la implicación son características de robustez del mismo. Usamos el razonamiento como herramienta para pasar de lo conocido a lo desconocido mientras justificamos cada uno de nuestros movimientos. La determinación de que las evidencias añaden fuerza a la afirmación no se proporciona por la fórmula o norma lingüística, sino por el ejercicio de juicio humano. Se sabe que el juicio es falible, sin embargo, para que sea razonable, se suman confirmaciones razonables de otros observadores. 


2.2 El esquema del argumento


Así como hay varios tipos de evidencia, también es cierto que hay varios tipos de inferencias y justificaciones. Inferencia y garantía podemos usarlas indistintamente, ya que una inferencia de tipo X será autorizada por una afirmación de tipo X. Para cualquier tipo determinado de inferencia, habrá patrones dentro de este tipo,  preguntas críticas qué hacer para decir si la inferencia es razonable en cada caso, y habrá situaciones en las que uno debe ser extremadamente cauteloso acerca de hacer la inferencia. Lo que cuenta como válido variará con el patrón de inferencia. Estos diferentes patrones de inferencia se denominan esquemas de argumentos. ¿Cuántos tipos de patrones de este tipo hay? Nosotros consideramos seis patrones de razonamiento, algunos de los cuales tienen patrones subsidiarios: Argumento de ejemplo, argumento de analogía, argumento de singo, argumento de causa, argumento de autoridad y argumento de forma. El término argumento sugiere que las categorías se construyen a partir del patrón de inferencia y orden identificados en cada una de las seis categorías. 


Argumento de ejemplo


Los argumentos basados en ejemplos relacionan oraciones con el todo. La autorización específica (nos referimos a un orden subyacente), es que el todo es básicamente como una de sus partes o, la parte es básicamente como la totalidad, dependiendo de la dirección en la que estemos procediendo. Existen dos tipos de autorización basada en ejemplos: generalización e ilustración. La generalización se utiliza cuando las evidencias se relacionan con una parte y la declaración de conclusión se refiere a un todo. La orden afirma que lo que es cierto para una parte, también lo es para el todo. La ilustración es justo lo contrario. Comienza con pruebas que se relacionan con el todo, y la justificación se refiere a una parte. La generalización procede de un específico a un general; por otro lado, la ilustración, de lo general a lo específico. A veces se considera a la generalización como inducción y a la ilustración como deducción. 


Un punto importante a considerar, si la generalización se basa en una numeración completa, el argumento será deductivo. Pero cuando la gama de casos potenciales es grande, hace imposible numerar todos. Cuando la numeración es incompleta y la orden dice “lo que es cierto de la parte será cierto para el todo”, estamos confirmando en la orden que los ejemplos son representativos del conjunto. En otras palabras, estamos diciendo que los ejemplos son manifestaciones típicas del todo. No son casos inusuales o excepcionales. No podemos saberlo con seguridad: solo podemos afirmarlo con cierto grado de probabilidad.


Existen dos patrones principales de generalización inductiva: generalizaciones estadísticas y anecdóticas. Las generalizaciones estadísticas son el resultado de extraer al azar de una población más grande, determinar que lo que es cierto de esa muestra, también es cierto de esa población más grande. Este es el enfoque para el argumento utilizado por encuestas. Las generalizaciones anecdóticas son por supuesto menos rigurosas. Se producen cuando un argumento cita varios casos específicos de categorías, deduce que son representativos de la categoría en su conjunto (aunque esto solo puede saberse con menos precisión que en el caso de la generación estadística), y luego afirma un alegato sobre toda la categoría de la que se tomaron los ejemplos. 


Si el número de ejemplos es muy pequeño (especialmente si está considerando una generalización estadística), es posible que no pueda inferir nada sobre la categoría en su conjunto. La razón es que con certeza puede haber dejado fuera características significativas de la población en su conjunto. Es prudente preguntarnos si los ejemplos que citamos representan todas las dimensiones de la categoría; sin son precisos o ambiguos y, verificar no caer en la falacia de la composición, que resulta de asumir que  lo que es cierto de la parte es automáticamente cierto para el todo, cuando en realidad la parte y el todo son dos niveles diferentes de análisis. Y la falacia de la división es justo lo contrario, supone que lo que es cierto para el todo será en automático para una de sus partes. Así que al seleccionar ejemplos, usted hace evidente que descubrió un patrón que admite una inferencia deductiva o inductiva sobre el conjunto de esa categoría. 


Argumento de analogía


Un segundo patrón de inferencias y órdenes es la analogía. Si las órdenes basadas en ejemplos se fundamentan en la relación entre partes y enteros, las órdenes analógicas se basan en similitudes. La orden analógica modelo es sobre cosas que son equiparables en muchos de los aspectos probablemente iguales con respecto a sus atributos. Hay dos tipos de órdenes basadas en analogía: la analogía literal y la analogía figurativa. La diferencia entre ellas son los elementos que se comparan. Una analogía literal, es una comparación del mismo tipo básico. La evidencia, son puntos similares en muchos aspectos esenciales y la inferencia es que probablemente sean similares en el aspecto que se está debatiendo. Las analogías literales se utilizan para establecer casos paralelos, como en modelos de referencia. La comparación es entre los casos con los que estamos más familiarizados y los casos con los que estamos menos familiarizados. La diferencia es que el caso menos familiar, siendo básicamente como los casos más familiares, es probablemente también que ellos se basen en el mismo aspecto específico que estamos considerando. Un uso específico de las analogías literales es establecer precedentes para la situación en cuestión. Este uso es común en la argumentación médica y legal. Al establecer jurisprudencia, o en otras palabras analogía literal, se puede aplicar a casos similares en juicios a determinadas circunstancias análogas.


La analogía figurativa, aquí, los elementos que se comparan ya sean objetos, personas, eventos, cosas o ideas no son del mismo tipo básico. De hecho, por lo general son tipos  básicos muy diferentes. Lo que se está comparando no son los elementos en sí, sino las relaciones entre ellos, sus funciones de integración o interacción; en este tipo de analogía por figuración el argumentador tratará de convencer a la audiencia con la relación más familiar, demostrando que es esencialmente similar a la que la audiencia está familiarizada. Hacernos más conscientes sobre lo desconocido a partir de algo conocido, en consecuencia, la analogía figurativa se utiliza para demostrar que los conceptos abstractos son esencialmente como otros conceptos que ya aceptamos. Si obtenemos una gama estrecha de características, u omitimos algunas que obviamos son pertinentes, es más probable que nos desviemos un poco al concluir algo como análogo por figurativo, pero ganemos reducir complejidad en la comprensión de nuestra audiencia respecto a lo que se está discutiendo o debatiendo. Cuando son débiles los elementos que se comparan como similares, estas diferencias significativas debilitarán el argumento o simplemente su rigor será nulo.


 Argumentos de signos


El argumento que se basa en inferencias (u órdenes) sobre signos. A veces esto se conoce como argumento de síntoma o argumento sintomático, pero todos estos términos se refieren a la misma cosa. El patrón básico de esta inferencia es la presencia del signo que nos permite inferir la presencia de la cosa significada. La relación clave es la coexistencia de dos, si dos cosas o eventos que ocurren habitualmente juntos, y notamos que uno es causal de otro, es una inferencia razonable en el que el otro también está presente, no una inferencia garantizada, sino una razonable correlación. Es importante ser claros desde el principio que este tipo de orden no establece ninguna influencia de una cosa sobre otra, sino simplemente muestra una implicación de coexistencia. Tal vez la correlación es más un argumento de que dos cosas son y coexisten sin explicar su conexión más profunda. Las pruebas IQ, o todo tipo de estandarizaciones son de este tipo de argumento de signo, en el cual no explica el porqué de su especulación profunda, calcula con precisión la predicción de coexistencia, pero no dice porqué es así, un ejemplo es la teoría cuántica. Las regularidades son un caso de argumento de signo, basados en órdenes en signos podemos inferir la existencia de lo desconocido a partir de la presencia de lo conocido. Un signo sería una orden deductiva porque la presencia del singo garantiza la presencia de lo que el signo defiende.


Argumento de causa


Este es uno de los argumentos más utilizados, pero, de los más complejos de inferencia de un factor que incide en otro: la causa. Es complejo porque la influencia por lo general es inobservable y solo deducible cuando se realizan experimentos controlados. El primer método de este tipo fue llamado método de diferencia por John Stuart Mill. Toma dos cosas que son diferentes, hipotetiza lo que causa la diferencia, a continuación, mantenga sistemáticamente las dos cosas constantes con respecto a cualquier otro factor. Si el único factor en el que son diferentes es el de la hipótesis, entonces, la causa de esa diferencia debe ser el factor que se hipotetizó. Por la sencilla razón de que las cosas son iguales en cada uno de los otros aspectos. El otro enfoque de Mill es, tome dos cosas que sean similares entre sí. Hipotetizar lo que hace que sean similares. A continuación, aísle todos los factores que pueda, aparte del que hipotetizó, asegurarse de que dos cosas son diferentes con respecto a cada uno de esos otros factores. Luego dado que los elementos son similares al final, la causa de la similitud debe ser el único factor que se mantuvo constante, porque ninguno de los otros factores, al ser diferente, podría haber producido similitud.


Nunca es posible asegurar que hemos asilado todos los demás factores. En un mundo complejo, hay un número teóricamente infinito de factores que componen cualquier cosa, por lo que siempre puede haber causas alternativas, aparte de las que estamos hipotetizando, que no aislamos no mantuvimos constantes porque no éramos conscientes de ellas. En la vida, entonces, debemos estar preparados para establecer garantías causales apoyadas en argumentos que las justifiquen. Tales argumentos explicarían cómo es posible que nuestro supuesto factor pudiera ser la causa y por qué es más probable que persistan otras causas posibles (motivos o medios). Estos argumentos justificativos de la orden de causalidad a menudo no se hacen explícitamente, pero el defensor debe estar dispuesto a ofrecerlos si se impugna la orden de causalidad.


Son dos tipos de inferencias causales, las de explicación y las de predicción. La primera, da cuenta de los efectos dados haciendo inferencias sobre sus causas, mientras la segunda intenta predecir los efectos del conocimiento de las causas dadas. Son un tipo de explicación a la retrospectiva que busca responder ¿Por qué sucedió X? Estos argumentos tienen lugar después de que X ha ocurrido e intentan identificar una o más causas para X. Cuando los efectos son conocidos y la tarea es dar cuenta de las causas para asignar responsabilidad. Dado un conjunto de condiciones, el objetivo es identificar el relato más simple, plausible, más probable o más coherente para ellas. Claramente esta tesis retrospectiva es una inferencia inductiva.


Un caso especial es la explicación de las paradojas. Las paradojas son situaciones que están en propósitos cruzados con lo que aparentemente deberían ser. Por ejemplo, en los años 80’ los libros estaban muy restringidos para ampliar la base de lectores en la comunidad. En 2020 la Web hace posible acceder a cientos de miles de libros electrónicos y la baja alfabetización intelectual no permite que la conectividad Web se traduzca en mayor número de lectores. La idea es que el intercambio de argumentos trata de explicar esta aparente paradoja.


Un subtipo de explicación causal es la generalización causal. Estas declaraciones a veces se denominan “leyes de cobertura”. Son declaraciones generales sobre qué causa qué, que se pueden utilizar para hacer declaraciones causales en un caso particular. Las explicaciones o predicciones causales, deben comprobarse mediante las siguientes pruebas:


1. ¿Se ha confundido una relación de signo con una relación causal? A veces una correlación se puede afirmar erróneamente con una causa. Identificar una relación causal proporciona una explicación eficaz entre causas probables y la de signo conduce a identificar con los datos un comportamiento diagnóstico sin explicar sus orígenes.


2. ¿Hay una falacia después de esto? Si bien es cierto que una causa debe preceder a su efecto, el hecho de que algo venga después de otra cosa no significa necesariamente que lo que vino después es un efecto de lo que vino antes. En ausencia de una buena razón para creer en la relación causal, es probable que sigamos en una falacia.


3. ¿Hay una causa común? A veces una cosa puede aparentar que es la causa de otra, cuando en realidad ambas son efectos de un tercer factor que es causa de ambos. 


4. ¿Hay una causa alternativa posible? A veces lo que parece ser la causa realmente no lo es.


5. ¿Hay múltiples causas o efectos significativos? Estas preguntas entran en juego especialmente cuando se utilizan inferencias basadas en causas para justiciar posiciones políticas. El mundo es complejo; las causas tienen rara vez un solo factor. Puede no haber una gran contribución a menos que logremos interconectar las causas en circuitos de explicación y aislemos un eslabón de proceso de efecto. Dado que los argumentos causales se utilizan con tanta frecuencia, es importante que puedan satisfacer estas pruebas. 


Argumento de testimonio


El testimonio es una forma de evidencia. Pero también hay un patrón de inferencia en el que el razonamiento desde el testimonio hasta una afirmación puede constatar que la razón para su afirmación es consistente entre observadores. X afirma una declaración; X es una autoridad fiable en relación con dicha alegación y Y es otro testigo que con independencia corrobora la información; por tanto, la declaración es probable que sea cierta. Nuestra disposición a actuar sobre la base del testimonio refleja el hecho de que ninguno de nosotros puede reclamar autoridad sobre cada tema que afecta nuestra vida, por lo tanto tenemos que confiar en el juicio de aquellos que pueden ser considerados autorizados para cada caso. La inferencia de testimonio se trata de la credibilidad de las fuentes y su coherencia entre los testimonios.


Hay dos tipos de inferencias de testimonios, los hechos u opiniones. Una declaración de un experto (hechos) y una cita en lugar de testimonio parafraseado (opinión). En la mayoría de los casos, buscamos testimonios de expertos (persona ampliamente calificada sobre un tema superior en creces a una persona promedio). Estamos dispuestos a aceptar el juicio de una persona en base a sus experiencias. A veces usamos testimonio de personas que no son expertas (laicos), cuando están en mejores posiciones para saber lo que está en cuestión (testigos oculares), cuando la audiencia es más probable que se identifique con laicos que con la imagen del experto. 


El testimonio citado representa las palabras exactas utilizadas por la persona que hacemos referencia, mientras el testimonio parafraseado se aproxima a la sustancia de lo que la persona dijo, aunque no en las propias palabras de la persona. El testimonio citado es generalmente preferido, porque es más probable que represente la fuente con precisión. Pero a veces, la cita puede ser demasiado larga, demasiado técnica o demasiado confusa para que la audiencia la siga. En estos casos parafrasear representa un recurso que precisa en el lenguaje de una audiencia la cuestión referida.


Las pruebas de un argumento de testimonio deben someterse a evaluación:


1. ¿La fuente es una autoridad científica, moral, técnica…, sobre el tema en particular? 

2. ¿Hay una base para que las declaraciones del testigo sean tomadas como una fuente informada?

3. ¿La fuente es razonablemente imparcial?

4. ¿Es el testimonio es corroborado y actual?


Si se puede establecer convergencia de múltiples testimonios independientes, la declaración de varias citas es menos probable que sufra debilidad ante ataques en discusiones y debates.


Argumento por forma


El último esquema que discutimos implica la inferencia en la forma que toma el argumento. La idea central fue referida por Kenneth Burke, quien escribió que la forma es una excitación y cumplimiento de la expectativa más probable que un oyente o lector se verá convencido de la conclusión, porque satisfizo la forma en lo que el público esperaba se justificara.


Como vimos anteriormente, en el razonamiento deductivo formal la validez de un argumento depende enteramente de la exactitud de su forma. Los argumentos lo hay en tres tipos básicos acorde su forma: cuasimatemáticos, cuasi-lógicos y narrativos.


Los argumentos cuasimatemáticos se basan en la aplicación de propiedades matemáticas a sujetos no matemáticos. Por ejemplo, si A es mayor que B y B es mayor que C, A es mayor que C. Si esta característica se aplica para determinar cuál es el mejor equipo de natación, si el equipo A derrotó al equipo B, es presumiblemente  mejor que B; de la misma manera si B derrotó a C, es presumiblemente mejor que C. El argumento es válido, y no depende de cómo utilizamos el concepto de “mejor” en una situación específica. Lo mismo ocurre con otras características matemáticas, como la reciprocidad, la equivalencia y la transitividad.


Los argumentos cuasi-lógicos aplican reglas aparentemente lógicas a situaciones no formales. Imagine, por ejemplo, que el científico prueba una hipótesis en el laboratorio. El científico podría razonar que si la hipótesis es verdadera, la prueba produciría resultados de cierto tipo. El científico podría entonces llevar a cabo el experimento y obtener los resultados esperados. ¿Significaría esto que la hipótesis ha sido confirmada? Una vez más, no necesariamente, porque los resultados podrían haberse obtenido por razones distintas a la hipótesis (de hecho el científico puede haber cometido la falacia de afirmar lo consecuente). La razón por la que muchos estudios científicos se consideran válidos es que son cuidadosamente controlados. Es decir, el procedimiento está diseñado para tantas explicaciones alternativas para los resultados como sea posible, dando al científico más confianza en que la explicación hipotética es correcta. La validez de la inferencia depende del diseño experimental donde los controles son adecuados.


Los argumentos narrativos utilizan el diseño narrativo para apoyar una afirmación. Depende de un tipo diferente de forma: la estructura narrativa con personajes, trama, algún tipo de conflicto y un desenlace. La narrativa se utiliza para construir un clímax, para conducir lo “moral” o punto de historia, para encajar ideas aparentemente aisladas en un patrón y para despertar o calmar la aprehensión sobre el avance de oponerse a las ideas o fuerzas. A veces no se utilizan para ningún otro propósito que hacer que las ideas centrales de una narrativa sean más interesantes o para hacer un tema abstracto más concreto. Las narrativas pueden ser personales, relatos en el viaje de una discusión de las ideas, biografías, cuentos y proporcionar material histórico.


Los argumentos de forma se basan en patrones familiares para facilitar la comprensión de la audiencia y aceptar una discusión. Un argumento cuasimatemático y cuasi-lógico permiten a la audiencia razonar desde lo local hasta la conclusión, siempre que se acepten las líneas de razonamiento según correspondan. Este tipo de argumentos producen grandes cuerpos de texto apoyados en partículas discursivas que permiten ir uniendo las ideas. Siempre tienden a hacer pensar al lector sobre lo que vendrá a continuación, por lo que las ideas son administradas dentro de una trama con elementos de suspenso. El cuerpo de argumentos narrativos debe considerar:


1. ¿Es apropiado el uso de la forma particular en el contexto específico?

2. ¿Se ha formulado correctamente y con coherencia el flujo discursivo?

3. ¿Es coherente el argumento resultante? ¿Hay cabos sueltos?

4. ¿El argumento tiene resonancia? La resonancia es la característica de golpear un acorde responsivo en la audiencia, para que los miembros del público puedan identificar personalmente una vivencia de conocimiento y emoción.


2.3 Falacias


Las falacias, son argumentos no válidos. Incluso si declaramos que ofrecen pruebas, y fueran estas verdaderas, esas declaraciones no justifican una inferencia en la discusión. Otra forma de decir esto, es que la relación entre las declaraciones y la conclusión no es correcta. En el razonamiento deductivo, las falacias son errores en forma de argumento. El contenido del argumento es irrelevante para lo falaz; el contenido sustantivo de las proposiciones podrían ser reemplazado por símbolos o letras del alfabeto y los juicios de validez o de falaz serían los mismos. En la argumentación ordinaria, sin embargo, el contenido, el contexto y la forma están entrelazados. Aun así, la falacidad significa algo más específico que “cualquier cosa que esté mal con un argumento”, el significado que a veces recibe en su uso común. Concretamente, se refiere a una deficiencia entre las declaraciones de un argumento, dejando de lado la verdad o la falsedad de esas declaraciones. Son violaciones a la norma del procedimiento por parte de los participantes en una controversia, pero parece preferible mantener los dos usos separados, refiriéndose a este último como error de procedimiento de validación.


Algunas definiciones de falacia como “un argumento que parece válido pero no lo es”. Hasta hace unos cincuenta años, de hecho, esta era la definición más común del término, pero fue en gran medida desacreditada como resultado de la obra del filósofo C.L. Hamblin. Es cierto, muchas falacias tienen un parecido superficial con los argumentos válidos y puede ser necesario ensayar pensar críticamente con el fin de detectar la deficiencia. Pero esa no es la condición definitoria.


De hecho, muchos de los ejemplos comúnmente referidos para enseñar falacias tienen deficiencias que son bastante obvias. Incluso para el observador no entrenando; es por eso que hacen tan buenas ilustraciones para la enseñanza. Además, tal definición no responde a quién “parece válido” el argumento y, además, cómo cualquier persona a la que realmente parece válido lo reconoce como falaz. La forma en la argumentación puede hacer que una persona sea más capaz de identificar falacias, pero una persona capacitada también será menos propensa a pensar que los argumentos falaces “parecen válidos” en primer lugar. Es mejor evitar todas esas confusiones ignorando cualquier pregunta sobre cómo parece un argumento, centrándose en cambio en lo que es una falacia: una deficiencia en la relación entre las proposiciones de un argumento, dejando de lado su verdad o falsedad. 


Lo que hace que una relación sea deficiente es el orden, si se entiende correctamente, no autoriza la inferencia de la evidencia a reclamar en otro sentido. Puede autorizar alguna otra inferencia por completo, o, aún más a menudo, no podemos saber por el argumento qué, si acaso, autoriza o a dónde conducirá. Podría conducir a la afirmación, pero podría dar lugar a una o más afirmaciones alternativas; no hay manera de saberlo.


Las falacias comunes se agrupan en cuatro categorías generales: de órdenes específicas; de claridad, de relevancia y vacuidad. Pero hay que subrayar que, a diferencia del razonamiento deductivo, ninguno de estos patrones es intrínsecamente falaz. Al menos para la mayoría de ellos, uno puede imaginar situaciones en las que son argumentos perfectamente razonables. Pero si las declaraciones defectuosas entre las declaraciones de un argumento no son siempre falacias, quién decide si son o no falacias en un dado caso. Las personas con la experiencia en el estilo del pensamiento objetivo.


2.4 La lógica difusa 


En la lógica dialéctica de Hegel, los argumentos nunca llegan a su fin, y continuarlos a menudo da como resultado consecuencias contrarias a lo que se probó anteriormente: al continuar un argumento que prueba la mortalidad de Sócrates, podemos terminar demostrando su inmortalidad. Cómo ni siquiera la contrariedad puede determinar diferencias radicales, aquellos que razonan de acuerdo con esta lógica (como el propio Hegel) tienen una tendencia a negar tales diferencias, y a pensar en la historia mundial como una narrativa única conectada: tiene una tendencia al monismo. Pero tenga en cuenta que, en la medida en que la palabra "narrativa" sugiere un desarrollo temporal, esta sugerencia debe ser resistida: una cosa sigue a otra en el tiempo todavía debe explicarse lógicamente; la historia misma debe pasar de la crónica a la demostración. El tiempo nos presenta la inmediatez del desarrollo dialéctico; pero esta inmediatez debe ser redimida por mediación conceptual; los parámetros de tiempo son pagarés que deben pagarse proporcionando una cuenta de por qué ciertas cosas no solo siguieron sino que tuvieron que seguir otras ciertas cosas, momento en el cual los parámetros de tiempo se pueden prescindir. El optimismo también se presenta naturalmente en este marco, no tanto porque hay un punto de vista disponible que es externo a la narrativa y argumenta a favor de una resolución positiva de la misma, sino porque cada fase de la narrativa solo puede deletrear su propio (interno) de valores y verlos reflejados en las formas en que esa fase está de hecho resultando. Por otro lado, la lógica dialéctica no se puede formalizar, porque todo el contexto en el que se formula un argumento (que, tendencialmente, es realmente todo el contexto) debe permanecer siempre disponible para los próximos pasos del argumento. Ninguna abstracción del contenido será legítima.


La característica distintiva de la lógica analítica, no es tanto que el significado se obtiene mediante un proceso de descomposición, sino más bien que este proceso es irrevocable, tanto para las palabras como para las oraciones: lo que se obtiene al final de hecho es un fin. Nada más se aprenderá sobre un significado, y ciertamente nada que contravenga lo que este proceso nos ha enseñado. 


Hegel llamó a su forma de razonamiento "lógica" y, aunque muchos lógicos analíticos estarían en desacuerdo con su uso del término y lo juzgarían ilegítimo, no se puede negar que existe una tradición importante que lo respalda. El nombre elegido aquí, aunque no del todo sin reparos, es “difuso”. La importancia de esta lógica se confirma mostrándola en el trabajo en grandes filósofos del pasado: Anselmo, Spinoza, Bergson, Heidegger. La lógica difusa entiende los predicados y puntos de vista opuestos como diferentes formas de ver la misma cosa, diferentes modos de hacerlo en la forma en que todo lo que normalmente se considera independiente es, en Spinoza, un modo de Dios (o sustancia o naturaleza). En él, los sorites (que en lógica analítica explican la anomalía de los predicados vagos) son una herramienta valiosa, ya que revelan que si algo se considerará como, por ejemplo, blanco o negro, depende completamente de cómo se mire.


Una práctica ordinaria cuyas condiciones ideales parecen depender de que los practicantes adopten una lógica, es el compromiso: mientras que en la lógica analítica el compromiso solo puede ser obtenido por cada parte de una negociación que renuncia a algo que desean, y en la lógica dialéctica solo puede obtenerse mediante un paso narrativo que incorpora y trasciende todos los puntos de vista conflictivos, en la lógica difusa los puntos de vista siguen siendo lo que son, y dado que se consideran puntos de vista diferentes de la misma cosa, todos pueden terminar obteniendo exactamente lo que estaban buscando. Ganar-ganar es un resultado natural en ello.


Las lógicas analíticas y dialécticas son disciplinas establecidas, y tal como se establecen son sus nombres. Hay mucho trabajo qué hacer para legitimar su naturaleza común como lógica, así como para explicar sus características contrastantes; pero nos moveremos en áreas que ya han sido mapeadas y donde se ha introducido vocabulario importante. Con nuestra tercera lógica, estamos en un territorio inexplorado, y siento lo que Aristóteles debe haber sentido cuando reconoció virtudes que nadie había reconocido antes, digamos, la que pertenece a los pequeños honores o la que pertenece a la ira. En algunos casos (como el primero mencionado), el filósofo describió a la criatura recién identificada, pero la dejó sin nombre, probablemente porque no la consideraba lo suficientemente visible; en otros le dio un nombre pero no estaba completamente satisfecho con él. En nuestro propio caso, debemos dar un nombre a lo que estamos hablando, ya que considero que es de igual dignidad a lo que la mayoría de las personas, incluida la mayoría de los filósofos, tienen que estar convencido durante siglos fue la lógica, punto, así que creo que, aunque nuestro tema sin nombre podría no ser visible en este momento, debería serlo (y es lamentable que aún no lo sea); pero nos resulta difícil encontrar un nombre con el que estemos completamente satisfechos. En el pasado, lo han llamado lógica gradual, y "difusa” sería otro candidato plausible, para etiquetar algo que no considero una alternativa genuina a la lógica analítica. Aquí vamos a intentar con “difusa”, lo cual tiene sentido, como veremos, pero es un poco exagerado. 


Sería una mala idea tratar de motivar a las personas a reconocer una nueva teoría del discurso significativo basada en la dificultad de resolver una paradoja como los sorites: sonaría como usar un cañón para disparar una mosca. Una estrategia más prometedora es presentar algunos ejemplos positivos de razonamiento que (al igual que sucede con los sorites) no se entienden naturalmente en términos analíticos o dialécticos, mejor aún, si están asociados con grandes filósofos, por lo tanto, sugieren un buen razonamiento. Ese es el curso que voy a adoptar ahora. Nuestro primer ejemplo, es una especie de prólogo en el cielo, tomado de Anselmo de Canterbury y su obra más famosa: el Proslogion.


En cap. 18, Anselmo ya ha demostrado la existencia de Dios y todos sus atributos, es decir, sus perfecciones, y ha resuelto una serie de conflictos aparentes entre varias perfecciones (entre ser misericordioso y justo, por ejemplo). Pero una nueva fuente de problemas surge y lo trastorna sin fin[9]:


“Una vez más, "¡he aquí la confusión!" ... He aquí, una vez más, el luto y la tristeza se interponen en el camino de alguien que busca alegría y felicidad. Mi alma esperaba satisfacción, y una vez más está abrumada por la necesidad. Traté de comer hasta saciarme, pero tengo más hambre. Me esforcé por elevarme a la luz de Dios, pero volví a caer en mi propia oscuridad. De hecho, no caí simplemente en eso; me encuentro enredado en eso”.


¿Qué está pasando? Hay un problema: si se muestra que Dios tiene muchas perfecciones, entonces tal vez se demuestre que es muchas cosas diferentes, incluso que tiene partes diferentes, lo que equivaldría a la falta de una perfección específica: la simplicidad. Para los compuestos, es decir, no simples, las cosas pueden destruirse, desintegrarse: pueden perder su integridad si sus elementos se separan. Tal destino, sin embargo, no puede depender de Dios; por lo tanto, debe haber algo mal aquí.


"Seguramente eres vida, eres sabiduría, eres verdad, eres bondad, eres felicidad, eres eternidad, y eres todo bien verdadero. Estas son muchas cosas; mi entendimiento limitado no puede ver tantas cosas de un vistazo y deleitarte en todos ellos a la vez. ¿Cómo, Señor, eres todas estas cosas? ¿Son parte de ti? ¿O no son cada una de ellas lo que eres? Porque lo que está compuesto de partes no es completamente una, es, en cierto sentido, una pluralidad y no idéntica a sí misma, y puede desglosarse de hecho o al menos en el entendimiento. Pero tales características son extrañas para usted, de lo que no se puede pensar nada mejor”.


La resolución  viene de inmediato (y de hecho se insinuó en el pasaje anterior), como siempre es el caso en este trabajo extremadamente comprimido; las diversas perfecciones de Dios, no son cosas diferentes; específicamente no son partes diferentes de Dios; siempre son lo mismo, redactadas de manera diferente.


“Por lo tanto, no hay partes en ti, Señor, y no eres una pluralidad. En cambio, eres tanta unidad, tan idéntica a ti mismo, que no eres en absoluto diferente a ti mismo. De hecho, eres la unidad misma; no puedes ser dividido por ninguna comprensión. Por lo tanto, la vida, la sabiduría y el resto no son partes de ti; Todos son uno. Cada uno de ellos es todo lo que eres, y cada uno es lo que son el resto. Y dado que no tienes partes, y tampoco tu eternidad, que eres tú mismo, se deduce que ninguna parte de ti o de tu eternidad existe en un determinado lugar o momento. En cambio, existes como un todo en todos los lugares, y tu eternidad existe como un todo siempre”.


No estamos diciendo que la lógica analítica tenga un problema con este caso. Por lo que sabemos, podría abordarlo enfatizando la distinción entre una sustancia (aquí Dios) y sus atributos (sabiduría o bondad) e insistiendo en que la sustancia puede ser una e indivisible aunque tenga muchos atributos: que Anselmo se está confundiendo. entre atributos y partes de una sustancia. Una rebanada es parte de un pastel; la dulzura del pastel es un atributo de ello; que el pastel tiene rebanadas distintas lo convierte en una sustancia compuesta, por lo tanto, puede dividirse y destruirse; que el pastel tiene dulzura y, por ejemplo, un cierto color, en sí mismo, no lo hace compuesto. Por lo que sabemos, esa podría ser una táctica teológica viable; pero no nos interesa la teología aquí, ni tampoco si Anselmo es culpable de esta confusión.


Lo que nos interesa es que, después de ser tentado por la táctica (controvertida) de declarar diferentes atributos equivalentes a diferentes partes, razona de una manera que no tiene vigencia en la lógica analítica. Argumenta que (1) la sabiduría y la bondad (y todas las demás perfecciones) son la misma cosa e incluso que (2) cualquiera de ellas (o cualquiera de las otras perfecciones) es la totalidad de Dios, que, desde un punto de vista analítico vista, no tiene ningún sentido. La sabiduría se define de manera diferente a la bondad, por lo que es un atributo diferente; y cualquier atributo no puede ser igual a la sustancia a la que se aplica, sin embargo, esa sustancia se entiende: si, para acercarse lo más posible al paisaje que parece estar habitado aquí, una sustancia se entiende como un conjunto de atributos, entonces un paquete que incluye los distintos atributos de la sabiduría y la bondad no puede ser lo mismo que (uno que incluye) la sabiduría sola.


¿A la lógica dialéctica le va mejor? En cierto modo, sí, porque en un universo monista todo es igual, incluido Dios, su sabiduría y su bondad. Pero lo que falta aquí es todo el detalle de cómo la sabiduría se convierte en bondad, o cualquiera de ellos, o ambos, se convierten en Dios. No es como si hubiera otro tipo de detalle ofrecido; por lo tanto, inevitablemente, cualquier reconstrucción de lo que conducía Anselmo tendrá que basarse en conjeturas; pero la maquinaria de un relato narrativo y de la necesidad narrativa no se ve por ninguna parte; y esta ausencia, como mínimo, debería darnos una pausa. Quedémonos con Dios un poco más pero bajémoslo del cielo, o quizás hagamos que el cielo baje y se trague todo lo demás: conviértalo en la totalidad de lo que hay: botellas, perros y humanos. Veamos cómo razona Benedict de Spinoza. Solo existe una cosa (sustancia), afirma, y ??esa cosa es Dios, aunque "Dios" es poco más que un nombre para él y otros nombres, como "naturaleza" o incluso "sustancia", serían igualmente apropiados.


“Excepto Dios, ninguna sustancia puede ser o ser concebida... Dios es único, es decir ... en la Naturaleza solo hay una sustancia, y eso... es absolutamente infinito... Excepto por Dios, no hay, ni puede concebirse, ninguna sustancia..., es decir, algo que esté en sí mismo y que se conciba a través de sí mismo[10]”.


Entonces, ¿qué pasa con los perros o los humanos? Aquí es donde entra en juego la calificación “difusa”. Suponga que está parado en la orilla del océano, mirando las olas. Ve a uno de ellos particularmente poderoso, corriendo rápido y alto hacia usted; incluso te identificas por un momento con él, imagina que es consciente de sí mismo y orgulloso de su poder y velocidad, se siente indestructible e inmortal, solo para ser aplastado unos segundos más tarde y reducido a espuma. Puede reaccionar al espectáculo triste y pensativamente, y ver en él una metáfora del destino de la confianza y la ambición humana; es posible que desee escribir esa metáfora en una historia edificante, utilizando el espectáculo natural que acaba de presenciar para enviar un mensaje moral por el camino de sus lectores; pero también es posible que te preocupes más por la cuestión de cómo (y hasta qué punto) puedes determinar que lo que estabas viendo era, en realidad, la misma ola. Si lo hace, pronto se encontrará con problemas familiares: ¿Cuáles son los puntos exactos en los que comienza y termina una ola? ¿Cómo puedo, con cualquier nivel de precisión, distinguir dos ondas? (¿o es solo una?) Avanzando hacia mí? Y, a medida que se plantea tales problemas, puede que se dé cuenta de que quizás debería considerar la situación de manera diferente (darle un significado diferente). Es posible que desee decir ahora que no hay ondas en absoluto, si entendemos cosas individuales, antológicamente distintas e independientes (si ese es el significado de "onda"); una ola es, más bien, una perturbación del océano, una forma en que el océano está (perturbado), para usar una palabra en latín, un modo de ello. El hecho de que no se puedan distinguir las olas con precisión, desde este punto de vista, es un punto de fortaleza que confirma la visión, no una debilidad; los problemas que enfrentaba no se resolvieron tanto como se disolvieron felizmente (era una anomalía, no problemas, lo que estaba considerando). Es justo, y una característica bienvenida de su estado tal como lo concibe ahora, que no puede decir exactamente cuándo termina una ola y comienza otra, ya que es una señal reveladora de que no debe enfatizar demasiado la multiplicidad que está observando: que deberías ver la fusión gradual de una ola en otra, o en ninguna ola, como sugerente del hecho de que no debe implicarse un contraste real y sustancial allí, que algo no es una ola excluyendo a otra, al negar otro: todo lo que se habla de las olas es que el océano está (variadamente) ondulado. Tome un repollo en particular ahora, o un humano en particular. Sabemos que es difícil mantener su identidad frente a toda la diferencia por la que pasa durante su vida útil, pero enfóquese ahora en el tema opuesto: en el momento en que el lógico analítico finalmente respiraría fácilmente, porque la cosa es finalmente desapareció y la diferencia puede reafirmar repentinamente su papel ontológico: cuando la muerte, la muerte real, hace que la autopsia recomendada por la lógica analítica sea repentinamente congruente. ¿Se ha ido, se podría decir, a qué? Y puede responder ahora, en un estado de ánimo alegre: en más de lo mismo, en más de la naturaleza, de la sustancia o de Dios, o de alguna otra manera de referirse a la gota indiferenciada de la que todo proviene, y en la que todo finalmente regresa (Anaximandro propuso ápeiron), del cual todo es solo una forma de ser, un modo:


“Por mi cuerpo entiendo un modo que de una manera determinada y determinada expresa la esencia de Dios en la medida en que se lo considera una cosa extendida”.


Una vez más, en los atributos de Dios en Anselmo, la diferencia no crea una barrera infranqueable, y no se supera al trazar conexiones ingeniosas. Se absorbe en una unidad que niega la diferencia como tal, sin molestarse en resolver una diferencia a la vez; que denuncia la exageración de la diferencia, porque todo es en última instancia un ser humano o un perro, calvo o no calvo, un montón o no un montón, dependiendo de cómo lo mires. Es importante darse cuenta de lo que pueden hacer estos ejemplos y cuáles son sus limitaciones. Nadie, ni Anselmo, Spinoza ni ninguno de los otros autores, ha entendido lo que estaba haciendo como una lógica alternativa.


Spinoza pensó que era filosofía (ética, para ser precisos, aunque yo llamaría a la metafísica anterior) más geométrica, a la manera de Euclides, y Euclides era uno de los más grandes practicantes de la lógica analítica, el arquetipo de un científico aristotélico, y un modelo de razonamiento lógico convincente (analítico) para los últimos 2000 años. Lo que hizo que Spinoza se viera mal, ya que, a pesar de toda la parafernalia de definiciones, axiomas, postulados, proposiciones y similares que llenan su texto y le dan un parecido superficial a los Elementos de Euclides, ninguna de sus pruebas parece funcionar en el análisis tradicional y analítico en el sentido euclidiano: en ese sentido, todos parecen fracasar y es probable que la semejanza se reduzca a una caricatura. Hegel, por otro lado, se apropió de la sustancia de Spinoza (bautizándola como "lo Absoluto"), mientras trataba de apropiarse de todo, y lo vio como una manifestación rudimentaria de la idea; también en su opinión, entonces, el razonamiento de Spinoza no debe recibir mucho respeto independiente.


Entonces, lo que debe hacer para ver estos ejemplos de lo que pretendemos ilustrar es ser caritativo con Spinoza y Anselmo y todos los demás: piense que esas grandes mentes deben haber estado buscando algo, y que no podría estar intentando sin éxito para probar teoremas como lo hizo Euclides o funcionar como un compañero tonto para el desempeño más experimentado de Hegel, algo que podría estar al mismo nivel de profundidad, inteligencia y decoro que las lógicas de Euclides (es decir, de Aristóteles) y Hegel; eso incluso podría proporcionar una alternativa, y un rival, a esas otras lógicas. Por sí mismo, los ejemplos nunca obligarán a nadie a hacer esta concesión, esa es su limitación obvia e inevitable, pero tal vez agregar más de ellos podría estimular la curiosidad y la benevolencia en general.


¿La lógica dialéctica, de nuevo, mejoraría? Tenga en cuenta que aquí también (como en los ejemplos anteriores), no hay nada de lo que Hegel llamó "el trabajo de lo negativo": la fatigante superación de la contrariedad a través del rastreo de conexiones ingeniosas. Solo hay una mirada que se mueve de un lado a otro de una realidad integral, sin sentir nunca ningún estrés, ya que ilumina diferentes ángulos de la misma, diferentes ángulos de una misma cosa, que está ahí para que todos puedan apreciarla. El estrés que se siente proviene de oponerse a cualquier malentendido de esa realidad: de manera crucial, malinterpretando su carácter integral y reduciéndolo a pedazos que luego tendrían que quedar irreparablemente solos (lógica analítica) o cosidos minuciosamente (lógica dialéctica). Se hace hincapié en el hecho de que la realidad siempre fue integral: que su integridad siempre fue compatible con tener una arquitectura compleja e interesante, y que la complejidad de la arquitectura se deriva de las diversas formas en que puede optar por relacionarse eso.


Mencionamos el hecho de que estos ejemplos de (lo que considero sugerencias de) la lógica difusa en la historia de la filosofía tratan asuntos exaltados: Dios, el universo y la conciencia. Pero, si la lógica difusa tiene la oportunidad de estar a la par con sus rivales, debe mantenerse en circunstancias más mundanas; así que, como premisa para pasar de los ejemplos a la doctrina, permítanme considerar uno de estos casos mundanos, en el que un grupo de personas está decidiendo sobre alguna política que se aplicará y los valores que arrojan son la seguridad por un lado y libertad por el otro. Una actitud analítica hacia el debate sería definir inequívocamente "seguridad" y "libertad", declarar claramente su oposición, y luego, al presentar sus respectivas ventajas y desventajas y compararlas y contrastarlas, convertirse en un firme defensor de uno o del otro (pero, crucialmente, no ambos). Una actitud dialéctica juzgaría que uno de los dos valores (p. Ej., Seguridad) es más maduro que el otro, una etapa posterior de desarrollo dialéctico, y argumenta que la gente ciertamente quiere y tiene derecho a ser libre, pero disfrutar de ese derecho exige que puedan caminar por las calles, patrocinar tiendas y dar su opinión sobre cualquier asunto público, de manera segura, así que trabajemos en la seguridad, como la actualización necesaria de la promesa involucrada en la libertad. Una actitud difusa equivaldría a afirmar que, cuando las personas hablan de seguridad o libertad, están hablando de lo mismo: están en primer plano dos ángulos del mismo estado deseable, que se puede describir como un fruto tranquilo y seguro de lo que se debe o como la autoexpresión que produce la fructificación.


En el curso de su punto, un lógico difuso hará movimientos que nos recuerdan a los dialécticos. Para ensayar una ilustración anterior, podría decir cosas como: ¿Cómo puede alguien ser libre si no puede ocuparse de su casa de manera segura? Pero lo que importa es que no habrá asimetría en su razonamiento, ya que tarde o temprano se dará la vuelta y hará lo contrario: ahora dirá que alguien no está realmente seguro si esa "seguridad" se compra al precio de la intimidación, o a menos que lo que está haciendo "segura" sea una manifestación (libre) de su potencial. Lo que significa que, en la práctica, será conducida a soluciones para las cuales el lenguaje común tiene un nombre típicamente tomado como despectivo: alcanzará un compromiso. Es decir, en una interpretación más comprensiva de esa palabra de lo que es común, ella buscará (a veces de manera bastante creativa) alguna política que corrobore mejor el valor único de que tanto la libertad como la seguridad (ha argumentado) son "elementos constitutivos". Apuntará a un resultado final en el que "todos (o, mejor, todo) ganen", porque "todo" es de lo que siempre ha estado hablando, con el pretexto de hablar de libertad o seguridad.


El compromiso es una práctica con tanta prominencia práctica como recibe desdén intelectual. Los políticos, saben, los diplomáticos y los comerciantes son buenos en su trabajo en la medida en que negocian de manera efectiva y pueden salir de las confrontaciones tensas mediante soluciones de compromiso que serán aceptables para todas las partes.


En general, cualquier situación que tradicionalmente se consideraría una instancia de la paradoja de los sorites y, por lo tanto, la causa de vergüenza, es un caso natural para la lógica difusa. La tendencia aquí, como en la lógica dialéctica, aunque por diferentes razones, es ir hacia el monismo y pensar (con Spinoza, y posiblemente con Bergson) que todo es igual; pero, como en la lógica dialéctica, esa tendencia puede inhibirse y las aplicaciones locales de la lógica difusa son perfectamente legítimas. Será legítimo, por ejemplo, considerar a los humanos y luego afirmar que cada humano es blanco o negro, dependiendo de cómo la mires, como lo prueba una sorita adecuada. Lo que normalmente se considera una persona negra, porque se le compara con tonos más claros de blanco, se puede considerar que es blanca si corremos el espectro en la dirección opuesta; y lo mismo es cierto para lo que normalmente se considera una persona blanca. Entonces, la lógica difusa hará que las confrontaciones y los contrarios se desvanezcan, no reduciendo todo y todos a un mínimo común denominador insípido o contando historias de autosatisfacción pero explotando la porosidad de la realidad, la flexibilidad de las fronteras y la repentina familiaridad que lo desconocido adquiere cuando avanzas hacia él.


Todo se reconocerá en su otro, no porque verá al otro como una fase de su propio desarrollo, sino porque verá el camino entre él y el otro como uno que se puede recorrer sin impedimentos y en ambos sentidos. El mundo, y todo lo que hay en él, continuará siendo un lugar exquisito y opulento, donde hay blanco, negro, rosa y marrón, y de hecho todo es blanco, negro, rosa y marrón: lo tiene en sí mismo, como parte de su propia lógica, ser todas esas cosas. Y el compromiso será la forma natural de abordar un problema, no como una práctica de aceptar a regañadientes lo que no se puede obtener, sino como una forma de resonar íntimamente a toda la diferencia que existe.


La lógica difusa tampoco puede formalizarse, lo que explica la molestia implacable experimentada al tratar de llegar a una lógica formal (no analítica) de predicados vagos. La forma en que el rosa se derrite en rojo corazón no tiene nada en común con la forma en que la inocencia se funde en culpa, o un episodio de mi vida consciente se funde en otro, o todo lo que hay se derrite en un creador: cada uno de estos sorites "funciona" de una manera que refleja su especificidad y no se puede adaptar a ninguna otra. Al igual que con los movimientos dialécticos, podemos resumir de manera no informativa lo que hicimos en un sorites particular al decir que probamos algunos predicados para fusionarse gradualmente, lo que, como dentro de la dialéctica, no ayudará cuando intentemos nuestro próximo caso. Aquí, también, debemos permanecer centrados en todos los detalles del mundo, ya que cualquier detalle puede tener una importancia lógica. Si hay un carácter distintivo y singular en la lógica analítica, es que solo en él se nos permite perder la noción de la mayoría de lo que hay. Y es de lamentar que, al tomar la lógica analítica como la única teoría del logos, también hemos tomado la lógica para implicar indudablemente la falta de mundo.


Hay un lado negativo en el carácter mundano de la lógica difusa, el que se puede obtener un carácter mundano de la lógica, que se puede obtener preguntando finalmente qué significa en el mundo. Ya sea que esta lógica se aplique global o localmente, el significado de una palabra es la totalidad del contexto de aplicación: tanto "blanco" como "negro" significan todos los humanos, si son humanos de los que estamos hablando, como "ola" significa el océano entero: blanco y negro y las olas son solo aspectos de todo el asunto, cuyo destino es fusionarse con cualquier otro aspecto. Y esté atento, esta lógica se mueve entra capas subyacentes de la realidad, también llamados espacios de significado: no todo el asunto en el sentido es pertinente a la dialéctica, de una narración que captura cada aspecto y encuentra un papel verdadero para ello. No: todo el asunto en la medida en que cada aspecto es un punto de vista limitado sobre él y redime su limitación solo al perderse en los demás (eso es lo que es la fusión), lo que demuestra la ilusión de pensar que había algo sustantivo: era algo más que un modo de sustancia. Lo que nos devuelve a Dios y muestra que, a pesar de llevar esta lógica desde el cielo a tratos mundanos, un elemento importante de lo ininteligible sigue siendo vital para él.

 

La lógica analítica y dialéctica hace su trabajo enfatizando y explotando el inmenso poder del lenguaje, ya sea en tallar la naturaleza en sus articulaciones o en sellar todas las grietas de la naturaleza con la cera de una narración plausible. Ambos muestran la ambición de reducir el mundo a algo parecido al lenguaje. La lógica difusa muestra la tendencia opuesta: no solo a Dios, el mundo entero o la vida, sino cualquier asunto pequeño al que se aplique esta lógica, expone las limitaciones del lenguaje, hace distinciones sin una diferencia y la necesidad de no desviarse de esas distinciones - en absoluto al lenguaje, si queremos relacionarnos de manera útil con asuntos grandes y pequeños. La buena motivación que nos invita a alcanzar un compromiso, en contraste con todo lo malo que surgen de la cobardía, la falsedad y la manipulación, es conciencia de lo poco que cada uno de nosotros ve y cuanto mejor es proyectar una visión común. Pero, por común que sea esa visión, todavía es limitada, y el mundo aún se ve distante e insondable; la lógica difusa predica su propio fracaso y el del lenguaje para alcanzarlo. Tanto la precisión de una definición matemática como la seducción de una historia bien contada son anomalías, en la medida en que niegan ese fracaso, lo que puede ser una razón principal por la cual esta lógica no ha sido reconocida como una alternativa digna por sus rivales formales: hacer lógica, al igual que cualquier otra cosa, generalmente va acompañado de tener una concepción orgullosa de lo que haces, específicamente, aquí, de cuán distinguida y decisiva es la estructura del logos, cuán revelador de su objeto. Y, sin embargo, incluso lo que expone las formas en que el discurso significativo no logra sistemáticamente su objetivo es una doctrina del logos, e incluso los argumentos que nos iluminan sobre esos fracasos son formas de razonamiento.


Una lógica es una teoría normativa, que establece no cómo razonan las personas, sino cómo deberían razonar; entonces, al articular aún más las diferencias entre las tres lógicas, es mejor comenzar por considerar cuán diferente es la necesidad en ellas. En lógica analítica, la necesidad de sancionar una inferencia se deriva de aquella en la que los contrarios se excluyen entre sí: si "mortal" e "inmortal" son contrarios, una vez que Sócrates se subsume bajo humanos mortales, su vínculo con la mortalidad nunca se puede cortar. Una prueba analítica puede requerir un gran ingenio; pero si se encuentran las premisas correctas y se realizan los pasos inferenciales correctos, este resultado aparece en piedra (e independiente de la heurística del mismo).



La necesidad que rige la lógica dialéctica es del tipo narrativo: equivale a redescribir un concepto (por ejemplo, ser) para que se demuestre que coincide con uno contrario (por ejemplo, la nada y el todo), al igual que un buen narrador redescribe un personaje, un evento, o una situación para que parezca natural que ocurra un cambio trascendental en ellos mientras sigan siendo lo mismo. Esta necesidad parece más flexible que la analítica, pero esa impresión se basa en un malentendido: los lógicos analíticos dividen el problema de proporcionar cuentas lógicas de argumentos ordinarios ofreciendo primero argumentos en lenguajes artificiales que, siendo artificiales, pueden definirse con total precisión y luego traduciéndose de los lenguajes artificiales al ordinario, momento en el cual resurge toda la soltura que se dejó de lado. 


La lógica dialéctica, al no ser formalizable, no puede dividir el problema de esta manera, por lo que la soltura es obvia en todo momento. Mientras que la necesidad actual en la lógica analítica y dialéctica se pone de manifiesto mediante la atención al detalle, la única corriente en la lógica difusa difumina los detalles y, de hecho, nos hace pensar en los detalles como confusos: como hacernos perder el bosque por los árboles. De manera similar, la identidad actual en esta lógica subestima las calificaciones intelectuales, conceptuales y enfatiza las cosas indiferenciadas y materiales que se encuentran en la base de cada supuesta distinción de las parcelas de la realidad.




Referencias


[1] Van Eemeren, F. H., Henkemans, A. F. S., & Grootendorst, R. (2002). Argumentation: Analysis, evaluation, presentation. Routledge.

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[4] Aguiar, F. (2004). Teoría de la decisión e incertidumbre: modelos normativos y descriptivos.

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[7] Quine, W. V., & Quine, W. V. O. (1982). Methods of logic. Harvard University Press.

[8] Verheij, B. (2003). Dialectical argumentation with argumentation schemes: An approach to legal logic. Artificial intelligence and Law, 11(2-3), 167-195.

[9] Anselmo, S. (1998). Proslogion. Tecnos Editorial S A.

[10] Spinoza, B. de, & Spinoza, B. (1949). Ethics. Simon and Schuster.

Autores:

Eduardo Ochoa Hernández
Nicolás Zamudio Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Filho Enrique Borjas García
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez Fernández
Abraham Zamudio Durán
Rogelio Ochoa Barragán
Monica Rico Reyes