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Literatura, el antídoto contra la violencia en México  



El peso de la evidencia basada en su papel racional en la acción, es desde luego, una asunción narrativa, la propia coherencia de la narrativa es básica para una buena razón. Las buenas razones son aquellas que gobiernan la acción en un sentido de compasión y virtud, así que el estudio y aplicación para fortalecer las capacidades lingüísticas en el discurso objetivo de una sociedad, podemos asegurar, desde la revisión del estado del arte, que se traduce en una reducción importante de la violencia y en una expansión creativa de ideas en todas las realidades sociales. Leer literatura es fortalecer la relación ética de sí mismo con los demás, en este apartado discutiremos el sustento de esta afirmación.


Se hace fundamental para la paz, ampliar los principios establecidos sobre las relaciones entre los procesos de pensamiento-evidencia y las expresiones emocionales del comportamiento en el lado oscuro de la humanidad: la violencia. Para tal intensión de investigación y aplicación, se hace necesario, proporcionar un marco conceptual sólido para remediar estos problemas cruciales que aquejan a la sociedad mexicana actual. Más cuando, unas 70 personas fueron asesinadas cada día en México (2017), en total se cometieron 25.339 homicidios dolosos[1]. 


Es conocido científicamente que una consecuencia de la debilidad lingüística por el bajo consumo de literatura por una sociedad, se manifiesta en esa misma sociedad, con la violencia asesina, esa misma que ha dividido a nuestra sociedad[2]. Desafiando la división reduccionista de violencia por factores de raza, religión y clase, se puede hacer avanzar hacia la paz por el terreno lingüístico, fortaleciendo los índices de lectura de literatura y la escritura creativa como ejes de la educación para la paz.


¿Cuáles son las causas de la violencia?, ¿pueden ser tratadas? ¿y podría ser detenida algún día? Basándose en la última investigación científica, nos proponemos desarrollar lo que revela la correlación de cerebros consumidores de literatura y los cerebros de asesinos y psicópatas[3]. Si bien, una vez que se pensó que la educación lo renueva todo, y posteriormente las explicaciones se trasladaron a la genética, debemos hacer grandes esfuerzos para explicar que el comportamiento antisocial; es complejo y se basa en la interacción entre el entorno biológico y social en el que se desarrolla. Pero la evidencia estadística entre ciertos tipos de signos de advertencia conductuales y biológicos también es muy fuerte[4]. El nuevo campo de estudio apunta a una serie de cuestiones filosóficas y morales. ¿Cuáles son las implicaciones para nuestro sistema de justicia penal? ¿Deberíamos condenar y castigar a las personas que tienen poco o ningún control sobre su comportamiento? ¿Deberíamos actuar de manera preventiva con personas que exhiben fuertes predisposiciones biológicas para convertirse en delincuentes peligrosos? Estos son algunos de los asuntos espinosos que ya no podemos ignorar a medida que crece nuestra comprensión del comportamiento delictivo con evidencias científicas sólidas. 


Ahora mismo se argumenta que la violencia física que vemos a menudo, es generada por la violencia sistémica que sostiene nuestro sistema político y económico. Así, eminentes filósofos como Marx, Hegel y Lacan, para ellos, las causas reales de los brotes violentos son resultado de factores políticos y económicos; en última instancia, se advierte que para un sistema, no hacer nada, es a menudo el curso de acción más violento que podemos encontrar en ellos[5].


Hannah Arendt en un análisis de la naturaleza, las causas y la importancia de la violencia en la segunda mitad del siglo XX, reexaminó la relación entre guerra, política, violencia y poder, y proporcionó un marco ideal para comprender la turbulencia de nuestro tiempo. 


¿Por qué hay maldad y qué puede decirnos la investigación científica sobre los orígenes y la persistencia del mal comportamiento? Teniendo en cuenta el mal desde la perspectiva inusual del perpetrador, ¿cómo se ven las personas comunes golpeando a sus esposas? ¿O asesinar a miembros de pandillas rivales? ¿Torturar prisioneros políticos? ¿Por qué traicionar a sus colegas con la policía secreta? ¿Por qué los ciclos de venganza a menudo escalan? Arrojar nueva luz sobre estos temas al examinar la brecha entre el punto de vista de la víctima y el del perpetrador, y también las raíces del mal comportamiento, desde el egoísmo y la venganza hasta el idealismo y el sadismo.  Hacer violencia tiene profundas implicaciones en la forma en que conducimos nuestras vidas y gobernamos nuestra sociedad desde un lexicón y las competencias racionales para producir consensos de progreso ético y por ende, la paz.


El argumento del problema para la presunción de lo real, se integra de tres paradigmas, el Proposicioalismo, Factualismo y Psicologismo[6]. La evidencia como instrumento de apoyo a favor de nuestras creencias de acuerdo con los proposicionalistas, es una relación lógica y de probabilidad sobre lo que afirman las proposiciones; por lo tanto, una proposición es la forma lingüística de la evidencia. Pero, los factualistas asumen que la evidencia es una razón para creer, es algo que encaja a favor de una creencia de cómo son los existenciales de una realidad, es decir, se refieren a los hechos. Sin embargo, el psicologismo subraya la idea de que la evidencia es producto de una intención humana particular para dar sentido, puesto que fabricar una creencia es una explicación dentro de un estado psicológico que parece mejor para el investigador. Parase que se está en un contexto que reúne lo ontológico y lo epistémico como marco fundamental en la construcción de proposiciones, asociados a factores psicológicos, es decir, no axiomáticos[7]. La evidencia en la tradición de Gentzen, Prawitz y Martin-Löf y Wittgensteinian tiene un fundamento asociado a una construcción semántica dentro de un marco dominante de la lógica matemática. Es importante que el fundamento matemático de una creencia esté libre de contradicción, y más sobre el papel que juega cualquier evidencia dentro de una narrativa sobre los hechos criminales. 


La razón, la evidencia y la justificación de la verdad, son objetos de estudio necesarios para conocer los efectos del discurso objetivo, con el fin de limitar posibles soluciones a la violencia desde las capacidades discursivas de los individuos[8]. La capacidad de producir un discurso sobre una narrativa de hechos, es un lente analítico para comprender la solución lingüística a la violencia. Desde luego, el bienestar de la sociedad constituye fundamentalmente su capacidad para regular la violencia. El problema violencia que identificamos, es definido por las variables lingüísticas de la razón, por factores biológicos, el rol de la literatura y la psicología narrativa. Además, implícitamente es necesario construir todo ello, desde un nuevo marco conceptual de violencia. Para este último, es necesario situar el concepto filosófico de violencia en lo histórico, económico, biológico, literario, tecnológico y psicológico. 


Cuando el habla construye un cuerpo de argumentos para una narrativa sobre cadenas de hechos criminales, se manifiesta nuestra forma de pensar. Es importante profundizar en la teoría del conocimiento y, más sobre la que descansa nuestra habla cuando debatimos el conocimiento; al debatir, nuestra retórica está adscrita a una forma de crear conocimiento, sus expresiones mentales están empleando con maestría un determinado número de operadores discursivos. Depende en gran medida para nuestros juicios “S” lo que se sabe “P” proposición y depende de cadenas de sentencias sobre un entorno de comportamiento humano. En consecuencia, nuestra adscripción al conocimiento desempeña un papel importante sobre nuestras creencias, sin duda, son en este sistema retórico, los operadores discursivos los que juegan el más alto acto en el debate de las ideas en el entorno retórico. El universo de proposiciones es el vasto armamento para la esgrima retórica[9]. Sentencias como “él está en el saber, sabe lo que habla”, nos indica que alguien está adscrito a un conocimiento disciplinar que regula nuestras interacciones sociales. Cuando nos referimos a conocimiento, nos referimos a una forma modal sustancial en la que alguien produce un discurso objetivo[10]. Es decir, son nuestros recursos críticos para reflexionar y sacar inferencias. En un debate, es importe identificar la manera en que produce el discurso del adversario, creemos que este enfoque es relevante para producir juicios adscritos a conocimiento y a cadenas discursivas fundamentadas en evidencia. El recurso lingüístico del que disponemos está a favor y a la vez de una frontera de limitación sobre los juicios que sabemos, en consecuencia, la base cognitiva merece ser investigada[11]. Debemos pensar acerca de cómo son nuestras prácticas epistemológicas para comprender la naturaleza de nuestros juicios intuitivos sobre nuestro conocimiento. 


Por estas razones, los juicios previos a los que estamos adscritos con nuestra base de conocimiento, influyen decisivamente para nuestra interacción social, además, para el caso violento, nuestra psicología es parcial sobre la narrativa criminal que se construye. Nuestro banco de juicios previos, desempeña una intuición que es referente para adaptar el nuevo papel de cada evidencia surgida como producto de toda investigación científica. El banco de juicios no es solo datos, son sentencias que directamente fueron adaptadas a teorías. Por ello, nuestro banco de sentencias solo es válido dentro un sistema conceptual o llamado marco teórico. Sin una considerable comprensión teórica de lo que es conocimiento, razón y los estados psicológicos dentro del discurso humano, seremos incapaces de evaluar adecuadamente las evidencias acerca de hipótesis críticamente en sentencias de casos. Hacer de estas reflexiones empíricas informadas un abanico de hipótesis, no es un intento ideológico, sino un reconocimiento racionalista de justiciar factores empíricos asociados entre sí, con el discurso objetivo sobre algo que sucedió en la realidad. 


Por el contrario, a los que consideran que la actividad racional popular es un modo objetivo, los teóricos de la epistemología crítica, consideran que hay limitaciones tácitas y presuposiciones que dependen de nuestra vida ordinaria. Esto incluye injusticias epistemologías que se manifiestan en ocaciones en las prácticas folclóricas. Antes de considerar cualquier desafío a la visión tradicional del conocimiento justificado, debemos hacer más profundo la idea de razón.


¿Que nos hace violentos? La cuestión ha acosado a la humanidad durante toda su historia. No hay respuesta simple y única. Por ello es necesario no solo ver su naturaleza, sino además, su persistencia y su reducción en función del consumo de literatura de una sociedad. La violencia generalmente entra en el mundo por la puerta donde lingüísticamente su debilidad dejó abierto un infierno. Las personas que perpetran la violencia, no la ven como consecuencia de una debilidad lingüística. Un individuo con lexicón pobre, es un agente propenso a ejercer violencia. 


Un agente con reducidos recursos para producir razones, tiene una debilidad en el número y complejidad de los operadores discursivos con los que se comunica y discute. Este es otro factor lingüístico, que en su debilidad, deja la puerta abierta a la violencia.  Si no hubiera ninguna víctima de la violencia, no habría ningún mal, ¿incluso no habría policías?


La victimización es la esencia de la violencia, la cuestión del daño físico, moral o psicológico es cuestión de la víctima. La víctima es quien pregunta ¿por qué sucedió esto? ¿Por qué dispararon contra mi familia? ¿Por qué alguien aterrorizó la escuela de mi hijo con disparos? La propia idea de que la violencia es al azar e inevitable, nunca ha sido satisfactoria para las víctimas; ellas desean explicaciones más específicas y si en ellas, hay razones científicas que justifiquen que pudieron ser evitadas. Estas razones científicas sobre la violencia, permitirían implementar cambios desde la educación básica, para prevenir y reducir la violencia en una sociedad.


Estudios realizados por científicos sociales han hecho hincapié en que la mayoría de las personas en la sociedad occidental moderna, van por la vida con fuertes creencias positivas, donde el mundo es básicamente un lugar agradable en el qué vivir, que la vida es sobre todo justa y que las buenas personas merecen pasar por cosas buenas[12]. Esta idea positiva desde luego que es valiosa para la sociedad, pero no es real. El sufrimiento y victiminización socavan estas creencias y hacen difícil realizar acciones efectivas para reducir la violencia. Es decir, al dejar un espacio vacío entre el ideal de una sociedad feliz y la violencia como azar, solo provoca más violencia. Dado que los efectos directos de la violencia, a menudo se relativizan como menores y se esconden los de largo plazo, como los psicológicos, económicos y de orden productivo de una sociedad. Aquí planteamos que el cuerpo puede recuperarse de la violencia, pero las cicatrices mentales pueden incluso jamás sanar. La consecuencia directa de la violencia en la mente, es la pérdida de confianza en la sociedad, la falta de altruismo y la solidaridad social. Es importante investigar cómo la propia literatura, juega un rol restaurador de la sociabilidad y la creatividad en una sociedad[13]. 


Las razones normativas y motivadas para la acción son estados psicológicos, donde las primeras son fácticas y las segundas, son una autoorganización hipotético deductiva al modo de una narrativa de hechos, juntas en la lingüística del ciudadano, se traducen en la mejora de la integración de la evidencia a la producción de razones, necesarias para la tolerancia, el consenso y la paz.


Marco teórico

Cuando Usted cree algo, porque dispone de una buena razón, asume la actitud para disfrutar de tomar decisiones y realizar acciones bajo la confianza que es racional, por estar justificada y porque constituye un conocimiento cierto o sólido en su correlación con la realidad. A la rama de estudio que aborda estas buenas razones en lo referente al conocimiento, se le llama Epistemología. La epistemología estudia las formas que constituyen un conocimiento; el estado epistemológico de no contradicción de las justificaciones y sus pruebas de verdad; el error por sesgo cognitivo, que es consecuencia de un mal manejo de las emociones y los prejuicios que nos hacen tropezar en la empresa de decir verdad; los valores epistémicos que resuelven la propiedad ética de la no simulación de datos, referencias y cálculos, además, del respeto a la propiedad intelectual, la originalidad, la profundidad, las palabras precisas a la complejidad de lo que se intenta expresar y la no corrupción de la lógica de sus conclusiones. 

La razón objetiva o también referida como aquella en la que está justificada su verdad, está arrojada hacia algo que está fuera de la mente, a ese mundo exterior a lo lingüístico, se le llama ontológico. Es asumir que hay algo fuera de la mente, independiente de esta y sujeto a lo racional para lograr procesarlo en forma de conocimiento. A los elementos ontológicos se les refiere con los términos de hecho empírico, evidencia, existencial, causal, fenómeno, referencia, dato, medición. A la persona que justifica su razonamiento con elementos ontológicos, se le refiere como responsable, por ajustar sus creencias a aquellas que pueden ser probadas por su verdad.

En cuanto a la acción que en algún sentido realizamos los humanos, muchos científicos la piensan como razones fácticas. Es decir, nuestras acciones son dependientes de nuestra razón para actuar de una u otra manera. Por ejemplo, si me diagnosticaran diabetes, un buen razonamiento sería dejar de tomar aguas azucaradas. El mundo es, no lo que pasa en nuestra mente, en él no hay ni buenas ni malas razones para actuar. Muchos epistemólogos, por el contrario, consideran que las buenas razones no son hechos sino estados psicológicos en respuesta a experiencias perceptuales u otras creencias. Así, mi experiencia visual de una planta amarillenta en mi jardín es una buena razón para creer que esta se encuentra enferma. Buenas razones hablan a favor de la experiencia del conocimiento, es decir, lo que es para nosotros racional para sostener un punto de vista. En resumen, la confianza en nuestras buenas razones se ve sacudida (refiriendo a confianza) cuando la ciencia les pone presión entre flancos (refiriendo a buenas razones): el conocimiento verdadero, la percepción y la acción. Por el momento solo diremos que estas presiones son a favor de revisar el repositorio de creencias con las que actuamos y juzgamos al mundo. 

Si buenas razones nos enganchan en la forma de actuar en el mundo, son estas verídicos perceptivos que pueden ocasionar que actuemos con sesgo y con crueldad. Las verdades en la mente son un tipo de enunciados llamados proposiciones, que son afirmaciones susceptibles de evaluación de sus estados de verdad. Esto genera el debate de que hay indicios muy sólidos de que una debilidad lingüística en nuestros estilos de razonamiento puede derivar en una sociedad de violencia, el conflicto entre vecinos de carácter crónico, y finalmente ser prisioneros del odio. 

Nadie fuera de la ciencia cognitiva, comúnmente reconoce que esta debilidad de la razón, es el factor clave en la descomposición social. Dos personas que intentan debatir sobre alguna idea, si su debilidad racional es aguda, es muy factible que se produzca violencia de algún tipo en este proceso.  

Ilusión, alucinación y otras afectaciones no verídicas de experiencia, pueden desconectarnos del mundo, por esta razón solo lo real está en condiciones de dotar a nuestras creencias de buenas justificaciones. Sobre la base de las consideraciones epistemológicas, se prueba que de esta manera una verdad por referencia a lo real consiste en todos los casos en proposiciones. Son consideraciones de conocimiento, que forman un banco de creencias en forma de sentencias tipo proposición. En un razonamiento, las proposiciones son esa clase de unidades relacionadas con operadores lógicos y probabilidades en las que interviene la evidencia. Tenga presente que la evidencia se nos presenta en forma de proposiciones en la mente. 

Las proposiciones representan a la evidencia, y estas son las buenas razones prácticas que nos motivan a actuar, no son hechos sino nuestros estados psicológicos. Las razones en acción o razones motivadas no son hechos sino estímulos por los que actuamos en respuesta a la naturaleza ontológica. Tanto las razones para creer, como las razones para la acción son respuestas a hechos, pero no son hechos. 

El debate es en primera instancia sobre cómo justificamos una creencia. Los internalistas, aquellos que sostienen que un individuo se basta en independencia para conocer la verdad, es decir, piensan cosas internas en la vida mental como forma de justificar una creencia. Además, los internalistas asumen que cada ser humano posee un juego idéntico de axiomas (verdades evidentes) con los que produce y evalúa razones, y subestiman la corrupción en sus inferencias dadas por motivos psicológicos. 

Puesto que la evidencia es una de las cosas que justifican las creencias, el realista se resiste a considerar que lo fáctico o lo basado en evidencia esté en la posibilidad de que nos engañe, propio del lenguaje de proposiciones. Una experiencia visual ilusoria, es cuando no percibimos el movimiento, debido dice Newton a estar viajando a la misma velocidad que nuestro marco de referencia.

Desde la perspectiva del novel, el contenido es una narrativa objetiva, un cuerpo de argumentos conectados por operadores discursivos o conectores, donde un avatar es el narrador que explica algún objeto de estudio al modo de experiencia original. El aprendizaje de esta actividad, es similar entre el experto y el novel, quizá lo que cambia es el rigor más alto para el experto y una mayor tolerancia al error en el novel. A continuación, se discute a fondo la naturaleza del conocimiento justificado y el sentido de verdad conectado al concepto de evidencia. 


Marco de discusión 

Interpretar cómo los lectores se involucran con obras de literatura que mueven sus maneras profundas de conducta. Es sin duda el objetivo para revelar el efecto literario como medio de fortalecimiento lingüístico que limita la manifestación de violencia en las personas. Un hecho es que la actividad de lectura de literatura es rica en el potencial de encuentros de diálogo que dan forma al mundo, y que alteran el mundo por las siguientes razones: 

1. La lectura es una práctica que implica el compromiso intelectual y emocional de una persona con un texto.

2. La lectura amplia el horizonte de posibilidad exitosa de encuentros experenciales.

3. Las obras de literatura son mediaciones textuales heterogéneas de relaciones sociales complejas.

Un lector de una larga obra narrativa como una novela, se involucrará con ella tanto intelectual como emocionalmente. En el proceso de lectura, un lector está llamado a participar en un acto de interpretación, a dar sentido activamente a la narrativa y a los personajes que la habitan. Este proceso interactivo es mucho más dialogante y abierto que la visión de un lector que extrae información. Después de todo, si un lector no está lo suficientemente comprometido por una novela, la dejará de leer, rechazará la propuesta que la narrativa le propone e irá por caminos separados. Sin embargo, si se ve atraído por el mundo literario disponible, su participación será cognitiva y emotiva. Los dos procesos necesarios van juntos: es prácticamente imposible seguir una historia o recordar los detalles de un entorno literario novedoso sin preocuparse de alguna manera por el destino positivo o negativo sobre los personajes cuyas aventuras y dilemas impulsan la línea de la historia y proporcionan forraje para las reflexiones de la propia vida del lector.

Otro aspecto importante, leer una novela puede ampliar el horizonte de posibilidades para resolver encuentros más complejos del contexto de la amistad. Cuando una persona lee una compleja obra literaria de duración sustancial, existe el potencial de que se involucre en lo que la filósofa y activista feminista María Ligones  llama “viaje por el mundo[14]”, por el cual entra en otro mundo, y dependiendo de sobre qué trate el libro, llevará al lector lejos del suyo, estará expuesto a situaciones, sentimientos, actitudes y personajes que no se encuentran en su vida cotidiana. De esta manera, la literatura tiene al menos una ventaja significativa sobre una amistad. Un libro puede entrar y transportar imaginativamente al lector, a espacios, tiempos y lugares que el mismo no puede encontrar físicamente; como sugiere Emily Dickinson en su libro “Take us lands away” (viaje a tierras lejanas). La literatura es el tipo de objeto que permite que el lector no viva en una sociedad violenta y económicamente estratificada y, que esté dispuesto a una variedad de perspectivas alternativas, y que de otra manera, no podría estar expuesto a un progreso ético.

Aunque hay personas que tienen relaciones sociales con una amplia variedad de orígenes raciales, culturales y económicos, la mayoría solo se asocia con personas que se que son similares a sí mismos. Por lo tanto la amistad solo es voluntaria dentro de los límites impuestos por ciertos factores externos. La literatura con su efecto puede hacer que el lector sea arrastrado y se le dé una especie de acceso a una forma de conceptualización  del mundo humano universal, que de otra manera nunca estaría expuesto, incluso si vive o trabajar codo a codo con personas de otras razas. 

Otro punto a destacar, en caso de las largas narrativas y complejas tramas como la novela y el cuento, es que manifiestan el compromiso del lector con su pensamiento profundo. Es un encuentro del tipo de inmersión en que el lector cuestiona sus entendimientos y actitudes básicas con que vive en sociedad. El potencial epistémico y emocional dentro de la escena de la lectura no siempre se hará realidad, estos dependen en gran medida de la calidad del compromiso intelectual y emocional del lector con la novela y el ajuste en sus esquemas interpretativos y esquemas estructurales con que da sentido a su propia vida. Esto se debe a que un lector tiene el poder  de controlar su exposición a efectos literarios que lo desafían. Él puede tomar el compromiso o rechazar aquellos libros que le son desafiantes o que no le ofrecen suficiente novedad o placer para mantenerlo dentro de la lectura. 

Según el crítico literario M. M. Bakhtin, que teorizó la heteroglosia constitutiva de la forma novedosa, la novela puede definirse como una diversidad de tipos de hablas sociales y una diversidad de voces individuales, artísticamente organizada, es una reflexión ética[15]. La ficción puede ayudar a confrontar el despliegue del diálogo para evitar el surgimiento de la disidencia de lo social y, por lo tanto, revitalizar la práctica de la política emancipadora[16]. Por lo tanto, en el caso de la literatura, por factores raciales y culturales, el efecto puede ser que al lector se le dé una especie de acceso a una forma de conceptualización del mundo que de otra manera no podría ser posible.  El concepto de heteroglosia es útil para entender cómo y por qué una obra de literatura verdaderamente compleja, mutilenguaje y multiperspetiva, cambiará para un lector, en un sentido no trivial el significado de lo humano. El dignificado de una novela no se agota ni por la intensión del autor ni por los esquemas que potencian la trama, dan forma a sus personajes y construyen su cronotopo, es decir, “… es la conexión intrínseca de las relaciones temporales y espaciales que se expresan artísticamente en una novela. Este término, introducido como parte de la Teoría de la Relatividad de Einstein, se ha incorporado a la literatura y al análisis de textos. Expresa la inseparabilidad del tiempo y del espacio (el tiempo como cuarta dimensión del espacio) y constituye la columna vertebral de cualquier narración. El cronotopo es el lugar en que los nudos de la narración se atan y se desatan. Puede decirse sin ambages que a ellos pertenece el sentido que da forma a la narración. El tiempo se vuelve efectivamente palpable y visible; el cronotopo hace que los eventos narrativos se concreticen, los encarna, hace que la sangre corra por sus venas[17]”.

En la medida en que el significado solo surge  a través del proceso interpretativo, ese significado nunca puede ser absolutamente fijo. La experiencia de un lector en una novela dependerá en gran medida de sus experiencias pasadas, su formación dentro del sistema de escritura, su exposición a la cultura y las circunstancias en las que lee la novela, todo lo cual, en conjunto forman sus esquemas y así condicionan sus prácticas lectoras y expectativas. Y debido a que las personas cambian en el tiempo como los personajes de William Shakespeare, por recibir experiencias adicionales, la literatura es precisamente una experiencia adicional de capacitación formal, más formal de clases en aulas clásicas, dado que este es un tipo discurso escrito altamente estructurado y elegante. Al leer una novela un tiempo después de la primera vez, usted claramente sentirá que le produce distintos significados, esto es porque las circunstancia de su vida han cambiado y usted con ellas.

El crítico literario Wayne Booth describe algo de este tipo en su excelente argumento para una seria reconstrucción de la forma en que los críticos literarios piensan acerca de la crítica ética. La riqueza de cualquier novela en particular se debe a mucho más que la heteroglosia constitutiva de la forma novedosa. Mucho depende del tema de la novela y del tratamiento que su autor haya dado a ese tema. Es importante señalar que el diseño de una novela es un proceso más que trazar una narrativa que simplemente confirme los compromisos éticos preexistentes en el autor, pero hay otra manera, hacer de la escritura un experimento de un proceso de exploración. 

En resumen, la literatura escrita por minorías raciales y culturales, desempeña un papel crucial en la expansión de los horizontes epistémicos y emocionales de las personas. El carácter abierto semántico de toda la literatura original, nos expone a experiencias interesantes, complejas e inéditas que nos mueven al espacio multicultural y que reducen la discriminación racial y de genero. Este efecto literario en el fortalecimiento de las capacidades lingüísticas, aunado al efecto de empatía de la heteroglosia, permite a un lector involucrarse de forma dialogada en un profundo espacio emocional y epistémico flexible. Es decir, leer literatura es fortalecer la relación ética de sí mismo con los demás.

“Ella se había aferrado a Nel como lo más cercano tanto a un otro como a un yo, solo para descubrir que ella y Nel no eran una y la misma cosa[18]”. Toni Morrison, Sula

La novela de Sula comienza con una paradoja. La primera frase de la novela invita al lector a invertir emocionalmente en algo que ya no existe: “En ese lugar, donde arrancaron la sombrilla y los parches de mora de sus raíces para hacer espacio para el campo de golf Medallion City, había una vez…” El lector descubre que un vecindario ha sido borrado antes de que le digan cómo era él, cómo se llamaba o que gente “negra vivía allí”. Esta paradoja es solo una de varias contradicciones que Morrison incorpora a la sección de apertura de la novela. Otra aparece cuando el narrador evoca a un visitante blanco que escucha la risa de la gente, pero no percibe el dolor adulto, que descansa en algún lugar debajo de los párpados, en algún lugar debajo de sus trapos y sombreros del fieltro suave, en algún lugar en la palma de la mano, en algún lugar detrás de las solapas deshilachadas, en algún lugar detrás de la curva del tendón. Paradoja resulta ser el elemento clave estructural de Sula, con la paradoja central siendo el “yo” perdido en el núcleo del personaje principal de la novela. Estas paradojas tienen varias implicaciones en la forma en que un lector podría abordar la tarea de interpretación de la novela. Por un lado, el enfoque sugiere que los esquemas incrustados de la novela pueden no ser perceptibles en la superficie del texto. Entender por qué y cómo la “risa” de los residentes de Bottom se cubre sobre un “dolor adulto” requiere que un lector sepa algo sobre la historia de las relaciones raciales en Ohio de mediados del siglo XX. Tal historia no está en el texto de la novela, es más información contextual que un lector atento debe buscar por sí mismo, e incorporar a sus propios esquemas de lectura. 

A lo largo de la novela Morrison construye un argumento, a través de la ficción, sobre el papel de la amistad completa para el pleno desarrollo del ser humano. Hace esto principalmente, pero no solo a través de su representación de la amistad de Nel y Sula. Crea el uno para el otro como escape de soledad y el desempoderamiento de sus infancias solitarias. Si bien, una novela multicultural podría tener éxito en enseñarnos mucho sobre la dinámica de la subordinación, nuca agota por completo a Sula, por ejemplo, empujada a conflictos raciales y de género al margen de la historia en favor de un enfoque sostenido en las relaciones éticas entre amigos. 

Cuando un lector hace suya una novela, trae consigo un conjunto de esquemas a través de los cuales interpreta la estructura, el tema y el simbolismo de la obra. Fundamentalmente, sus esquemas no son esenciales ni inmutables. Más bien, son construcciones autorelevantes que nacen y son sostenidas o cambiadas a través de sus interacciones con los personajes e ideas que encuentra en su mundo. Por esta razón, cómo un lector lee una obra de literatura revela mucho acerca de quién es en relación con los diversos mundos sociales o mundos de sentido que le abrió ese texto. Estos mundos podrían incluir el mundo real en el que vive, el mundo o los mundos representados en el texto. Los esquemas de un lector son revelados y moldeados simultáneamente por la actividad de la lectura. 

Es importante destacar que la interpretación de un texto por parte del lector siempre se corresponde en relación con el acto previo de interpretación promulgado por la propia obra. Como un objeto estético cuyo autor ha seleccionado, ordenado, oscurecido, enfatizado y figurado una variedad de géneros, temas, personajes, símbolos y detalles de trama, una obra de literatura nunca representa lo que realmente sucedió o muestra personajes como realmente son o como podrían ser como algo estético. Un texto, habiendo ser originado en la mente de un creador, se ha transformado en lenguaje, antes de ser erratas, es transformada la franja de la inteligencia y la sensibilidad humana en una obra literaria. 

Una obra literaria siempre se refiere a una manera compleja mediada en esquemas operativos dados por el aparato de escritura. Género, tema, trama y simbolismo pueden ser considerados como los aspectos más visibles de esa mediación literaria; vuelven a presentar los esquemas incrustados en la forma de efectos literarios en la narrativa. Comprender una obra literaria como un eslabón interpretativo en una cadena más larga de interpretaciones, aclara por qué identificar la intensión del texto es una buena práctica. Cuidar el acto de interpretación entre el texto y el lector, es promover el reporte de lectura, como una actividad académica que desarrolla el juicio crítico literario con propósitos de enseñar el placer, viviendo el placer del efecto literario.




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