Historia del Colegio de San Nicolás

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IV UN VIGOROSO ENSAYO SOCIAL 

IV

UN VIGOROSO ENSAYO SOCIAL

 

La lucha política en el país.—El general Cárdenas, goberna­dor de Michoacán.—Una nueva idea de la sociedad.—La CRMDT.—Se crea la Escuela de Ingeniería.—Los nicolaitas respaldan su obra-—Ortiz Rubio llega a la Presidencia.-—La sucesión en el gobierno del Estado.—El general Serrato.— Influencias de Anguiano y otros universitarios.—Nueva Ley Orgánica.—El rector Corona.—La huelga universitaria.—Sus principios.—El general Cárdenas en la Presidencia del país.— Muere el general Serrato.—El sucesor nombra rector al doctor Arreguín.—Las tesis del socialismo científico.—-El Consejo Nacional de la Educación Superior.—El doctor Fran­co López, rector.—Orientación ideológica de la Universi­dad.—El maestro Aníbal Ponce en Morelia.-—El gobierno del general Magaña.—La obra del doctor Gallegos en la recto­ría.—Se entrega a los estudiantes el gobierno de la Univer­sidad.—Nueva Ley Orgánica.—Sus fundamentos.—El recto­rado de Natalio  Vázquez Pallares.

 

El gobierno del general Lázaro Cárdenas se inició el 16 de septiembre de 1928, y fue muy irregular debido a las condiciones anormales de la entidad; problemas de índole militar por la rebelión cristera, que en Michoacán tuvo una especial virulencia; y problemas políticos creados no sólo aquí sino en toda la nación por una serie de hechos inhe­rentes al proceso degenerativo de la Revolución Mexicana. Dominada la escena política por dos grandes figuras, los sonorenses Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, una vez concluido el mandato presidencial de ambos, en forma sucesiva, se presentó Obregón a la reelección, tal vez con la idea de turnarse el mando en los periodos siguientes. Como la decisión de Obregón violaba el principio básico de la lucha armada de 1910 o sea la "no reelección", hubo descontento y división en  las filas de los revolucionarios, pese a que, en constantes inmolaciones, el régimen había eliminado a los principales opositores, sobre todo en el  alto mande del ejército,   expuesto además a los embates de la corrupción. Por otra parte, las medidas justicieras en materia agraria ejecutadas entre 1920 y  1928, habían creado una conciencia de clase, tanto entre los campesinos beneficiados como entre los propietarios afectados,  dedicándose éstos a  combatir al gobierno   por todos los medios, sobre todo en la prensa y entre la clase media intelectual de los Colegios y Universidades- Combatir al militarismo era  la consigna que unificaba voluntades;  a los jefes armados  se  atribuían todas las  desgracias de la nación, y en un acto de amnesia colectiva se intentaba desconocer el hecho de que esos mismos jefes habían sido los creadores   del nuevo orden social y los esforzados vencedores de la dictadura. El civilismo era, sin embargo, una tesis válida para frenar los abusos y para evitar una nueva dictadura oprobiosa; pero quienes estimulaban esa corriente  daban  la impresión de  querer desviar al   país.   Ambos  extremos resultaban peligrosos, y ante las perspectivas sombrías los revolucionarios se encontraban perplejos. Vasconcelos encendía el entusiasmo limpio de   los jóvenes, pero por ese camino se cancelaba la Revolución;  la reelección de Obregón significaba la continuación de un proceso creador, con  el peligro de caer de nuevo en todo lo que había caracterizado al porfirismo. El clero, parte esencial en  esa grave  disyuntiva,  dio  la solución  al  conflicto:  asesinó   a Obregón, y dejó libre el camino institucional, en  forma  favorable al grupo en el poder, cuyo jefe, Calles, fue acusado por los obregonistas de asesino.

El general Cárdenas entró a gobernar  Michoacán pocos meses  después de que Obregón fuera  eliminado; su estrella  comenzaba a brillar  al  amparo del poder incontrastable de Calles; pero en  el curso de una  década alcanzaría tales dimensiones que superaría a  todas las grandes figuras   de su época. Gran parte de su tiempo de gobernante  lo dedicó a pacificar el Estado; heraldo de una nueva política en que la razón se prefería a la fuerza, logró vencer y convencer a  los jefes cristeros; y  no porque ofreciera rectificaciones o enmiendas deshonrosas, sino porque buscaba en el descontento de los alzados las razones válidas  de su  rebeldía,  y al corregir las injusticias propiciaba la paz. Estas campañas, sin embargo, no le apartaron de su tarea primordial:  la superación del país, sobre todo en los aspectos agrario y educativo. Para ello organizó a los trabajadores en busca de un respaldo sólido a su política agraria y educativa. Comprendió que la reforma de la sociedad debería ser integral; que la escuela, por sí sola no podría realizar los cambios sociales, por lo que era indispensable transformar al mismo tiempo el medio en que aquélla se desenvolvía. Su obra fue tan clara y sólida que su personalidad rebasó los límites de su Estado, y a partir del 15 de octubre de 1930 fue presidente del Partido Nacional Revo­lucionario, y del 28 de agosto hasta el 15 de octubre del año siguiente ocupó la Secretaría de Gobernación.[1] Un año estuvo ausente del Estado, pero su obra fue continuada por el gobernador interino, licenciado Gabino Vázquez. Ciertamente la estructura de su gobierno había quedado estable­cida antes de sus licencias; el 5 de enero de 1929 se constituyó en Pátzcuaro la Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo (CRMDT), organización de los trabajadores a la que pertenecieron, desde un principio, los maestros y los estudiantes   universitarios.[2] El 11 de octubre promulgó el decreto número 5 que reformó el art. 130 de la Constitución Política del Estado; conforme a esta reforma, la instrucción pública pasó a depender directamente del gobierno; se habló de favorecer la formación de sociedades pedagógicas, y se ofrecieron subsidios a las escuelas particulares que cumplieran con la ley. "La enseñanza preparatoria y profesional estará a cargo de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y la normal para Maestros a cargo directamente del Ejecutivo del Estado, conforme a la Ley Orgánica respectiva". Unos días más tarde, el 18 del mismo mes, promulgó la citada Ley Orgánica en la que fueron señaladas las fina­lidades de estos planteles y las normas de su funcionamiento. Impulsó así mismo las Escuelas Técnicas Industriales; la antigua Escuela de Artes y Oficios o Escuela Industrial Militar "Porfirio Díaz", desde el gobierno de Múgica se llamaba "Alvaro Obregón"; la Escuela Industrial para Señoritas, creada en 1917, recibió el nombre de "Josefa Ortiz de Domínguez", en honor de la heroína insurgente nacida en Valladolid (Morelia). Ambos planteles, como hemos visto, llegaron a formar parte de la Universidad Michoacana en su fundación. [3]

La buena labor desarrollada por el doctor Díaz Barriga en la Univer­sidad fue continuada en el gobierno de Cárdenas, que le ratificó el cargo, y duró en él los cuatro años de aquella administración. La Casa de Estudios, por las gestiones del dinámico rector, entró en un periodo de ampliación. A las carreras tradicionales vino a sumarse la de Ingeniero, al crearse por el gobernador la Escuela respectiva. Nada había quedado de la Escuela Libre de Ingeniería de 1915; sólo el deseo de que el Estado contara con esos estudios; para tal fin laboró incansablemente el ingeniero Porfirio García de León. A finales de 1929 sometió a la consideración del gobierno un proyecto que fue aprobado sólo en cuanto al aspecto econó­mico, como incremento al subsidio de la Universidad. Faltaba que el Consejo Universitario acordara lo relativo a planes de estudios, maestros de las cátedras, lugar y fecha de iniciación de labores; y allí surgió el es­collo: los consejeros analizaron el proyecto y decidieron que el dinero se repartiera entre los demás planteles, que sufrían grandes carencias; la elocuencia del rector Díaz Barriga y del regente de San Nicolás, Rafael García de León, hizo posible la rectificación del acuerdo, y por fin, el 4 de enero de 1930 se aprobaron los planes de las carreras de Ingeniero Topógrafo e Hidrógrafo, en dos años; los planes fueron los de la Universidad Nacional. El primer director fue el ingeniero Porfirio García de León, quien dio, además, las clases de Topografía; los demás maestros: el ingeniero Augusto Hinojosa, Matemáticas (fue sustituido por el brillante alumno Sadot Ocampo) y el ingeniero Luis G. Alcérreca, Dibujo Topográfico. Se inscribieron veinte alumnos, de los cuales sólo cuatro continua­ron los estudios hasta titularse. Las clases se iniciaron en el Colegio de San Nicolás. Poco después el gobierno le cedió el edificio de la Avenida Madero Oriente 580, donde permaneció durante  treinta años. [4]

La Universidad hizo gestiones para que le fuera adjudicado el edificio del ex-Colegio de Infantes, frente a la plaza de San Juan de Dios, hoy Melchor Ocampo. Se pretendía instalar allí la Escuela de Comercio o bien la de Bellas Artes. No llegó a resolverse esta petición. [5]

Con el paso del tiempo algunos edificios que formaban parte del patrimonio de la Universidad, cedidos por el fundador de ésta, se destinaron a otros usos o se aprovecharon sus rentas para fines diversos. Este es el caso del Teatro Ocampo. El rector Díaz Barriga se dirigió en varias ocasiones al gobernador Cárdenas para recuperar el dominio del antiguo Coliseo. Se logró la entrega del edificio el 5 de agosto de 1929. Pero sucedió con este inmueble como con otros, la mayoría de los edificios de la Universidad: que no le pertenecen legalmente sino sólo por concesiones del gobierno estatal para el uso a que se les destina. El teatro volvió a perderse en la maraña burocrática. [6]

El lo. de agosto de 1930 escribió el general Cárdenas en sus Apuntes; "Morelia. Hoy recibí la visita del doctor Atl que viene a comunicarme que el Ejecutivo Federal declara monumento nacional el histórico Colegio de San Nicolás de Hidalgo de esta ciudad".[7]

Las tendencias socialistas del general Cárdenas, patentes desde su desempeño como gobernador, tuvieron en la Universidad una gran repercusión. Los alumnos y maestros se ligaron estrechamente con las organizaciones obreras y campesinas, principalmente con la CRMDT. En los mencionados Apuntes anotó el lo, de agosto de 1931 que invitó a su casa al rector y a un grupo numeroso de universitarios para tomar café (uno de aquellos "cafés" literario-políticos que se organizaban regularmente en las Escuelas o en las casas de los maestros). El gobernador quiso discutir con sus invitados (unos 60) la participación de los estudiantes en la elevación cultural de las masas obreras y campesinas. Se trató ampliamente este asunto en un ambiente de libertad, y se acordó presentar un proyecto para la socialización de las profesiones, con el fin de que todos los egresados de la Universidad y de las Escuelas Normales quedaran obligados a prestar sus servicios por algún tiempo en los lugares que el gobierno estatal les señalara, originándose así lo que se ha llamado Servicio Social de los pasantes o profesionistas." [8]

Al aproximarse la sucesión en el gobierno del Estado se inició una etapa de luchas internas que se originaban no sólo en la entidad sino en la capital de la República. Después de la muerte de Obregón el general Calles se había erigido en Jefe Máximo de la Revolución, que equivalía a una permanencia ilegal en el poder, pues desde su cargo manejaba los asuntos de la nación y a los encargados legales de ella. Así desfilaron por la Presidencia: el licenciado Emilio Portes Gil (1928-1930), el ingeniero y general Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y el general Abelardo Rodríguez (1932-1934), para completar entre los tres el periodo que hu­biera correspondido a Obregón, con la circunstancia de que Ortíz Rubio llegó al poder por medio de elecciones aunque impuesto en el seno del Partido Nacional Revolucionario (PNR) por la voluntad del Jefe Calles; Ortiz Rubio se rebeló contra la intromisión de éste, y en un gesto de dignidad, renunció a la Presidencia, casi al mismo tiempo en que el general Cárdenas terminaba su  mandato en  Michoacán".[9]

En este juego de intereses y pasiones se abrió el proceso de selección del sucesor en Michoacán. Se movilizaron desde luego los amigos de Cárdenas, quienes habían alcanzado cierta fuerza en la CRMDT, a la sombra de don Lázaro; trataron de sostener a Ernesto Soto Reyes como candidato. Pero las consignas de la capital del país eran en otro sentido. Ortiz Rubio identificaba a Cárdenas como una pieza movida por el Jefe Máximo, y aunque seguramente reconocía el relieve de la obra social llevada a cabo en Michoacán, se inclinó por un cambio radical. Y sea por su intervención o porque el mismo Cárdenas lo deseara, se designó como jefe militar al general Benigno Serrato, que enseguida fue presentado como candidato a gobernador, e inició su gira por la entidad, acompañado por los amigos y partidarios del gobernador saliente, que parecía apoyar en todo a Serrato. No era un secreto que éste carecía de experiencia política, puesto que ve nía directamente del cuartel sin haber figurado jamás en cargo político alguno. Tampoco se ignoraba su filiación liberal a la antigüita (en esto se parecía a Ortiz Rubio), pero más inclinado al lado conservador, y que, por tanto, no iba a continuar la obra de carácter socialista iniciada por Cárdenas. Y sin embargo llegó al poder apoyado por la CRMDT y por el aparato político del cardenismo.

En la Universidad se había seguido la misma política marcada por el gobierno estatal. Tanto el rector Díaz Barriga como un grupo numeroso de maestros deseaban la renovación académica que le diera mayor consis­tencia a la obra social emprendida con más entusiasmo que eficacia. Se invitó a varios universitarios de la capital, de los que habían luchado airo­samente por la autonomía de su Casa de Estudios hasta alcanzarla; y consiguieron que vinieran a Morelia el licenciado Manuel Moreno Sánchez, Rubén Salazar Mallén y otros que, a sus timbres autonomistas sumaban los de adalidades del civilismo, impulsores y artífices de la candidatura de José Vasconcelos a la Presidencia de la República, y testigos de cargo contra la imposición perpetrada por Calles, a la vez que hombres de saber y letras.                                                            

Fue el licenciado Victoriano Anguiano el vínculo de la institución universitaria con ese grupo de intelectuales, sobre todo con Moreno Sánchez; se le invitó a impartir clases en el Colegio de San Nicolás y en la Escuela de Jurisprudencia, pero pronto, sin dejar de cumplir acertadamente con ese propósito, fue ligándose a la vida política michoacana. Fue presidente de la Junta Central de Conciliación y Arbitraje y Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia, y un cercano colaborador del general Serrato.[10]

El medio universitario provinciano permanecía atado a la tradición, a pesar de las explosiones verbales y las declaraciones socializantes; '"había que luchar contra la demagogia y al mismo tiempo contra la reacción", escribió como primera impresión de aquel medio. Había encontrado que en las cátedras "todavía se explicaba a Comte", es decir que no dejaban de seguirse las rutinas de finales del siglo, del periodo porfirista; "una vez —recuerda— por haber citado  a San Agustín  provoqué un escándalo".[11]

Colocado en una posición cercana al gobernador, Moreno Sánchez pro­puso la reforma radical en la Universidad mediante la promulgación de una nueva Ley Orgánica. El gobernador le comisionó para que presentara un proyecto, y en poco tiempo tuvo en sus manos el documento, que en términos generales era el de la Universidad Nacional.

El doctor Díaz Barriga renunció a la rectoría al concluir su mandato el general Cárdenas. Los alumnos y maestros deseaban que el doctor Enrique Arreguín Vélez le sustituyera, y con ese fin entrevistaron al general Serrato, quien les que nombraría al joven doctor; pero, contrariamente a lo que se esperaba, nombró al licenciado Gustavo Corona, basándose a que desde su fundación, la Universidad había estado regida por médicos y tocaba su turno a los abogados, argumento pueril tratándose de ins­tituciones de índole cultural. El descontento fue mayúsculo; se acusaba a Corona de ser un desconocido, lo cual no era más que un recurso político, pues el joven profesionista había sido Presidente Municipal de Morelia en 1929, y secretario de la Junta Estatal de Conciliación y Arbitraje en el gobierno de Cárdenas.     

El 14 de febrero de 1933 se promulgó la nueva Ley Orgánica de la Universidad, en la que se dice que es "una institución pública, con personalidad jurídica, autónoma en los términos de esta ley". El rector y los directores serían nombrados por el Ejecutivo, que ejercía derecho de veto a las resoluciones del Consejo Universitario en cuanto a creación, incorporación o clausura de planteles; a erogaciones que lesionen gravemente el patrimonio de la institución, y a la aprobación de reglamentos que violen la propia ley.

Lic. Gustavo Corona

 

En síntesis, la Ley de 1933 o "Ley Serrato", como la llama­ron sus opositores, contenía lo siguiente:

Se declaran como fines de la Universidad: a) Impartir la Educación secundaria, preparatoria y profesional, b) Organizar la investigación científica y mantener y fomentar la cultura. En dos incisos más, se insiste en las mismas ideas: formar individuos útiles a la colectividad y "fomentar la integración de una clase universitaria que mantenga la vida espiritual de la Universidad". Se agrega otro inciso que debió quedar comprendido en el b): Estudiar los problemas fundamentales de la nación.

Las instituciones que formaron la Universidad, según esa Ley Orgánica, son más o menos las mismas que figuraban  en  1917. Se suprimieron:  la Escuela de Artes y Oficios, la  Industrial  y  Comercial para Señoritas, las Escuelas Normales para Profesores, y no se menciona el Museo de la Independencia, que en verdad nunca fue organizado. Se agregó la  Facultad de Ingeniería, que como  hemos visto, surgió en   1930; la  Escuela de  Bellas Arte; la Escuela Secundaria para  Señoritas; la  Casa del Estudiante Nicolaita; el Laboratorio Biológico y la Biblioteca Pública de Zamora. Se trans­formaron las siguientes:   al Colegio de San Nicolás se le agregó  la enseñanza secundaria,  aunque no se  dice por qué se creó aparte   la  Escuela Secundaria para Señoritas; a la de Comercio se le quitó lo de  "Superior".

El gobierno de la Universidad quedó confiado al Rector, Consejo  Universitario, Directores de Institutos y las Academias de Profesores y Alumnos. El Consejo Universitario estuvo compuesto de Consejeros "ex oficio" y Consejeros electos; los primeros eran ei Rector, e! Secretario, el Regente del Colegio y los Directores de los institutos universitarios; y los segundos: un profesor y un alumno por cada una de las facultades o escuelas.

Los consejeros exoficio eran designados por el Gobernador del Estado, excepto el Secretario, que lo era por nombramiento que expedía el Rector. Tanto éste como el Regente y los Directores de escuelas o facultades, eran seleccionados de una terna que debía presentarse al Ejecutivo.

Los directores de las Bibliotecas, Laboratorio Biológico, Observatorio Meteorológico, Museo Michoacano y Casa del Estudiante Nicolaita, así como un Delegado de la Dirección de Educación, y los que nombraran las asociaciones de ex-alumnos; no tenía derecho  a voto.

Entre las funciones que estaban encomendadas al Consejo Universita­rio, figuraba la de "estudiar y aprobar Planes de Estudio, Métodos de Enseñanza y sistema de pruebas de aprovechamiento'".

Las decisiones de dicho organismo estaban en las manos del Gobernador del Estado, ya que, aparte de las designaciones de Rector, Regente y Directores, el articulo 41 estableció: "El veto del Ejecutivo no revocará ni reformara los acuerdos del Consejo. Tendrá el efecto de suspender, según lo exprese, temporal o definitivamente, la vigencia de las resoluciones a que se refiere el artículo anterior", o sea el que se refería a la creación, incorporación o clausura de nuevos institutos, a las erogaciones que afecten gravemente el patrimonio de la Universidad, y a los reglamentos que a juicio del Ejecutivo, violen o modifiquen esta Ley.  El Rector tenía obligación de enviar al Gobernador las resoluciones del Consejo, y si no eran objetadas en el términos de 30 días, podrían considerarse sin lugar a veto.[12]

Las cátedras de Moreno Sánchez y Salazar Mallén eran las más concu­rridas no sólo por los alumnos inscritos sino por oyentes que espontáneamente iban a escuchar la elocuente palabra de aquellos jóvenes maestros. Al referirse a Moreno Sánchez, un alumno de entonces recuerda: "A la vuelta de una semana de iniciadas sus clases, el salón era insuficiente, nos pasaron a otro más amplio, con unas cien butacas, como los oyentes crecieran en número, este nuevo salón resultó también insuficiente, hasta que de plano nos pasamos al salón de actos"; y agrega: "Cosa parecida acontecía  con las clases de Literatura del maestro Salazar Mallén".[13]

A pesar de que fue corto el tiempo, las enseñanzas que sembraron estos maestros fueron decisivas en la formación de la parte más selecta de una generación de nicolaitas. Diez años más tarde, otro de sus alumnos —que llegó a ser gobernador de Michoacán—, el licenciado David Franco Ro­dríguez, escribió dirigiéndose a su maestro Moreno Sánchez; "usted repre­senta el encauzamiento definitivo de nuestras inquietudes", y le recuerda no sólo en las aulas del Colegio sino en el Café de la Soledad y aún en centros poco académicos donde aquel maestro continuaba las lecciones de la cátedra para enseñar a sus discípulos a "vivir peligrosamente", a discutir y manejar las ideas, a practicar los conceptos universales del bien y del mal, inmersos en la corriente bella de la vida.[14]

La oposición al rector Corona se recrudeció a mediados de junio, y afectó muy pronto a los maestros Moreno Sánchez y Salazar Mallén, a quie­nes se tachó de advenedizos, con la misma pasión con que se calificaba de reaccionario al intachable rector. También se decía de este profesionista que era "víctima de una congestión de ideas trasnochadas, extraídas del pobre criterio burgués": a ese grado se deformaban los hechos en aras de situaciones políticas nacionales. La campana contra estos maestros había arreciado porque en el mes de mayo había sido declarado candidato del Partido Nacional Revolucionario a la Presidencia de la República, el general Lázaro Cárdenas; en consecuencia, la posición del gobernador y de sus inmediatos colaboradores se tornaba muy difícil, pues además de la oposición de las organizaciones laborales y universitarias, la opinión pública condenaba a la administración de Serrato por la gran cantidad de crímenes y atropellos de que hizo víctima a grupos de campesinos e indígenas en el Estado. [15]

Los estudiantes de la Universidad, apoyados por algunos maestros, entre los cuales estaban el ex-rector Díaz Barriga y el aspirante a rector, doctor Arreguín Vélez, acordaron lanzarse a la huelga el 4 de julio de 1933. Se formó un Comité de Huelga integrado por los estudiantes: Severiano Mora Tovar", María Dolores Núñez, Isidro A. Alemán, Ricardo Gutiérrez, Este­ban Figueroa, Alejandro Rábago, Enrique Padilla, Abdón Ayala, Francisco Valencia, Agustín Corona, Luis Morales L., Melchor Maciel, Juan Sepúlveda, Alfredo Gálvez y Mariano Vázquez González.

En un Manifiesto explicaban los huelguistas los motivos de su movimiento. Empezaban por definir su idea de la Universidad en sólo dos puntos:

"I. Entendemos que la Universidad es una institución cultural producto de las clases laborantes, que son la fuerza vital de toda sociedad.

II. Que el pueblo prepare a través de la Universidad al elemento profesional que en su función técnica vaya a mejorar en su sector correspondiente las condiciones de la vida social".

Para alcanzar esas metas los huelguistas proponían:

"1. Sostener una enseñanza que a la vez que prepare al estudiante técnica y culturalmente para su función profesional, despierte en su espíritu interés por la resolución de los problemas sociales  que representan   nuestras clases laborantes.

2. Evitar que el estudiante universitario forme una clase social  privilegiada por sus conocimientos, al servicio del sistema  capitalista, alejándose y traicionando a las clases laborantes que lo han formado.

3. Por lo antes expuesto, el profesorado universitario tendrá que estar formado por profesionistas y elementos de ejecutoria netamente revolucionaria.

4. Para despertar en el estudiante el interés por los problemas generales
de orden social, se le formará un criterio colectivista, única forma de convertir a un técnico en elemento positivo integral de una sociedad.

5. La Universidad, consecuente con los fines señalados, luchará  por la
socialización de las profesiones, entendiendo por esto la función profesional
en forma de servicio público, sostenido por el Estado y gratuito para el
pueblo".[16] 

No obstante esta pobreza de principios, la huelga estudiantil se prolongó el resto del mes de julio, y el 2 de agosto siguiente, los huelguistas acordaron reanudar labores y designar un Consejo Universitario en el que no figurara el rector Corona; así se hizo, y lentamente los planteles volvieron a la calma.

El 1o.de diciembre de 1934 tomó posesión de la Presidencia el general Cárdenas, y el gobernador Serrato estuvo presente en los actos protocolarios que siguieron a la protesta del nuevo mandatario. Regresó el general Serrato en avión a Morelia, y de allí en el mismo aparato a la población de Ario de Rosales donde visitó a una hermana enferma. Se dirigía de esa población a la ciudad de México cuando el avión se desplomó y perdió la vida el general Serrato. [17]

El sucesor, designado por el Congreso local a sugerencia del Presidente Cárdenas, fue el general Rafael Sánchez Tapia, que a la sazón desempeñaba el cargo de Jefe de las Operaciones Militares en el Estado de Michoacán. [18]

El 15 de diciembre, el gobernador Sánchez Tapia designó rector de la Universidad al doctor Enrique Arreguín Vélez. De este modo satisfizo la principal exigencia del movimiento estudiantil del año anterior, ya que el joven profesionista contaba con la simpatía de importantes grupos, que desde 1932 le hicieron patente su apoyo para ese cargo.[19]

El proceso ideológico que condujo a la Universidad Michoacana a las tesis del socialismo merece un estudio detenido que aquí sólo se esboza. La institución nació vinculada al positivismo filosófico en el que encon­traban acomodo las corrientes del liberalismo tradicional del siglo XIX. En Michoacán se habían librado las discusiones más enconadas entre liberales y conservadores. Baste recordar las polémicas de Melchor Ocampo con el clero y los hacendados, y la de José Manuel Teodosio Alvírez con los canónigos Ramón Camacho y José Guadalupe Romero. En estos dos encuentros ideológicos de trascendencia nacional, los liberales obtuvieron la victoria debido a la fuerza de su razonamiento; y no debemos olvidar que durante la Guerra de Tres Años, el general Epitacio Huerta mantuvo el poder y puso en práctica medidas que más tarde formaron parte de las Leyes de Reforma. Michoacán, en suma, fue una entidad donde el libera­lismo tuvo un gran arraigo. Ya hemos mencionado el hecho indiscutible de que el Colegio de San Nicolás fue el centro principal del liberalismo, y que de allí, por la evolución de los tiempos, salieron liberales ortodoxos, de la "era terciaria", dispuestos a combatir a los católicos "de Pedro el Ermitaño". Pero también de allí salieron los primeros socialistas con una confusa idea en que se mezclaba un cristianismo igualitario con un anticlericalismo irracional. [20]Una nueva generación comenzó a referirse a la lucha de clases, al materialismo dialéctico, a las ideas de Marx y de Lenin, y a temar como faro de esperanza la URSS. Pero en la Universidad no se enseñaba la Filosofía de manera sistemática; había, claro está, los cursos caniculares de esa materia en el Colegio, pero allí seguían ter­camente arraigados los programas tradicionales basados en el positivismo. Por muchos años se produjo ¡a contradicción de un socialismo que se manifestaba en las esferas directivas de la institución y en sus sociedades de alumnos, pero un magisterio enemigo de esas ideas que, en la práctica las combatía. Abogados y médicos, jóvenes o viejos, pero formados en las teorías de Comte, enseñaban sus manidas lecciones, aunque simularan apoyo a sus exaltados dirigentes. Por eso, bastaba con que un maestro como Moreno Sánchez pusiera al descubierto aquella superchería y les mostrara a los alumnos un mundo rico en ideas y direcciones, para que se desplomara aquel marxismo-leninismo poco enraizado.

Con este antecedente, la reforma del artículo tercero constitucional, que declaró socialista la educación, contraria a fanatismos y prejuicios y basada en los principios de la ciencia (10 de octubre de 1934), dio mayor fuerza a las luchas de los universitarios michoacanos que, ahora de manera más franca, pidieron la adecuación de la ley y la organización interna de su Casa de Estudios con los mandatos de la Constitución.

Las proclamas por una Universidad socialista se hicieron más frecuentes a partir de 1932. Publicaciones como Diferente, "revista de cultura proletaria", dirigida por los estudiantes Natalio Vázquez Pallares y Alejandro Rábago, planteaban claramente la participación de los universitarios en la gran trasformación del mundo, lo que ocurrirá "cuando se den íntegramente al proletariado, cuando se conviertan en técnicos de la Revolución Social que ayude a la construcción de la nueva sociedad, que eliminará las clases y formará el nuevo ciudadano: el trabajador libre de la Patria Universal".[21]

La gestión del rector Arreguín estuvo orientada por estas mismas ideas, las que desde años atrás sostenía este joven profesionista. Efectivamente, además de haber sido de avanzadas ideas en el campo social desde sus años de estudiante, fue el abanderado de maestros y alumnos que en 1932 quisieron llevarle a la rectoría, motivo en gran parte de la huelga de 1933. Había elaborado —junto con el doctor Jesús Díaz Barriga— un estu­dio acerca de la Nueva Organización Educativa Universitaria, que se componía de dos partes: una en la que señalaban los fundamentos teóricos de la Libertad y la formación de una conciencia nueva, así como de la transformación cultural y la orientación socialista; en la segunda parte abordaban las recomendaciones concretas en las diversas profesiones, para ajustarías a las exigencias del cambio. [22]

En la ceremonia de iniciación de cursos de 1935, el doctor Arreguín expuso con claridad sus ideales: "La Universidad —dijo-—, como una insti­tución educativa, está llamada también a modificarse, a cambiar su estructura y declarar y aceptar que es una institución cultural que vive del producto de las clases laborantes, ya sean manuales o intelectuales, y que tiene, como una de sus funciones principales, la formación de una nueva cultura en la cual se realicen la justicia y libertad sociales, y se logre la obtención de los mayores bienes, espirituales y materiales, para la colectividad".[23]

 

Dr.  Enrique Arreguín Vélez.

 

Como se ve, aquel germen socialista de 1920 había penetrado hondamente en la Universidad, no sólo entre sus maestros y es­tudiantes sino entre sus directores; el entusiasmo general se canalizó hacia la aprobación de una nueva Ley Orgánica de nuestra Universidad, un instrumento jurídico que estuviera de acuerdo con los principios de la Constitución General. El mismo rector, con un grupo de sus más cercanos colaboradores, elaboró un proyecto de Ley Orgánica que envió al Congreso el 8 de octubre de 1935; una copia le fue enviada al Presidente Cárdenas. En ese proyecto se pretendía dar a la institución una estructura acorde con el artículo tercero de la Carta Magna. [24]

La obra del   rector Arreguín en  el  año de  1935,  único que estuvo al frente de la institución, ha sido sintetizada por él mismo en los siguientes puntos:

 

1. Creación de un Centro Cultural Obrero en Morelia, Este centro impartió  cursos regulares  para los trabajadores,  además  de  conferencias   y
exposiciones.

2. En el mismo centro funcionó un bufete jurídico gratuito para asesoría
en problemas laborales; y un consultorio médico con atención gratuita.

3. Se crearon las Misiones Culturales formadas por maestros y alumnos
de las Escuelas y Facultades de la Universidad, con un plan de visitas a
los lugares más apartados de la entidad, con dos finalidades: a) Realizar
actividades de   alfabetización, prevención  de enfermedades,  educación física, higiene y educación artística, b) Investigar y recoger información de los
pueblos visitados, con el fin de formular planes de desarrollo regional.

4. Se transformó la antigua Academia o Escuela de Bellas Artes en Es­
cuela Popular de Bellas Artes, con la finalidad  de hacer llegar a toda la
población los beneficios que antes alcanzaban a unos pocos.

5. Se fundó el Departamento Cultural y de Extensión Universitaria, en­
cargado de coordinar las anteriores acciones.

6. Fortalecimiento de la Escuela de Ingeniería recién creada.

7. Creación de] Instituto de Investigaciones Históricas, como un primer
paso para los estudios profesionales. Sobre este  punto sólo se dieron los
primeros pasos por la brevedad de la gestión del rector.

Con el fin de que la cultura llegara a los amplios sectores de la población, se imprimió un Periódico Mural redactado por los universitarios.

Se  estableció  un  intercambio  con   otras instituciones culturales  del
país, y así vinieron maestros, artistas, conferencistas y alumnos.[25]

En su trayectoria de luchador social, el doctor Arreguín se había identificado con el general Cárdenas, quien le tuvo presente cuando llegó a la primera magistratura de la nación. Pero en la primera etapa de su gobierno el presidente estuvo frenado por el Jefe Máximo de la Revolución. El ge­neral Calles, alentado por sus aduladores y por quienes resultaron lesiona­dos por la reforma agraria impulsada con energía por el nuevo gobierno, quiso seguir en el mando de los asuntos públicos, tal como lo había hecho con los tres presidentes anteriores; a este sometimiento de la dignidad presidencial se opuso el general Cárdenas, y en un acto de osadía política reorganizó su gabinete de colaboradores para separar a los "callistas" (mayo de 1935), y más tarde expulsó al mismo Calles, a un alto jefe militar y a exfuncionarios, todos amigos de don Plutarco, y dio fin a la era del maximato. Por primera vez en la historia de México una crisis política no se resolvía por medio de la lucha armada; y este fue un gran precedente que la nación debe agradecer al gran presidente.

Ya en la nueva etapa de su gobierno, el general Cárdenas reorganizó la educación superior para abatir vicios arraigados desde la época de la Colonia. Era indispensable al país una revisión a fondo de la política educativa, pues hasta entonces por la influencia nociva de las ideas anárquicas del liberalismo y por los vicios ancestrales, la formación de los profesionistas y el ejercicio de las profesiones habían sido defectuosos y extravagantes. "Los perfiles salientes de ese estado de cosas consisten —en aparente paradoja y real tragedia— en que, por una parte, México padece el cáncer de un profesionalismo exagerado, deforme, y que opera como fuerza disolvente, mientras por la otra, simultáneamente, es uno de los países más necesitados del concurso  creador y civilizador de   la  ciencia".  Con estos principios, el proyecto de ley que creó el Consejo Nacional de la Educa­ción Superior y la Investigación Científica, fue aprobado por el Congreso de la Unión, y promulgado el 30 de octubre de 1935. Se designaron en seguida las personas que formarían el Consejo, y entre ellas figuró el doctor Arreguín Vélez, quien por ese motivo renunció a la rectoría de nuestra Casa  de Estudios. [26]

El gobernador —ya era el señor Rafael Ordorica Villamar, pues el ge­neral Sánchez Tapia había sido llamado por el presidente para ocupar el cargo de Secretario de Economía— nombró rector al doctor Salvador Franco López, prestigiado maestro de la Escuela de Medicina y del Colegio de San Nicolás. Se había titulado en la misma institución en 1924, como culminación de una carrera brillante no sólo en las aulas ilustres sino en la lucha juvenil, idealista y desinteresada. El joven Franco López fue delegado de los nicolaitas al Segundo Congreso Nacional de Estudiantes, en Puebla (1921). Durante algunos años, el doctor trabajó en las zonas carboníferas del norte del país, al lado de los trabajadores, sirviéndoles profesionalmente y aconsejándoles como amigo.[27]

En la rectoría esperaban a Franco López numerosos problemas; el principal era el económico; pero, aún con penurias y privaciones la Universidad no interrumpio sus planes de servicio social, bajo la clara orientación del rector. Sin perder el rumbo que los últimos rectores habían marcado, la institución entró en un periodo de serena firmeza y mayor claridad ideológica, debido seguramente al contacto que el doctor Franco López había tenido con la clase trabajadora, con los obreros industriales poseedores de una firme conciencia clasista.

Se iniciaron estudios sobre problemas y costumbres de los grupos indígenas tarascos, tanto en la zona lacustre como en la serrana. También se estudiaron las posibilidades de desarrollo en la zona pesquera del Pacífico, en las costas michoacanas pertenecientes a los municipios de Coalcomán y Arteaga.

Se organizó una Escuela Superior para Trabajadores en la sede de la CRMDT, dependiente del Departamento de Extensión Universitaria, a cargo de Natalio Vázquez Pallares. Participaban otras oficinas y organismos: la Escuela Normal Mixta, la Federación Local del Trabajo, la Dirección de Educación y el Bloque de Jóvenes Socialistas de Michoacán. Las materias del plan de estudios eran: Geografía Económica y Social, Derecho Obrero Mexicano, Historia de la Lucha de Clases, Cooperativismo, El Problema Agrario de México, Sindicalismo, Historia y Teoría de la Revolución Me­xicana, Higiene Social, Economía Política, Nociones de Socialismo, Historia del Movimiento Obrero Inter­nacional e Historia de las Religiones.

En Uruapan se estableció un Centro Cultural Obrero, dependiente de la Universidad, donde se impartieron clases de Alfabetización, Historia de México, De­recho Obrero, Derecho Agrario e Higiene del Trabajo.

Se continuó en la prestación de servicios gratuitos para los trabajadores: asesoría jurídica, dis­pensarios médicos, defensoría de reos pobres; y se creó la asesoría técnica para la formación del ejido colectivo en el poblado de Tres Puentes, en las goteras de Morelia.

Dr Salvador Franco   López.

 

Se instalaron cooperativas de consumo y de producción (en planteles que contaban con talleres) para beneficio de los trabajadores de la Universidad.

Se   inició   la   publicación   de Universidad Michoacana, revista mensual de cultura, editada por el Depar­tamento de Extensión Universitaria, a cargo del pasante de jurisprudencia Natalio Vázquez Pallares. Esta revista se publicó durante muchos años y fue el reflejo de la obra académica de la misma Casa de Estudios. Su primer número apareció en julio de  1937.

Pero, tan importante como la obra —aquí brevemente reseñada—, fue la orientación ideológica. Señalaba el rector como misión de la Universidad la formación de hombres de su tiempo, comprometidos con las inquietudes universales, como parte de una sociedad en movimiento, "en la que vive entregado a intensas luchas, gozando y sufriendo al compás de las al­ternativas de su existencia".[28]

Hacia 1936 el mundo se acercaba peligrosamente a la guerra, que por fin estallaría unos años más tarde. Los intereses económicos de los Estados capitalistas se enfrentaban cada vez con mayor violencia, y los más  agresivos se lanzaban contra el primer Estado socialista de la historia, en un vano esfuerzo por borrarlo de la existencia sin importar los medios. Ese año comenzaría la guerra civil en España, sostenida por dos gobiernos extranjeros que habían formado una alianza trágica para la humanidad: Ale­mania e Italia, cuyos ejércitos, armamento e ideología ejercitaron en esa parte de Europa los métodos de destrucción masiva, como una advertencia al resto del mundo de su poderío e insania.

Frente al totalitarismo de esos Estados agresores se proclamó la demo­cracia como un valor supremo del hombre en la sociedad; y nuestra Universidad sostuvo ese principio como base de su organización. En el mes de septiembre de 1936 funcionó de nuevo el Consejo Universitario, después de casi dos años de silencio. Con la reinstalación de ese órgano de gobierno, por acuerdo del rector, se reorganizaron las academias de pro­fesores y alumnos, "responsabilizando a todos los universitarios en el afianzamiento del orden y la disciplina". Con estas medidas se logró una mayor asistencia y un aprovechamiento óptimo en la cátedra, así como "la desaparición casi completa de los tumultos entre estudiantes y de las manifes­taciones hostiles e injustificadas en contra de autoridades y de profesores".

Sobre la posición de la Universidad al servicio de los trabajadores, el rector afirmó: "No es a título de dádiva, no es a título de limosna como la Universidad brinda sus servicios a los trabajadores colocándose vanido­samente en un plano caritativo y romántico desde el cual contempla con ojos de superioridad a los que beneficia. Va a la clase trabajadora con un amplio concepto de la igualdad humana y declara que dentro de la organización social los verdaderos trabajadores manuales no se diferencian sino por la especialidad de sus funciones, debiendo por lo mismo formar una sola clase. Es por eso, con el escándalo de muchos incomprensivos, que la Universidad Michoacana se siente plenamente identificada con los anhelos del proletariado y profundamente vinculada con la lucha de clases. La Universidad no es líder, ni tampoco es escuela de líderes, pero de ninguna manera puede, si es consecuente con su tipo de doctrina socialista, desentenderse de la táctica de lucha de los trabajadores".

Los planes de estudios se modificaron con el declarado propósito de procurar una unidad en la interpretación científica, basada en el materialismo dialéctico. "En épocas no muy lejanas todavía, el positivismo garantizó esa unidad con su materialismo mecanicista, que con el proceso de la evolución humana tuvo que desecharse por inadecuado; mientras se hacían los primeros esfuerzos para ampliar la enseñanza a las nuevas corrientes del pensamiento, se dejó sentir cierta desorganización que ya ha desaparecido en la enseñanza universitaria".[29]

En los primeros meses de 1937 llegó a nuestro país el distinguido intelectual argentino Aníbal Ponce para buscar refugio ante la persecución de que era objeto en su patria. En el mes de abril ya era catedrático de la Universidad Nacional, la Universidad Obrera y la Escuela Normal, escribía en el diario El Nacional y era secretario de la Liga de Escritores y Ar­tistas Revolucionarios.

El rector Franco López invitó al maestro Ponce para que diera un curso sobre Humanismo en el Colegio de San Nicolás, y él aceptó; estuvo aquí los días 22, 23 y 24 de julio de 1937, y su presencia fue alentadora. Alum­nos y maestros escucharon su lección, y encabezados por el rector pidieron al Consejo Nacional de Enseñanza Superior gestionara su comisión a Morelia. Se consiguió en unos meses, pues al mismo Ponce le agradó la idea de trabajar aquí, ya que desde su viaje del mes de julio había encontrado "una Universidad muy liberal —tanto que se dice oficialmente socialista"; la ciudad, que le recordaba a Salamanca o Segovia, le había parecido ideal para el trabajo intelectual, además que se le ofrecía un mayor sueldo. El lo. de febrero de 1938 ya estaba en su nueva residencia. Se le había comi­sionado para "orientar los estudios" y para impartir clases de filosofía en el Colegio y en la Escuela Normal. A sus clases asistían no solamente los alumnos inscritos sino numerosos oyentes, de modo que siempre había gentes de pie. En otras tareas, se propuso mejorar las condiciones de estudio. Escribió: "Estoy muy bien impresionado de los muchachos de aquí. Lo mismo de la gente de la Universidad. Ignoro si la buena acogida durará. Pero hasta ahora atienden todo lo que digo. He empezado a hacerles una biblioteca, porque estos pobres vivían en las nubes. Y como tienen problemas de todo orden, creo que voy a ayudarles mucho". Respecto a la bi­blioteca de que habla el maestro, debe entenderse que se trata de las obras modernas de filosofía, que aquí eran poco conocidas, pues en otra carta dice que fue a México a comprar libros para dicha biblioteca, con los que confiaba se haría un buen servicio. "Poco a poco les voy transformando la Universidad. Parece que ahora el presidente piensa darnos bastante di­nero. Si es así, en un año les voy a dejar todo como ni lo hubieran soñado". Desgraciadamente, los proyectos del maestro no se llevaron a cabo. El 5 de mayo de 1938, en el trayecto de Morelia a México, sufrió un accidente automovilístico, a consecuencias del cual falleció el día 17. América perdió uno de sus más preclaros luchadores y nuestra Universidad un gran maestro.[30]

En el Estado y en la Universidad se habían producido cambios, a partir de 1936. Triunfante en las elecciones de ese año, el 16 de septiembre tomó posesión del cargo de gobernador el general Gildardo Magaña, antiguo soldado de don Emiliano Zapata. La llegada de Magaña no produjo el cambio de rector de la Universidad; siguió el doctor Franco López, a cuya administración nos hemos referido. Pero, en el mes de febrero de 1938, el doctor renunció para dedicarse a otros trabajos en la capital del país. El Consejo Universitario le expresó su pena por la renuncia, y le declaró Rector Honorario de la Casa de Estudios. Se designó al doctor José Gallegos del Río para sustituirle.[31]

 

Uno de los primeros actos del nuevo rector fue la demanda para que se entregara a la Universidad un edificio en ruinas, cedido con anterioridad, donde se proyectaba la construcción de los Laboratorios Centrales de la institución. El edificio estaba en la esquina de Alvaro Obregón y Aquiles Serdán. El 28 de septiembre de 1938 se entregó con todas las formalidades, y de inmediato se procedió a su demolición, y a la construcción del nuevo edificio. Por esta obra, y por otras de menor importancia, los es­tudiantes nombraron a Gallegos —injustamente— "el rector albañil".

Dr. José Gallegos del  Rio

 

Al doctor Gallegos le tocó un periodo sumamente difícil. Había en la institución, principal­mente entre los alumnos, un propósito impostergable de cambiar la Ley Orgánica, documento al que se atribuían todas las calaymidades que sufría la institución. A esta crítica enconada vino a sumarse el contenido de un mag­nífico artículo de Aníbal Ponce, divulgado en la prensa estudiantil; el artículo llevó por título: "El doctor Samaniego perdió su libro", y refería brevemente el caso mencionado por Torres Villarroel, del doctor Samaniego de la Serna, quien leía a sus discípulos en "su" libro, que perdió en un mal día; "un profesor sin 'su' libro era un profesor que naufragaba"; y comentó Torres Villarroel: "Nos quedamos sin Arte y sin Maestro". De este relato concluía Ponce que las Universidades latinoamericanas tenían en su seno vicios como el señalado. "Sin los laboratorios adecuados, sin las bibliotecas indispensables, sin los instrumentos y los mapas más elementales, siguen siendo algunas de ellas apolillados sitiales con un miope "lector" que relee "su" viejo libro".[32]

Esta crítica a las Universidades fue captada por los nicolaitas, que en sus publicaciones arreciaron la lucha contra la Ley Orgánica. Pedían una nueva que acabara con la anarquía en los planes de estudios, y diera a los alumnos participación en el gobierno de la institución, mejorara la calidad de los catedráticos y creara nuevas carreras, acordes con las necesidades de la entidad y del país.

Un grupo de catedráticos, encabezados por el maestro Diego Rosado de la Espada, propuso la creación de una Escuela de Economía, y presen­tó plan de estudios y programas.

Los alumnos se dieron a la tarea de redactar una nueva Ley, que estaba terminada a finales de 1938. Se empezó a presionar al gobernador Magaña por medio de paros y huelgas, que se hicieron más frecuentes al iniciarle 1939. La "reforma universitaria" concidió con el hecho de que en ese año se iniciaron las luchas internas en el Partido Oficial para la sucesión presidencial del año siguiente, en que terminaría su gestión el general Lá­zaro Cárdenas. Entre los precandidatos estuvo el general Magaña; por propia decisión, y para dedicarse a su campaña se retiró del gobierno de Michoacán el lo. de julio de 1939. A principios del año, y ya con la idea de sentirse "presidenciable", asistió a los cafés nicolaitas para "conocer el sentir de los estudiantes". A principios de febrero, en una de esas reuniones en el Colegio de San Nicolás, después de las intervenciones de los abogados Natalio Vázquez Pallares, David Franco Rodríguez y Antonio Arriaga Ochoa, éste último Regente del Colegio, y de otros oradores, el gobernador les ofreció que estudiaría su proyecto de Ley. Ese fue llamado el "café de la victoria". El día 4 recibió en su casa a una comisión estudiantil, y ante ella declaró: "el gobierno de Gildardo Magaña está de acuerdo en que la Universidad se gobierne en forma democrática. Y, por eso mismo, hoy les hace entrega de esa histórica institución, y los hace responsables ante la Revolución, de su triunfo en servicio del pueblo, o de su fracaso".[33]

Al día siguiente el gobernador pidió al Consejo Universitario una terna para la designación del rector, pues el doctor Gallegos había renunciado a raíz de las declaraciones de Magaña. Esa petición de terna fue un anticipo de la nueva ley aún no aprobada, donde se introdujo esa modalidad. En la terna que envió el Consejo figuraba el licenciado Natalio Vázquez Pallares, joven abogado recién titulado en la Escuela de Jurisprudencia (1938); muy joven, de apenas veintiséis años, se había distinguido como un diri­gente estudiantil inquieto y talentoso; parte de sus estudios profesionales los había (hecho en la Universidad de Guadalajara, y fue el principal orga­nizador de la Federación de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO) y del Frente de Estudiantes Antimperialistas de América, una de cuyas filiales fue Juventudes Socialistas Unificadas de México que él mismo pre­sidió. Había sido el principal redactor del proyecto de Ley Orgánica de la Universidad Michoacana, y uno de los más tenaces defensores de las ideas socialistas dentro de las instituciones de enseñanza superior. El gobernador Magaña le escogió de la tema y le designó rector. De acuerdo con el propósito de Magaña, la Universidad quedó en manos de los alumnos, y fue el pasante de Jurisprudencia, David Franco Rodríguez quien, a nombre del estudiantado, tomó la protesta a Vázquez Pallares. Se organizó en seguida la Federación de Estu­diantes Universitarios de Michoacán, y se empezó a integrar el Consejo Universitario, siempre con apego a la ley que aun se discutía en el Congreso, pero que se daba por un hecho su aprobación.[34]

El 13 de marzo fue promulgado el decreto número 41, que contenía la ley orgánica promo­vida por el Gobernador y redac­tada por los mismos jóvenes universitarios.

Lic.  Natalio Vázquez  Pallares.

 

Los principios en que se fun­dó este documento fueron establecidos por el licenciado Vázquez Pallares en su obra Hacia la Reforma Universitaria, y pueden resumirse así:

1.—El movimiento reformista que culminó con la entrega de la Universidad a los estudiantes, no fue movido por intereses políticos y tuvo un claro programa.

2.—La antigua ley no estaba ajustada al artículo 3o. constitucional; no vivía la Universidad dentro de nuestro régimen jurídico.

3.—La "ley Serrato" se basa en la representación por unidades docentes. Cada escuela o facultad tenía el derecho de elegir tres representantes al Consejo: el director, un profesor y un estudiante por cada plantel. El gobernador nombraba al rector y a los Directores de Escuelas o Facultades. En cambio, la "ley Magaña" implanta la democracia funcional o pluralis­mo político, que desde hace tiempo viene modificando el antiguo concepto de autoridad y soberanía, es decir que todos los componentes de un organismo participen en su dirección, de acuerdo con la función que desempeñen: técnicos, profesores, estudiantes, asociaciones de estudiantes y trabajadores. Así se establece la paridad en la representación estudiantil y de profesores y autoridades; reivindica asimismo la facultad del Consejo para nombrar al rector.

4.—La reforma universitaria persigue como finalidad el que pueda encauzarse en el seno de su máximo organismo las inquietudes que puedan estallar en la Universidad, para eliminar conflictos artificiales o tendenciosos, y se evitará que las autoridades sean impuestas al arbitrio de los gobernantes.

5.—Al establecer el servicio social de los universitarios, se extienden las funciones de la Universidad más allá de sus aulas, para elevar el nivel cultural de los trabajadores,

6.—La forma de autodeterminación y autogobierno, con las otras ventajas obtenidas, contribuye a un hecho trascendental: la creación de la Universidad Socialista, como un tributo a la Revolución Social de México.

7.—La Constitución de 1917 estableció el monopolio de la enseñanza primaria en manos del Estado; los legisladores de 1934 lo hicieron extensivo a la enseñanza secundaria y normal, y dejaron en libertad las demás formas de la actividad educativa, entre éstas la universitaria. Pero analizando el artículo 3o. reformado se ve que dice: "La educación que imparta el Estado será socialista.", es decir toda la enseñanza oficial deberá ajustarse a dicha tendencia.

8.—En el aspecto filosófico, la educación oficial sostiene un monismo materialista o sea la unidad substancial de todo lo que existe y prioridad de la naturaleza, de la materia, con respecto al espíritu, al alma.

9.—La sociedad no se concibe como un todo homogéneo, sino que está diferenciada en clases sociales, determinadas por las relaciones de producción y cambio. La enseñanza oficial mantiene una postura ética al enseñar al educando el origen de la lucha de clases, y orientándolo hacia la solidaridad con la clase trabajadora, con el proletariado.

10. —No obstante que en los debates de 1934 no se precisó a cual socialismo se refería el artículo 3o. reformado, es claro que no se refiere a
un socialismo católico o cristiano, sino al sistema social que define una
actitud frente a los problemas de la sociedad capitalista actual.

11.—Los legisladores de 1934 hicieron una separación entre la religión, el fanatismo y los prejuicios, pues si bien reconocieron que las creencias religiosas mutilan el juicio, perturban las conciencias y son un agente eficaz de acción social puesto al servicio de los explotadores, reconocieron también que los fanatismos y los prejuicios se originan en las contradicciones del régimen capitalista, y es necesario combatirlos por igual.

12.—La "libertad de cátedra", que sostiene la Universidad Autónoma de México, es una forma de burlar y sustraerse a la orientación educativa postulada por el Estado. Cuando las Universidades viven en regímenes reaccionarios, la autonomía es una bandera revolucionaria; pero cuando es el medio de convenirlas en reducto contra las fuerzas populares, debe combatirse la autonomía. El caso de la Universidad Autónoma es prueba clara de esta posición.

13.—Partiendo del principio preconizado por Ortega y Gasset de que a cada época histórica corresponde un tipo de hombre, la Revolución mexicana confía esta formación a los centros de cultura superior, los cuales deben formar hombres cultos, hombres que vivan a la altura de su época, hombres que después de haber hecho un análisis crítico de toda la historia del conocimiento humano, finquen sobre bases científicas su propia valoración y determinen las relaciones que mantienen a la sociedad en que viven y las que le unen al universo, todo ello como garantía para el pleno desenvolvimiento de la personalidad humana.

14.—Las Universidades no deben limitarse a la formación de profesio­nistas "liberales", sino que han de establecer carreras técnicas que corres­pondan a las necesidades de la estructuración económica y política que el nuevo régimen está formando. Como no hay acomodo para los profesionistas que actualmente se forman, sin planeación alguna, en los estudiantes falta fe en el estudio, quieren terminar cuanto antes, se les desarrolla "un deseo de holganza, una frecuencia peligrosa en el abandono de las clases y en la declaración de huelgas; una desviación de la inquietud juvenil hacia el tumulto intrascendente, el motín y las actividades puramente políticas con el objeto de conquistar posiciones burocráticas. Esto es lo que realmente causa la anarquía estudiantil, esa falta de disciplina que tantas veces es criticada por la reacción como una culpa de los Gobiernos Revolucionarios". [35]

El contenido de la Ley Orgánica de 1939 puede resumirse en los siguientes puntos:

1.—Se suprime el término de "autónoma" a la Universidad, que aparecía como una irrisión en la ley de 1933. En la nueva se dice que es "una institución de servicio público, destinada a cumplir, en el campo de la educación superior, los principios que en materia educativa sustenta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la particular del Estado".

2.—Los fines que se señalan a la Universidad son los mismos, aunque resumidos en sólo tres puntos: fomentar y organizar la investigación científica; formar técnicos y profesionistas; y difundir la cultura.

3.—Los planteles e instituciones que forman parte de la Universidad son los mismos ya existentes. Se suprime la Escuela de Comercio, el Observatorio Meteorológico y la Casa del Estudiante Nicolaita, y se agrega la Escuela Normal (que ya funcionaba en el seno de la Universidad desde el año de 1934), y los Departamentos de Extensión Universitaria y de Educación Física.

Algunas de las instituciones modificaron su nombre y su función, como: la Escuela Secundaria no es sólo para señoritas, sino mixta, pues la secundaria para varones queda desprendida del Colegio de San Nicolás, que ahora se dedica exclusivamente a enseñanza preparatoria; la Escuela de Bellas Artes pasa a ser Popular de Bellas Artes; a la Facultad de Derecho se le agrega "y de Ciencias Sociales"; a la de Medicina se le llama "de Ciencias Médicas y Biológicas". La Universidad (debe decir el Consejo Universitario), queda facultada para crear, incorporar o suprimir institutos.

4.—La investigación que se realice en el seno de la Universidad tendrá por bases: el libre examen y el método positivo para los problemas generales de la ciencia; de la realidad mexicana, primordialmente los problemas que afectan la economía, y los valores políticos y morales de la clase trabajadora; en las zonas agrícolas y urbanas, descubrimiento de nuevas fuentes de riqueza, y la mejor forma de su aprovechamiento; en las regiones indígenas, el conocimiento de su historia, organización económica, tradiciones, arte, pequeñas industrias, idioma, para buscar la incorporación de esos grupos a la vida del país; se pondrán al alcance de los investigadores los medios económicos necesarios. Este es uno de los avances que registra esta Ley.

5.—La formación de técnicos y profesionistas se basará:  en su capacitación técnica sobre la base de una cultura general; orientarlos para que, al titularse, desempeñen una función social; se tendrán en cuenta las necesidades económicas políticas y sociales de la nación, para la cantidad y calidad de los profesionistas; unión de los universitarios con el pueblo Dará que los trabajadores tengan una clara conciencia revolucionaria.

6. —La difusión de la cultura tendrá por bases: la concepción de que la

cultura es un instrumentó al servicio de la clase trabajadora para la satisfacción de sus necesidades; los resultados de la investigación científica serán difundidos por la Universidad, de acuerdo con las condiciones del medio.

7. —Se garantiza la inamovilidad del personal docente.

8.—El sostenimiento de la Universidad tendrá por base: los mismos recursos que señalaba la ley anterior, más las cantidades que destine el Gobierno Federal en sus presupuestos y el producto de los trabajos que se hagan en sus laboratorios y talleres.

9.—El gobierno de la Universidad está representado por los mismos sectores, variando en la composición del Consejo Universitario, donde se buscó la paridad, mediante la representación de igual número de autoridades y maestros con el de alumnos. Concurren los directores más un alumno por cada plantel, tres representantes de la Federación de Profesores Universitarios y tres de la Federación de Estudiantes, con lo cual queda equilibrado el número de maestros y el de estudiantes. Participan con voz pero sin voto: el director de Educación Primaria, un representante de la agrupación de empleados de la Universidad, otro de la organización de postgraduados, además del Secretario General, los jefes de departamentos y el director de las bibliotecas; el rector tiene voto de calidad. En lo que se refiere a las facultades del Consejo, aunque se mantienen las mismas, se esta­blece que la discusión de planes de estudio, métodos de enseñanza y estimación del aprovechamiento, las adquisiciones mayores de mil pesos y la creación, incorporación o suspensión de planteles, deberá hacerse después de escuchar el dictamen de comisiones técnicas especializadas. En la designación del rector, se limitan las facultades del ejecutivo, ya que podrá elegir de una terna que le presente el Consejo Universitario, el que deberá aprobarla por mayoría de dos tercios de los votos computables. Para ser rector es requisito el tener antecedentes científicos y reconocida ideología socialista, requisito que también se impone para ser directores de escuela o facultad o profesar la docencia universitaria.[36]

Con la vigencia de esta ley se inicia un periodo más de nuestra Casa de Estudios, para ponerla a tono con las reformas que llevaba a cabo el gobierno de la república. Tan pronto como Vázquez Pallares tomó posesión, se dirigió (10 de febrero) al general Cárdenas pidiéndole ayuda para hacer la reforma socialista en la Universidad a su cargo. Veremos adelante cuáles fueron los apoyos que recibió del gobierno federal.

 

 

NOTAS


 

[1] W. C. Townsend.  Lázaro Cárdenas...,  pp.   53-67.

[2] Sobre los propósitos y actividades de la CRMDT pueden consultarse;  J. Padilla
Gallo,  Los   de  abajo...,   y  J.   Múgica   Martínez,   La   Confederación...   M.   D.
Hernández,  La Confederación... También,  para ver opiniones contrarias  a  dicha
organización:  V.  Anguiano  Equihua Lázaro  Cárdenas. . .

[3] Para un panorama de la obra educativa del gobernador Cárdenas:   R.  Arreola
Cortés,  Historia de  la  educación.. .

[4] AHUM.  Libro de   actas  del Consejo  Universitario   Núm. 9.   1929-1930.

[5] El rector hace la petición al gobernador el 9 de marzo de  1929, y el gobierno
la  trasmite  al  Secretario  de   Hacienda, con  el   ofrecimiento  de  que   se harán
los arreglos  en e! edificio, que   se encuentra en ruinas.  El gobierno   insiste   el
18 de abril, sin  respuesta del gobierno federal.  AHUM.

[6] El   11   de enero   se pide al gobernador  la   entrega  del Teatro,   cedido   por   el
Estado a la Universidad en 1918. El día 15  se le contesta que el Ayuntamiento
lo tiene rentado a José Jury, y que se  procederá a la desocupación.   E! 23   de
enero insiste el rector y le contestan que, tan pronto como termine la temporada de la compañía de Esperanza Iris, se entregará el Teatro. La Universidad co­misiona a Luis Díaz y José Ma. Mendoza Pardo para que reciban. AHUM.

[7] L. Cárdenas.  Apuntes..., t.  I, p.   175.

[8] Ibid., p.   184.

[9] Después  que  dejó  el   gobierno  de   Michoacán,   Ortiz Rubio fue Secretario   de
Comunicaciones,   y   al distanciarse   del   gobierno   se  exilió   voluntariamente   en
España.  Luego fue   embajador en   Alemania  y en   Brasil;  de  este  país regresó
para ser candidato a la Presidencia de la República, y tomo posesión e! 5 de
febrero de 1930; fue víctima de un atentado ese día. El 4 de septiembre de 1932
renunció, y marchó a los Estados Unidos.

[10] El licenciado Anguiano ocupó el cargo de Secretario de Gobierno en el periodo
del general Serrato. Al realizar parte de sus estudios en la Universidad Nacio­nal, conoció allí a los miembros de la generación  "autonomista" y   "vasconcelista", y siguió unido a ellos desde entonces.

[11] M. Moreno Sánchez. Prólogo al libro de Victoriano Anguiano, p.  19

[12] Ley Orgánica Universitaria de  1933. Puede consultarse en los apéndices de este
libro.

[13] J. Aguilar Guzmán. Yo  también..., p.   138.

[14] D. Franco Rodríguez.  Carla..., pp.  15-21.

[15]  Ver: J.  Padilla Gallo. Los de abajo.. ., pp. S4-7O.

[16] p. G.  Macías. Aula nobilis, pp.   493-496.

[17] El accidente fue el 4 de diciembre de 1934, y el cadáver del general fue se­pultado en  Morelia el día 5.  Ver:   periódico "Para Todos", Núms. 452 y 453.

[18] El mismo día del accidente fue la toma de posesión del general Sánchez Tapia. Ibid., Núm. 453, pág. 4. Además: AGE.

[19] Actas del Consejo  Universitario. Libro  12. AHUM.

[20] Vid:   R. Arreóla Cortés.  Historia del Colegio de San Nicolás.

[21] "Diferente".  Núm.   1, p.  3. Artículo de N.  Vázquez  Pallares:   ¿Qué hacer?

[22] E.  Arreguín Vélez. Páginas...,  pp.   30-31.

[23] Ibid., p.  29.

[24] AGN. Paquete 472. Gobierno de Lázaro Cárdenas.

[25] E. Arreguín Vélez. Op. cit., pp. 35-36.

[26] Ibid., p. 56.

[27] D-  Franco   Rodríguez.  Voz de la sangre...,  pp. 27-32.

[28] Revista "Universidad Michoacana".   Núms.  1, 2, 3-4, 5. Sección:   Universitarias.
1937-1938.  Libro de actas de Consejo  13  y   14. AHUM.

[29] informe  del rector  Franco López.   En  "Universidad  Michoacana", Núms.   3-4,
sept.-oct. de  1937, pp. 3-7.

[30] Cartas Mexicanas, de Aníbal  Ponce. En "Suma Bibliográfica",   Núm.   7. Octu­bre de  1947. Contiene 13 cartas enviadas por el escritor a sus hermanos Clara
y  Lidoro,  desde el   11 de  abril  de   1937  hasta el 23 de abril  de   1938,  unos
días antes del accidente.

[31] Actas del Consejo  Universitario.  Libro  16.

[32] 'CEN", revista de cultura. Órgano del Consejo Estudiantil  Nicolaita. Núm.   1,
mayo de  1938, pp.  11-12.

[33] R. Arreóla Cortés. Segunda parte de la Historia del Colegio…., p. 345.

[34] El anteproyecto de Ley fue presentado, en edición mimeográfica, por los Blo­
ques Estudiantiles del Colegio de   San  Nicolás,  y   las   Facultades de   Medicina
y Jurisprudencia.   Julio  de  1938.

[35] N. Vázquez Pallares. El art. 3o. constitucional y la enseñanza universitaria. En
Hacia la reforma..., pp.  15-40.

[36] Ibid. La Ley Orgánica en las pp. 43-84.