Historia del Colegio de San Nicolás

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VIII DON JUSTO MENDOZA Y LA SEGUNDA REAPERTURA DE COLEGIO 

VIII

 

DON JUSTO MENDOZA Y LA SEGUNDA REAPERTURA DE COLEGIO

 

La caída del Imperio.- La -victoria de la República.- Mendoza ocupa Morelia.-Ordena enseguida la reapertura de San Nicolás.- Se inicia la reconstrucción del edificio con un estilo diferente.- Fondos del Colegio.- Se intenta crear la carrera de Ingeniería.- El gobierno del general González.- Planes para el Colegio.- La dictadura de Porfirio Díaz.- Reformas al Plan de Estudios.- El gobierno de Dorantes.- Gobierno de Mariano Jiménez.- La Memoria de 1886.- El largo gobierno de Aristeo Mercado.- Vientos de fronda en el país.- Díaz obsequia un monumento a Hidalgo en el Colegio.- Un reglamento represivo.- Los nicolaitas rebeldes son encarcelados.- La carrera de Medicina es separada del Colegio.-Separación de la Escuela de Jurisprudencia.

 

EL triunfo de las armas republicanas en Querétaro consumó la caída del Segundo Imperio. Maximiliano de Hapsburgo y los jefes militares mexicanos que le ayudaron a masacrar a sus compatriotas, fueron aprehendidos, juzgados con apego a las leyes que el mismo Imperio había dictado, y ejecutados en el cerro de las Campanas. Esa fue la culminación de una etapa de sufrimientos de los defensores del país frente a los invasores y sus aliados nacionales.

Aquel régimen fue incapaz de resolver los graves problemas del país. El emperador refrendó algunas de las Leyes de Reforma promulgadas por los liberales. Estos ordenamientos afectaban intereses fuertemente arraigados desde la época colonial, como la propiedad eclesiástica, y consecuentemente los fueros y privilegios del clero. La creación de un Estado laico, aunque respetuoso de la religión católica y de sus ministros, encontró una cerrada oposición de varios prelados y grandes propietarios rurales, que no vacilaron en pagar asonadas, cuartelazos y guerras constantes que debilitaron a la nación desde la consumación de la independencia, y nos dejaron expuestos a todo género de intervenciones extranjeras y a la pérdida de nuestro territorio; y todo por salvar mezquinos intereses de unos cuantos. Para los conservadores, la única forma de gobierno debería basarse en la sumisión del poder civil y la inafectabilidad de los bienes de la Iglesia. Su ideal era, pues un Estado teocrático y una economía estancada, perjudiciales ambos para la mayoría de los habitantes de la nación. Por otra parte, desde la segunda mitad del siglo XVIII, se había formado una clase media intelectual que discutía y criticaba las cuestiones sociales y económicas, y que no estaba de acuerdo con el estado de los negocios públicos. Con el tiempo, esa clase media radicalizó su lenguaje, precisó sus metas, y se propuso el establecimiento del Estado laico, naturalmente separado de la Iglesia como institución social, pero sin renegar de sus principios. Maximiliano, propuesto por los conservadores para encabezar una cruzada contra los liberales, disgustó a su clientela cuando, lejos de condenar las leyes de Juárez, las adoptó como parte de su política regenerad ora; de este modo defraudó a quienes suspiraban por una monarquía a la antigüita, con Inquisición y otras agencias disuasivas semejantes. De todos modos, el Imperio fue funesto para el país.

En Michoacán, la lucha contra aquel régimen se libró en las montañas. El gobierno republicano de la entidad, como el del país, era casi simbólico, sin dejar de ser efectivo. En Uruapan, en Tacámbaro y en otros lugares, funcionó aquel gobierno que iba unido al mando militar. El comandante de las fuerzas armadas hacía funcio­nes de gobernante, con toda la representación que podía tener en aquellas circunstancias. Así desfilaron por las serranías los esforzados generales republicanos: Felipe Berriozábal, José López Uraga, Carlos Salazar, Vicente Riva Palacio y Nicolás de Régules. Y con ellos, unidos en la lucha por la libertad, los egresados del Colegio de San Nicolás, principalmente los licenciados Justo Mendoza y Antonio Rodríguez Gil, que desempeñaron el cargo de gobernador en esos días difíciles[1].

Al triunfo de la República, Mendoza era el encargado del gobierno en Uruapan, y tuvo la fortuna de encabezar el retorno a Morelia, la antigua capital del Estado; aquí hizo su entrada victoriosa el18 de febrero de 1867. Hombre recto y de firmes convicciones, obtuvo en la lucha contra los franceses el grado de coronel; era UD liberal de línea radical, no obstante la oposición que hizo al gobierno del general Huerta. Mendoza fue un decidido favorecedor de la educación popular, y por eso una de sus primeras medidas fue nombrar a Juan B. Rubio como Inspector General de Instrucción Pública y Beneficiencia Pública, con instrucciones de proceder de inmediato a la reapertura del Colegio de San Nicolás[2].

El edificio del Colegio estuvo ocupado por las tropas durante los años de la Regencia imperial. Como nadie cuidó de su conservación, estaba en ruinas; no bastaba con que se le hiciera alguna reparación; era indispensable tirado y construir otro; pero tal cosa no era posible en poco tiempo, y urgía la reapertura. Era adecuado para ese fin el edificio del ex-convento de los jesuitas pero estaba convertido en cuartel; en él se alojaron las tropas republicanas que trajo Mendoza. Se pensó entonces en utilizar el edificio de las antiguas Casas Consistoriales, pero allí funcionaba el Ayuntamiento y un Colegio de modestas proporciones, creado y sostenido por el licenciado Jacobo Ramírez y el señor Federico Movesán con el nombre de Colegio de San Rafael. El gobernador habló con estos señores y les pidió la parte del inmueble que ocupaban para instalar allí el Colegio de San Nicolás. Ramírez y Movesán no sólo accedieron sino que dispusieron clausurar su plantel y donar sus enseres, que tenían un valor de $1,556.51[3].

Justo Mendoza lo había combinado con el espiritualismo alemán basado exclusivamente sobre la potencia de la razón pura. Había envuelto todo el espiritualismo clásico de Platón y amarrado su bulto con lo ininteligible de Maine de Biran. No sé cómo se las arreglaba con su eclectismo, pero lo mismo probaba con él la existencia de Dios, que el sufragio popular, la separación de la iglesia y el Estado, la inmortalidad del alma, los Derechos del Hombre, la necesidad de la irrigación, la salvación por los ferrocarriles y el amparo de los negocios civiles. En la oratoria don Justo Mendoza era un seductor, en la guerra un soldado perfecto, en el liberalismo un intransigente". F. Bulnes, Juárez y las revoluciones..., p.261.

El señor Rubio convocó a quienes quisieran prestar sus servicios en San Nicolás. La respuesta fue positiva y muy amplia, lo que hizo posible integrar desde luego el cuerpo de maestros y directivos. Se nombró rector (después le llamarían simplemente regente) al licenciado Rafael Carrillo, y vice-rector al Pbro. Antonio Ortiz. Maestros: licenciados Macedonio Gómez, Luis González Gutiérrez, Angel Padilla, Esteban Méndez y Manuel Ramírez, el doctor Juan G. González Urueña, y los licenciados Nestor Caballero, José María Rodríguez Gil, Gabino Ortiz, Ramón Baquero, Vicente Castro, J. Guadalupe Araujo y Vicente Mendoza[4].

Con este personal se hizo la solemne apertura de cursos en el edificio indicado. Se abrió de nuevo el Colegio con diez materias (Juan de la Torre dice que fueron trece): Gramática Castellana, Etimología Latina, Sintaxis y Prosodia Latinas, Francés, Matemáticas, Física, Derecho Natural y de Gentes, Derecho Público Eclesiástico y Civil, Botánica y Dibujo. Se inscribieron desde luego ciento cuarenta y tres alumnos, entre los cuales había internos, que se les instaló provisionalmente en el edificio del ex-convento de la Compañía[5].

El Colegio tuvo durante algunos años después de su reapertura una cierta influencia conservadora. Se advierte en las materias de estudios con que se inició y en la vice-regencia concedida a un presbítero. No se borraba de las conciencias la antigua dependencia del plantel, al patronato eclesiástico. Además, la política de Mendoza, como la de Juárez en toda la nación, tendía a la concordia, y por ésta se entendía una franca tolerancia al clero. En este punto contrastaban las medidas de Huerta y las de su enemigo Mendoza, quien abrió los brazos para cobijar a los que don Epitacio había combatido. Don Justo dio amplia libertad para actos del culto externo, mediante una torcida interpretación de las leyes que los prohibían expresamente, y era tan visible aquella violación, que Mendoza acompañó al decreto respectivo una justificación de su conducta: "No faltarán acaso quienes preocupados por ideas de otra especie crean que se retrocede en el camino de la Reforma, otorgando a las sociedades religiosas lo que antes les estaba negado; pero cuando se examine que esas restricciones sólo fueron obra de las circunstancias de la época en que se establecieron, que hoy no cuadran con nuestras instituciones, y que van más allá del objeto que se propuso la misma Reforma, se confesará también que el Gobierno del Estado no podía dejar de quitarlas sin exponerse a cargos y responsabilidades fundadas"[6].

Efectivamente, era otra época, y en todo caso dos formas de lucha las que sostuvieron Huerta y Mendoza. Pero, para los fines de esta historia, ambos fueron grandes benefactores del Colegio de San Nicolás. Don Epitacio porque reconoció en el plantel una fortaleza del liberalismo para oponerse a los establecimientos de enseñanza clerical; y don Justo por haber estudiado en sus aulas. Ambos, por su amor a la educación y por la veneración que tuvieron por don Melchor Ocampo.

A partir de 1867, la vida del Colegio fue en constante ascenso. Ya no se interrumpió su crecimiento. En 1868 se agregaron materias al plan de estudios: Química, Farmacia, Pintura, Teneduría de Libros, Inglés, Italiano, y una Academia de Derecho. Como ya no era posible que cupieran los alumnos en el edificio que se les señaló, el gobierno ordenó el traslado de las oficinas del Ayuntamiento a la antigua Factoría de Tabacos, con lo que pudieron ampliarse las instalaciones.

En este mismo año se inició la reconstrucción del edificio propio. Se contrató para la obra al arquitecto Guillermo Wodon de Sorinne, quien presentó un proyecto que fue del agrado del gobernador. El presupuesto aprobado por el gobierno fue de $38,759.77, empezándose desde luego a la demolición de aquella venerable ruina, que había sido escenario de tantos acontecimientos importantes en los que participaron figuras señeras de nuestra historia.

El licenciado y coronel Mendoza fue electo gobernador constitucional desde el primero de enero de 1868 y ejerció el cargo hasta el 24 de agosto de 1871. Entre 1868 y 1869 se gastaron en la obra del Colegio $ 20,880.41, con lo que se construyó la planta baja del primer patio y gran parte de la fachada, cuyas características describe el mismo gobernador en un escrito que publicó en 1873: "el antiguo edificio conocido por el primitivo Colegio de San Nicolás, fundado por Fr. Juan de San Miguel (sic), cuya reedificación se emprendió por el gobierno del Estado el año de 1868, dándole la extensión y capacidad necesarias para su objeto, a la vez que un orden de arquitectura enteramente moderno, pues el antiguo era muy irregular y deforme. Además, el estado ruinoso en que se encontró después de la restauración de la República por haber sido antes convertido en cuartel, demandaba el trabajo de reedificación que se ha quedado sin concluir. En ella son notables la fachada del edificio y tres escaleras interiores, que a lo atrevido de su construcción, reúne el donaire y gracia de las mejores obras de arte. Su orden arquitectónico es parecido al del renacimiento"[7].

En 1869, al desalojar el cuerpo de artillería el edificio de la Compañía, se trasladó allí el Colegio de San Nicolás. El cambio se efectuó el 20 de marzo, y al día siguiente, ya en el nuevo local se realizó un festival artístico en que participaron músicos, cantantes, poetas y oradores. Presidió el gobernador, a quien acompañaron personas distinguidas de la sociedad moreliana, representantes del Seminario Tridentino y los familiares de los alumnos[8].

 

En ese año se aumentaron clases al plan de estudios: Alemán, Literatura y Música. Se nombró a Antonio Espinoza, Jefe de la Inspección General de Instrucción, y el señor Rubio quedó como secretario interino. Los ingresos y egresos del plantel fueron los siguientes:

 

 

Al final de estos presupuestos vienen dos notas aclaratorias del estado de los fondos:

1a. No figuran en el presente estado los réditos de capitales que se hallan en poder de personas insolventes

2a. Aunque figura como déficit la cantidad de $16,725.34, en virtud de estar comprendida en el valor del presente presupuesto la de $32,000.00 que fijó la Legislatura para gastos de la reedifica­ción del Colegio, no habiéndose gastado hasta la fecha sino la suma de $20,800.00, realmente aquél queda reducido a la de $ 5,505.34 que se cubrirá con lo que falta del capital de $18,000.00 legados por el General Michelena al fondo de instrucción pública"[9].

El gobierno dispuso que se estudiaran idiomas extranjeros en el Colegio, no solamente los que habían estudiado las generaciones pasadas, es decir Inglés y Francés, sino que se agregaran Alemán e Italiano; estas últimas lenguas se recomendaban, la primera para los que seguían las profesiones de abogados, médicos e ingenieros; y la segunda para los que asistían a la Academia de Música.

En el presupuesto oficial para 1869 figuraban los maestros de lenguas extranjeras con $400.00 anuales, poco más de un peso diario; los demás ganaban $450.00, y el de idioma español $500.00. Sólo había 23 plazas docentes. Se aumentaban seis becas de gracia (término que se mantenía desde el siglo XVI) y señalaban para ellas $840.00. Se destinaban $5,000.00 para las obras de reedificación, $1,500.00 para gastos del gabinete de Física y del laboratorio de Química; y $2,000.00 para que se instalara la Biblioteca Pública en el mismo edificio[10].

La situación económica de la administración estatal era sumamente estrecha. Los negocios, la agricultura, el comercio y la industria habían quedado maltrechos después de la guerra patriótica; por tanto las rentas de las instituciones públicas eran escasas, y el gobierno carecía de fondos suficientes para afrontar los gastos ordinarios, y con más razón para realizar obras como la reconstruc­ción del Colegio de San Nicolás y de otros edificios de Morelia y de las principales poblaciones de la entidad. Por eso, debe apreciarse más el esfuerzo que significó este renglón administrativo.

El cuadro se tornaba más oscuro si se toma en cuenta que el gobierno de Mendoza tuvo que combatir a las gavillas de asaltantes que asolaron los poblados, y aun había grupos armados de imperialistas activos y decididos a turbar la paz a la que todos aspiraban. Los gastos de guerra distraían fondos que hubieran podido aplicarse a resolver preblemas y emprender obras de beneficio social.

La rebelión de militares resentidos contra el gobierno de Juárez, y a veces contra la persona del Presidente, complicó más la situación, sobre todo el levantamiento de García de la Cadena y Epitacio Huerta, que fue sofocado en el campo de batalla. Huerta se vino a Michoacán, donde tenía seguidores, y ese fue un nuevo dolor de cabeza para Mendoza quien, fiel a la política juarista, se caracterizaba por su oposición al cacique de Coeneo[11].

La conciliación con el clero michoacano fue una pasajera ilusión de los liberales que encabezaba Mendoza. Al llegar al asunto de los centavos, la alianza se rompió. El gobernador ordenó, aunque tardíamente, una política de mayor endurecimiento. Por ejemplo, el cobro de contribuciones del clero, que se adeudaban desde 1863. El cabildo contestó al gobernador que había pagado a la regencia del Imperio, y el gobierno negó reconocimiento a ese pago, y exigió lo que le correspondía. Esto fue motivo de fricción[12]. Tal vez como represalia se dispuso la supresión de la plaza de Capellán en el internado del Colegio de San Nicolás. Entonces el regente, licenciado Primitivo Ortiz, acentuó el conflicto por sus ideas conservadoras: pidió la supresión del internado, pues argumentaba que, sin la vigilancia moral de los internos, era expuesto sostener aquel centro. Mendoza coincidió con Ortiz, y dispuso la desaparicion del internado, con serio perjuicio para los alumnos que, en su mayor parte, eran foráneos. Con esta medida, se anuló una de las bases de la educación de los jóvenes desde los tiempos de Vasco de Quiroga, partidario decidido de la vida en comunidad, que él consideraba consustancial para la formación armónica de los futuros sacerdotes. Al secularizarse el plantel, Ocampo quiso conservar aquella comunidad como un medio de ayudar a los jóvenes, sobre todo a los de escasos recursos, y que la convivencia contribuyera a su formación política.

La vida académica del Colegio se vio robustecida con la creación de algunas cátedras. En 1870, dentro de los planes de mejoramiento urbano del Ayuntamiento y del gobierno estatal, se construía un camino a las Barrancas, en terrenos de la hacienda de Sindurio. El encargado de esta obra vial fue el ingeniero civil Ángel Anguiano, quien se interesó por el estudio de la historia, topografía y estadística de Morelia, así como su determinación geográfica, meridianos, etc. El ingeniero Anguiano ofreció su ayuda para la realización de un proyecto esbozado por don Me1chor Ocampo: la creación de la carrera de Ingeniero Agrónomo en San Nicolás. Como eran muy escasos los profesionales de esa rama del conocimiento, el primer paso debería consistir en ampliar los cursos de Matemáticas. Anguiano ofreció dar el segundo curso de esa mate­ria, en forma gratuita, y de ese modo se avanzó en la idea[13].

Por otra parte se veía la necesidad de crear fuentes de trabajo para los egresados del plantel" y que éste produjera los empleos que el gobierno requería. Por eso se dispuso que, a partir de 1871, se creara el segundo curso de Teneduría de Libros, consistente en lecciones prácticas de Legislación Fiscal de la Federación y del Estado. Los mejores alumnos de este curso podrían practicar en las oficinas públicas del ramo de Hacienda, y previa selección, ocuparían las plazas en las dependencias oficiales. Se advierte el propósito de reorganizar las oficinas recaudadoras y renovar el personal, que en gran parte era el mismo que laboraba desde la última administración de Santa Anna, con todos los vicios y rutinas que no era conveniente conservar[14].

La muerte del Presidente Juárez, el18 de julio de 1872, provocó un vacío de poder. Le sustituyó Sebastián Lerdo de Tejada, quien, a pesar de sus méritos y sus cualidades políticas, no contó con el apoyo de todos los liberales. En Michoacán, Justo Mendoza renunció al gobierno el 24 de agosto de 1871, para ocupar una curol en la Cámara Federal. Le sustituyó el antiguo regente de San Nicolás, Rafael Carrillo. Este abogado nicolaita fue electo a continuación gobernador constitucional, pero su gestión no fue más allá del 23 de noviembre de 1876, por el triunfo de la revolución de Tuxtepec, encabezada por el general Porfirio Díaz, que derrocó a Lerdo de Tejada. Como resultado de ese movimiento caudillista se declararon desaparecidos los poderes del Estado y, de nueva cuenta, entraron a gobernar los generales: Epitacio Huerta, Luis Couto, Luis G. Lama [el único civil], Felipe N. Chacóny Manuel González, el compadre de Díaz y futuro Presidente de la República.

El general González intentó reformar profundamente la enseñanza en el Colegio de San Nicolás. El 3 de marzo de 1877 propuso las Bases de un plan de reformas que, consistían en varios puntos, como:

- Establecimiento de un Observatorio Astronómico y Meteorológico, servido por los alumnos.

- Creación de un curso dominical de Química práctica para los artesanos y personas ajenas al plantel, con el fin de elevar la preparación técnica de los trabajadores.

- Introducción de talleres: Fotografía, Imprenta, Telegrafía y

otros, con la misma finalidad.

- Construcción de hornos de tiro y reverberos para los laboratorios de Química, Farmacia y Medicina Legal.

- Dotación de modelos, aparatos, reactivos, instrumental quirúrgico, atlas, etc., para los cursos de Química, Física, Farmacia, Dibujo y Medicina[15].

Como se ve, aquel plan daba al Colegio una dimensión popular y de excelencia académica. Pero el gobierno de González era sólo provisional y tuvo muy corta duración (16 de febo a 30 de jun. de 1877), por lo cual, las referidas bases quedaron sin realización[16].

Las obras de reconstrucción del Colegio quedaron suspendidas desde la salida del gobernador Mendoza, y por la inestabilidad de los gobiernos nada se hizo para terminadas durante diez años. Fue hasta el período interino de Octaviano Fernández en que algo se avanzó; se gastaron, entre 1879 y 1881 más de cuatro mil setecientos pesos, y aun faltaba la mayor parte de la planta alta y el segundo patio. El plantel continuaba alojado en el edificio del antiguo convento jesuita[17].

En ese hermoso y amplio edificio se desarrolló la ceremonia con que los nicolaitas recordaron el tercer centenario del traslado de San Nicolás a la entonces ciudad de Valladolid, donde se fusionó con el Colegio de San Miguel, en la forma que se ha mencionado antes.

Desde el mes de julio los estudiantes aprobaron la celebración del 10 de octubre de 1580. Nombraron un comité organizador que se dirigió a los exalumnos, funcionarios y simpatizantes en solicitud de dinero; y a la prensa para la difusión de los preparativos y del festejo mismo. Llegado el día, se adornó la entrada del plantel, con tres fechas: 10 de octubre de 1580, 17 de enero de 1847 y 10 de octubre de 1880, así. como los retratos de don Vasco de Quiroga, fray Juan de San Miguel, don Melchor Ocampo, don Miguel Hidalgo y Costilla, don Santos Degollado y don Justo Mendoza. Presidió el acto el regente, licenciado Jacobo Ramírez. Entre lo sobresaliente del programa figuró una Oda a la memoria de don Vasco de Quiroga, del poeta Macario Torres, quien llamó al egregio fundador: apóstol del progreso, muy a la usanza de la época, y destacó la acción social del obispo, "el que plantó, el primero, en nuestro suelo el árbol de la ciencia para que el indio, al par del extranjero, pudiese alimentar su inteligencia.! Y el árbol, que aun hoy vive, alza su copa umbrosa y corpulenta, que savia rica sin cesar recibe". Luego, un poema de Vicente Román; y como número central el discurso del regente, quien al referirse a los próceres Quiroga, San Miguel y Ocampo, pidió a los jóvenes que reflexionaran sobre las ideas que cada uno representó en su tiempo: "Hagamos abstracción de las ideas meramente políticas y discutibles. Hagamos palidecer la rojiza devoradora llama de los rencores de partido con la apacible y luminosa del reconocimiento". Puso a la fusión de los planteles como un ejemplo de asociación 'J cooperación. Exaltó la obra creadora de España, y el hecho de que Ocampo prefiriera reabrir el antiguo Colegio en vez de erigir uno nuevo: "La patria no es... la sola tierra que huella nuestra planta y nos alimenta con sus frutos... La forman nuestras tradiciones y antecedentes del pasado, nuestros afectos e intereses de la actualidad, la completan nuestras esperanzas del porvenir"; de allí que don Melchor hubiera conservado el nombre: Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo[18].

El progreso era el dios que se veneraba en los altares cívicos de esta época. Se le tenía como el centro de una nueva religión, a la que todos rendían culto. La manifestación más completa del progreso social era el avance de la ciencia basada en la instrucción, y para esto servían los planteles de enseñanza secundaria y superior a los que concurría una minoría de jóvenes provenientes de las clases media y alta, que formaban el cerebro del organismo social. y como condición de ese progreso estaba la paz, basada en la conservación del orden, y éste en el respeto al derecho ajeno, apotegma juarista que los funcionarios del Estado refrendaban constantemente en sus discursos, aunque en la práctica jamás sintiera el menor respeto por los grupos indígenas perseguidos, por los comuneros despojados y por los obreros y artesanos sin trabajo, además de todos los que se quedaban sin instrucción elemental, que eran el 80 % de los mexicanos. De modo que la Paz, el Orden y el Progreso formaron las banderas de aquella sociedad feliz regida, por la mano fuerte del caudillo, el viejo soldado liberal, Porfirio Díaz, que a partir de 1884 establecería una dictadura dispuesta a sacrificar la justicia en aras de la paz. Héroe de la Paz le llamaron los aduladores, en tanto que sus enemigos y sus víctimas le agrega­ban: de la Paz de los Sepulcros, por la crueldad con que ejerció el poder, en beneficio de un reducido grupo y de las compañías extranjeras, cuyas inversiones y ganancias daban la impresión de que había un progreso acelerado.

En Michoacán, como en otros lugares del país, los asuntos del gobierno se manejaron con absoluto desprecio de las leyes. Si el Presidente quería que alguno de sus amigos llegara al poder, las legislaturas dóciles le daban la ciudadanía michoacana a quien no la tuviera, para complacer al tirano; a cambio, aquellos diputados sumisos hacían carrera política y siempre se les veía en el Congreso Federal, en la Corte, en las magistraturas o en el gobierno del Estado, para cubrir interinatos.

El general González, fue electo para un periodo más en el gobierno del Estado; pero el Presidente quiso que fuera sucesor suyo en el mando de la nación, por un período, para dar la apariencia democrática y cumplir con uno de los postulados del plan de Tuxtepec o sea la No Reelección. Enseguida retornó el poder de manos de González, y ya no lo soltó. Pero al estar en la Presidencia, González renunció al gobierno de Michoacán, y en su lugar quedó el interino Octaviano Fernández. A éste sucedió el licenciado Pudenciano Dorantes, exalumno del Colegio de San Nicolás, quien se propuso terminar la construcción del nuevo edificio. Al efecto empleó más de $ 25,000.00 en la obra, cuyo costo total aumentó notoriamente por el alza en el precio de los materiales y la mano de obra, y también pórque se emprendieron mejoras no previstas en el plan original del ingeniero Sorinne[19].

Pero no sólo hizo esto Dorantes en beneficio de su Colegio. Desde hacía tiempo se discutía en reuniones de maestros o de alumnos la necesidad de reformar el plan de Estudios, a fin de que cumpliera mejor con sus funciones. En 1880, la Junta de Superiores del Colegio se reunió para dar forma a las inquietudes reformistas, y elaboró un proyecto que presentaron al Gobernador y éste lo envió a la Legislatura, que al final lo aprobó, casi en su totalidad, y produjo la ley del 10 de diciembre de 1881, en la que se introdujeron las siguientes modalidades:

Se agruparon las materias de estudios en: Idiomas, tales como Español, Francés e Inglés, obligatorios para todos los alumnos (debe tenerse presente que había una gran deserción escolar, y que no todos los nicolaitas seguían carreras profesionales; de allí la idea de crear algunas materias cuyo estudio fuera útil en cualquier circunstancia); Raíces griegas e Idioma latino, para los que aspiraban a una profesión. "El idioma latino y las raíces griegas -decía el regente- son... una necesidad imprescindible para los que se consa­gran a carreras científicas. Sin el idioma de los Lacios el juriscon­sulto se vería privado del precioso tesoro que le presentan los cuerpos del Derecho Canónico y Romano; el farmacéutico y el médico no podrían ni aun formular; y el literato se encontraría sin el conocimiento de los clásicos antiguos".

Luego venía el grupo de estudios para aquellos que no podían continuar su carrera. Se formaba el grupo con: Teneduría de Libros y Correspondencia y lecciones orales de Derecho Mercantil, para preparar Corredores públicos o agentes intermediarios del comercio. El ideal era que esos profesionales medios pudieran atender una oficina, tratar con los interesados en tres idiomas, y ser más útiles a sus patrones, "que los remunerarán mejor o los asociarán a sus empresas". Al ascender socialmente esos empleados se borrarían las diferencias de clase. "Quizá por este modo se aproxime el día en que el capital y el trabajo se den la mano, se asocien para bien recíproco, se extingan las antipatías del rico y del que no lo es, y se venzan por la asociación las interminables y amargas dificultades del salario". Otra materia dedicada a los mismos fines era la Geografía descriptiva, útil para que los agentes de comercio supieran la situación de los países para tratar con los clientes.

Los artesanos y obreros, o los aspirantes a la adquisición de conocimientos prácticos, podían concurrir a las Academias de Mú­sica o Dibujo; la primera consistía en estudios generales de Solfeo, y ejercicios de Piano y Violín; la segunda, Dibujo y Pintura. Estas Academias prestaron un gran servicio, pues de ellas salieron muy buenos ejecutantes y litógrafos.

Hasta aquí los estudios propiamente secundarios (aunque el nombre abarcaba los preparatorios). Seguían los que eran propios de de los aspirantes a las carreras de Médico, Farmacéutico o Abogado. Los que seguían cualesquiera de estas carreras. deberían cursar materias comunes: Filosofía (dos cursos de Matemáticas, Física, Lógica, y en esta última: Psicología, Moral y Teodicea. Se seguía este orden para "dejar formado a la vez el hombre inteligente y el hombre virtuoso, por cuanto a que... el entendimiento obra sobre la voluntad, y ésta reopera sobre el entendimiento") y Literatura (reglas generales y particulares de la composición literaria).

Los futuros médicos y farmacéuticos deberían estudiar algunas materias preparatorias específicas, como: Botánica, Zoología Farmacia y Toxicología. Los médicos estudiaban cinco años (había una carrera corta de tres: Flebotomianos). Cursaban: Anatomía Descriptiva, Histología, Fisiología, Patología Externa, Patología Interna, Medicina Operatoria, Obstetricia (se creó en el Hospital Civil la sala de maternidad), Medicina Legal e Higiene. En la capital del país se impartía Anatomía Topográfica y Patología, pero en San Nicolás este conocimiento se daba en las Patologías. Los de Farmacia recibían un curso más de Farmacología y Toxicología (con historia de las Drogas), de modo que sus estudios eran de dos años, pero deberían practicar durante cuatro antes de titulares.

Los que seguían la carrera del Foro (además de abogados se preparaban Escribanos y Agentes de Negocios, estos en dos años, y aquéllos en seis), estudiaban: Prolegómenos del Derecho, Derecho Natural e Internacional, Derecho Público General, la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, la Constitución del Estado de Michoacán de Ocampo, Economía"Política, Código.Civil (con referencias al Derecho Romano, Español y Francés), Código Civil (contratos y sucesiones), y Derecho Penal. En 50s y 60s se llevaba un curso de Procedimiento Civil (Hacienda, minería, comercio, en los fueros común y federal, Derecho penal y práctico) Procedimiento Criminal, en los mismos fueros, Juicios militares, de imprenta y de resposabilidad, y de Medicina Legal).

De hecho, a partir de 1881 se integró la Universidad que don Me1chor Ocampo deseaba establecer; sólo faltaba la carrera de Ingeniería, pero ya trabajaban las autoridades y los maestros en ese proyecto[20].

El presupuesto anual del Colegio se elevó a $56,428.00, en los que estaba incluida la partida de $25,000.00 destinada a la construcción del edificio, obra en la que avanzaba con rapidez, tanto que al finalizar 1881 ya estaba casi terminado el primer patio y las instalaciones del General y la biblioteca, en condiciones de poder albergar de nuevo al plantel.

El capital propio del Colegio se había elevado considerablemente. Ascendía en 1882 a $ 108,957.00. La recaudación se había incrementado desde el gobierno de Fernández. Entre 1879 y 1881 se recaudaron $ 23,866.10, Y en" el año fiscal 1881-1882, $26,578.6[21]

Por fin, el 21 de mayo de 1882 se hizo el traslado al edificio restaurado, desarrollándose un concierto que presidió el gobernador Dorantes, quien además hizo uso de la palabra para destacar la trascendencia de aquel acto que demostraba la vigencia del plantel fundado por la mano generosa de Quiroga, y puesto de nuevo en servicio por Ocampo y por Mendoza. Contestó la alocución el regente Ramírez con palabras elocuentes sobre el significado del retorno al hogar propio, a la casa secular. Aludió a la reforma introducida en los planes de estudio, que auguraba una etapa de superación. Hubo números musicales y los bardos recitaron sus producciones. Algunos alumnos tocaron instrumentos musicales o cantaron[22].

Las obras de reconstrucción continuaron cuando ya funcionaba allí el Colegio. En el año de 1883 se terminó la fachada posterior y algunos detalles del segundo y tercer patios[23].

Para servir a los artesanos y a la población moreliana en general, el regente dispuso que se abriera un gabinete de fotografía en el Colegio, en 1884. Se continuó la formación de una colección de minerales, iniciada el año anterior; a ella se agregaron algunos ejemplares de animales disecados, con la participación de alumnos empeñosos que prepararon aquel incipiente museo. El gobierno destinó veinticinco pesos mensuales para sus gastos[24].

Había interés por la carrera de Ingeniería. El principal obstáculo era la falta de profesionales que pudieran encargarse de la enseñanza, y el temor de que no tuvieran alumnos por falta de incentivos y fuentes de trabajo. En la agricultura, los hacendados eran rutinarios, en su mayoría, y los pocos que aplicaban nuevas técnicas se valían de empíricos o contrataban personal extranjero. La industria, manejada por empresas de capital externo, inglesas, francesas, españolas o norteamericanas, contaban con expertos de esas nacionalidades.

El estado emprendia pocas obras de servicio social: ferrocarriles, caminos, telégrafos, edificios suntuarios, etc., y en ellas ocupaba técnicos y artistas extranjeros. Los pequeños agricultores e industriales, y los artesanos, carecían de capitales para contratar ingenieros. El éxito de la carrera estaba en relación. directa con las características del desarrollo del país.

A finales de 1883, por decreto del gobierno del Estado, se creó la mencionada carrera. Se prevía que los aspirantes iniciaran en el año siguiente los cursos preparatorios que incluían: los idiomas comunes, incluso Raíces Griegas; los de Filosofía, con énfasis en la matemática (Aritmética razonada, Algebra, Geometría plana y del espacio, Geometría analítica, Trigonometría rectilínea y esférica y Cálculo infinitesimal); Física y Química generales; Historia Natural; la Geografía descriptiva se transformó en Física y Política, con el complemento de la Cosmografía; y el Dibujo lineal y de paisaje[25].

 

Un año después, en diciembre de 1884, se dispuso la creación de un tercer curso de Matemáticas (Cálculo infinitesimal, Geome­tría descriptiva, Algebra superior, Hidromensura y Topografía) y los cursos del primero de la profesión de Ingeniero (Topografía y Algebra superior). Los cursos del tercero de Matemáticas y los profesionales tuvieron que cerrarse en 1885 por falta de alumnos; sólo dos jóvenes, Jesús y Trinidad Carrión, se inscribieron. Además, hubo otros problemas. El regente Ramírez informó: "Los alumnos [ya mencionados] cursaron con éxito brillante... la Topografía y Algebra superior, no habiéndose aun examinado con motivo de no haber sido posible formar la Mesa sinodal, por falta de Ingenieros competentemente instruidos y versados a la vez en el idioma español. Tanta es nuestra pobreza en una carrera tan noble en sí, y tan importante en el movimiento económico en que está iniciada nuestra sociedad. En presencia de estos. hechos se levanta espontáneo en nuestra memoria el recuerdo de lo que, cuando concurríamos aquí como educandos, oímos decir muchas veces al ilustre restaurador de este Colegio, el Sr. D. Melchor Ocampo. "Nos ocupamos sólo, decía, de la Teología, de la Jurisprudencia y de la Medicina, como si el hombre no tuviera más que una alma que purificar, una bolsa que defender y una salud que restaurar". Hemos encanecido, hemos visto y hemos contribuido a ampliar a la juventud el círculo de las carreras, y sin embargo no se secunda el esfuerzo del Gobier­no. Será que sólo se cree en la nobleza de aquellas profesiones? Será que no podemos aun emanciparnos de las preocupaciones y de los hábitos coloniales?[26].

En un resumen de la obra del gobernador Dorantes, relativa al Colegio de San Nicolás, vemos que en 1882 ordenó la creación de las cátedras de Raíces Griegas y Geografía Descriptiva (ley del 10 de dic. de 1881); se adquirieron 241 volúmenes para la biblioteca, comprados a la testamentaría de Ramón Romero, y 179 de la testamentaría del licenciado Bruno Patiño; se trasladó el Colegio a su primitivo edificio; se adquirieron un microscopio, cartas geográficas y otros materiales; se abrió una cátedra de Fotografía (enero 1884). En 1883, diversas dotaciones; se dispuso la creación de la carrera de Ingeniería; se imprimió una Tabla Analítica, a petición del cátedrático de Química, profesor Teodoro Arriaga. En 1884 se dotó de presupuesto al Museo de Historia Natural; se adquirieron libros para diversas cátedras; se abrió una Academia de Filosofía y Jurisprudencia; se compró un ejemplar de la Summa Theológica, de Santo Tomás de Aquino; se compró un Esfigmógrafo para las Clínicas interna y externa; se recibió un autógrafo de don Miguel Hidalgo; se entregó al Colegio la bandera histórica del Batallón "Matamoros"; se gastaron mil pesos en la compra de premios para los alumnos más aventajados. En 1885 se compró un maniquí obstetrical, para la carrera de Medicina; y se adquirieron numerosos libros para las cátedras. En abril de 1885 se levantó un inventario de los muebles, objetos, pinturas y documentos que posee el Colegio, contándose entre estos últimos verdaderos tesoros como una Matrícula de los alumnos de Medicina de 1829 a 1863, y registros y archivos desde 1847. Firma el inventario el licenciado Francisco Breña, secretario del plantel[27].

En el gobierno de Dorantes, un militar amigo del Presidente, el general Mariano Jiménez, era comandante militar. Había nacido en Oaxaca, pero quiso Díaz que fuera el gobernador del Estado, y como no podía serio por prohibírselo la Constitución particular, el Congreso de Michoacán se apresuró a declararlo "ciudadano michoacano", y el16 de septiembre de 1885 tomó posesión del cargo[28].

La obra gubernativa de Mariano Jiménez fue buena, en general. Como contó con el apoyo del gobierno federal, pudo avanzar en varios aspectos de la administración, en especial el educativo. Dio impulso a la Escuela de Artes, creada por decreto de 1882, pero que por diversas circunstancias se inauguró hasta el 15 de septiembre de 1885, un día antes de la toma de posesión de Jiménez. Esta Escuela absorbió las funciones que durante algunos años tuvieron las Academias en el Colegio de San Nicolás; en la Escuela se instalaron talleres de imprenta (el gobierno compró la de José Rosario Bravo), litografía (a cargo de Ibarzábal), fotografía, encuadernación, fundición, hojalatería y carpintería; se utilizó el edificio del exconvento de los jesuitas. Creó Jiménez el Museo Michoacano, ye sirvió de base la colección de Historia Natural formada por los alumnos en el Colegio de San Nicolás; aquí empezó a funcionar, y cuando el local fue insuficiente, lo trasladó al Palacio de Gobierno; fue director el sabio doctor Nicolás León. Fundó una Academia de Niñas, plantel dedicado a la educación de la mujer, que más tarde se convirtió en Escuela Normal para Maestras[29]. En el mismo Colegio de San Nicolás se instaló, por disposición del gobernador, la biblioteca que estaba sin utilidad en las oficinas del Ejecutivo; el fondo de la misma estaba formado por los libros que pertenecieron al colegio jesuita y los de varios donantes; se instaló en la planta baja del plantel. Donó $ 5,000.00 pesos para el gabinete de Física; restableció el gimnasio; se crearon nuevas cátedras, como el segundo curso de Inglés (1887) y la de Anatomía Topográfica[30].

Concluido su periodo de gobierno, el general Jiménez se presentó a la reelección, para emular a su amigo y compañero de armas, Porfirio Díaz; y fue reelecto, pero, agobiado por las enfermedades, falleció el 28 de febrero de 1892; su lugar lo ocupaba interinamente Aristeo Mercado, quien no sólo terminó el mandato "constitucional", sino que se perpetuó en el poder durante veinte años. Su obra fue bastante discreta, limitándose a cumplir las órdenes del centro. Durante esas dos décadas creó menos escuelas que su antecesor en seis años; desató la represión contra sus opositores, contándose entre estos los alumnos del Colegio de San Nicolás que se sumaron a los numerosos descontentos por las continuas reelecciones, tanto las del Presidente como las del mandatario michoacano[31].

Anualmente se reunía la Junta de Colegio, integrada por el personal docente, y allí se decidía quiénes de los alumnos merecían premio por su aprovechamiento. Estas distinciones eran diferentes a las que otorgaba cada mesa sinodal al terminar el curso. Los exámenes se preparaban con toda anticipación; se integraban las mesas sinodales, formadas por tres personas, quienes preguntaban a los alumnos sobre aspectos de los programas de examen, y emitían su voto. Se modificó el sistema de calificaciones; las aprobatorias fueron cuatro: PB (Perfectamente bien), MB (Muy bien), B (bien) y M (Medianamente). Había combinaciones, según el voto de los sinodales. Tres PB eran equivalentes a Mención Honorífica. El mejor alumno de cada curso recibía el Premio de Mérito, otorgado por la Junta; también -recibían premio los alumnos que obtenían mención honorífica. A las reparticiones de premios concurrían los familiares de los alumnos, las autoridades del Estado, y comisiones de otros planteles, como el Seminario Conciliar. En el acto, el regente rendía un informe de las labores desarrolladas, señalaba la política a seguir y daba a conocer los nombres de los triunfadores en cada asignatura, y tanto él como el gobernador del Estado o su representante, entregaban los premios que consistían en diplomas, medallas, libros o útiles escolares. No faltaban números de canto o poemas y conciertos de los alumnos. Estas fiestas se hicieron algu­nos años en el segundo patio del Colegio; el público se instalaba en los corredores, altos y bajos, pero debido a las malas condiciones acústicas del local no se escuchaban con claridad los discursos ni los poemas y piezas de música. Se optó por utilizar el Teatro Ocampo, con el inconveniente de que el recinto, era más pequeño e incómodo. Ya se hablaba de la necesidad de un auditorio o salón amplio para los actos académicos[32].

La población estudiantil era reducida. No llegaba a cuatrocientos cincuenta alumnos, incluidos los que asistían a las Academias de Música y Dibujo, que en gran parte eran obreros y artesanos de escasos recursos que sólo esos estudios podían realizar.

Los catedráticos del establecimiento trabajaban con el exclusi­vo interés de elevar y dignificar su Colegio, ya que los sueldos eran bajísimos. Pero todos eran profesionistas acreditados en la sociedad, con ingresos considerables que les aseguraban una posición desahogada; no dependían de sus sueldos del Colegio.

Para conocer la vida del plantel, sus cátedras, maestros, libros de texto, materias de estudio,'etc., veamos una Memoria al azar. Tomemos la de 1886:

Español. Catedrático, Lic. Francisco Breña. Materia: etimología, sintaxis, ortografía y prosodia; reglas de análisis y nociones de literatura y arte métrica; ejercicios prácticos o aplicaciones de las reglas sobre los trozos literarios. Textos: Gramática Castellana, del Lic. Cango. Luis G. Segura; Reglas de análisis y del verso en general, de J. Avendaño; Colección de textos literarios, del Pbro. Ignacio P. Altamirano.

Francés. Catedrático, Mauricio Viaud. Materia: estudio práctico-teórico-analítico de la gramática. Textos: Gramática, según el método de Robertson; Método de Mendizábal; Moral práctica, por Barrau (para lectura y traducción).

Inglés. Catedrático, Tomás Murrish. Materia: gramática, orto­grafía y prosodia. Textos: Gramática inglesa, según el método intuitivo de J. Vingut, combinado con el de Ollendorff; Reglas de Ortografía y Prosodia, por Palenzuela y Carreño (maestro de   inglés).

Latín. Catedrático: Lic. José María Rodríguez" Gil. Materia:  sintaxis y prosodia; traducción y análisis. Textos: Gramática latina, por Juan de Iriarte; Autores selectos de la más pura latinidad (traducciones de Cicerón, Comelio Nepote, Catulo, Marcial, Tibulo, Q. Horacio Flaco).

Geografía descriptiva. Catedrático: Lic. Luis González Gutié­rrez. Texto: Compendio de Geografía elemental, por A. García Cubas (se estudiaba una tercera parte).

Teneduría de Libros. Catedrático, Carlos M. Solórzano. Materia: Abrir y cerrar las operaciones de un propietario, de un manufacturero y de una compañía de comercio en nombre colectivo; principios elementales de Derecho mercantil. Textos: Ejercicios prácticos, por Bemardino del Razo; Nociones de correspondencia mercantil, por Eduardo Jiménez.

Raíces griegas. Catedrático, Jesús M. Olvera. Materia: Conocimiento de las partes de la oración; escritura de más de mil voces de la lengua griega. Catedrático, Lic. Luis González Gutiérrez. Materia: Reglas generales y particulpres de las composiciones literarias; análisis de éstas. Texto: Arte de hablar en prosa y verso, por José Gómez Hermosilla.

Matemáticas (primer curso). Catedrático, Lic. Francisco Pérez Gil. Materia: Aritmética; álgebra hasta las ecuaciones de segundo grado; geometría elemental; trigonometría rectilínea; geometría práctica. Textos: Geometría práctica, por José Mariano Vallejo; Geometría Elemental, por Manuel M. Contreras; Tablas de logaritmos, por Callet.

Matemáticas. (segundo curso). Catedrático, Jesús M. Olvera. Materia: aplicación del Algebra a la Geometría, Trigonometría rectilínea, Trigonometría esférica y Geometría analítica. Textos: Geometría analítica, por Terán y Chavero; Geometría elemental, por Manuel M. Contreras; Tablas de logaritmos, por Callet.

Matemáticas. (tercer curso). Catedrático, Jesús M. Olvera. Materia: cálculo diferencial e integral. Texto: Cálculo, por el Ing. Francisco Díaz Covarrubias.

Física. Catedrático, Lic. Luis González Gutiérrez. Materia: Nociones generales, materia, fuerza y movimiento; gravedad; hi­drostática; acústica; meteorología y climatología. Textos: Tratado elemental de Física experimental y aplicada, por A. Ganot (edic. francesa de 1880); Curso elemental de Geografía, por Antonio García Cubas (el capítulo de Cosmografía).

Lógica. Catedrático, Lic. Antonio Ramírez González. Materia: Lógica general y especial; psicología empírica y racional; teodicea, ideología y moral. Texto: la obra del Illmo. Dr. Fr.Zeferino Gonzá­lez.

Botánica. Catedrático, Dr. Domingo González. Texto: Botánica, por A. Richard.

Química. Catedrático, Farm. Teodoro Arriaga. Materia: Quí~i­ca inorgánica; análisis práctico. Texto: Compendio de Química, por Pelouze y Fremy.

Farmacia. Catedrático, Farm. José Dolores Torres. Textos: Farmacia, por Andouard. Toxicología, por Rabuteau.

Medicina (primero). Gatedráticos, Dres. Angel Carrión y Domingo González. Textos: Anatomía, por Beaunis y Bouchard; "is. tología, por J.A.Fort; Farmacia, por Andouard[33].

Medicina (tercero). Catedráticos, Dres. Antonio Pérez Gil y Angel Carreón. Textos: Primer curso de Patología interna, por A Grisolle; Medicina operatoria, por J.F.Malgaigne (última edición).

Medicina. (quinto). Catedráticos, Dres. Mateo González y Francisco Iturbide. Textos: Tratado de Obtetricia, por P. Cazeaux; Medicina legal, por Hoffrnman; Higiene, por Lacassagne.

Derecho. (primero). Catedrático, Lic. Esteban Méndez. Textos: Derecho Natural, por A. Prisco y Bunst, Derecho Internacional, por Bluntschli (este año se desechó el texto de Taparelli, por incomprensible ).

Derecho. (segundo). Catedrático, Lic. Luis B. Valdés. Textos:

Derecho Público General, por M.L.A. de Macarell (tia falta de uno que satisfagatl); Economía política, por José Garnier (edición me­xicana); la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos; la Cons­titución del Estado de Michoacán.

Derecho. (tercero). Catedrático, Lic. Macedonio Gómez. Tex­

to: Código Civil del Estado de Michoacán.

Derecho. (cuarto). Catedráticos, Lic. José Trinidad Guido y Vicente García Leiva. Materia: Derecho romano, mercantil y mi­nero (se estudian también en los otros tres años).

Procedimientos. Catedrático, Lic. Zeferino Páramo. Materia: Organización y funciones del poder judicial en el Estado; procedi­mientos en materia criminal; la Ley Orgánica de tribunales, del 27 de abril de 1867 y demás vigentes; Derecho penal; Medicina legal.

Academia de Música. Director, Luis I. de la Parra. Materia: Teoría y práctica de piano; solfeo (método de Eslava); violín (método de Beriot).

Academia de Dibujo y Pintura. Director, Gregorio Dumaine.

En lo que se refiere a los estudios profesionales, las materias, contenidos y textos del Colegio de San Nicolás eran los mismos de la capital del país. Los de secundaria y preparatoria eran semejantes a los de otros Colegios Civiles que funcionaban en los Estados. En el caso de Michoacán, el conjunto, como hemos dicho, formaba una verdadera Universidad, con las limitaciones que entonces tenían[34].

Dentro de estos esquemas se desenvolvió la vida del Colegio a partir de su segunda reapertura, orientado hacia la formación de médicos, abogados, empleados de confianza de los comerciantes, corredores, notarios y farmacéuticos; todos con la idea de ser útiles a una sociedad que disfrutaba de la tranquilidad por primera vez en muchos años; una sociedad optimista y risueña en la cúpula, a donde no llegaban el dolor y la desesperación de los desposeídos. A la vista de las autoridades del Colegio, los jóvenes nicolaitas vivían inmunes a todas las inquietudes que empezaban a dejarse sentir en el país. Las condiciones deplorables de la mayor parte de los mexicanos, el desempleo, la falta de garantías, las mordazas impuestas a la prensa y las continuas reelecciones, provocaban protestas en los sectores más combativo s de la sociedad. Era evidente que el gobierno perdía el apoyo de las mayorías. Los estudiantes de San Nicolás protestaban por el maltrato a los campesinos, la explotación feroz de los obreros, la falta de libertad de expresión, y la acción depredadora de los caciques pueblerinos, y creaban inconformidad, que lentamente iba generalizándose. Penetraba en donde menos se pensaba. Para el gobierno era suficiente con destinar ciertas cantidades para dotaciones al Colegio, y con eso creían garantizada la quietud de los estudiantes. El regente Ramírez se hacía garante de la conducta de los nicolaitas. En 1885, en su informe, se refirió a las tristezas y amarguras que provocaba la educación de la juventud, pero, en contraste, exaltaba "la irreprensible conducta y la finura de todos los alumnos bendito sea Dios!". Afirmó don Jacobo que aquí no repercutían los problemas de otros lados: 'aquí no se han levantado los pestilentes vapores que condensados forman la nube que lanza el mortífero rayo y el desolador granizo. No, si algún trueno sordo y ronco se ha dejado oir, es en otras regiones donde se ha formado, es en otra atmósfera donde ha vibrado"[35].

No habían servido las buenas intenciones de los directores del Colegio para acallar las protestas. Aquellas nubes de mortíferos rayos que veía muy lejos el regente, ya estaban en el interior del antiguo plantel. Resultaba inútil el esfuerzo de modificar algunos estudios, como los de la filosofía y las ciencias sociales para detener aquel movimiento. En 1886, el regente Pascual Ortiz decía: "En el espacioso y difícil campo de la Filosofía, se trabaja empeñosamente por impedir el extravío de la juventud estudiosa, para que jamás siga los senderos del error, presentándole con la mayor sencillez la verdad y el bien moral. No hay tolerancia para el error y para la maldad; mas la libertad de pensar tiene amplio ejercicio en los puntos opinables, especialmente en cuestiones de derecho público. Todas las opiniones políticas son respetadas en este plantel, siem­pre que a su sombra no se abriguen la noción del mal o teorías antisociales". Curiosa forma de libertad, con puntos sobre los que no se puede opinar, y la expresión de las ideas políticas, siempre que no atenten contra el sistema establecido[36].

Para honrar al Padre de la Patria, el gobernador Jiménez ordenó se levantara un monumento en el centro del primer patio del Colegio de San Nicolás, el plantel que llevaba su apellido como timbre de orgullo. Se contrataron los servicios del escultor Primitivo Miranda para la estatua de cuerpo natural, en que apareciera Hidalgo de pie con el estandarte en la mano derecha; la estatua se fundió en la Ciudad de México. Para construir el pedestal se contrató al ingeniero Gustavo Roth. Se utilizó la cantera, piedra característica de la ciudad. El pedestal tiene más o menos cuatro metros de altura. Tiene cuatro inscripciones en los lados: "30 de julio de 1811"; "8 de mayo de 1753"; "Fue colegial de oposición, Tesorero, Catedrático y Rector de este Colegio"; y "Proclamó la inde­pendencia de México el 15 de septiembre de 1810". Abajo tiene una dedicatoria: "Porfirio Díaz, Presidente de la República, dedicó este monumento a la juventud estudiosa. Septiembre 16 de 1887", y otra inscripción: "En el gobierno del C. General Mariano Jiménez".

El monumento está rodeado de una verja de fierro fundido.

          Se inauguró la noche del 15 de septiembre de 1887. En el acto habló don Melchor Ocampo Manzo, y el poeta Carlos López leyó su poema "Hidalgo"[37].

El presupuesto aprobado el5 de junio de 1891 fue de $29,522.00 para el Colegio de San Nicolás. Los sueldos de los maestros se unificaron en $450.00 anuales. Se destinaron $5,000.00 para la compra de aparatos de Física, Química y Medicina. Las becas de gracia fueron sustituidas por pensiones a los alumnos, aunque el monto fue igualmente bajo: $140.00 anuales para los de pensión completa (eran 17), y $70.00 a los de media pensión (eran 8). Pero se gastaban $1,000.00 en la distribución de premios, casi la mitad de lo que en total recibían los pensionados[38].

La carrera de Ingeniero se veía como benéfica y de grandes perspectivas económicas para la juventud. Se afirmaba en 1890 que las profesiones de médico y abogado ya "se ven con desagrado por la juventud", pues no son muy productivas, "no presentan grande expectativa pecuniaria ni tampoco un ancho y risueño porvenir". A este desinterés de los jóvenes atribuía el regente Ortiz la escasa matrícula en las carreras mencionadas. Años más tarde (1897), el

 

director de la Escuela de Medicina atribuiría esa escasés a la severidad de los estudios. Sin embargo, la de Ingeniería no se estableció. Todavía en 1892, el ingeniero Manuel Rivera, encargado de la desecación de los suburbios morelianos, ofreció sus servicios al Colegio, y algunos alumnos se inscribieron, pero no se creó la carrera de Topógrafo que ofrecía Rivera[39].

Había resistencia también para la creación de la cátedra de Historia Universal. Durante varios años se propuso por la regencia; y fue hasta 1892 que figuró, pero no como obligatoria. En 1895 se hizo obligatoria para los de Jurisprudencia. En este año, la Literatura fue obligatoria para todas las carreras. Tanto el Código Civil como la Patología Externa, se dividieron en dos cursos, obligándose para los de Medicina las Clínicas (interna y externa), alternadas, en cuatro años[40].

En el seno del Colegio se libraba una lucha ideológica; resultaba claro que en el campo del liberalismo habían penetrado nuevas ideas, en consonancia con la época. Al individualismo liberal sucedía el colectivismo, y a la concepción mecánica de la sociedad se le sustituía, aunque lenta e imperceptiblemente por la relación dialéctica y la lucha de clases. Los liberales se encontraban confundidos; mientras unos defendían el viejo orden, otros avanzaban tímidamente; y en la práctica política, unos consideraban saludables las reelecciones por la seguridad de paz que implantaban, en tanto que otros las veían como violaciones escandalosas a los principios de la democracia. El regente Ortiz decía en 1892: "el empeño inusitado que se nota en la época actual de poner en pugna la ciencia con algunas verdades religiosas, y el espíritu de sistema en que se encierran eximios naturalistas para destruir toda tradición, la que a su vez ha sido defendida vigorosamente por teólogos profundos, hace que la enseñanza de la filosofía esté ahora llena de escollos y dificultades y que exija la solución de varios problemas científicos, que aunque extraños a aquella materia, son indispensables para una sólida enseñanza"[41]. Otro maestro exaltaba la humildad del origen de los grandes hombres, y afirmaba que no había seres predestinados, y que en las clases sociales más abatidas pueden darse los genios: Thiers era hijo de un obrero; Lincoln, de un leñador; y entre nosotros, de cuna humilde fueron Morelos y Juárez. El Colegio de San Nicolás, dijo el licenciado Luis B. Valdés, debe estar al servicio de los humildes[42].

El gobernador dispuso que, a partir del2 de septiembre de 1893, los alumnos del Colegio observaran una absoluta regularidad en sus estudios, pues, dice la ley que se han dado casos de jóvenes que terminan su carrera sin orden alguno, con grave perjuicio para la sociedad. Se recomienda también que los maestros se muestren muy severos en los exámenes. "sin ser incompatible con la justicia en las calificaciones"[43].

Los presupuestos oficiales de 1893 y 1894 fueron idénticos. Señalaban $452.60 anuales a los maestros, a razón de $1.24 diarios. Para adquisiciones de Física y Química se destinaban $2,000.00, y los mismos $1,000.00 para los premios. Las pensiones a los alumnos se mantuvieron en el mismo nivel, tanto las completas como las medias, pero aumentaron en número, 20 y 10, respectivamente. Al joven Espiridión Domínguez le daban $300.00 anuales para que hiciera sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, de la capital del país; y a María Villarreal $182.50 para que estudiara en el Conservatorio de México[44].

La Ley Orgánica de la Instrucción Secundaria y Profesional, del 23 de diciembre de 1894 distribuyó perfectamente las funciones del Colegio de San Nicolás. Separó los estudios preparatorios de los profesionales (las carreras eran: abogado, escribano, agente de negocios, médico, farmacéutico, corredor y partera; se agregaban como subprofesiones las de flebotomiano y dentista, así como los "profesores de pequefia cirujía". Las materias de los cursos preparatorios eran las mismas, pero distribuidas con un criterio de continuidad y graduación; se cursaban en seis años. Eran obligatorias para los abogados: Historia Universal y Literatura; para los escribanos, médicos y farmacéuticos, la Literatura; para los médicos y farmacéuticos, las Raíces griegas; y para los corredores, la Teneduría de libros. A nadie obligaban las Academias de Música y Pintura. Los alumnos que cursaran Gramática castellana, Francés y primero de Inglés, concurrirían al Gimnasio. Los preparatorianos de Medicina deberían cursar: Botánica, Química (dos cursos) y Zoología. Los corredores sólo cursarían seis años, incluídos los estudios preparatorios y profesionales. Los profesionales de abogados se barían en 5 años; los de escribano, en 5; los de agente de negocios, en 4; los de médico, en 5; los de farmacéutico, en 2; y para los de partera y las mencionadas subprofesiones, bastaba la práctica al lado de personas idóneas; la práctica era común a todas las profesiones, en las Salas del Tribunal o Juzgados para los escribanos y de Jurisprudencia; en el Hospital Civil, para médicos, farmacéuticos y parteras; en los despachos contables, para los agentes y corredores[45].

Con fecha 11 de junio de 1894 el gobierno del Estado dispuso que cada Distrito designara un alumno para que hiciera, con pensión del Ayuntamiento de su vecindad, estudios preparatorios y profesionales en el Colegio de San Nicolás, seleccionándose a los mejores de entre nueve y catorce años. El gobierno otorgaría pensiones, pero éstas recaerían fundamentalmente en los municipios[46].

En tanto el gobierno promulgaba esta Ley, la tensión social iba en aumento. El gobernador Mercado y lo más granado de la sociedad moreliana estaban unidos; la burguesía y la pequeña burguesía formaban la corte que adulaba al reelecto; pero fuera de ese círculo, entre los obreros, los campesinos y los estudiantes, hervía la indignación. Cada 3 de septiembre, onomástico de don Aristeo, acostumbraban reunirse los miembros de la alta sociedad, entre ellos algunos maestros del Colegio, en un baile muy exclusivo. Los nicolaitas de 1895 se lanzaron a la calle en una ruidosa manifestación nocturna, y al pasar por el edificio de la Academia de Niñas, donde se celebraba el baile de ese año, lanzaron piedras a las ventanas, con tan buena puntería que algunas llegaron hasta el salón donde la élite se divertía. El Prefecto de Distrito, Luis G. García, salió y con la ayuda de los gendarmes trató de detener al estudiante José Inocente Lugo, pero un compañero suyo, Otilio Silva, abofeteó al Prefecto. Intervino el ejército y detuvo a los nicolaitas: Pascual Ortiz Rubio, Enrique Ortiz Anaya, Manuel Padilla, Otilio Silva, Benjamín Arredondo, José Inocente Lugo, Fausto Acevedo, Onésimo López Couto, Juan B. Arriaga, Elías García Arista, Julio Torres y Everardo Ramos. Se les condujo al Colegio de San Nicolás y se les encerró en un salón con centinelas militares. El regente, licenciado Luis González Gutiérrez, fue esa misma noche a visitar a los alumnos, pero los soldados le atropellaron e injuriaron. Al día siguiente se quejó ante el gobernador por la falta de respeto a su cargo de regente, y además a su fuero de diputado, pero Mercado no le dio ninguna disculpa, ni accedió a su petición de libertad para los detenidos. Ante eso, el maestro renunció a la regencia del Colegio, en señal de protesta. Los alumnos fueron puestos en libertad el día 15 del mismo mes, previa exhortación del gobernador para que observaran una conducta más decente. El historiador Pablo G. Macías, al referir estos hechos, dice que fueron la causa de que, al año siguiente se ordenara la separación de la Escuela de Medicina del seno del Colegio de San Nicolás[47].

 

Efectivamente, cuando menos se esperaba, el gobierno dispuso la segregación, no obstante que apenas en diciembre de 1894 se había promulgado la Ley Orgánica que acabamos de comentar, y allí figuraban los estudios de Medicina. El gobierno argumentó que era necesario que los estudiantes de la carrera estuvieran más en contacto con el Hospital Civil, que funcionaba en el exconvento de las Capuchinas.

La Ley Orgánica de la Instrucción Secundaria y Profesional en el Estado (1894) introdujo algunas modalidades en el plan de estudios. Se obligó a los alumnos de segundo de Jurisprudencia a estudiar Historia Universal; se agregó un curso de Derecho Civil y uno de Derecho Mercantil y Minero; se creó el curso de Historia de las Drogas para los de Farmacia; se hizo obligatorio el estudio de Literatura para los que seguían las carreras de Medicina y Farmacia; se anunció la próxima creación de la cátedra de Bacteriología[48].

El presupuesto del año (1895) no fue diferente al de los otros del periodo de gobierno de Aristeo Mercado. Los mismos sueldos y asignaciones para gastos. El mismo número de alumnos pensio­nados, los mismos que estudiaban en México; sólo se aumentóCarmen Gil, quien estudiaba en la Academia de Niñas de Morelia, y recibía $ 120.00 anuales del presupuesto de San Nicolás[49].

En la Ley Orgánica de Instrucción Secundaria y Profesional del 31 de diciembre de 1896 ya no figuró la carrera de Medicina entre las que se hacían en el Colegio (abogado, escribano, agente de negocios y corredor) con sus correspondientes cursos preparatorios; de estos, seguían los de médico y farmacéutico, pero nada más los preparatorios[50].

En la misma fecha se aprobó el nuevo Reglamento del Colegio, con normas rígidas semejantes en cuanto a disciplina, y la prohibición de mezclarse en asuntos de índole política, dentro o fuera del establecimiento[51].

El primer director de la Escuela de Medicina fue el conocido doctor Aurelio Pérez. El nuevo plantel funcionó desde luego con todos sus grados, y no en la forma alterna que había tenido desde 1848; es decir que en los años pares se daban: primero, tercero y quinto; y en los nones: segundo y cuarto. Con su nueva organización, empezó a funcionar con sus cinco grados. La carrera de Farmacia pasó también al nuevo establecimiento. El gobierno les brindó grandes ayudas económicas, y dictó un Reglamento específico, que era necesario, pues no podía regirse por el de San Nicolás. En 1897 tenía 87 alumnos, pero sólo se presentaron a examen 64. De los cuales aprobaron 55[52].

En 1897, el presupuesto aprobado para el Colegio de San Nicolás fue idéntico a los demás, sólo deducido lo que correspondía a la Escuela de Medicina, que tenía su presupuesto independiente ($6,336.75 anuales). Los pensionados eran en igual número y disfrutaban del mismo monto de la pensión; los jóvenes Domínguez y Villarreal continuaban en México; se agregó Luis Calvillo, quien estudiaba en la Escuela Nacional de Maestros, y once alumnas pensionadas en la Academia de Niñas con $120.00 anuales[53].

Se ve que las disposiciones oficiales sobre regularidad de alumnos no dieron el resultado apetecido, pues el 25 de diciembre de 1897 se ordenaron reformas al Reglamento del Colegio, y una de ellas se refería a los que habían concluido estudios profesionales y adeudaban materias preparatorias. Se les concedía un plazo para que se regularizaran. Se pedía también un registro minucioso de la asistencia escolar[54].

No hubo variación en el presupuesto de 1898. Sólo la cantidad que se destinaba a la adquisición de premios se dividió: $700.00 para el Colegio, y $300.00 para la Escuela de Medicina[55].

El 12 de enero de 1899 se reformaron los artículos 70,71 y 79 del Reglamento del Colegio, sobre cómputos de asistencias, y exámenes, tanto a los alumnos del plantel como a los de otras instituciones nacionales y extranjeras[56].

El gobierno continuó favoreciendo al Colegio. Con frecuencia hacía remisiones de libros para la Biblioteca (aun se conservaban como un "arsenal de progreso" los libros donados por don Melchor Ocampo), pianos para la Academia de Música, ejemplares de Historia Natural para el Museo; y se ordenaban reparaciones y pintura al edificio.

El final del siglo XIX entusiasmó a todos. Había esperanzas de cambio en unos; satisfacción y dicha en otros. Los nicolaitas continuaban en actitud anhiesta frente a la dictadura. El 14 de septiembre de 1899, durante el acto cívico por la Independencia, en el Teatro Ocampo, y en presencia del gobernador Mercado, el estudiante de Jurisprudencia Rafael Reyes, a nombre de los nicolaitas, atacó duramente al gobierno de Díaz y al mismo Mercado, por su conducta antidemocrática y represiva. La concurrencia, formada en su mayoría por jóvenes alumnos de Medicina y San Nicolás gritaron mueras a los dictadores. Reyes fue aprehendido y enrolado en el servicio de las armas por un corto tiempo, perdonándosele a tiempo de presentar su examen de abogado en los últimos días del siglo[57].

Dice el citado historiador Macías que este incidente determinó la separación de los estudios de Jurisprudencia del seno del Colegio, con lo cual éste quedó convertido en escuela preparatoria, "para las carreras profesionales que se siguen en el Estado". En este caso no hubo explicación, como en el caso de Medicina; simplemente se dio la orden. Como no se disponía de edificio para albergar al nuevo plantel, se improvisó en una casa particular, en el número 3 de la calle 2a. de Morelos, esquina con la 3a. de Allende (actuales calles de Avenida Morelos Norte y Santiago Tapia);

El proceso integrador que se siguió a partir de 1847, para hacer del Colegio de San Nicolás una Universidad que siguiera el pensamiento de don Melchor Ocampo, se vio interrumpido en 1901, al iniciarse el siglo actual. Otras gentes y otras circunstancias habrían de contribuir a la reunión de lo que ahora, por motivos políticos, se dispersaba.

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[1] Don Justo Mendoza hizo sus estudios preparatorios en el Seminario Tridentino de Morelia, y los profesionales de abogado en San Nicolás. Se tituló el 28 de agosto de 1858. Bulnes trazó este retrato del intelectual nicolaita: "En la prensa y en la tribuna de Michoacán había un joven de prodigioso talento, perjudicado por una excesiva modestia: Don Justo Mendoza. Poseía a fondo el eclectismo de Víctor Cousin, seductor por la elocuencia y vicioso por la lógica. Tal eclectismo es un majestuoso pastel de cátedra, para reforzar el espiritualismo decidido de Descartes, de Malebranche, de Condillac.

 

[2] El primer decreto de Mendoza, publicado el mismo día de la llegada, declaraba que "la ciudad de Morelia vuelve a ser la residencia de los Poderes del Estado". El nombramiento del señor Rubio se hizo el 16 de marzo siguiente.

[3] J. Bonavit, Historia..., p. 258. 4.

[4]  Ibid., pp. 258-259.

[5] El número de internos era bastante reducido, y cabían perfectamente en el amplio edificio, ocupado en su mayor parte por las tropas del general Régules, las del general Corona, y los famosos lanceros de la Libertad, capitaneados por el coronel Barbosa.

[6] Reglamento para el ejercicio de los cultos... Circular del Srio. de Gobierno, Lic. Francisco W. González, p. 5.

[7] J. de la Torre. Bosquejo..., p. 178. J. Mendoza. Morelia en 1873. p. 17.

[8] El programa de esta festividad, en Bonavit, Historia..., pp. 275-277.

[9] El estado de cuentas del Colegio es del 29 de julio de 1869. AHUM.

[10] Presupuesto del Colegio de San Nicolás, año 1869 (2 de agosto), en Coromina. lb copilación..., t. XIX, pp. 305-309

[11] Vid. Carta de J. Mendoza a B. Juárez Gul. 25 de 1867).ABN, doc. 3509.

[12] Los conflictos llegaron a tal grado que hubo un motín capitaneado por un cura belicoso que portaba pistolas, Hilario Cavero. Los amotinados atacaron un templo masónico en la residencia del arquitecto Wodon de Sorinne, el encargado de la reconstrucción del Colegio.

[13] El ingeniero Anguiano fue el autor de tres trabajos fundamentales para la capital michoacan: Morelia en 1872 (1875); Memoria sobre la determinación en 1872(1875); Memoria sobre la determinación geográfica de Morelia (1872); y Diferencia de meridianos entre México y Morelia (1875).

[14] J. Bonavit…,p.262.

[15] J. de la Torre, op. cit., pp. 173-174.

[16] El general González tomó posesión de la presidencia de la República ello. de diciembre de 1880. Se había separado del gobierno de Michoacán en julio de 1877 para ocupar la Secretaría de Guerra.

[17] J. de la Torre, op. cit., p. 178.

[18] Vid. Memorandum de la solemnidad... (1880). BCE.

[19] J. de la Torre, op. cit., pp. 175-176.

[20] Solemne distribución de premios... (1882). Informe del regente Jacobo Ramírez, pp. 3-26. Las calificaciones que se usaban eran: Suprema, Buena e Inferior o Mala.

[21] J. de la Torre, op. cit., pp. 176-177.

[22] J. Bonavit., op. cit., pp. 275-277.

[23] Sin embargo, la ceremonia de premiación, a la que acudía lo más selecto de la sociedad moreliana, se efectuó en el Teatro Ocampo. Vid. el Memorandum respectivo (10. de nov. de 1883).

[24] Memoria del Gobierno del Estado, p. 36.

[25] Solemne distribución... (10. de nov. 1883). Plan de estudios de la carrera de ingeniero, a iniciarse en enero del año siguiente.

[26] Informe del regente Ramírez (6 de nov. 1885), pp. 18-19. Memoria del Gobierno del Estado (1885); incluye datos desde 1881, es decir de la actuación de Dorantes como gobernador. Las cosas, sin embargo no iban.

[27] Memoria del Gobierno del Estado (1885); incluye datos desde 1881, es decir de la actuación de Dorantes como gobernador. Las cosas, sin embargo no iban muy bien en el Colegio, pues el periódico local La Sombra de Hidalgo en su número 13, del 5 de febrero de 1885, dice que el gobernador cierra arbitrariamente las puertas de San Nicolás a determinados alumnos, y a otros les pone como condición para admitir les que pasen a su casa "a rendirle vasallaje"; y que varios alumnos han sido expulsados, y que se han inscrito en el Seminario, debido a que no se les oye en su petición de que el regente sea separado del Colegio, "por sus ideas políticas, pues pertenece al partido conservador"

[28] Previamente se le envió como jefe militar en Michoacán, cargo que desempeñaba cuando el dictador "quiso promoverlo a la gobernatura.

[29] La Academia se inauguró el 5 de mayo de 1885 en la parte posterior del edificio del Colegio de San Nicolás. Ver: J. Romero Flores. Historia de la educación..., pp. 129-131; y el Decreto de la fundación (1886).

[30] J. Bonavit, op. cit., pp. 280-281.

[31] El señor Mercado permaneció en el poder desde el 4 de junio de 1891 hasta el 13 de mayo de 1911, en que le arrojó la Revolución. AGE.

[32] Ver: Memoraodum... (1896), pp. III-XlI.

[33] Era costumbre desde el restablecimiento de los estudios de Medicina (1858) que funcionaran los cursos 10., 30. Y 50. en los años pares y 20. Y 40. en los nones.

[34] Memorandum... (1886), pp. 10-30.

[35] Informe del regente, licenciado Jacobo Ramírez, en Solemne distribución...,pp. 49-50.

[36] Informe del regente, licenciado Pascual Ortiz (fue leído por el licenciado Luis González Gutiérrez, respetado maestro del Colegio), en Memorandum...(1886), p. 33

[37] El poema de Carlos Lópet, en C. Andrade, Antología..., pp. 280-287. El monumento es un símbolo para los nicolaitas.

[38] Presupuesto oficial Gunio 5 de 1891). Coromina, op. cit., t. XXXI, pp. 46-47.

[39] Ver el informe del regente, licenciado .Pascual Ortiz, en Memorandum...(1891). pp. 26-27, Y el informe del mismo funcionario en el Memorandum... de 1893, pp. 25-26.

[40] Ver los Memoranda respectivos.

[41] Informe del regente Ortiz, en Memorandum... (1893), p. 31.

[42] Ibid., discurso  del licenciado Luis B. Valdés, pp. 37-48.

[43] Decreto, en Coromina, op. cit., t. XXXII, pp. 149-151.

[44] Presupuesto oficial, en Coromina, op. cit., t. XXXII, pp. 120-122.

[45] Ley Orgánica..., en Ibid., t. XXXII, pp. 52-67.

[46]  Ibid., t. XXXII, pp. 290-294.

[47] P. G. Macías. Aula Nobilis..., pp. 127-129.

[48] Ley Orgánica... (1895) Se aprobó el 15 de dic. de 1894.

[49] Presupuesto oficial (7 de junio de 1895). en Coromina. op. cit.. 143-148.

[50] Ley Orgánica en Ibid.. t. XXXIV, pp. 43-99.

[51] Ibid., pp. 59-99.

[52] Ver el informe del doctor Pérez, en Memorofldum, (1898), pp. 63-67.

[53] Presupuesto oficial, en Coromina, op. cit., t. XXXIV, pp. 183-189.

[54] Se establece, además, la seriación de materias. La J unta de Colegio pidió al gobierno que no continuara la práctica viciosa por la cual el gobernador concedía dispensas a los alumnos que se lo solicitaban; tales dispensas se referían al orden en que deberían cursar las materias. ACE.

 

[55] Presupuesto oficial, en Coromina, op. cit., 1. XXXIV, pp. 344-346.

[56] Ibid.,1. XXXV, pp. 18-19.

[57] P. G. Macías, op. cit., pp. 130-132.