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2. La experiencia de leer

 


Leemos por muchas razones y emociones. Podemos decirles nuestro porqué: inhalamos oxígeno con cada página que nos hace experimentar más intensamente nuestra vida. Un buen libro nos permite entrar en otro mundo, conocer otras épocas y personas en situaciones ajenas a nuestra propia experiencia del día a día. Si le encanta experimentar lo nuevo, la literatura de ficción o científica, sobre todo, cuando se le persigue por curiosidad, tiene otra ventaja. Experimentamos vivencias como propias al leer experiencias de vidas y de rutas de conocimiento que nos enriquecen más allá del vocabulario, es decir, imprimen la intensidad con que sentimos a la vida. El libro es un espacio de encuentro para conversar y hacernos de nuevos estilos de pensamiento. Leer es agudizar lo real, lo estético, lo ético y potencia nuestras capacidades intelectuales de enfrentar lo desconocido.


En la juventud nos hemos sentido como fuera de lugar en nuestra propia vida. La lectura cambia nuestra apreciación de la realidad, la hace más significativa y mucho más interesante que navegar por la superficie de la cotidianidad del lenguaje coloquial. A veces, nuestra experiencia en la lectura de páginas significa recordar la vida real de otra manera.


Confiamos, en que el lector que inicia ahora mismo la lectura como proyecto de enriquecimiento individual, vea en este panorama de la lectura, como deliberadamente subjetivo y objetivo, donde las metáforas y objetividades van por un camino de prosa rapsódica. Esta propuesta enmarca a los lectores en la vida literaria, además de disfrutar lo literario, están a punto de dar un salto de fe, en el que consideran a la escritura para ellos mismos un proyecto de vida. La inverosimilitud de estas ideas, representan un encontronazo entre posturas, su estilo y su forma imperfecta de este material en su código escrito. Es una pretensión racional y emocional como truco para hacer coincidir a los que no aman leer y los que pronto llegarán a hacerlo. Lo imperfecto pretende lograr ser un fluido de prosa rapsódica. Si bien, las vidas humanas terminan al tiempo que su biología muere porque nacimos para morir, la escritura y su perfección en su mímesis narrativa es un camino inacabado para siempre, prolonga a la vida humana presentándola como conciencia inmortal. Leer nos produce una sensación de intimidad con nuestro yo creativo, tan intensa que la vida real es enriquecida con este momento, algunos lectores a trompicones en principio, pero con cada esfuerzo ganan placer intelectual. Esto es una invitación a disfrutar de su inteligencia sin preocupación escolar o por lograr habilidad práctica para lo laboral. 


Nuestro deseo es que encuentre una clase única de comunión en las páginas de este texto. Donde enfrente a la vida en la lectura, esperando que al girar las páginas, usted descubra que no está solo. Eres bienvenido. Hay en cada página aquí, las muchas formas de pensar en la presencia de la lectura, nuestra experiencia la hacemos un regalo de la lectura que hemos recibido. Exploramos la memoria y la historia de lo que nos compromete a leer en una aventura acompañado de los grandes de las letras. Es absurdo solo dar por sentado que la lectura es buena por su propia naturaleza. La promoción de la lectura parece dar a entender, que es algo fortificante, lleno de nutrientes y será beneficiosa a largo plazo, como mantener una dieta restringida  a espinacas. Ahora mismo, el soporte del medio para la literatura y los nuevos tipos de textos están surgiendo.


La tecnología para soporte de registros y los sistemas de escritura-lectura, han acompañado al hombre en los cambios de los sistemas de información documentales a lo largo de la historia. Desde la imprenta, hasta las computadoras y sus bases de datos en la Web, el número de soportes de distintos formatos intelectuales para presentar el conocimiento se ha diversificado en múltiples categorías. De hecho, la propia historia del conocimiento expresa cada nuevo modo de conocer a través de leer o construir: el libro, la patente; el artículo, el poema, el ensayo, la tesis, la noticia, el manual, la revista, el video documento, el cine, la entrevista, el informe estadístico, el glosario, el tesauro, el formulario, el diccionario… y muchos otros modelos de conocimiento. El papel de las bibliotecas clásicas y virtuales, es ser centros de acceso a información catalogada y que, representa conocimientos universales, multidisciplinarios, confiables y propios de la cultura regional y local. 


Sin duda, que no es el propósito en nuestra existencia acumular simplemente información cruda, los lugares que la contienen serían el entierro de la curiosidad humana. Caso contrario, es el renacimiento de las virtudes del hombre creativo y libre en su potencial de autogestión del conocimiento. La experiencia de las fuentes de información no es su objeto material o código informático de soporte, sino las experiencias de un usuario lector en ellas. Es por ello, que en este apartado exponemos el papel de la experiencia del lector.


2.1 El lector 


“Se empieza a sospechar en la verdad de una ciudad que carece de bibliotecas que promuevan la lectura, no siempre es una ciudad que las quiere”. Fitzgerald, P. (2015)


Cuando hablamos de lectura, a menudo nos centramos en los libros como objeto de creación, pero, la vida de la lectura es sobre el lector, como participante activo en la construcción del sentido de su existencia. Al poner un gran libro en nuestras manos, cuando se gira la página de palabra escrita: ¿qué buscamos?, ¿qué temas hablan con nosotros?, ¿qué palabras ausentes en nosotros nos desafían?, ¿cuál historia pretende escribir para usted en la lectura? La misión es conferir a los libros un significado enorme para nuestra vida, sin saber por qué camino los lectores responderán a su llamado. Un libro impreso o digital, debemos superar verle como simples palabras escritas en páginas. Esta forma reductora de su riqueza, deja de lado y destruye la idea de ávidos lectores que en un gran libro encontrarían el reino del conocimiento, ese que está más allá del espacio material físico de las páginas con letras. 


Al leer un libro nos conectamos de manera personal, esta naturaleza individual es del tipo de una experiencia de un héroe del conocimiento, es navegar por la Web hasta su encuentro, es ir a pie en los pasillos de una biblioteca o librería, es escudriñar debatiendo con otros sobre qué leer para nuestra existencia personal. Y así, dar el salto y elegir sin saber lo que un libro significará para nosotros hasta que lo leemos. A veces, elegimos un libro por su número de páginas; esto es un peligro para nuestra soberanía intelectual. En otras ocasiones, leeremos obligados por una cuestión escolar. En otras seleccionamos títulos sincronizados con nuestra depresión en la pérdida de esperanza, por ejemplo, los llamados de autoayuda. En muchos casos, alguien nos recomienda alguno, pero al leerlo no sentimos la emoción con la que nos fue presentado, olvidando que el mismo libro significa diferentes cosas para diferentes personas en su amplitud lingüística. Puesto que la lectura es personal, quiere decir, que cada cual en su experiencia en el manejo del sistema de escritura, el vocabulario y los operadores discursivos (sin duda), determinarán lo complicado o placentero que resultará su lectura.


¿Somos lectores de libros? Siendo una parte esencial de la educación y de nuestras historias de vida. Para nosotros, leer no solo es un pasatiempo; es un estilo de vida que desarrollamos con la valentía para explorar el mundo. Somos la clase de personas que entiende la angustia de huir casi siempre en la primera página. Tropezamos con la sensación de aprendices, de que nada de una “lectura” se nos queda, aunque la hagamos sobre el mismo texto muchas veces. Sabemos del dolor de las horas de tiempo invertido a un libro que no logramos disfrutar por falta de vocabulario y experiencia en el sistema de escritura.


Hay muchas recetas para promover el no abandono de un libro. Aquí, nosotros estamos seguros de que lo que nos conforma como lectores eficientes y lo que logramos en cada página, es por la suerte de conocer el sistema de escritura. En este sistema exploramos cómo leer desde el cómo fue escrito un texto. Pero no menos importante, es contestar, ¿cómo elegir buenos libros? y  qué sucede cuando leemos los malos libros. Debemos bucear sobre el por qué conectamos con algunos libros tan poderosos y con otros no. A veces, debemos hojear la vida de algunos lectores en el cómo es que se hicieron personas que disfrutan en ellos. Lo único más cierto, es que los jóvenes se aproximan a la lectura, cuando entre las personas que los rodean, es claro que están habitualmente leyendo.


Aquellos profesores que no disfrutan de la lectura, pueden sin quererlo, difamar el deleite de la derrama del poder de los secretos escritos en la literatura original. Descubrir que un profesor de español nunca ha leído “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, es una oportunidad para invitarlo a ese mundo de imaginación virtuosa, no para su exhibición pública, sino, para revaluar su compromiso moral con la juventud.  Hacer de la educación el medio del cambio, es cerrar la brecha entre lo que esperamos que suceda y lo que realmente sucede. En este caso, esperamos que el profesor y el bibliotecario, sean el agente de contagio en la vida de la lectura de los jóvenes estudiantes, una persona que realmente disfrute de leer los libros y que con este poder ganado, se regale a sí mismo virtuosamente a los nuevos migrantes de lectura del libro.


Un primer paso en el proyecto de lectura, es realizar círculos de discusión sobre las ideas presentes en los libros. Estos círculos de lectura se vierten en la exteriorización pública, confesar importantes vicios y falta de valentía en por qué no hemos leído todavía a los grandes de las letras o, por qué nos sentimos obligados a leer y no a sentir el llamado de la curiosidad de todo lo que los libros nos hablan. Este ejercicio es para hacernos conscientes de que nuestro espacio de vida, podría enriquecerse con la lectura, en particular, nuestra soberanía intelectual: ganaremos mayor potencial racional e inteligencia emocional. Liberaremos a nuestra curiosidad y reconoceremos el poder de la lectura para la acción del aprendizaje autónomo.


Estamos en un punto extraño, en el que la gente lee poco, pero consume su cultura literaria como series de tv, cine o videojuegos, que están inspirados en libros. Tenemos que reivindicarlos. El problema es abrir el espacio educativo a un cambio de hábitos de lectura que hasta ahora mismo, vacío a la lectura del libro está, bajo la tesis de activar las bibliotecas como promotoras de la lectura, y ofertar el aprendizaje del español con propósitos académicos, poéticos, científicos… 


Por otro lado, cuando escribimos pensamos que estamos compartiendo lo que hemos vivido con el atributo de “divertido”, al crear en cuerpos de texto escrito un intento de lo imaginado, nos sentimos útiles a la sociedad. Quizá nos sentiremos incómodos al publicar y recibir opiniones que no nos son favorables, pero, apreciará el placer de crear luz a los secretos de la realidad, con la humilde profundidad lograda en su escritura. Pero quizá, sea lo contrario, estará frustrado, cuestionando su limitado talento o simplemente sus hábitos de lectura son pobres, y ni siquiera supieron de la existencia de este texto. O peor aún, fueron obligados a leer como si fueran lectores reales. Es a menudo esto lo que ocurre. Pero al mismo tiempo, han tenido el mismo libro dispuesto en su mesita de noche durante tres años y no lo han abierto una sola vez. La última vez que acabamos un libro, la resaca del libro duró tres días. Estábamos tan atrapados, que dejamos a los gatos trepar por las cortinas con tal de llegar a la última página.


Cuando se confiesa que se ha leído, decimos que es realmente revelar secretos. Los lectores lo entienden. Incluso puede decirse que cuando lo hacen, la confesión puede provocar encontrar un amigo y quizás el principio de un gran club de lectura. Un error de la educación, es que nos enseñe a derrotarnos a nosotros mismos al no considerar que debemos dominar el sistema de escritura como plataforma de inicio. Cuando alguien conspira a los libros, nos pone fuera de su camino. Nos resigna a recordar informaciones y, jamás crear un discurso coherente en el que se discuten los puntos más importantes del aprendizaje. Así, sin leer, siempre seremos como agentes secundarios de lo que otros han pensado, viajará en el asiento trasero de quien conduce las sorpresas y las emociones de explorar las fronteras de lo desconocido. 


Elegimos el qué leer basándonos en un capricho o en la recomendación de amigos, por fecha de publicación o editorial. No planeamos cuidadosamente, sin embargo, de pronto nos damos cuenta que estamos en el momento justo con el libro justo. A veces nos obligan a leer un libro, o nos sentimos obligados por alguien que nos lo ha recomendado, por razones que no podemos discernir y solo más tarde las encontramos esenciales para nosotros, antes de leer lo rechazamos y después todo nos cambia. El libro puede aparecer al azar cuando es elegido, tropezamos con él, o nos es sugerido…, pero, cuando somos capaces de imaginar lo que nos invita a apreciar, sentimos que lo necesitamos para hacer emocionante nuestra existencia. 


Podremos llamar a este efecto probabilidad, suerte o el estado de ánimo que conspiró a nuestro favor. Cuando el aprendiz está listo, el libro aparece como su mejor aliado. El consejo más útil, es investigar con valentía cada palabra que no esté en nuestro vocabulario, tomar notas de cada jornada de lectura y sobre todo estar de "pie" ante las ideas que se desarrollan en él.


Ya en el camino de la lectura de literatura original, en cada viaje incluimos al libro como elemento esencial en nuestras maletas. Nosotros los lectores no salimos de casa nunca sin un libro, incluso en casos de emergencia…, en esta conspiración divina encontramos al mejor compañero de viaje para nuestra vida. Si esto le ha sucedido a usted, compartir el libro es casi un arte o magia de existir con intensidad, sostiene el ánimo de deseos virtuosos, haciendo sentir una especial gracia que nos mantiene jóvenes rebeldes por siempre.


Si la biblioteca nos sigue hasta nuestra mesita de lectura, en ella podremos sin darnos cuenta ampliar las palabras con que se provoca ver más profundo en la realidad, sentir con más intensidad lo humano y ampliar nuestros estilos de pensamiento. Hemos aprendido que los libros siguen un movimiento en forma misteriosa, y bien valdría prestar atención en cómo llegan a nosotros. A veces, estas lecturas fortuitas son tan importantes a nivel del ser, que nos permiten vernos con un sentido panorámico de lo que somos antes y después de leer un libro. Un libro nos hace imaginar, reír cuando necesitamos desesperados inyectar buenas ideas a nuestras vidas, nos entrega conocimiento justo antes de que lo necesitemos o por algún prejuicio, lo rechacemos para después reconocer su valía.


Como lectores valientes para enriquecer nuestra persona, con amor nos regalamos incontables horas a la búsqueda de los libros justos para nosotros. No creemos que esas horas son un desperdicio. El tiempo de búsqueda, es parte de la diversión en una lectura planeada para hacer de nuestro potencial racional, un encuentro con una mejor versión de nosotros mismos, así modificamos nuestras posibilidades de ser, y estamos acompañados de este amigo  “libro”, que nos hace más seguros en esta vida acelerada en sus cambios y tragedias. 


2.2 El libro como provocación


La primera vez que un libro nos provocó una reacción de asombro, visceral, desgarro o un río de lágrimas. Antes de ese día, no sabíamos que un libro podría hacernos una persona racional hipersensible. No sabíamos que, en una página de letras y números, un autor podía convencernos de habitar un momento íntimo en lo que allí sucedió como real. Los libros con el poder de movernos, exponen una gama de emociones que el lector no conocía en su experiencia, y a veces, eso incluye hacer latir el corazón al disfrutar de esa experiencia de imaginación profunda. En los libros encontramos historias como experiencias del pensamiento reflexivo, eslabones perdidos de lo que pretendimos conocer, un conducto íntimo nos transporta a momentos que resuenan específicamente en nosotros, de manera que, toca el libro algo muy sensible para nuestra vida, nos alegramos justo en el camino que nos abre el libro. En ocasiones, sentimos nostalgia del futuro por esos grandes libros que nos hacen sentir la pérdida de lo que podríamos haber sido, se nos abre un sueño profesional, familiar o un futuro emocionante.


Algunos libros, incitan a reír o llorar dentro de la empatía experimentada con los personajes de cuento y novela. Esta inmersión crea en nosotros características de compasión y ver la propia vida en los avatares de otras existencias. Los libros son el mejor remedio para el aburrimiento, pero, es un remedio que tenemos que descubrir por nosotros mismos. Hay tanto énfasis en lo que debemos comer para una vida sana, pero no para lo que sucede en nuestra imaginación creativa. Leer es un placer lento, silencioso como medio para oponernos a la rapidez de la locura de la vida moderna. El lema comercial es “consume rápido sin pensar desde tu propio sofá”, es este el motivo por el que llamamos a promover el movimiento lento de los libros en la conciencia.


El momento de ocio en las letras, cada vez que tenemos tiempo para nosotros, pensemos en pasarlo en la literatura, no solo con las obras que  tomarán largo tiempo en su escritura y exigen de tiempo para leer, sino por ofrecer un modo de libertad para nuestro ser. Los libros nos ayudan a relajarnos, en ellos hay la brillantez para pasar momentos placenteros para nuestras mentes e identidades. ¿Por qué el énfasis en la literatura? Es un juego de lenguaje estructurado en discursos e imágenes, nos desafía cognitivamente al mismo tiempo que nos entretiene. Nos invita a ver al mundo de otra manera, exige que interpretemos frases inusuales, y empuja nuestra memoria a recordar el flujo del discurso. Leer estimula todas las áreas del cerebro. Para que un libro sea tan estimulante, requiere un esfuerzo que nos hace más inteligentes, al recoger toda clase de estilos de razonamiento. Formar nuestra conciencia e identidad, solo es un efecto de entre muchos otros al leer libros, como el desarrollo del vocabulario y la empatía.


La persona que con frecuencia lee literatura, parece ser más capaz de entender a otras personas, empatizar con ellos y con el mundo desde su perspectiva. Esta relación flexible persiste incluso mucho después de que se realizaron las lecturas[1]. Con la empatía viene la conciencia de sí mismo. Descubrir las afinidades entre nosotros, unas que nunca nos imaginamos ser capaces de comprender, por ejemplo, el maltrato a los perros, la defensa del resguardo del medio ambiente, la vida plena de los niños. La lectura lo hará sentir bien consigo mismo, intelectualmente le estimula a mejorar su desempeño laboral o académico. Enriquece la comprensión de una experiencia personal, a través su intensificación por las razones escondidas de bajo de la superficie de las apariencias. Usted puede conseguir todo esto si acostumbra leer con lentitud, y con la honradez de investigar todo lo que en el texto no esté en su vocabulario o experiencia intelectual. 


No leer literatura. Nos dice Joseph Brodsky Premio Nobel en literatura 1987: “aunque nosotros podemos condenar… la persecución de escritores, actos de censura, la quema de libros, somos impotentes cuando se trata del peor crimen contra la literatura, el de no leer sus libros. Una persona paga con su vida…, una nación, paga con su historia de violencia[2]”. Algunas preguntas que surgen del interés por la lectura, nos permiten hacernos un perfil propio:


¿Qué está leyendo ahora mismo?

¿Cuál es su libro favorito para niños?

¿Qué literatura lee más a menudo y por qué?

¿Qué libro quiere para un largo viaje?

¿Qué libro recomendaría a un amigo?

¿Cuál es su biografía favorita?

¿Cuál es su libro de literatura clásica más intenso que ha leído?

¿Cuál es su libro favorito para aprender en su disciplina?

¿Dónde está el lugar más cómodo para sus lecturas?

¿Cuál misterio sobre la lectura ha vivido?

¿Por qué abandona la lectura de un libro?

¿Cuál libro le pareció bueno en forma de película de cine?

¿Qué libro le cambió la vida?

¿Con quién tomaría café y leería un libro para comentarlo muy placentero?

¿Cuál es su libro favorito de erotismo romántico?


¿No has leído este libro todavía? Es una invitación avanzada que se caracteriza por las reseñas de quienes ya vivieron su lectura. Sugerencias de libros en respuesta a problemas específicos y de cualquier aspecto de la vida. ¿Qué libros debemos leer para  dirimir las aflicciones y lagunas en nuestra educación? ¿Qué colección de autores para la biblioteca privada debemos considerar? ¿Con qué libros mejoró mis lecturas que fortalezcan mi progreso laboral? La etapa de crear nuestro perfil de lecturas, también puede caracterizarse por definir la estrategia sobre lo que vale invertir en nuestra persona. A menudo, este proceso es una sacudida de nuestra existencia con cada nuevo libro, pero a cambio, al hacer estos juicios nos hacemos de experiencias, recomendaciones habladas desde los propios libros.


Los libros que seleccionamos son felizmente iniciativas propias, pero, el fruto de los que nos son sugeridos también son importantes. Pero lo más importante, no es un autoritarismo en la asignación de nuestros libros, sino, una clara asignación de tiempos para leer, tomar notas y conversar sobre lo leído. La educación está obligada a planear tiempos para la lectura y toma de notas de esta, generar reportes de lectura y círculos de discusión de las lecturas.


Los lectores quieren descubrir lo que quieren leer, es conocer por sus propios ojos. Tal vez, imagine que una lectura impuesta es mala, pero cuando esta tiene claros los criterios epistemológicos, pedagógicos, científicos, psicológicos, literarios; que busca desarrollar (resulta en última instancia) una buena estrategia para la vida del lector. Cuando en la antigüedad a Epicuro, lo condenaron por ser una carga para su sociedad por ser matemático, él estableció que para poder descalificar al pensamiento matemático como inútil para su sociedad, primero estos jueces debían habitarlo por dentro y, solo después estaría justificada su razón para destruirlo. De la misma manera, no podemos (por un prejuicio) desdeñar las experiencias lectoras de nuestros profesores que sugieren asignarnos tal literatura. Desde la educación, en resumen, leer es una habilitación obligada y virtuosamente justificada, asignar libros por criterios sólidos y poner a disposición la literatura también lo es, si de veras se quiere cambiar la habilidad intelectual de los estudiantes.


Si el coche de la vida le grita que lo conduce sin cinturón de seguridad, es que no reconoce una reserva necesaria de libros para su biblioteca privada. Revise libros en la biblioteca, en tiendas como Amazon, por ejemplo, puede descargar muestras para su evaluación sin tener que comprarlos sin previo conocimiento; en librerías pregunte si le permiten hojear algún título de su interés. Después, usted seleccione más libros de los que inmediatamente puede leer, así su mesita de lectura siempre tendrá una reserva que le inspirará a hacerse del tiempo necesario para invertir en leer.


A veces estamos en medio de un gran libro, pero necesitamos ir a trabajar, cenar, o a dormir. Si no te olvidas que leer es oxígeno para nutrir tu vida, esto provoca, hacernos del tiempo para leer, es una medida para mantener nuestros ojos abiertos al día siguiente. Argumentar falta de tiempo para leer, solo es cancelar un tercio del camino de nuestras vidas. Perdón si esta proposición parece radical y excesiva. Finalmente, los intentos de convencernos o dejar convencernos de leer un libro es lo discutible. No se puede obligar a leer, no importa cuánto se insista, se suplique bajo argumentos sólidos, se intente convencer lo divertido del club de lectura o se intente persuadir si los profesores, familiares o amigos, crean un ambiente donde el libro es un extranjero incómodo. “Yo simplemente no puedo leerlo”, es una declaración positiva, si considera que en su contenido hay un grito desesperado de la voluntad de leer, esa energía fue la que motivó la expresión, caso contrario solo habría indiferencia total.


Tu primer libro de principio a fin. No sabes pronunciar el nombre correcto del autor o su título, editorial, fecha o género. Quieres contar al mundo sobre ese gran libro, pero no sabes exponer la síntesis o reseña de este. Pero, quizá se estrese con la idea de que sus compañeros puedan ver en esto una deshonestidad. Estudios demuestran que es solo falta de formación literaria y hábitos de lectura analítica del discurso[3]. Leer es una habilidad intelectual que nunca se concluye en nuestras vidas, al tratarse de algo muy complejo. 


Una persona que logró hacerse del hábito leer podría decir: 


“siento seguridad en la intimidad del texto y disfruto leyendo al pasar tiempo en los libros. Desde una edad temprana me hice consciente de que las ideas obtenidas de los libros formarán la arquitectura de mi mente. Mientras leía (sin saberlo), mi cerebro se entrenó a reconocer patrones visuales de letras, sintaxis de palabras y arquitecturas de enunciados. El marco de lo que aprendió mi cerebro produce lo refinado de mi lectura. En este punto en mi vida como lector, estoy mucho más allá del punto cero de la lectura y la escritura, que es sabido no es innata, sino consecuencia de la educación recibida”. 


No podemos pensar con las palabras que no hemos construido desde la lectura su significado. Las palabras que en entradas de lectura detecta nuestro cerebro como desconocidas, por consecuencia, son una vía muerta en su significado. Al ser ladrillos específicos, las palabras para comprender el texto, nos exigen que nos hagamos del carácter intelectual, para investigar cada palabra desconocida en su gramática, sintaxis y semántica. Es decir, la categoría gramatical, en su rol en la sintaxis del discurso y su raíz de significado en el contexto de uso. Así que, envejecer en la lectura es bueno, porque no perdemos las otras edades que hemos vivido en ella. 



2.3 ¿Qué hay tan bueno en los libros?


Esa es la pregunta más importante, cuando se desea que el libro sea una respuesta ética a sus páginas. En ellas hay regalos de aprendizaje, de esperanza renovada, de maravillas de titanes de las letras y los números. El libro es la invitación constante a explorar con la más feroz curiosidad; la herencia de tantos gigantes de la literatura original; considerarlos como bondad regalada a los jóvenes que vendrán a habitar el cambio en esta tierra. 


La lectura de las grandes obras de literatura, es una de esas potentes experiencias gracias a que, ayudan a la juventud a soñarse ser heroicos en su plenitud, tan fuertes que su voz es alta y firme en su inteligencia y alegría, capacidad y rigor racional. Estamos firmemente convencidos de que la literatura cuando es leída con lentitud y cuidado por las complejidades del sistema de escritura, puede hacer nacer en usted los deseos más virtuosos para existir en este mundo. 


Un joven inquieto como una ardilla, descubrió uno de sus grandes proyectos de vida, hacer del mundo algo más emocionante y bello. Las palabras en los libros las encontró, como imágenes de una clase que despierta el comienzo de una historia de su propia vida. Aquí se nace con cada nueva lectura. A menudo, por el hecho de descubrir un nuevo valor o capacidad que nos mostrará su nueva clase de fuerza e inteligencia. Convertimos a la lectura en una nueva visión de esperanza que nos devuelve como recién nacidos al mundo. El libro une la voluntad obstinada y amorosa de crearnos una vida emocionante, con la fuerza de resistir el dolor y la tentación de ser extranjeros de nuestra sociedad. 


Los libros le llenarán de conocimientos profundos, en la bondad con la que existe su persona en este mundo. La sensación de frescura mientras lee, es una de las primeras cosas que le dejará leer en el cada día. Antes de saber que el mundo es maravilloso a través de la mirada de los libros, los consideramos fríos y sin mucho sentido. El libro provoca la imaginación, da ánimo a un sentido de maravillas en los regalos incesantes que nos revela la vida ordinaria de los hombres de las letras. Nos hace fuertes para las batallas de la vida, a veces el libro nos patea las costillas, exigiéndonos más esfuerzo en su comprensión. El desconcierto de la juventud es canalizado en rebelde progreso ético, en su memoria se crea un círculo de nuevas palabras y, así mismo, de nuevas ventanas para pensar y sentir la realidad. Este conocimiento, está concentrado en narrativas de grandes batallas del conocimiento, para empezar nuestras propias batallas debemos inspirarnos en las páginas de nuestra historia literaria.


El libro lo primero que trasmite, es la plena seguridad de que no estamos solos. La vida en la lectura nos acompaña con las grandes mentes de todos los tiempos.  Para ser un habitante del libro, en cada página se nos exige plenamente ser valientes para las nuevas palabras, y honrados para investigar todo lo desconocido en ellos. Reconoce la lectura ese rico compañerismo con tantas mentes que nos hablan desde sus páginas, el libro puede avivar su coraje y su encender creativo. Los libros le ayudan a recobrar de nuevo su fe en la humanidad ilustrada con la sabiduría de la ciencia, el arte, la poesía, las matemáticas, la ingeniería…


Es fácil concebir que, en nuestra era de la información, la lectura es algo que hacer para reunir información. Como si leer cada página fuera una moneda que podrá ponerse en un banco, hasta que el ahorro sea suficientemente alto para considerarnos ricos. Estamos convencidos de que la lectura o la sabiduría, no funcionan cuando son vistas como una obligación adquirida, es un estado que llega después de un cierto número de lecturas de libros de los gigantes de las letras.


Los libros no son solo una mercancía, sino son en la lectura un viaje de exploración. Al leer, se crea para usted un camino en que se descubre a sí mismo y a su mundo, para ver la visión renovada desde la mirada de otros. La lectura es como caminar los senderos de grandes héroes del conocimiento, le ofrecen la mano para guiarlo, le regalan una voz que le ayuda a ver el refugio cuando la vida es una tormenta. Leer, es una forma de vivir. Es un hábito que comienza justo cuando se tiene el coraje intelectual, comienza exactamente, cuando usted respira el pulso de un nuevo yo en el ritmo de su sangre. No hay ninguna fórmula para la vida en la lectura, ninguna ley indicando cuántas páginas al día, cuantos libros a la semana, la vida en la lectura es la simple apertura a abrir un libro de novela, cuento, ciencia, ingeniería, poesía, historia… Lo leemos siempre con la voluntad de ampliar, despertar y profundizar nuestro conocimiento y experiencia del mundo. Sí, tenemos que empezar a hacer el hábito de leer, es importante hacerse del coraje para caminar entre enunciados, párrafos, páginas, libros. Sentirá ideas que le salpican como gotas de lluvia, emociones de compañeros mentales que hacen el viaje ofreciéndole una amistad como regalo. Los libros le crearán un mapa de lo humano al punto simple de ayudarle a virar en sus lecturas por caminos nuevos y emocionantes.


Amar leer, en la vida literaria de los hombres, puede sonar como una gran empresa que necesita un poco de preparación; en realidad, comienza con el aprendizaje del sistema de escritura, luego al habitar el libro sus revelaciones inundan nuestra mente. Pero, si apenas abres un libro y pierdes el camino en medio del primer párrafo, este inicio puede significar un problema de entrenamiento del cerebro para leer las letras, organizar la sintaxis del texto y reconocer el vocabulario como familiar en su significado. Habitualmente hacemos lo que amamos. Este es un amor que solo se consigue con el coraje intelectual, y la chispa de su espíritu reflejo de la curiosidad dentro del libro. Leer como tantas otras cosas buenas y ricas, deben ser previsto en el ritmo loco de la vida moderna, una clave es al principio, reanudar la lectura después de cada fracaso, tantas veces que se cree un ritmo de respuestas a preguntas surgidas del texto. 


Desde su lectura, conocer a un escritor por su obra, le convierte en referencia confidente para continuar con su nuevo proyecto lector. Se es influenciado por la fuerza de la personalidad reflejada en la obra, la gama de la cultura del creador y su total dedicación para componer de ese modo la escritura. Al leer y descubrir la propia voz distintiva en el texto del escritor, esto nos engancha con la literatura. Para el escritor, su oficio es la destilación de una esencia, a través de un proceso de intensa conciencia de la experiencia humana. El texto cuando logra ser creativamente la inmediatez de la palabra, como lo hace Samuel Beckett, el lector logra inmersiones que lo transportan a las imágenes literarias, diluyen la conciencia mecánica de la lectura en el texto escrito.


En el libro intitulado “Meditaciones desde el subsuelo” por  Guillermo Fadanelli, se nos advierte de una época contraria a desarrollar el intelecto: 


 ¿Qué clase de sentido tiene seguir luchando por el progreso de una comunidad académica cuando ellos han dejado de pensar, y ahora cumplen funciones que les impiden la rebeldía y la crítica rigurosa de las ideas? 


Leer a veces suele pasar dice Fadanelli: “Para algunos individuos lograr enriquecer su mente, resulta completamente imposible. Y qué va a importar, si la misión es sencilla o no requiere más que de unas cuantas horas para llevarse a cabo; el solo hecho de asumir una responsabilidad los paraliza y vuelve su vida un constante lamento”.


Pero leer requiere tiempo y allí, no muchos días se prestan para ello. Hay algunos hábitos que le pueden ayudar para lograr esto. 


Cada vez que dejes de leer, te invito a invocar el orgullo de terminar de leer los textos. Di a ti mismo: ya no más, la vida es corta y hay muchos libros maravillosos que harán de la vida una mejor existencia. Disfrutar de los libros, es permitirnos investigar todo lo que en ellos podemos encontrar confuso o de plano incomprensible. En lugar de buscar razones para dejar un libro, busque virtudes para su vida que de otro modo no obtendrá. Ver televisión, juegos de video o cine en línea es sin duda controlar el tiempo de ocio, pero, leer debe tener un tiempo controlado para hacer de su persona un ser virtuoso. El coraje intelectual que requiere la lectura, no es para gente común, usted si está en este texto no es uno de ellos. A veces, nos es difícil instalarnos en la lectura de un libro, hacernos de la madurez para darnos el tiempo para leer y escribir, dejarse consentir  leyendo a los grandes de las letras, solo así se dará cuenta del mundo en que le tocó vivir. Construya una biblioteca personal, ella será lo que usted es en el mundo, no solo una pila de libros, es un tamaño razonable de lo que usted vino a decir al mundo. Elija los propios libros, regálelos a su persona, tanto para cultivar lo humano como para desafiar sus aprendizajes profesionales. Sentir la presión de uno mismo por concluir la lectura de algún libro, es el primer síntoma de su madurez intelectual. Cada día, por favor regálese el hábito de leer literatura que encuentre fascinante, exigente para su intelecto y que, podría provocarle un amor eterno por las matemáticas, la poesía, la ciencia, la ingeniería…, ese libro que le provoque remordimientos de posponer su lectura.


Tal vez no quiere leer, menos encontrarse con tiempo para ello, no es ningún desafío para usted. Divertirse es importante para la vida, sin embargo, es muy difícil cuando somos empujados a otras prioridades en las que no nos ayudan a organizar nuestros pensamientos. Sí, la lectura es una meditación que pasa la vida en reflexiones profundas que replantean el sentido de nuestra existencia. La lista de nuestras lecturas es un registro impulsado del amor por lo humano, la historia, lo literario o el núcleo de lo que está en la verdad justificado en el centro del texto objetivo. Para las personas que tengan un libro en sus manos, no podemos esperar otra cosa que, honestamente este amplíe y enriquezca su vida. 


La biblioteca personal, no es realmente una secuencia de lecturas o un número de títulos favoritos que esperan su lectura, o que pasaron por nuestra vida en algún momento. Es respirar profundo en nuestra vida, recordar y hacer presente la riqueza hasta el punto del placer por conocer y sentir lo literario como un modo de vida. La literatura original de ficción, técnica, científica o de otro tipo, es aquella que aporta profundidad inédita, estilo propio y abre alternativas sin precedentes a los asuntos a los que refiere para nuestras vidas.


La selección de nuestra literatura, nos dice que nuestra biblioteca particular, es un espejo de nuestro compromiso con nuestro propio saber, nuestras angustias, nuestros valores y, sobre todo, una guía completa de nuestros aprendizajes, esos que hicimos por el compromiso de ser. Cada libro seleccionado, es algo que encendió la vida en emociones y seducciones racionales, a tal grado que, alimentó nuestra curiosidad más auténtica. Cuidadosamente la experiencia de los primeros libros en mucho nos invita a ser cada día más exigente con lo que leemos. Leer nuestra biblioteca, es cuando amar es una necesidad de estímulos creativos o visión para participar en el progreso ético de nuestras comunidades.


Al final, solo seremos lectores de cierto universo de libros y flujos de lectura, dentro de los infinitos multiuniversos de la palabra escrita. Las bibliotecas personales son muy individuales, incluso excéntricas formas de definirnos. La vida alcanza para leer algunos clásicos y algunos miles de libros, de los millones disponibles. Los libros marcan nuestras estaciones en los pasos de nuestro envejecimiento. Forman la dirección que le damos a nuestra vida profesional y placeres estéticos. La biblioteca refleja nuestro carácter intelectual particular, los libros son los compañeros que durante muchas horas nos acompañaron lealmente en soledad, amigos fieles, donde sea que hayamos leído estos libros, formaron nuestra conciencia y nos dieron la energía convincente de qué hacer con nuestras vidas. 


Conectar la vida ordinaria con la literaria, ayuda a regalarnos una maravillosa experiencia humana por lo más creativo, lo más maravilloso de la imaginación, la razón exploratoria de la realidad y, conectar la compasión con los objetivos del desarrollo ético de la sociedad.


Los buenos libros nos exigen alta calidad en nuestro lenguaje. Estos manejan la habilidad de los estilos de conocer y hacer de las categorías del conocimiento, una diversidad de experiencias inéditas. Las nuevas palabras o su renovación en significado  amplían su experiencia del mundo, le ayudan a ver de muchas maneras más frescas un objeto de estudio, traen la psicología de personalidades literarias de personajes de cuentos y novelas que enriquecen lo humano. Los buenos escritores no solo producen cuerpos de texto, sino que eligen en ellos las palabras correctas y, hacen de esta selección la diferencia sustantiva entre hablar cara a cara y dentro del mundo literario. Los autores con maestría logran sumergirnos en aromas de una época, en los rigores de teorías, en la magia de la razón, la diversidad de puntos de vista, sentimientos y emociones son reintentadas y vueltas analíticas. El buen escritor nos coloca frente a un mundo abierto y lo abrirá más para nuestro propio paso por la vida. 


Los buenos libros no tienen nada que ver con su número de páginas. La concisión no es evocadora de buena literatura, podríamos pensar que unas 200 páginas son mejores que unas 500 páginas. Más bien, un buen escrito mantiene en tensión las ideas, las emociones y la estética. El escritor no produce contabilidad de palabras, se pierde en el número de páginas al intentar poner su trabajo en el camino del arte de pensar, la disciplina y el estilo de escritura. 


Los grandes libros ponen a temblar a la ciencia previa. Estos describen la experiencia de lo humano por un realismo creado en sofisticadas ficciones en novelas, poesía y cuentos, que invitan a la indagación, la solidaridad, la compasión, la pasión del arte y, sobre todo, nuestra comprensión de los posibles papeles que desenvolvemos en la vida. La experiencia literaria sana las heridas de las injusticias, nos regala el privilegio de la reflexión, pone el papel de nuestra individualidad en el proyecto de ser felices haciendo felices a los otros. En fin, leer los grandes libros impulsa la acción moral, trasciende nuestro yo y, hace de la revolución científica de las ideas una emocionante exploración de la realidad. Esta lectura lenta y atenta de lo heredado por los grandes escritores, arraiga la vida en la comunidad, nos invita a ser fieles de los pequeños detalles de la existencia cotidiana. El libro está unido al mantenimiento de nuestra curiosidad, y de la compasión expresada en nuestro proyecto de vida social.


Escribir sobre lo que leemos, es el reto de nuestro papel en un resplandor de inspiración, un cierto encanto de reorganizar nuestras ideas por nuevos caminos creativos. Las grandes obras literarias de la ciencia, la ficción y la ingeniería, impactan en nuestro desarrollo intelectual y moral, más que cualquier otra cosa que aprendamos en la escolaridad. Junto a la escritura, la lectura forma nuestra idea de virtud. Renovar nuestra existencia, reconocer a los grandes pensadores y, la propia historia de la humanidad, nos son presentados en forma de narraciones, y nos hacen agentes de la agenda de la libertad de la especie de autoría, sí, en lugar de contempladores pasivos, nos hacen los arquitectos de nuestro tiempo.


Leer en primer lugar, vamos a considerarlo el cultivo del discernimiento, el medio por el cual alimentamos nuestra capacidad de sentir y observar con nuestra paridad racional para amar lo que es ético y odiar lo que no, saber cuándo el mal se nos presenta para privarnos de quienes somos. No hay reglas sobre qué leer y como leer para evaluar cada pieza de lectura, pero creemos que esto de crear reglas para qué leer y cómo leer es inútil y a la larga destructivo para la libertad. Leer cultiva la creación íntima de nuestra personalidad, el real discernimiento que gana profundidad y rigor, hace brotar propósitos para nuestras vidas, es alimento creativo de coraje intelectual para la conquista de pasos en búsqueda de la verdad, el bien y lo bello.


Las obras importantes se reconocen por la turbación que suscitan en las mentes, y ello porque lo que exponen no es la transgresión explícita, obscena, de las prohibiciones y de los tabúes, sino un cambio de percepción, un vuelco de la sensibilidad; porque se empeñan lúcidamente en buscar, cómo escribe Rushdie: ángulos nuevos para penetrar la realidad, y luchan por una nueva jerarquía de los sentidos, por nuevos modos de percepción, por una nueva subjetividad.

Chistian Salmon, Tumba de la ficción 


En síntesis, nuestra posición es no considerar al libro como una mercancía. El libro es más bien un viaje. Leer, es el camino acompañado de mentes brillantes y su guía recae  en los símbolos. En él descubrimos al mundo y a nosotros en él. Leer, es renovar la visión a medida que nos encontramos con los otros en este tiempo y en los otros pasados. Leer, es la manera elegante de caminar despacio y pensar profundo, ofreciendo la mano solidaria de las mentes de gigantes de las letras y los números. Al leer, podemos alzar la mirada por arriba del polvo del ruido cotidiano y descubrir la puesta del sol, cuyas palabras nos permiten refugiarnos en los sueños al paso de las tormentas de la mediocridad y la violencia. Al amanecer la lectura es el aliento que respira esperanza, el pulso intelectual de nuestra conducta y el ritmo de compasión de nuestros actos.


Habitar la lectura puede parecernos lejano y sin impacto evidente en nuestra existencia,  hasta que reconocemos lo auténtico, lo inimaginado, los fragmentos de los sueños abandonados. Es esta complejidad, lo que confiere una experiencia racional distinta en cada mente, al intentar adentrarse en la lectura rigurosa, es en parte la incertidumbre de lo desconocido, el impulso a descubrir cuáles libros nos pondrán entre los sabios y cuáles entre los mediocres. La vida lectora comienza simplemente con la apertura de un libro: un artículo científico, un poema, una novela…, aprenderemos y crecerá en nosotros. La literatura siempre aplicará, despertará y profundizará nuestro estilo de pensamiento y la intensidad con que sentimos al mundo. Pero, este es un proceso de hábitos en el paso a paso de leer, este camino es estar acompañados por las mentes proyectadas en el texto.


Amar leer puede sonar demasiado exagerado. Es un amor a primera vista, pero no todas las obras son un punto de entrada, es preciso intentar hasta engancharse con una obra. A partir de ella, es nuestro punto de entrada, en ella surgen preguntas sobre el texto. Leer, es hacer hábito y ritual con los que se integran a nuestras vidas. Lee en principio lo que te despierte la curiosidad y estás dispuesto a estar muy despierto para ello cada día. Un libro conduce a muchos más.


Leer regularmente, como tantas otras cosas en las que esperamos encontrar algo más, debe ser planeado para conseguir los efectos deseados. Pero en medio de este ritmo caótico de la vida moderna, la clave para comenzar es cada día reanudar la lectura, simplemente considere que leer creará ritmos diarios alrededor de entrenar a nuestro cerebro a concentrarse. El hábito se convertirá en el espacio de apoyo para entrenar sus redes neuronales en el sistema de escritura. Lograr ritmo en el día a día es el primer paso en dominar el placer de la lectura. Hacer una agenda para darnos el tiempo, con el fin de hacer las cosas placenteras de leer. El cultivo de la lectura, nos apoyará nuestra ventana de concentración vital, a medida que gane experiencia sus intereses en la literatura, ganarán exigencia en complejidad y estética.


Hacer un espacio en nuestro horario para leer, es ser inteligentes para reconocer la mejor hora para aislarnos y encontrar la intimidad con la lectura. Cuando tenga más margen, y el reloj deje de ser un capataz, entonces, ya está entrando a la antesala de la lectura seria, lenta y profunda.


Planear qué libros quiere leer simultáneamente, le ayudará a tomar descansos entre libros. Esto madurará su facultad para continuar por sí mismo su propia educación, y hará de su vida lectora manejable sobre lo que elige aprender. Los libros individuales que lee pronto se moverán por objetivos encaminados a escribir su propia literatura. 


Leer en el comienzo de nuestra madurez intelectual, comienza con la toma de notas, síntesis, reseñas, elaboración de resúmenes…, siempre la madurez se consigue cuando escribir es parte esencial de leer. Lo primero que encontré más útil es simplemente no preocuparnos y, permitirse regresar a leer cada día y restaurar el cansancio del cuerpo, para dejar un poco para la actividad corporal que más energía consume: leer y escribir. 


A los jóvenes lectores nunca les digamos que lo que leen no sirve, sino invitémosles a trascender a lecturas más clásicas y exigentes. Los libros son ideas más que ligadas a la tinta negra, también son regalos que caminan con nosotros, a través de ciertas temporadas de nuestras vidas. Leer con concentración, tener una conversación con los libros sin distracción. Al interactuar con ellos, subrayamos y parafraseamos en la toma de notas las ideas vivas en el espacio creativo de nuestras mentes. 


2.4 ¿Por qué leer?


Por supuesto que, leer literatura es una habilidad vital para cualquier persona que quiere vivir una vida completamente funcional, pero, no nos sorprende que el acercamiento sea en muchas ocasiones un asunto de alfabetización. Para ser un lector debemos ser un humano reflexivo, sensible a la curiosidad, rebelde de las ideas y fieles conocedores del sistema de escritura creativa. Ser un lector, es considerar a la lectura la mejor manera de hacer soportable la ignorancia y la realidad infinita que nos rodea. La publicidad está llena de frases así: “Leer un libro, salva una vida”, "Libros hacen a usted una mejor persona”, “El libro es algo difícil de justificar que no esté en nuestra vida”, “Libros hacen emocionante la vida”, “Los libros en la niñez, después mantienen a los jóvenes lejos de las drogas, de las pandillas, de la violencia y, abren puertas a una vida emocionante de progreso ético”.  


¿Qué ocurre con lo que llamamos lectura? Se podría decir, nada por supuesto, es lo mismo que fue desde nuestros estudios de primaria. No solo se pasa por alto la naturaleza del texto en sí mismo, al sistema de escritura, los diferentes estilos y rigores del pensamiento escrito. Es un proceso privado de compromiso, después de todo, leemos por muchas razones a las que asignamos un valor académico, profesional, de placer o informarnos simplemente de lo que pasa en el mundo.


Una preocupación de los lectores maduros, es qué pasará con los libros ante las nuevas tecnologías. ¿Realmente Internet ha democratizado la lectura de libros y ha promovido el placer de leer? De hecho, la idea de placer infundida por grandes pensadores como Montaigne y Emerson generó que fuera mal vista por la iglesia de los siglos XVIII y XIX, que la consideró una distracción secular mundana. Entre los más abiertos como Emerson, la lectura de placer tenía una “estética moral”, es decir, enseña sobre lo humano en el acto de vivir, criticar e inspirar al lector. Al paso de la historia, la lectura fue algo exclusivo de élites religiosas y económicas. En la antigüedad se creía, había ocultos poderes que lanzaban hechizos a los lectores. La lectura en voz alta fue la primera lectura, para muchos era como enredarse en palabras, como en una telaraña. Los libros se creía que eran depósitos de las esencias de hombres y mujeres del pasado. El libro rápidamente se le vio como salvador de vidas, mejora el desempeño intelectual de las personas, levanta a muchos de la pobreza, trae alegría, éxito y un futuro próspero[4].


Se podría pensar que, es sabio siempre apoyar a la lectura de más personas de la sociedad. No fue así siempre. Por ejemplo, Platón prohibió a noveles poetas de su “República”, el ideal de leerla por temor a Sócrates, que consideró  ser impedimento para el verdadero aprendizaje. Para Sócrates, el verdadero conocimiento es de la experiencia, no de la “letra muerta”. Teofrasto, consideró que los libros son causantes de una debilidad sexual y pereza en criaturas intolerantes[5].


Ya para la Edad Media, la amenaza de los libros tomó otra forma. Los medievales consideraron que los libros eran reservados a lo sagrado, escribir en lenguaje común era sacrilegio. Argumentando que las palabras de Dios solo pueden venir directamente del Espíritu Santo, y no de cualquier forma mundana corrupta que se escribe por los libres pensadores[6].


En particular, en el siglo XIX la novela, leerla era considerado un pasatiempo especialmente prohibido para las “niñas bien”. Las novelas románticas en particular, se creía harían que las jóvenes mujeres se enamoraran con pasión desenfrenada, sin esperar al matrimonio[7]. Es decir, que las jóvenes vieran al matrimonio como algo opcional. Demasiada lectura era considerada un impedimento para vivir una vida plena; la gente creía que leer novelas llenaría la cabeza de sueños inútiles, dejando preparado el terreno para la pereza crónica. En esta época, los seudónimos de leer se empalaron por temor a ser ridiculizados, perseguidos o que se supiera que una mujer escribió algo inteligente. En resumen, la lectura por los Victorianos fue considerada un medio de seducción de la calidad de una  ramera[8]. La lectura promovía  la infidelidad literaria, y en efecto, democratizó el conocimiento. 


En 1891 William Morris, consideró que la sociedad celebró a la lectura como una fiesta de individualidad burguesa. Un modo de satisfacción egoísta de privilegiados ofrecidos a la literatura[9]. En esa forma, Morris identifica que la mayoría en esa época ve a la lectura como donadora de instintos creativos de fantasías privadas. Dejar que las personas comunes leyeran, era como romper sus vidas en comunidad, volviéndolas egotistas e irresponsables de asegurar su comida del día al día. Después de todo, leer es una relación de manera privada (con la mente de otro), en un sentido muy íntimo y restringido, una vez atrapado el lector se vuelve individualista. Una de las cosas con más controversias cerca de la lectura, es que los lectores hacen uso de las palabras escritas para crear sus propias imágenes, lo que permite al lector, trascender el ordinario escenario de la fotografía o el cine. Es ir a un lugar remoto de su propio ser, escapar de la realidad personal y escuchar, sentir y ver otros mundos. John Stuart Mill, a finales del siglo XIX, observó que la sociedad daba pasos arriesgados en la “tiranía de las mayorías”, no solo en el gusto de sus patrones de lectura, sino, en imponer sus valores morales, artes y su vida intelectual en un modo de “ranking” del mercado. Esto hace que, se intenten controlar los hábitos de lectura, en las bibliotecas victorianas se limitó a libros con un valor instructivo, donde la razón práctica favorecía crear mejores obreros y más dóciles. Algo extremo ocurrió cuando en los Estados Unidos, se desalentaba a los esclavos afroamericanos a leer, porque la idea de una población negra alfabetizada estaba considerada peligrosa, al grado que se crearon leyes en algunos Estados de la unión, tratando de impedir que a los esclavos se les enseñara a leer y menos aún a escribir. 


En el siglo XX, la alfabetización masiva benefició el sistema democrático, pero, esta no pretendía en lo literario o científico formar mentes creativas, sino solamente informales, venderles y manipularles, tal como denunció George Orwell en su obra intitulada 1984.  En los años 80’s los conservadores en el mundo, consideraron a la literatura masiva de ficción (cuento, novela, poesía) como efectos asociados de escape de la realidad; la sensación y  fantasía de alguien que no logra madurar[10]. 


En los últimos 25 años, el enfoque considera a la lectura como algo universal y necesario para consolidar la democracia. Sin embargo, hace unos 10 años, se predijo que en el 2018 dejaría de existir el libro de lectura en celulosa, ante la expansión del libro electrónico y los medios móviles de lectura digital en tabletas y teléfonos inteligentes. La verdad es que, el libro como género literario está muy vigente, y sigue siendo trascendental en la vida de los actuales ciudadanos del mundo. Quedaron en el pasado las etiquetas de advertencia: “¡Cuidado con la lectura de este libro, puede causar grave decepción con la realidad!”.


Según el psicólogo James Hillman, al leer  historias de ficción, usted está en mejor forma y tiene un mejor pronóstico que aquellos que no leen. Estas lecturas le convierten en alguien que, vive de manera en que su ser se encuentra con intensidad en la existencia social[11]. La lectura aumenta la conciencia con la que participamos en sociedad. No hay duda que en términos de desarrollo emocional es necesario para lo social, los libros nos ayudan en todos los aspectos de integración social exitosa. El lenguaje del que nos hacemos al leer literatura, está ligado tan íntimamente a quienes somos, cómo pensamos y cómo nos ve el mundo, perder la oportunidad de forjarnos en el uso diferentes estilos del pensamiento, es un bono perdido y difícil de recuperar para la persona que seremos.


En este sentido, la literatura es la principal acción que nos facilita el lenguaje para expresarnos, apreciar el talento y las sutilezas del pensamiento de otros. El espacio literario es un modo de ganar esperanza en las mejores emociones y virtudes del pensamiento, y más cuando las cosas por nuestro mundo se vuelven terribles. En vez de decir que leer es hacer entrar ideas en nuestra cabeza, comience a preguntarse si no será más que ensayar internamente nuestros modos de hablar, pensar y sentir en nosotros a los otros. En el hábito de leer, se aprende a apreciar la reflexión en privacidad, la elección de aislamiento para meditar al mundo y la soledad que exige todo el poder racional, para abordar incómodos temas y difíciles ideas necesarias para nuestro desempeño intelectual. Leer, es un modo de ver a la incertidumbre y al silencio de las ideas en nuestro contexto de vida, para comprobar que no estamos solos. El libro es un modo desgarrador de indignación por la injusticia, por el egotismo humano de atentar contra los más jóvenes, el dolor de las dictaduras, el enorme daño de gobernar con noticias falsas.


La conciencia no es igual a lograr en automático objetividad en la mente, los problemas de hacer racional la realidad, tienden a intentar anclar el lenguaje como algo idéntico a la realidad. La seguridad de muchos, de que los hechos son conceptos con referencia absoluta a lo real, provoca que lo extralingüístico se equipare como algo idéntico a lo lingüístico en las ciencias. La conciencia de formar un sujeto moral, tendría que pasar por la idea de reconstrucción de la identidad racional de los sujetos. La responsabilidad del sujeto está en crisis por el modernismo, que insiste en que en efecto el mundo tiene esencias como referencias éticas a todas las culturas. Es decir, los occidentales asumimos que nuestros valores son los verdaderos, negamos el multiculturalismo y cancelamos la evolución ética de los valores de las sociedades. En México, esto lo padecen los pueblos originarios en forma de políticas discriminatorias de su cosmovisión del mundo. O, cuando en las universidades se asegura que las únicas ideas válidas y eternas en el tiempo son acreditar la calidad, certificar y un gasto responsable que aniquila la libertad académica. La soberanía intelectual de los estudiantes, la literatura académica como autonomía universitaria y la inversión en talento creativo, son considerados valores no anclados a la realidad de un mundo que ya declaró el fin de la historia de las ideas.


Reivindicar ser conscientes, es poseer una realidad elaborada por las verdades que asumimos como justificadas. No es un tipo de sabiduría mística, sino la conciencia de una totalidad discursiva momentánea de la realidad, es decir, es lo que hacemos de nuestras verdades; conceptos para pensar al mundo. El concepto produce la universalidad del conocimiento, y en insuficiencia del conocimiento de los términos con que referimos al mundo, la razón es corrompida a través de la pereza y la vanidad del genio. Una verdad madura es aquella capaz de ser propiedad de todas nuestras razones autoconscientes. De esto podemos inferir que, una confrontación con lo que leemos (ese acto de rebeldía en las ideas), es el vehículo más eficaz para aprender algo sólidamente y que sea parte de la apropiación de las verdades que definen nuestro carácter. 


Ser conscientes no es un logro insignificante, la discusión individual dentro de la literatura de muchos pensadores y épocas, es decisiva para que un individuo no esté vacío de discurso objetivo especializado, en un sistema de pensamiento que le permita manifestar la verdad con fundamento y justificación.


¿Dónde debe entonces comenzar la meditación racional para comenzar verdaderamente a trabajar con la razón? Desde dentro de la literatura inédita, hacer preguntas que nos permitan desafiar y producir confianza en las ideas justificadas y evaluadas en su verdad. 


2.5 Leer en la escuela 


Las guías didácticas de los programas de estudio, sugieren pasar entre clase y clase descifrando los símbolos, debatiendo sobre las intenciones del autor, construyendo y reconstruyendo las declaraciones de las ideas allí justificadas. Esto se llama, análisis crítico y es solo un paso para racionalizar los textos. Aquí, al estudiante se le presenta una crisis de confianza. No se le ha formado en esta habilidad crítica, que por supuesto no es innata para su persona. Discutir en clase sobre la lectura de temas con referencia al currículo, debe considerarse un trabajo muy digno de los objetivos de aprendizaje. El docente elige una lectura y recomienda atender aspectos del léxico presente en el texto, así como las justificaciones con las que la verdad es expresada. Leer en clases es aprender con profundidad a entrenar nuestra mente. A veces los más jóvenes, dicen que todo está en el navegador de Google, pero esta proposición los delata, antes aseguraban todo estaba en su cuaderno. Es decir, se practica la evasión de que el conocimiento debe estar en su propia persona en forma de un discurso coherente en su mente. 


Conectar a los jóvenes con la lectura de los libros, es el mejor éxito de la calidad educativa; la disposición y el talento son requisitos fundamentales para leer, escribir, conversar, disfrutar razonablemente de la existencia del ascenso de nuestro conocimiento desde los libros. Leer nos ayuda a hacernos de los estilos de pensar, sentir, comprender, al adentrarnos en el acto de enriquecer la inteligencia con nuevas formas de razonar, podremos ganar soberanía intelectual (autogestión del aprendizaje). Al leer, el mundo se expande con nuestro nuevo lexicón, se reduce la frivolidad de nuestra visión, la palabra escrita en hábitos de lectura, está referida como actividad en las guías didácticas, caso contrario, se reporta la escasa o casi nula actividad de esta en las aulas. 


El error es el acto de obligación, “la letra con sangre entra”, los partidarios de esta frase, parece que no hay en ellos la intención de fomentar y formar a los noveles en el deseo de hacer esta actividad. Es más, parece que el portador de la consigna, ni siquiera debe disfrutar de leer como requisito para promover esta destacable tarea educativa. El filósofo Raul Vaneigem, considera que muchos programas de lectura son más una política de espectáculo, dado que no se promueve el deseo de leer, y toda actividad realizada sin deseo, termina siendo con intensidad algo indeseable[12]. Una intensa formación en la discusión de las razones para leer, es el comienzo exitoso de todo programa de lectura, seguido de la formación del lector en el sistema de escritura, para finalmente, hacer del círculo de lectura un intenso espacio de discusión de textos leídos[13].


Tal vez, todos miramos hacia atrás con nostalgia en las conversaciones con los libros, cuál de ellos cambió nuestro destino y el lugar que nos hemos formado en el mundo. Un lector en acción, es una conversación con la posibilidad de integrarse a nuestra biblioteca mental. Un joven lector, cuando su lectura sopla a través de sus primeros libros, elige sus propias aventuras y viajes en el tiempo, interpolando lo popular, la diversión y escape a lograr hacerse de una vida emocionante y próspera en su creatividad.


De alguna manera, el deseo de leer se encuentra en el camino de nuestra historia forjando nuestro carácter intelectual. Con cada luna nueva en la lectura, el poder literario más extraño, lo reconocemos en los libros, no como un gusto de leer, sino como una aventura (incluso diría), un encanto de curiosidad que se acumula y diverge entre la literatura para crearnos una biblioteca mental que nos cautiva. Al terminar el primer libro bajo las sábanas de la profunda noche, descubrimos que el libro tenía un asimiento en nosotros. Así que, el destino es dominado enteramente por la historia de nuestras lecturas. La primera vez, que nos enganchamos con un libro hasta su final, comprendimos lo que puede hacer un libro desde un inconsciente que lo ama y un consciente que no lo hace. Esa experiencia nos hace comprender por qué a la gente le encanta leer. Ahora que, jóvenes estudiantes no están enganchados con la lectura de literatura, quizá es tiempo de que los profesores seamos con el ejemplo, los promotores en el aprendizaje de apreciar el placer y el poder de una buena literatura. 


En el curso del año pasado, uno de nuestros estudiantes al que se asignó leer un libro sobre el modelo estándar del átomo, no fue un típico punto de partida para caer en el amor por la lectura. Empezó a leer con escepticismo extremo, pero luego, como en muchas ocasiones ocurre con un buen libro, las ideas lo inspiraron. Él se mantuvo leyendo mucho más intensamente de lo esperado, porque él tenía que averiguar sobre la explicación de la partícula de Dios, y no podía esperar. Él le llamó el mejor libro que jamás leería. Sí, este fue el libro que lo enganchó, pero, lo misterioso de cuál es el libro para ello, es caótico determinarlo, pero seguramente las conversaciones sobre el libro en clases fueron un ingrediente de tal erotismo, que lo sedujeron a ir a lo profundo de los asuntos de la teoría cuántica.


¿Puede todo buen libro conducir al lector hasta el punto de engancharlo? Nos gusta pensar que sí. Un libro que no se aprecia es un libro que no hemos leído, al que hemos faltado el respeto juzgándolo sin leerlo. El carácter intelectual se forja al no abandonar la responsabilidad como lectores, de investigar todo lo que no conocemos dentro del texto y dejarnos cautivar por las ideas, para hacer de la lectura una parte importante de nuestra vida.


Imaginemos la mesa de lectura de un extraño, que provoca nuestra envidia, está formada de libros a la mano, estos son: novelas, poesía, matemáticas, física, biografías…, además de su habitual mezcla entre ficción, ciencia, matemáticas y clásicos; este escritorio cuenta la historia de una pequeña habitación que es usada como nave para explorar las mentes de los grandes gigantes de las letras y los números. De intentar reconocer los actuales estados de lectura por este extraño lector estaremos evocando la incertidumbre, solo podremos apreciar los títulos que en ese momento cautivan su vida, pero, un habitante de la lectura está provisto de todo un arsenal de libros en su biblioteca mental, cada palabra modificó la conformación de las ideas y, sin embargo, descifra el patrón creativo que a él inspira. Lo llamamos la frontera de la curiosidad, la familia que nos acompaña, los amigos que con rigor nos hacen mejores personas y el perfil íntimo de la sabiduría que buscamos. Si nuestro escritorio tuviera libros esperando cada día para avanzar en su lectura, en cuyos funerales al terminar su lectura ya se esperaran, en fila nuevos proyectos de lectura, significa que leemos entre libros, un poco cada día de algo de cada uno. Estos lectores se han formado dentro de los viajes de las páginas, un horizonte intelectual. Y son ellos, los que nos sorprenderán en su intimidad, suficientemente como para llamarnos a sentir el placer por leer. Nos referimos a estos lectores, como autores de ellos mismos y, aunque no saben con certeza a dónde los llevará este viaje literario, ellos estamos seguros, disfrutan más del camino que del destino.


Al reorganizar nuestra mesa de trabajo con libros a la mano, de alguna manera, pensamos que somos personas que tomamos notas, subrayamos y establecemos de pie frente al texto una postura. Los libros en nuestra mesa de trabajo, es nuestro círculo de amigos y personas de todos los tiempos que sentimos cercanos a la verdad que nos importa en nuestra existencia. El destino del libro es dibujar con transparencia nuestro tiempo, es territorio de rebeldía de las ideas que permiten de mejor manera conocer las voces del pasado. Cada libro abre canales de información que nos reorganizan la memoria, de tal modo que, nos alejan de la barbarie. Libro y memoria, vivir esencialmente es ser memoria. 


“La inacabable virtud del libro: exigirnos la fidelidad atemporal a lo que, lector tras lector y época tras época, se ha ido consagrando, como un venerable sostén de la herencia humana[14]”.

                                           Ida Vitale. El País. 23 de abril de 2019


2.6 La biblioteca


La biblioteca que acumulamos a lo largo de nuestra vida, es por mucho: la que explica quiénes somos. Todas las sociedades en algún momento, sus bibliotecas públicas más emblemáticas, están en inmuebles de lo más bello en sus arquitecturas. En ellas, hay un silencio del ruido del pensamiento, muebles que invitan a leer entre generaciones, el polvo y olor a papel viejo o nuevo. Lugares así, nos recuerdan que los catálogos son para ordenar los textos, no para promover el placer de su lectura. Para el lector, escribir su historia con los libros que lee, siempre es una historia por escribir. 


Frente a una biblioteca, el novel la siente compleja por el hecho de no poder darle un significado lineal. ¿Por dónde comenzar si no tengo recursos metodológicos de investigación? En la mayoría de las ocasiones, ni siquiera advierte la falta de metodología. Cuando hace uso de la biblioteca, se siente incapaz de saltar entre textos y a través de las verdades en ellos, construir con la lógica de un discurso que relacione lo encontrado. Perderse en el camino por falta de una metodología clara, no solo nos distrae en las cuestiones importantes, nos perdemos en el camino de una lectura que nos exige saltos entre la literatura. No son capaces de llevar un flujo de ideas acotadas a un marco de interés. Así que, la imagen de la biblioteca por el novel (por error), es la de un mercado de conocimiento cuyo catálogo debería obedecer a las materias del plan de estudios. El aprendiz en la biblioteca, al no encontrar un emparejamiento de los libros con sus necesidades escolares, cree que en ella no hay pertinencia (es aleatoria). Los libros en las bibliotecas, responden a muchos propósitos y muy pocos están alineados al 100% con nuestras asignaturas escolares, esto no quiere decir, que no haya en su interior pertinencia. El libro de texto, es una categoría de escritura con el propósito de apoyar alguna asignatura del plan de estudios. Pero en México, es muy escaso que sus docentes creen libros específicos para sus materias. 


A veces leemos dentro de varios textos, para hacernos de ideas estructuradas que ganen para nosotros profundidad y coherencia. Este tipo de trabajo es una traducción conocida como parafraseo. Esta actividad, traduce libros en sentencias, libros en párrafos, libros en libros. Este tipo de ensayos es la versión temprana de la habilidad de investigación apoyada en bibliotecas. Si en una tarea escolar, no está definida la metodología, seguramente el novel creará bosquejos de cortar y pegar, dejando de lado la importante tarea de parafrasear, razonar y organizar lógicamente las ideas. No hay libros definitivos, como tampoco hay temas agotados en lo absoluto. Esto es esencial, debe ser considerado por el docente y el estudiante, dado que leer literatura reciente, es un privilegio para reconocer en la propia época cómo son abordados los conceptos.


2.7 El libro en el espacio virtual


La promesa de ampliar las posibilidades de algo, es una promesa de la tecnología. Sin embargo, también lo es la de revitalizar los conceptos. El Libro electrónico o en inglés E-Book, es la promesa de Gutenberg, crea la ilusión de que todos tenemos una única biblioteca y que cada copia del libro es la misma para todos los demás. De día o de noche los E-Book son accesibles desde la Internet. Con el toque de los dedos podemos llegar a ellos, pero comunicarnos con ellos, requiere del mismo talento que con los libros de papel. Los hábitos de lectura son distintos en cuanto a la movilidad del libro y la conectividad del hipertexto. Virtual, es presencia constante del código escrito de un libro, pero, la lectura desde sus inicios y hasta la actualidad sigue siendo algo virtual, un proceso mental en el que imaginamos lo expresado por el texto. El deleite de la lectura del libro clásico o E-Book, sigue siendo lo que, provoca el propósito de leer para nuestra persona. 


No es suficiente leer ampliamente, uno también debe leer bien. Debe leerse con la virtud que tiene la palabra para tener varios matices de significado. Es una práctica, en la que los hábitos de la mente forman el pensamiento y la percepción, que al completar la estructuración coherente de palabras, frases y argumentos, permite ganar la atención necesaria para la lectura lenta y profunda. Las habilidades de interpretación y evaluación requieren prudencia. Incluso la decisión  de establecer un lugar y un tiempo para leer, en un mundo lleno de tantas otras opciones que compiten por nuestra atención, se requiere un tipo de templanza. Ahora hay tantos canales de información, que nos hacen inconexos, fragmentarios y adictos del mundo digitalizado. Lo que Internet está haciendo a nuestros cerebros, es hacer obsoleta la mente lineal, empujándola a absorber y distribuir información en ráfagas, cuando solo estábamos acostumbrados a leer patrones lógicos lineales en el libro de papel[15]. 


Para leer bien, comencemos por comprender el rol de las diferentes categorías de palabras que se nos presentan en una página. Los expertos han notado que muchos lectores son condicionados para saltarse rápidamente la interpretación y evaluación gramatical, tarea que es fundamental y esencial para comprender lo que realmente significan las palabras en ciertos acomodos dentro de sentencias. Cuando se le pregunta a estudiantes sobre algo en el texto, casi siempre, miran hacia fuera del texto, cuando en el texto está la respuesta. Atender las palabras individuales y en su orden de estructura en una sentencia, mejora la práctica de lectura profunda[16]. Disfrutar de leer, demanda que dentro de la literatura se nos exija releer frases exquisitas hechas con sumo cuidado y belleza; familiarizarnos con las palabras usadas en nuevas formas, buscar las que no están en nuestro lexicón e imaginar las imágenes racionales y emocionales que nos crean los cuerpos de texto. 


También es leer lentamente. Igual que para disfrutar de una comida, así, también los libros exigen ser leídos con atención y no caer en precipitaciones. Sin duda, algunos materiales de lectura requieren velocidad, pero la literatura científica, técnica y humanista, merece lectura profunda dado que son estructuras del arte de pensar. Le advertimos que leer con rapidez este tipo de literatura, es una manera de engañarnos en pensar que estamos aprendiendo algo. Al leer rápido la literatura académica o científica, el cerebro no está pensando y estableciendo conexiones lógicas en el discurso. Lectura rápida es conocimiento superficial y exceso de confianza en el conocimiento de las propias palabras y su papel dentro de sentencias[17]. Los lectores más lentos suelen ser los mejores lectores, obtienen más significado y los afecta más profundamente en su pensamiento la literatura[18].  


“No es la lectura de muchos libros lo que nos hace más sabios, sino, la lectura lenta y profunda en su razonamiento de unos pocos”, esto dicho por Richard Baxter; sugiere leer con lápiz o resaltador en mano, tomar notas e investigar todos los términos que nos exige el texto. El valor de un libro son sus palabras e ideas, no la longitud de sus páginas. Para leer bien, hay que desarrollar la capacidad de un lento proceso de análisis, describiendo lo dicho por un libro y tomando una postura respecto de sus ideas, no es sobre lo que pensó el autor, es cómo pensar las verdades expresadas por este pensador. La virtud de la literatura no podemos comprenderla separándola de su forma. La forma de un artículo, ensayo, novela, cuento, poema…, es la propia naturaleza de su experiencia racional y estética. El contenido de la obra literaria es lo que dice; su forma es cómo lo dice. Por desgracia, estamos acostumbrados en la vida escolar a concentrarnos en el contenido, quizá porque no se nos forma en el sistema de escritura con solidez. 


Esta tendencia es el fruto de la influencia de la cultura por comunicar, registrar y en emplear la escritura menor medida como medio para pensar; es decir, bajo la idea de una utilidad práctica a expensas de la belleza y la estructura coherente del discurso. La originalidad de la formal, es lo que distingue al texto académico del informativo e instruccional. El texto literario de ficción, dentro del cuento, novela y poesía, logra a través de la imaginación que los lectores reaccionen al conocer la naturaleza humana y su propia naturaleza a través de su aproximación a la experiencia vicaria. 


El primer desafío después de conocer el alfabeto, uno inherente a la lectura, es la idea de que las letras corresponden a sonidos. Este aprendizaje no es innato, por lo que, debe ser educado. La lectura es cuestión de aprendizaje y usar este código con base a sonidos de sílabas, recreando la gramática en un sistema de escritura e interpretando un discurso. Al existir palabras homófonas (que suenan igual, pero se escriben diferente), tendremos que prestar atención a la ortografía. Esto quiere decir, que la representación simbólica de las palabras, el cómo se escriben y aparecen en las páginas, es el conjunto de conocimientos que al lector le permiten ir directamente al significado asociado. La práctica de la lectura y la escritura, son determinantes para aprender cómo se escriben y cuál es el significado de las palabras. Traducir palabras escritas en sonido, es determinante para desarrollar el camino de la ortografía. La capacidad de asociar un significado a lo leído, requiere profundizar más allá del conocimiento ortográfico. El practicante de palabras como sonidos, lo primero que reconoce es que el conocimiento ortográfico, es algo sobre cómo se escriben las palabras. 


En resumen, la lectura es el ejercicio de atención en la información, de acuerdo con Simone Weil: “la principal de las virtudes humanas”. Al leer la información, nos trasladamos al viaje de muchos gigantes del conocimiento para encontrarnos con sus mentes, es una práctica intensa para nuestro cerebro que nos vuelve nómadas en el saber. No hay lectura de información que no nos lleve a abrirnos a una realidad textual, nuestro esfuerzo lector tiene la garantía de hacernos para nuestra intimidad de un espacio para el asombro y la curiosidad. Cuando apenas logramos permanecer en un texto, cuando la atención es tan débil que el proceso de leer apasionadamente no se logra, lo escrito es avanzado apenas como proceso mecánico, sin imaginar lo que expresa, la claridad solo es posible de lograr cuando se investiga toda palabra o frase que no comprendemos, interpretar es el primer paso de la lectura lenta y profunda.


Interpretar información desde cualquier forma de documento, es avanzar en el sentido que esconde como secreto el propio texto. Este secreto es la imaginación que provoca la voz interior del texto. El momento decisivo para todo lector es, investigar lo desconocido o huir del texto, y ocultarnos cobardemente entre la pereza y autojustificación de que no nacimos para ser científicos, ingenieros, artistas, técnicos…


Cualquier documento ya sea libro, tesis, novela, cuento, poema, artículo, ensayo, video, fotografía, manual, formulario, compendio, patente…, representa conocimiento del estado que guarda la actividad cognitiva humana en relación con la realidad que se investiga por la civilización. 


 




Referencias


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