Aprender a emprender

Gestión de proyectos

 

2. Conciencia para la empatía


Particularmente vivimos en una sociedad que acepta que sus juicios son correctos o incorrectos, determinados por sus sensaciones de empatía, donde la racionalidad rigurosa de sus juicios es irrelevante. Es tiempo de empatía, pero no es una época en la que se vive en la edad de la razón. Es como si el hombre fuera un adolescente reactivo a las emociones y se negara a madurar al someterse a los juicios del rigor más exigente, en el sentido de asegurar el progreso más virtuoso para su sociedad. 


Es la ciencia surgida en 1950, cuyo noble esfuerzo pretende entender la mente humana para hacer matemáticas, actuar virtuosamente, asimilar su mortalidad, hacer cosas simples como el emplear una cuchara en la sopa: la ciencia cognitiva. La mente humana no es ordenador electrónico como las computadoras personales, su diseño no es correr algoritmos (programas) específicos simplemente, su plasticidad cerebral le permite adaptarse para solucionar problemas flexibles y evolucionar con cada experiencia y reorientar sus decisiones en nuevos escenarios. Como consecuencia, los individuos almacenan muy poca información sobre el mundo profundo de las cosas, sus cerebros construyen una experiencia sobre la experiencia, es decir, un conocimiento sobre la experiencia de sus conocimientos. Que en términos de plasticidad cerebral representa menos información en sus cabezas. En ese sentido, las personas son como las hormigas, abejas y otros enjambres, actuando en colaboración como una sola  mente, colectivamente funcionan en colaboración, derogando responsabilidades individuales sobre los conocimientos profundos de las cosas. El trabajo colaborativo, se da cuando dentro de nuestros cerebros hay una idea global del desafío y almacenado en nuestra mente específicamente hay talento para la parcela creativa de la realidad, que será nuestro producto en comunidad necesario, para que las empresas no posibles de lograr por un individuo, se logren por un colectivo.


La capacidad para colaborar, pasa por nuestra capacidad individual para leer los códigos de diseño propios de la empresa y comunicar en los términos de la disciplina involucrada. Por ejemplo, construir un submarino, es una empresa colaborativa en la que intervienen códigos eléctricos, neumáticos, electrónicos, mecánicos,…, es decir, la comunicación entre las mentes con códigos distintos es necesaria, que sea profunda para que la colaboración sea posible, un submarino es una empresa claramente no de un solo hombre. El problema creemos es la confusión entre racionalidad y moralidad. Si bien la empatía es de naturaleza emocional, cuando estas no están a favor, tenemos la capacidad de anularlas. Su anulación es a través de la razón y el rigor de esta. Creemos que es aquí donde está la acción real de la consciencia para fortalecer la colaboración entre ciudadanos. 


De manera innata la empatía se nos expresa sobre los otros a los que tenemos interacciones sociales, cuando reconocemos que nos preocupamos por todos por igual. Pero a pesar de estas preferencias innatas, estas no nos definen en lo absoluto. Somos suficientemente inteligentes para aprender a comprender intelectualmente que las vidas de las personas más alejadas de nosotros sienten lo injusto e inmoral en sus vidas. Y podemos actuar para cambiar esta situación. Es la racionalidad la que evalúa si algo en apariencia positivo como empatía, realmente lo es. 


Nuestras decisiones morales son formadas por las fuerzas de la empatía, y a menudo esto empeora el estado del mundo, dado que sin dar paso a la razón, no evaluamos si es posible hacerlo mejor. La empatía es un enfoque centrado en ciertas personas en el aquí y ahora. Por ello, no nos preocupamos más por ellos, pero nos deja insensibles a las consecuencias a largo plazo de sus actos y así como a los padecimientos de empatizar con la estreches de las ideas. Es siempre miope motivar acciones que podrían hacer las cosas mejor de manera inmediata, pero en el largo plazo lo trágico de las consecuencias futuras no se evaluaron. Puede provocar violencia, odios y desamor en el tejido social. Todos estos sentimientos añaden a nuestra vida de diversas maneras, la incapacidad para colaborar en proyectos en equipo.


Para que la actividad de emprender proyectos, dé como resultado un mundo mejor, se debe tratar de progreso moral y apertura racional, a dejar de lado las apariencias que ocultan las emociones innatas en la empatía dentro del tejido social. La razón permite no caer en falsas ideas positivas que en nombre de una emoción se cometieron hechos terribles, como los cometidos por los nazis. Hubiera sido mejor interrogar con la razón más en el fondo y no dejarse desbocar por la emoción. Las emociones apenas dejan en muchos casos, paso a la capacidad humana de evaluar los pro y los contras de algunas ideas. Por ello, debemos aclarar lo entendido por empatía. 


Hay muchas definiciones de filósofos, psicólogos, científicos, biólogos,…, generalmente la refieren como la metáfora de “el contagio de un bostezo entre humanos”, es el acto de experimentar el mundo como creemos que alguien lo hace. Pero hay un sentido relacionado que tiene que ver con la capacidad de apreciar lo que está sucediendo en la mente de otras personas. Si tu sufrimiento me hace sufrir, si siento lo que sientes, es la empatía en este sentido la que nos interesa aquí. Esto es la cognición social, la inteligencia social, la lectura de comparar la vida. Esta empatía cognitiva es muy distinta a la emocional, en esta primera los procesos de razón y rigor definen en mucho la promoción o anulación de los individuos con que interactuamos. Ver a través de los ojos de los otros, mejora la empatía cognitiva necesaria para la colaboración de proyectos. La empatía de este tipo, nos gusta porque, no es innata su conclusión, es producto de un juicio de rigor racional sobre sus consecuencias, no solo es vital como pegamento necesario en la colaboración de proyectos, es una preocupación que ha sido educada para tratar a las personas, lo que permite mejorar mutuamente la vida social.


La irritación entre las personas es una señal de la erosión de la empatía.  Es lógico que la empatía sea considerada responsable de experimentar con los otros la sed y el dolor al fuego, pero también expande nuestros egoísmos y provoca nuestra propia marginación. La empatía es un medio para el liderazgo, motivar a otros produce un movimiento, cuya causa impulsa a la acción. Incluso los amantes de la empatía deben considerar que hay otras posibles motivaciones a la acción positiva. La fundamentación y la justificación anticipan y explican sobre flagelos y oportunidades para la acción racional, entonces podrían estos argumentos seducir a la razón y motivar a actuar. Los juicios morales forman la empatía necesaria para la colaboración. La producción de razones que justifican la acción moral del progreso, resuelven lo difuso y árido de la pobreza de la empatía, a menudo argumentar es la mejor guía moral de la empatía de colaboración. Invertir en proponer ideas justificadas sobre las preocupaciones para un mundo mejor, es crear conexión empática. Tenga presente que los emprendedores son personas preocupadas en lo general acerca de la vida humana y el florecimiento humano en la virtud. 


Lo discutido aquí, es contrario a la creencia de los académicos que en el aula, enfrentan los aspectos morales como una cuestión de antemano basada en la empatía. Corregir esto, es fundamental para que la conciencia sea el motor de la empatía. Sostenemos en resumen, que en lugar de un desafío de empatía entre personas, la cuestión es romper el estatus quo, cuestionando la comodidad del modo común de pensar. Desafiar con experiencias nuevas la forma de ver el mundo, por el contrario, apoyaran a largo plazo a los estudiantes en su mente emprendedora. Leer nuevos escenarios desde la literatura, resulta fundamental y esencial, dentro de un debate honrado que intenta argumentar sobre los escenarios morales y sus preocupaciones como formas de motivar un progreso justo.


Siempre resulta tentador conmover profundamente los sentimientos de los otros. Pero ser un emprendedor, es ser un motivador por el camino de la fría lógica y el razonamiento riguroso más allá de ayudar, a contagiar a otros de sentimientos empáticos, se busca enrolar a otros en el desafío moral de progreso identificado como oportunidad. La fundamentación de escenarios de progreso moral, en ellos hay más bondad y moralidad que empatía en principio. Para pensar lo contrario es necesario definir empatía como una visión imaginativa de un desarrollo moral. Al ser seres complejos, hay muchas rutas para un juicio moral y su respectiva acción identificada en ese sentido. Un paso razonable en este sentido, es conceder que en la empatía no hay en ella siempre un ideal moral, que desde luego es lo más importante frente a la corrupción que distancia un progreso virtuoso. Cuando enfrentamos empatía versus razón, aquí distinguimos una distancia, que es la solidaridad social, es maximizar la distancia entre lo puramente utilitario y el progreso moral. Entonces, el paso obligado es tomar una actitud critica, es una forma de mirar las consecuencias de las acciones de “progreso” contempladas. De este modo la empatía como resultado de juicios de razón, en consecuencia, hace del mundo un lugar mejor, y sus defensores pueden reivindicar el ejercicio de la justicia social que conduce a menos sufrimiento, más prosperidad, es decir, menos dolor y más felicidad, esto sería para todos una buena razón para buscar alternativas científicas y técnicas que enriquezcan después de todo, nadie puede dudar que las consecuencias son importantes al emprender un proyecto. 


A menudo, las acciones son inciertas sobre nuestras consecuencias. Es difícil hacer predicciones sobre el futuro de las consecuencias de promover una idea. En general es difícil saber lo que es correcto sin una revisión de la literatura al respecto. Pero siempre habrá cierta incertidumbre y al intentar hacer el bien, estamos obligados a justificar racionalmente con argumentos sólidos que hacemos el bien, somos como los jugadores de cartas que conspiran al elegir frente a factores fuera de su alcance, la mejor estrategia a jugar. Debemos hacernos de datos y resultados de investigación sobre el tema, de este modo producir una hipótesis de progreso moral que defina nuestro proyecto. En general, entonces, una manera de intentar ser moralmente correctos, es entender las posibles consecuencias de las hipotéticas acciones de progreso. Los detalles críticos, esos razonamientos desde la literatura, comparten la idea que maximiza los buenos resultados y fundamentalmente es la bandera de la empatía como progreso.


Algunas personas no justican sus ideas, asumen que adoptan ciertos principios de opinión sobre cómo actuar referentes a las consecuencias. El problema es que solo es un acto de fe. Desde luego que hay una clara diferencia entre causar dolor a alguien a propósito y de forma accidental. Al justificar la gestión de ideas de progreso, la lógica de las consecuencias conduce a respuestas que chocan con la intuición cotidiana de la realidad. Esto tiene que ver con que un emprendedor es un agente de cambio moral en la sociedad, obligando a sí mismo al filtrar sus ideas por el rigor del pensamiento basado en referencias en la literatura. La empatía emocional distorsiona nuestro juicios morales, más o menos igual que los prejuicios sociales. Las emociones limitan a un grupo específico de individuos afines, dejando de lado, los efectos virtuosos de agruparse con personas con distintas capacidades que sumen sensiblemente a los beneficios del proyecto. Es común que eventos inusuales de seducir con la razón, capten el interés de los otros, desencadenando empatía como respuesta. 


La empatía cognitiva es una herramienta de seducción racional de los beneficios morales de las hipótesis de progreso de un proyecto. Su metodología de justificar las ideas es moralmente neutral. La empatía puramente emocional que se solidariza con el dolor de los otros, es particularmente corrosiva para mejorar la situación del contexto social, conduce a desviaciones de los resultados esperados y enreda las desiciones de liderazgo. Resulta mucho mejor el uso del análisis de las consecuencias desde una sana distancia, en base a referencias documentales de las hipótesis de solución a problemas. El uso de la razón nos libera de la esclavitud de las pasiones, al valorar la acción moral de nuestros proyectos, nos motiva a una causa solidaria con nuestra sociedad. Las pasiones son prejuicios emocionales, motivos no argumentados para actuar a favor de los demás. La empatía basada en la razón, puede utilizarse como estrategia para motivar a otros a causas comunes.